Lombardos


Los lombardos (en latín, langobardi, de donde procede el nombre alternativo de longobardos) fueron un pueblo germánico originario del norte de Europa que se asentó en el valle del Danubio y desde allí invadieron la Italia bizantina en 568 d.C bajo el liderazgo de Alboino. Establecieron el Reino lombardo de Italia, que duró hasta el año 774 d.C, cuando fue conquistado por los francos.

Origen de los Bancos


Un banco es un intermediario financiero que se encarga de captar recursos en la forma de depósitos, y prestar dinero, así como la prestación de servicios financieros. La banca, o el sistema bancario, es el conjunto de entidades o instituciones que, dentro de una economía determinada, prestan el servicio de banco. La internalización y la globalización promueven la creación de una Banca universal. Al igual que la palabra española “banco”, la palabra griega (trá.pe.za) que se traduce como banco significa literalmente “mesa”. En un contexto financiero, como por ejemplo el trabajo de los cambistas, se refiere al mostrador para la transacción de dinero.

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El primer banco moderno fue fundado en Génova, Italia en el año 1406, su nombre era Banco di San Giorgio.

Historia de la actividad bancaria

Hay registros existentes de préstamos en Babilonia durante el Siglo XVIII a. C., realizados por sacerdotes del templo a los comerciantes. Los trapezitas eran los banqueros en la antigua Grecia. Trapeza era la mesa detrás de la que estaban en las tiendas, a veces destinadas a otro tipo de actividad comercial, pero muy a menudo a las transacciones bancarias. Los bancos más importantes seguían siendo sin embargo los grandes templos, donde los sacerdotes hacían fructificar el dinero que recibían en depósito de acuerdo a los préstamos concedidos a los particulares y a las ciudades. Pythius de Lidia, en Asia Menor, a principios del Siglo V a. C., fue el primer banquero individual del cual hay registros. Muchos de los banqueros de las ciudades-estado griegas eran «metecos» o residentes extranjeros. Alrededor de 371 a. C., Pasión, un esclavo, se convirtió en el banquero más rico y más famoso de Grecia.

Hay prueba de que este tipo de operaciones posiblemente se efectuaban en tiempos de Abrahám, pues los antiguos sumerios de las llanuras de Sinar tenían “un sistema singularmente complejo de prestar y recibir préstamos, mantener dinero en depósito y proporcionar cartas de crédito.” En Babilonia, como más tarde en Grecia, la actividad bancaria se centró alrededor de los templos religiosos, cuya naturaleza sacrosanta suponía una seguridad contra los ladrones.
Los bancos en la época romana no funcionaban como los modernos. La mayoría de las actividades bancarias se llevaron a cabo por particulares y no por instituciones. Las grandes inversiones fueron financiadas por los faeneratores, mientras que quienes trabajaban profesionalmente en el negocio del dinero y el crédito eran conocidos por varios nombres, tales como argentarii (banquero), nummularii (cambista), y coactores (cobradores).

Durante el Siglo I los bancos en Persia y otros territorios en el Imperio Sasánida emitieron letras de crédito conocidas como sakks. Se sabe que comerciantes musulmanes Karimi han utilizado el sistema de cheque o sakk desde la época del califato abasí bajo Harun al-Rashid. En el Siglo IX un empresario musulmán podía efectivo de la forma primitiva de cheque elaborado en China sobre las fuentes en Bagdad,6 , una tradición que reforzado de manera significativa en los siglos XIII y XIV, durante el Imperio Mongol. De hecho, los fragmentos encontrados en la Geniza de El Cairo indican que en el siglo XII cheques muy similares a los nuestros estaban en uso, sólo que más pequeños para ahorrar costos en el papel. Contienen una cantidad que deba pagarse, de la orden de. La fecha y el nombre del emisor son igualmente evidentes.

Ferias medievales comercio, tales como la de Hamburgo, contribuyeron al crecimiento de la banca de una manera curiosa: cambistas expedían documentos disponibles con otras ferias, a cambio de divisas. Estos documentos podían ser cobrados en otra feria en un país diferente o en una feria del futuro en el mismo lugar. Eran rescatables en una fecha futura, a menudo eran descontados por una cantidad comparable a una tasa de interés.

Comenzando alrededor de 1100, la necesidad de transferir grandes sumas de dinero para financiar las Cruzadas estimulado el resurgimiento de la banca en Europa occidental. En 1156, en Génova, se produjeron los primeras contratos de divisas conocidos. Dos hermanos tomaron prestadas 115 libras genovesas y acordaron reembolsar a los agentes del banco en Constantinopla la suma de 460 bezantes un mes después de su llegada a esa ciudad.

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Los primeros bancos aparecieron en la época del renacimiento en ciudades como Venecia, Pisa, Florencia y Génova.

El nombre «banco» deriva de la palabra italiana banco, «escritorio», utilizada durante el Renacimiento por los banqueros judíos florentinos quienes hacían sus transacciones sobre una mesa cubierta por un mantel verde.

Los integrantes de la Familia Fugger o Fúcares de Augsburgo, junto con los Welser fueron los banquero de los reyes de Carlos I y Felipe II de España. Tras el Asedio de Amberes, el centro financiero se trasladó a Ámsterdam hasta la Revolución Industrial. En 1609 fue fundado allí el banco Wisselbank Amsterdamsche. Oficinas bancarias estaban ubicadas por los centros de comercio, los mayores de los cuales fueron durante el siglo XVII los puertos de Ámsterdam, Londres y Hamburgo. Algunas personas podían participar en el lucrativo comercio de las Indias Orientales mediante la compra de letras de crédito de los bancos.

Durante los siglos XVIII y XIX se produjo un crecimiento masivo en la actividad bancaria. Los bancos jugaron un papel clave en el movimiento de monedas de oro y plata basado en papel moneda, canjeable por sus tenencias. Para la estabilidad económica general y como garantía para los clientes se hizo necesario durante el siglo XX el establecimiento de la regulación financiera en casi todos los países, para establecer las normas mínimas de la actividad bancaria y la competencia financiera y evitar o enfrentar la posibles quiebras bancarias, especialmente durante las crisis económicas.

Desde 1980 existen bancos éticos o sociales siendo sus objetivo la financiación de proyectos sociales, ambientales y culturales rechazando cualquier tipo de especulación con dichos fondos.

1387 – Batalla de Castagnaro


La Batalla de Castagnaro se produjo el 11 de marzo de 1387 en Castagnaro (hoy Venecia, al norte de Italia) entre las fuerzas de Verona y Padua. Es una de las más famosas batallas de la edad de los condottieri italiana. La batalla enfrentaba al ejército de Verona liderado por Giovanni Ordelaffi y Ostasio da Polenta, ante la milicia paduana de John Hawkwood (Giovanni Acuto) y Francesco Novello Carraresi.

Castagnaro es la mejor victoria de Sir John Hawkwood. Siguiendo la estrategia fabiana, Hawkwood animó a atacar a los veroneses en campo a su elección, aunque dominando militarmente los territorios anexos.

Igualando sus fuerzas en la zona más lejana del canal y anclando su flanco derecho detrás de un montón de maderas. Hawkwood esperó a que el grueso veronés atacara a un señuelo situado con un estadarte falso, para que la caballería apareciera por la parte derecha con el estandarte real y cerrar la retirada.


 

Batalla de Castagnaro
Fecha 11 de marzo de 1387
Lugar Castagnaro, Verona, Venecia, Italia
Resultado Victoria padovana.
Beligerantes
Padua Verona
Comandantes
John Hawkwood
Francesco Novello Carraresi
Giovanni Ordelaffi
Ostasio da Polenta

Leonardo da Vinci


Leonardo fué un hombre amante de todas las facetas del saber. Sus manuscritos y dibujos nos enseñan su lado científico, sus escritos nos desvelan su saber en cultura clásica y sus obras de arte nos muestran su gran capacidad para la creación estética.

Pintor, escultor y arquitecto italiano, nacido en el castillo de Vinci, cerca de Florencia, en 1452 y muerto en el castillo de Clou, cerca de Amboise (Francia), el 2 de mayo de 1519. Fue hijo natural de Pedro de Vinci, que en 1484 era notario de Florencia. Se ignora el nombre de su madre. Mostró desde su niñez Leonardo singular aptitud para las artes del Dibujo, las Matemáticas y la Música.

Los dibujos que hizo a su antojo, libre de toda influencia, mostraban ya tal habilidad, que su padre hubo de enseñárselos a Verrocchio, quien, sorprendido, aceptó de buen grado la misión de dirigir a un discípulo de tales esperanzas. Lejos de imponer Verrocchio al joven sus procedimientos y su manera de ser las cosas, se limitó a darle ánimos para sus propias tentativas. Bien pronto Leonardo adquirió una seguridad de mano y una facilidad para el trabajo que le permitieron prescindir de las lecciones de su maestro, cuyo estudio había dejado sin duda en 1472.

Antes de esta fecha había producido ya algunas pinturas que se conservan. No mucho tiempo después ejecutó admirables obras: La adoración de los magos, de la Galería de los Uffici (Florencia), y la Virgen de las Rocas, del Museo del Louvre.

La adoración de los magos

Virgen de las Rocas

La primera no es en realidad más que un boceto la segunda una obra acabada con el mayor cuidado. Cediendo a los deseos de Luis el Moro , salió de Florencia para Milán . Vasari refiere que la primera vez que el artista apareció ante Luis Sforza fue en una fiesta que daba el duque, y agrega que Leonardo se presentó con una lira, obra de sus manos, de la que sacó sonidos tan melodiosos que obtuvo las felicitaciones de todos sus oyentes, entre los que había muchos músicos. Explícase la recepción espléndida que obtuvo de Luis teniendo en cuenta la variedad de su talento y su reputación, ya inmensa en aquella época. Una carta del artista, que hasta nosotros ha llegado, dirigida al duque de Milán, relata extensamente sus invenciones al declarar que sabe hacer pontones muy ligeros de fácil transporte ó incombustibles; destruir por completo una plaza fuerte si no está construida sobre la roca; fabricar bombardas de gran efecto; trazar hábiles caminos para llegar en silencio hasta el enemigo, etc., etc.

Se ha dicho que fue llamado a Milán para presidir una academia que comprendía todo lo referente a Ciencias y Bellas Artes. Es lo cierto que desde su llegada a dicha ciudad trabajó activamente a favor de aquella institución, y puede creerse que por la misma época redactó algunos de los manuscritos suyos que se conservan. Por encargo de Luis Sforza pintó una Natividad de Jesús, cuyo paradero se ignora. No se juzgan anteriores a 1490, varias de sus pinturas, como el retrato de la amante del duque, Cecili a Gallerani, del cual existe una copia en el Museo de Brera (Milán); una Virgen con el Niño Jesús, que hace pocos años en Inglaterra formaba parte de la colección Davenport -Bromley , y los retratos de Luis el Moro y de su mujer Beatriz, éste en la Galería Ambrosiana de Milán. Estuvo Leonardo encargado (1489) de las decoraciones hechas con motivo del casamiento de Juan Galeazo Sforza con Isabel de Aragón; trabajó (1491) en el Duomo de Milán, e hizo (1493) el segundo modelo para la estatua ecuestre de Francisco Sforza, importante trabajo destruido en 1499 por las tropas de Luis XII de Francia, y que dio al artista ocasión para redactar un Tratado completo de la anatomía del caballo, obra manuscrita que tuvo la misma suerte que la estatua.

Esta, si hemos de creer a varios biógrafos, necesitó para su fundición 200000 libras de bronce. Leonardo, después de haber trazado al pie del Calvario, que pintó Montorfani, las figuras, hoy ya borradas, de Luis el Moro , Beatriz de Este y sus hijos, emprendió la obra más importante de su vida, la Cena, del refectorio de Santa María de las Gracias, que es acaso, escribe Jorge Duplessis, la mejor obra de la pintura. Esta composición bien conocida por la célebre estampa de Rafael Morghen, preocupó al artista mucho antes de 1497, año en que empezó a pintarla. Queriendo expresar de un modo exacto en su obra las sensaciones diversas que experimentan los Apóstoles cuando el Maestro les anuncia que uno de ellos le hará traición, Leonardo estudió con calma todos los aspectos de la fisonomía humana, y trazó no pocos dibujos como preparación para su obra, en la que agotó los recursos de su peculio, y que se halla en bastante mal estado. La Cena produjo a su aparición el asombroso efecto de que da idea el hecho de conservarse aún más de 20 copias casi contemporáneas del original. Tal es el cuadro atribuido a Marcos d e Oggione, en la iglesia de San Bernabé de Milán . «El mérit o eminente de esta composición, ha dicho Delecluze, lo que le dio una importancia prodigiosa cuando apareció, es la profundidad y verdad con que se pintan las pasiones del alma en los semblantes de los Apóstoles, y la gradación delicada y reflexiva con que el pintor se elevó desde los rasgos bajos y repulsivos de Judas hasta la dulzura angélica de San Juan y hasta la divinidad de Cristo. Antes de Leonardo da Vinci, ningún artista moderno había expresado esta gama ascendente y descendente de la belleza en la forma, haciendo de ella el signo visible en que se manifiestan la inteligencia, los movimientos del corazón y la elevación del alma.»

La ultima cena

Las copias antiguas de la Cena dan imperfecta idea de esta original pintura que puede ser juzgada por algunos estudios del mismo artista conservados en el Museo del Ermitaje (San Petersburgo), y por el dibujo de la Cabeza de Cristo que posee el Museo de Brera. Otros dos dibujos de la misma cabeza se hallan en la Galería Ambrosiana. La Cena estaba terminada en 1499. Leonardo permaneció en Milán a la entrada de los franceses (septiembre de 1499); pero convencido de la indiferencia de los vencedores por su talento, regresó a Florencia (1500) con su discípulo favorito, Salai, y con su amigo Lucas Pacioli. Bien acogido por el gonfaloniero Pedro Sonderini, que le concedió una pensión anual, trazó varios proyectos para hacer navegable el Arno, y luego, volviendo a la Pintura, ejecutó tres obras admirables que en París se conservan el Museo del Louvre : Retrato de Mona Lisa , llamada vulgarmente La Gioconda ; Retrato de Ginevra de Amerigo Benci y La Virgen en las rodillas de Santa Ana . Madrid (Museo del Prado) , Munich, Londres, San Petersburgo, Roma, Florencia, guardan copias de La Gioconda , pintura cuya cabeza tiene indefinible encanto, y cuya reproducción es dificilísima para el más hábil artista.

Mona Lisa , La Gioconda

En el Museo de Parma hay un a Cabeza de la Virgen también atribuida a Leonardo. Este fue nombrado(1502) por César Borgia, arquitecto e ingeniero de sus Estados. Después de haber recorrido Toscana para inspeccionar los trabajos que se hacían por mandato del duque, especialmente la canalización del Arno en las cercanías de Pisa, volvió a Florencia, en la que permaneció algunos meses, durante los cuales perdió a su padre (1504). Muy poco después de este suceso, que le dejaba solo, se trasladó probablemente a la Italia central. Ninguna huella de su paso se descubre en Roma antes de aquel tiempo.

Ginevra de Amerigo Benci

Es, sin embargo, evidente que en la ciudad de los Papas residió una temporada, pues lo acreditó el soberbio fresco de La Virgen y el donatario , en San Onofrio. Célebre es también su trabajo de 1501 a 1505 para representar La batalla de Anghiari , trabajo que no terminó y hoy conocido en parte por un poco fiel grabado de Gerard o Edelinck, en el que se ve uno de los grupos principales llamado Los cuatro caballeros . A Vinci se debieron, no mucho más tarde, los modelos de las tres estatuas de la puerta septentrional del baptisterio de Florencia, fundidas en bronce por Francisco Rustici. No bien se terminó la obra, Leonardo pasó a Milán (1507), y entonces trabó amistad con el Mariscal Chaumont. Como Soderini le recriminase en sus cartas por no terminar La batalla de Anghiari, Vinci le devolvió las cantidades que a cuenta había recibido, las cuales el gonfaloniero no quiso tomar.

La Virgen en las rodillas de Santa Ana

En adelante Leonardo rara vez visitó Florencia. No obstante, en ella, de 1506 a 1507, pintó dos cuadros que tiene el Louvre: San Juan Bautista y Baco, y dos Madonas, que han desaparecido. Hizo (1507) su retrato, bellísimo lienzo que está en la Galería de los Uffizi, y que basta para apreciar su organización maravillosa. Escribió luego (1508) su tratado Sobre el Canal de Martesana, y no cogió los pinceles hasta haber acabado el depósito del Canal de San Cristóforo. Al año siguiente, en la casa de campo de su amigo Melzi, con la ayuda de éste, pintó (1509) un fresco muy notable, hoy en parte destruido, cuyo asunto era Virgen con el Niño Jesús . En la misma época, según una hipótesis muy aceptable, dibujó una Leda , encantadora figura popularizada en el siglo XIX por un grabado de Leroux. La pintura original de esta Leda no es conocida, pero sí un dibujo, que se halla en la colección particular de la reina de Inglaterra. Por efecto de la muerte de su tío, Francisco de Vinci, volvió a Florencia el artista 1511 para iniciar un pleito contra sus hermanos; pero marchó a Milán al cabo de pocos meses. Acaso entonces pintó en dicha última ciudad el retrato de Maximiliano Sforza. Estuvo en su patria después de la derrota de los franceses en Novara, y de Florencia partió (24 de septiembre de 1514) con Julián de Médicis, que iba presenciar la consagración de León X. Recibido con frialdad en Roma, sintió herido su amor propio y salió de Italia (1514). Asistió luego en Milán a las fiestas dadas en honor de Francisco I, con quien pasó a Francia, y con su amigo Melzi se estableció en el castillo de Clou, cerca de Amboise, consagrando sus últimos días a buscar el medio de dotar de un canal a Sologne, región francesa.

El testamento del gran artista, publicado por Amoretti, le muestra perfecto católico y lleno de gratitud para sus hermanos, amigos y servidores. Melzi heredó todos los manuscritos de su amigo, hoy en su mayor parte propiedad de Francia, y de los que se da noticia ya en la Memoria de J. R . Venturi (1797), ya en la Historia de las ciencias matemáticas en Italia (t. III), por Libri, ya en Le Cabinet d e l’Amateur , (1862, pág. 49 -66). Los sabios hallan en los manuscritos de Vinci un genio excepcional, múltiples conocimientos y el germen de descubrimientos muy posteriores. No está resuelta la cuestión de si Leonardo hizo o no grabados. Los mejores críticos están por la afirmativa. Se ha dicho que son suyos los grabados en madera de la Divina proportione de Lucas Pacioli. Se le atribuyen con más fundamento, y por otros a su maestro Verocchio, tres Cabezas de caballos , grabados que se guardan: uno en el Gabinete de Estampas de París, otro en l a Ambrosiana de Milán, y el tercero en la biblioteca particular de la reina de Inglaterra. He aquí ahora el titulo de la versión castellana de una obra de Leonardo : El tratado de la pintura, de Leonardo de Vinci, y los tres libros que sobre el mismo arte escribió León Bautista Alberti, traducidos e ilustrados con notas por D. Diego A. Rejón de Silva (Madrid, 1827, en fol. menor), con láminas.


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Miercoles 24/10/07

Desvelan los secretos de la Gioconda

La Mona Lisa tenía cejas y sonreía más abiertamente. El investigador Pascal Cotte ha llegado a esta conclusión tras analizar digitalmente el lienzo de Da Vinci

 

Coliseo Romano, Roma, Italia


Fue edificado dentro del enorme complejo del palacio de Nerón, la Domus Aurea, construida tras el incendio de Roma. Precisamente ocupó un espacio llano donde existía una laguna artificial, la Stagnum Neronis. Con esta y otras actuaciones se restituyeron a la hacienda pública los terrenos apropiados por Nerón. Se desconoce la identidad del arquitecto del edificio, como ocurría en general con la mayoría de las obras romanas: las edificaciones públicas se erigían para mayor gloria de los emperadores. a lo largo de los años se han barajado los nombres de Rabirio, Severo, Gaudencio o incluso Apolodoro de Damasco, aunque se sabe que este útimo llegó a Roma en el año 105. Lo cierto es que su identidad sigue siendo un misterio. Algunos historiadores creen que pudo haberse financiado gracias a la toma de Jerusalén en el año 70. Dio Casio afirma que se sacrificaron 5000 animales durante los 100 días que duraron los festejos de inauguración.

Procedencia del nombre

En cuanto a la procedencia de su nombre hay tres posibles soluciones. La teoría más aceptada es que se lo debe al coloso, una estatua de 40 metros de altura representando a Nerón. Siempre se ha creído que el nombre popular de coloseum provenía de esta estatua, aunque existen dudas al respecto. En la Edad media derivó en la forma coliseum, de la que proviene el nombre en castellano y otras lenguas romances.

Uso del edificio

El Coliseo albergó espectáculos como las venationes (peleas de animales) o los noxii (ejecuciones de prisioneros por animales), así como las munera: peleas de gladiadores. Se calcula que en estos juegos murieron entre 500.000 y 1.000.000 de personas. Siempre se ha especulado con que albergara la naumachiae, espectaculares batallas navales que requerían inundar la arena de agua, aunque de ser cierto, es probable que fuera en los primeros años, antes de construirse los sótanos bajo la arena.

Los juegos continuaron celebrándose hasta el año 404, en el que está documentada la última pelea de gladiadores. El ascenso del cristianismo como religión oficial puso fin gradualmente a los actos más sangrientos, manteniéndose los sacrificios de animales hasta el 523.

Descripción

El Anfiteatro Flavio es un enorme edificio ovalado de 189 metros de largo por 156 de ancho, y de 48 metros de altura, con un perímetro de la elíptica de 524 metros. Se suele decir que este edificio ha sido un modelo para los recintos deportivos modernos, ya que tiene un diseño ingenioso y soluciones eficaces a problemas actuales.

La arena

El terreno de juego propiamente dicho era un óvalo de 75 por 44 metros, y en realidad era una plataforma construida en madera y cubierta de arena. Todo el subsuelo era un complejo de túneles y mazmorras (el hipogeo) en el que se alojaba a los gladiadores, a los condenados y a los animales. El suelo disponía de varias trampillas y montacargas que comunicaban con el sótano y que podían ser usadas durante el espectáculo.

El plano de la arena tenía un completo sistema de drenaje, conectado a cuatro imponentes cloacas. Se ha sugerido que obedecen a la necesidad de evacuar el agua tras los espectáculos navales. Sin embargo parece ser que ya Domiciano, abandonando la idea de la naumaquia, pavimentó las cloacas y colocó en la arena los montacargas para los combates de gladiadores. La cubierta de madera ya no se conserva, con lo que todo el laberinto subterráneo permanece hoy al aire libre.

La estructura

El Coliseo fue la obra más grandiosa de la arquitectura romana, y en él se utilizaron las más variadas técnicas de construcción. Las pilastras y los arcos son de travertino colocado sin argamasa. En las partes inferiores y en los sótanos se empleó la toba del mismo modo. Muchos de estos sillares iban sujetos con grapas metálicas. Las bóvedas que sostienen la cávea se hicieron vertiendo argamasa de cemento directamente sobre cimbras de madera, una innovación que aligeraba la fábrica.

El hecho de que el edificio se ubicase sobre una laguna obligó a excavar hasta 14 metros de limos inservibles y realizar una cimentación de casi 13 metros de opus cementicium (hiladas de argamasa de cal y piedras alternadas).

La cávea

El amplio graderío interior estaba diferenciado en gradus, pisos reservados para las diferentes clases sociales:

En el podium,el primero de ellos, se sentaban los romanos más ilustres: los senadores, magistrados, sacerdotes y quizá las vestales. En ambos extremos del eje menor había sendos palcos: la tribuna imperial (pulvinar), y otra reservada para el magistrado que en ocasiones presidía los juegos. Dado que este piso era el más próximo a las fieras, había una red metálica de protección y arqueros apostados regularmente.

El maenianum primum, para los aristócratas que no pertenecían al senado,

El maenianum secundum, dividido en el imum para los ciudadanos ricos y el summum para los pobres.

En lo más alto estaba el maenianum summum in ligneis, hecho de madera, probablemente sin asientos y reservado para mujeres pobres.

Además, algunos órdenes sociales, como los tribunos, sacerdotes o la milicia, tenían sectores reservados.

El acceso desde los pasillos internos hasta las gradas se producía a través de los vomitorios, llamados así porque permitían salir una enorme cantidad de gente en poco tiempo. Estaba tan bien diseñado que los 50.000 espectadores podían ser evacuados en un poco más que cinco minutos.

La fachada

La fachada se articula en cuatro órdenes, cuyas alturas no se corresponden con los pisos interiores. Los tres órdenes inferiores los forman 80 arcos sobre pilastras, y con semicolumnas adosadas que soportan un entablamento puramente decorativo. El cuarto lo forma una pared ciega, con pilastras adosadas, y ventanas en uno de cada dos vanos.

Los órdenes de cada piso son sucesivamente toscano, jónico y corintio. El último piso tiene un estilo indefinido que fue catalogado en el siglo XVI como compuesto. Era corriente superponer estilos diferentes en pisos sucesivos, pero no era habitual hacer edificios con cuatro órdenes superpuestos. Las comunicaciones entre cada piso se realizaban a través de escaleras y galerías concéntricas.

El velario

El Coliseo contaba con una cubierta de tela desplegable accionada mediante poleas. Esta cubierta, hecha primero con tela de vela y luego sustituida por lino (más ligero), se apoyaba en un entramado de cuerdas del que poco se sabe. Cada sector de tela podía moverse por separado de los de alrededor, y eran accionados por un destacamento de marineros de la flota romana.

En la parte superior de la fachada se han identificado los huecos en los que se colocaban los 250 mástiles de madera que soportaban los cables. Al parecer las cuerdas se anclaban en el suelo, pues de otro modo los mástiles soportarían demasiado peso. A tal efecto había un anillo concéntrico de piedras o cipos situados a 18 metros de la fachada en la explanada exterior, y que también permitían el control del público para evitar aglomeraciones. La franja entre la fachada y los cipos estaba pavimentada con travertino.

Historia

La inauguración del Coliseo a cargo de Tito se realizó mediante la celebración de unos festejos que duraron cien días en los que murieron cerca de dos mil gladiadores.

Decadencia

Durante el papado de Gregorio I Magno muchos de los monumentos antiguos pasaron a manos de la Iglesia, que era la única autoridad efectiva. Sin embargo carecía de recursos para mantenerlos, por lo que cayeron en el abandono y el expolio. Durante la Edad Media, la decadencia de la ciudad afectó a todos los monumentos imperiales. Los terremotos de 801 y 847 provocaron grandes destrozos en un edificio prácticamente abandonado en las afueras de la ciudad medieval.

Cuando en 1084 el papa Gregorio VII fue expulsado de la ciudad, muchos monumentos cayeron en manos de familias nobles romanas, que los usaron como fortalezas. Es el caso del Coliseo, ocupado por los Frangipane, que lo convirtieron en el centro de su área de influencia. El Coliseo fue cambiando de manos hasta 1312, en que volvió a la Iglesia.

Durante la Edad Media se creía equivocadamente que el Coliseo había sido un templo dedicado a diversos dioses, como el Sol. La confusión podía provenir del coloso de Nerón, al que Vespasiano había cambiado la cabeza por la del dios Sol.

A lo largo de los siglos XV y XVI, el travertino que lo recubría fue arrancado para reutilizarlo en otras construcciones. Entre otras, se utilizó para el Palacio Barberini y para el Puerto de Ripetta. Un conocido dicho latino reza Quod non fecerunt Barbari, fecerunt Barberini (lo que no se atrevieron a hacer los bárbaros, lo hicieron los Barberini). También se utilizó para quemarlo y obtener cal. El expolio de piedras continuó hasta 1749, en que Benedicto XIV consagró los monumentos como iglesia pública en memoria de los mártires allí ejecutados (si bien se cree que la mayoría de éstos fueron martirizados en el Circo Máximo). Una de las últimas barbaridades que sufrió el Coliseo fue ser objeto de simbolizar el borrador de la historia de Italia por parte de los militares. La parte del edificio que falta en la primera foto fue una bomba caída en el mismo durante la segunda guerra mundial.

En el siglo XIX, por el contrario, comenzaron una serie de obras para estabilizar muchos monumentos antiguos. En 1820 se terminaron varios contrafuertes que son claramente distinguibles hoy día, y sin los cuales el edificio probablemente se habría derrumbado. Durante todo el siglo se sucedieron obras de consolidación y mejora, en un proceso que aún continúa.

El Coliseo en la actualidad

El Coliseo es sin duda uno de los grandes atractivos turísticos de Roma. Ha sido llevado al cine en múltiples ocasiones, destacando la increíble reconstrucción digital, poco fiel al original, que podíamos ver en Gladiator. En 1980, la UNESCO declaró el centro histórico de Roma, incluido el Coliseo, Patrimonio de la Humanidad . Desde 2000, las autoridades mantienen el edificio iluminado durante 48 horas cada vez que en algún lugar del mundo se le conmuta o aplaza una sentencia de muerte a un condenado. Es una de las 7 nuevas Maravillas del mundo. Millones de personas la han votado a través de internet.

Puedes ver mas información en nuestro siguiente link

Comienzan los trabajos para buscar el tesoro de Alarico, «el más grande de la historia de la humanidad»


ABC.es

  • El alcalde de Conseza, donde está enterrado el rey de los visigodos, afirma que podría tratarse de más grande tesoro de la historia de la humanidad, con un valor estimado de 275.000 millones de euros
Ilustración de «Saqueo de Roma por parte de Alarico»

Ilustración de «Saqueo de Roma por parte de Alarico»

El tesoro de Alarico, rey de los visigodos, se busca desde hace 1600 años, creándose una leyenda que ha fascinado a historiadores y astrólogos, poetas y aficionados a la arqueología, nazis y judíos. Pero es ahora cuando con medios científicos se buscará en Cosenza, en la región de Calabria, al sur de Italia, el tesoro del rey Alarico, quien tras un largo asedio entró en Roma en la noche del 23 de agosto en el 410 d.C. Después de tres días de saqueo, Alarico se hizo con el más grande tesoro de la historia de la humanidad, teniendo en cuenta que Roma, Caput mundi en la época, poseía el fruto de ocho siglos de invasiones y conquistas. Entre las inmensas riquezas había una parte del tesoro de Jerusalén, destruida en el 70 d.C por Tito Flavio Vespasiano, que lo transportó a Roma. Entre otras joyas de incalculable valor estaría la famosa Menorah, el candelabro de siete brazos símbolo de la religión hebrea, con 70 kilos de oro y plata. El saqueo de Roma fue considerado por algunos, caso de San Agustín, como un castigo de Dios a los paganos del imperio romano.

Tesoro de valor incalculable

El historiador romano Jordanes escribió, en su libro «El origen y actos de los godos», que Alarico falleció en el mismo año de su victoria en Roma y fue sepultado, junto a los tesoros saqueados, en una tumba cerca de la confluencia de los ríos Busento y Cratis, en Cosenza. Jordanes cuenta que Alarico fue enterrado con su caballo y con 25 toneladas de oro y 150 de plata, además de otras riquezas, en gran medida fruto del saqueo de Roma. Para realizar esta operación fueron escogidos prisioneros que desviaron temporalmente el curso del río, excavando una gran tumba, con las dimensiones de una basílica.

«En las profundidades del foso enterraron a Alarico con sus muchos tesoros, luego canalizaron nuevamente las aguas del río y se mataron a los prisioneros para que nadie conociera el lugar exacto de la tumba», escribió Jordanes. Se estima que el valor de este tesoro sería hoy de unos 275.000 millones de euros, el equivalente al 15-20 % del Producto Interno Italiano (PIB). Además, su importancia cultural «sería incalculable, porque representaría las raíces de la civilización occidental», afirma el investigador Francesco Sisci, coordinador del proyecto.

La obsesión de Hitler

Desde hace siglos se busca la tumba del rey de los godos. Incluso Hitler se obsesionó con ese tesoro. Mientras bombardeaba Guernica, encontró tiempo para mandar a Cosenza, en 1937, a Heinrich Himmler, jefe de la policía alemana, para iniciar la búsqueda, aunque volvió con las manos vacías. Incluso Goebbels llegó a considerar el «tesoro de los godos» como uno de los irrenunciables símbolos del Reich. El rey visigodo se convirtió en una idea tan obsesiva para los nazis que bautizaron como «operación Alarico» la invasión militar de Italia.

La leyenda de Alarico ha sobrevivido hasta nuestros días, más allá de las fronteras italianas. Uno de los últimos cazadores en llegar el pasado año a Cosenza, en plan Indiana Jones, fue el politólogo Edward Lutwak, consejero militar y amigo de los Bush, declarando para sorpresa de muchos: “Ha llegado la hora de buscar de forma seria el tesoro. Hay que pasar del mito Alarico a su auténtica historia. Si Italia garantizara un buen porcentaje a quien encuentra un tesoro, como sucede en todo el mundo, habría venido aquí hace ya treinta años. Y Calabria estaría llena de gente con drones y detectores de metal”.

«Una herencia de interés mundial»

Ahora, el alcalde y presidente de la provincia de Cosenza, el arquitecto Mario Occhiuto, de centroderecha, acaba de presentar en la Cámara de Diputados en Roma el plan de las investigaciones para buscar con la más moderna tecnología el tesoro de Alarico. «Troya fue una leyenda hasta que se descubrió en 1870. Y Pompeya fue descubierta casualmente en el siglo XVIII. Nosotros también estamos determinados a seguir en esta investigación, porque podría tratarse de más grande tesoro de la historia de la humanidad. Sería parte de una herencia de interés mundial», ha manifestado el alcalde Occhiuto.

Científicos italianos han identificado cinco lugares donde se cree que puede estar la tumba. «Además de las indagaciones históricas, habrá un análisis geofísico del terreno, con microondas y sondeos geomagnéticos. Tras la obtención de los primeros datos, en una zona de poco más de una hectárea, hay elementos que nos animan a seguir adelante», afirma el geólogo Giuseppe Rota.

La oposición socialista en el ayuntamiento de Cosenza es contraria a gastar dinero en esta investigación, porque la ciudad debería tener otras prioridades, como escuela, sanidad y familias pobres. Además, rechazan que se ligue el nombre de la ciudad a un sanguinario invasor. El alcalde se defiende así ante esas críticas: «Existen hoy tecnologías que nos permiten efectuar investigaciones con gastos irrisorios. Tenemos un óptimo plan. Otras ciudades han hecho su fortuna sobre leyendas mucho más superficiales: La Sirenita de Copenhague, el monstruo del lago Ness y el balcón de Romeo y Julieta de Verona». Parece claro que al alcalde le gustaría que para Cosenza fuera también un negocio el mito de Alarico.

Las puertas del «Gimnasio Grande» de Pompeya vuelven a abrirse


EL Mundo

  • Tras siete años de restauración
 El yacimiento arqueológico de Pompeya, en el sur de Italia. EFE

El yacimiento arqueológico de Pompeya, en el sur de Italia. EFE

El yacimiento arqueológico de Pompeya, en el sur de Italia, ha recuperado su «Gimnasio Grande», después de permanecer cerrado al público durante siete años por labores de restauración.

Se trata de una extensa zona, delimitada entre columnas,donde los jóvenes romanos practicaban deporte hasta que la erupción del volcán Vesubio enterrase la antigua ciudad romana en el 79 d.C.

Casi dos milenios después, esta zona albergará una exposición permanente que exhibe por primera vez en Pompeya los frescos de Moregine, una ciudad situada fuera de los muros pompeyanos.

Estos murales, de tonalidades rojas y que representan a deidades romanas, fueron descubiertos en 1959 durante las obras para la construcción de la autovía que une Nápoles y Salerno y pertenecía al salón de los triclinios de una rica villa.

A la inauguración acudió el ministro de Cultura de Italia, Dario Franceschini, quien celebró los avances que se están llevando a cabo para la recuperación de este área arqueológica, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1997.

«La reapertura del ‘Gimnasio Grande’ y la muestra de los frescos representa un paso más en el progreso que estamos desempeñando en la conservación de todo el lugar. Podemos afirmar con orgullo y satisfacción que Italia se está esforzando considerablemente y que los resultados se ven», aseguró.

La apertura de este espacio se suma a la reciente recuperación de la «Villa de los Misterios» y contrasta con las frecuentes polémicas que rodean a este lugar, como los derrumbes, la falta de personal o las huelgas, por las que en ocasiones tiene que cerrar sus puertas.

El «Gran Proyecto Pompeya»

Italia intenta aprovechar el «Gran Proyecto Pompeya», que concluye en diciembre y que cuenta con 105 millones de euros para restauraciones, procedentes del Fondo Europeo para el Desarrollo Regional (78 millones de euros) y de las arcas italianas (27 millones).

El Ministerio de Cultura publicó hoy los datos del proyecto y, a fecha del 30 de junio, han sido gastados trece millones de euros, se han concluido cinco obras y otras 32 permanecen en curso.

Asimismo se han convocado licitaciones por un valor de 130,2 millones de euros, de los cuales 104,9 millones ya han sido adjudicados de manera definitiva.

Regreso a la morada de Nerón


El Pais

  • Pocas figuras históricas siguen siendo tan polémicas como Nerón, aunque la fuerza del mito ha enterrado la realidad

Las termas de Trajano en Roma, que utilizaron como cimientos la Domus Aurea. / Album

Nerón pertenece a la estirpe de los grandes tiranos, su fiesta del chivo se ha prolongado a lo largo de los siglos. Pero existe una gran diferencia con los Ceausescu, Sadam Husein, Duvalier, Bokassa, Idi Amín Dadá o el Trujillo que noveló Vargas Llosa: en el caso del emperador romano del siglo I resulta imposible separar la realidad de la leyenda negra. Como escribió la catedrática de Latín de la Universidad de Cambridge Mary Beard: “La mayoría de los emperadores romanos no fueron depuestos porque fueran demonizados, sino que fueron demonizados porque fueron depuestos”. La tradición mantiene que Nerón fue condenado a damnatio memoriae, un castigo que consistía en enterrar todo el legado de un emperador para que su nombre fuese olvidado. En el caso del último miembro de la dinastía Julia Claudia, sus enemigos fracasaron: existen muy pocos personajes históricos sobre los que se hayan escrito tantos tebeos, novelas, óperas, películas o ensayos –el último, Dying Every Day (Muriendo cada día), un magnífico estudio del profesor de Clásicas del Bard College James Romm, en torno a su relación con su tutor, el filósofo estoico cordobés Séneca– y sobre cuya figura se siga debatiendo con tanta intensidad más de 2.000 años después de su desaparición. “¿Cómo no nos iba a fascinar?”, asegura Romm en una entrevista por correo electrónico. “Poder absoluto sobre la mayor parte del mundo conocido unido a los caprichos, la traición, la locura… ¿Puede ofrecer la historia un espectáculo más fascinante?”.

Las dos imágenes más populares del emperador –tocando la lira mientras contemplaba cómo ardía Roma en julio del año 64 y disfrutando de la primera gran masacre de cristianos en el Coliseo– no es que sean falsas, es que son imposibles. Nerón no estaba en la ciudad cuando empezó el incendio, llegó tres días más tarde y se puso al frente de los equipos de rescate (el fuego duró una semana). Casi ningún historiador piensa actualmente que fuese el responsable. En cuanto al Coliseo, fue construido varios años después de su muerte por el primer emperador de la siguiente dinastía, Vespasiano (9-79). Aunque, en una prueba más de la intensidad de su leyenda, acabó por darle su nombre: el monumento fue levantado en el lugar donde Nerón erigió una gigantesca estatua de 35 metros que le representaba como el dios Helios. Durante la Edad Media, el recuerdo de este coloso, hoy perdido, convirtió el Anfiteatro Flavio en el Coliseo.

¿Cómo no iba a fascinarnos? Poder absoluto unido a la traición y la locura”, explica el historiador James Romm, autor de un ensayo sobre Nerón y Séneca

Como ha escrito el profesor de Clásicas de la Universidad de Princeton Edward Champlin en la biografía más reciente del emperador –Nerón (Turner)–, “no hay necesidad de rehabilitar a Nerón: fue un mal hombre y un mal gobernante, pero hay sólidas pruebas que sugieren que nuestras fuentes principales erraron al presentarlo tan mal y crearon así la imagen de un monstruo, desequilibrado y ególatra, que ha regido la imaginación escandalizada de la tradición occidental durante dos milenios. Pero la realidad es más compleja”. La revista National Geographic le dedicó una reciente portada titulada “Repensando a Nerón”. En la otra cara de la polémica están afirmaciones contundentes como la que hace el gran crítico de arte Robert Hughes en su libro Roma (Crítica): “Es de suponer que no es posible que un hombre practique todas las perversiones sexuales conocidas o imaginables, pero es evidente que Nerón tenía un repertorio impresionante de ellas”.

Los restos de su gran palacio romano, la Domus Aurea, la fabulosa Casa Dorada que Nerón ordenó construir después del incendio, situados en el colina del Esquilino, acaban de volver a abrir al público después de permanecer casi diez años cerrados, aunque solo se pueden visitar los fines de semana y con cita previa (es necesario reservar con meses). En realidad, solo han sido accesibles con normalidad entre 1999 y 2005, cuando el palacio fue clausurado por problemas de conservación. Los espacios neronianos, ahora subterráneos, encarnan una metáfora perfecta de su mito: un laberinto de pasillos y estancias enormes, como los datos que se pierden en los rincones de la historia entre juegos de sombras y luces. “La Domus Aurea es impresionante por su arquitectura, pero también por su importancia simbólica”, afirma el historiador francés Joël Schmidt, autor de Néron, Monstre Sanguinaire ou Empereur Visionnaire? (Nerón, ¿monstruo sanguinario o emperador visionario?). “Todos los historiadores describieron sus proporciones gigantescas, su magnífica decoración y la profusión de oro (de ahí viene su nombre de Casa Dorada). El interior albergaba muchísimas obras de arte, traídas directamente de Grecia, sin contar los lagos, jardines, bosques, las fuentes de agua dulce y salada alimentadas por acueductos construidos especialmente para ello”.

Nerón decoró su palacio soñado con todo tipo de estatuas que trajo de Grecia, algunas de las cuales se conservaron en el mismo lugar donde se encontraron. / Corbis

A la muerte de Nerón, en el año 68, el palacio fue abandonado y finalmente Trajano (53-117) lo utilizó como cimientos para sus termas, tras haber esquilmado todo el mármol. Redescubierto en el siglo XV, fascinó a los artistas renacentistas y luego a personajes como el Marqués de Sade o Casanova, que dejaron la firma en sus paredes. Rafael, que se deslizaba con sogas hasta lo que entonces eran unos túneles abovedados, creó el estilo grotesco (de gruta) con el que pintó varias estancias del Vaticano en 1519 inspirándose en los frescos de aquel misterioso palacio enterrado –el hecho de que los papas se paseasen durante siglos bajo pinturas inspiradas por el palacio de Nerón es una de las muchas paradojas que emanan del personaje–. Una de las mejores copias de los frescos tal y como los encontraron los artistas del Renacimiento fue realizada por Francisco de Holanda en 1538 y se encuentra en la Biblioteca de El Escorial, en las afueras de Madrid.

A lo largo de los siglos, muchas pinturas se han borrado, y durante la visita guiada, protegidos por cascos de plástico amarillo (obligatorios porque se han producido desprendimientos), en medio del olor a humedad y bajo un frío pegajoso, resulta difícil imaginar lo que fue entonces un palacio luminoso y ajardinado. Pero, tal vez porque por esos espacios circula la leyenda de Nerón, tal vez por la inmensidad de las salas en las que el emperador ofreció alguna de las mejores fiestas de la antigüedad, resulta fascinante. En los alrededores, entre los miles de turistas, los falsos legionarios y los vendedores de aparatos para hacerse selfies, el viajero puede toparse con la Hostaria da Nerone o el hotel El Coloso. “Nerón siempre vende, no podemos olvidar que era un showman”, explica Darius Arya, arqueólogo estadounidense afincado en Roma desde hace 15 años y director del American Institute for Roman Culture.

Nerón cambió las normas de edificación en Roma después del incendio que arrasó la capital del Imperio para evitar que se repitiese el desastre

Durante un paseo por los Foros Imperiales, Arya asegura que, después del incendio, Nerón cambió las normas de edificación para evitar que una catástrofe de estas dimensiones pudiese repetirse. “Solo un idiota quemaría la ciudad. En Roma en aquel momento vivían en torno a un millón de personas y el fuego provocó 200.000 refugiados”, asegura. Ordenó que las calles fuesen más anchas, las casas de pisos –las insulae– más bajas, y, también es cierto, aprovechó la destrucción general para edificar su palacio soñado. Arya encuentra en la Domus Aurea un problema mucho más contemporáneo que afecta a demasiados lugares en Italia, como Pompeya: la conservación del patrimonio. Para salvar el palacio (un proyecto que consiste ante todo en transformar el jardín que hay encima para que los árboles y las infiltraciones dejen de dañar el conjunto arqueológico) son necesarios 32 millones de euros que, sin embargo, no llegan.

¿Quién es el Nerón más cercano a la historia, si esta pregunta tiene respuesta? Claudio César Augusto Germánico nace en Antium (actual Anzio) el 15 de diciembre del año 37. Miembro de la familia imperial, se convierte muy joven, en el año 54, en sucesor de Claudio (11-54), el tercer emperador de la dinastía que instauró Augusto (63-14 a. de C.) y continuaron Tiberio (42-37 a. de C.) y Calígula (12-41). Séneca es el principal consejero de un emperador muy popular. En el año 64, el mayor incendio que ha conocido Roma destruye una parte muy importante de la ciudad. Un año después, tras desactivar un complot, lanza una purga salvaje que le cuesta la vida al filósofo cordobés, entre muchos otros miembros de la élite. Sin embargo, el ejército, harto de sus caprichos –la oligarquía romana nunca le perdonó que participase en concursos de canto y poesía que siempre ganaba (¿quién iba a atreverse a darle un segundo premio?)–, le depone en el año 68. Nerón se suicida para evitar una muerte horrenda a manos de sus antiguos legionarios, que se habían propuesto azotarle hasta la muerte. Como había acabado con todos los posibles herederos de Augusto y no dejó hijos, Roma entró en un periodo de caos –cuatro emperadores en un año–, hasta la instauración de la dinastía Flavia con Vespasiano en el año 69.

Busto de Nerón encontrado en Libia. Fue el último emperador de la dinastía Julia Claudia. / Album

El historiador español Juan Luis Posada Sánchez, profesor de la Universidad Antonio de Nebrija y autor de El año de los cuatro emperadores, resume: “Hace ya mucho que los historiadores están intentando rehabilitar la figura de Nerón, un emperador tachado de loco, matricida, incendiario y asesino de cristianos, pero también un artista que protegió las artes y las letras, que gobernó por el pueblo y para el pueblo y que acabó con todos los descendientes de Augusto que pudieran desestabilizar su régimen. Nerón pudo haber tenido trazas tiránicas, sobre todo en la última etapa de su reinado, pero el ejército le puso en su lugar y le llevó a huir y suicidarse”. El ensayista australiano Stephen Dando-Collins, autor de Arde Roma (Ariel), un ensayo sobre el emperador, explica así su final: “Nerón dirigió los esfuerzos para detener el fuego y encabezó la reconstrucción posterior. Pero sus oponentes en el Senado, que despreciaban sus pretensiones artísticas y que añoraban a emperadores soldados como Augusto, vieron que culparle del fuego era una forma de reducir su popularidad, lo que haría más fácil expulsarle del poder. Lo que al final ocurrió”.

Las principales fuentes sobre Nerón provienen de tres historiadores romanos, Suetonio (70-126), Tácito (55-120) y Dión Casio (155-235), y la panoplia de perversiones y crímenes que describen es interminable; algunas de ellas –que mató a su madre, a sus dos primeras esposas y a su hermanastro; que asesinó a todos los que consideró oponentes políticos o un peligro para su poder; que escribía poesía y versos (actividades intolerables para un emperador)– están corroboradas por diferentes fuentes; otras, sin embargo, no: que violó a una virgen vestal, que castró a un hombre para casarse con él, que fundió los lares para convertirlos en dinero, que era un pervertido sexual sin freno. Tampoco es seguro, y es un punto especialmente polémico, que lanzase la primera gran persecución de seguidores de una nueva religión que había nacido en Judea unos años antes. La tradición cristiana mantiene que Pedro y Pablo sufrieron su martirio durante las persecuciones neronianas, que se desataron después de que los cristianos fuesen acusados de quemar Roma en una maniobra para evitar que las culpas recayesen en el emperador. Pero no hay documentos ni evidencias arqueológicas que lo demuestren.

Sí está demostrado que mató a su madre, a su hermanastro y a sus dos primeras esposas. Otros crímenes que se le atribuyen son dudosos

Suetonio y Tácito son los únicos que citan las persecuciones fuera de la tradición cristiana. Tácito escribió en sus Anales el célebre pasaje sobre su brutalidad: “Nerón buscó rápidamente un culpable, e infringió las más exquisitas torturas sobre un grupo odiado por sus abominaciones, que el populacho llama cristianos. (…) Todo tipo de mofas se unieron a sus ejecuciones. Cubiertos con pellejos de bestias, fueron despedazados por perros y perecieron, o fueron crucificados, o condenados a la hoguera y quemados para servir de iluminación nocturna cuando el día hubiera acabado”. Sin embargo, estos testimonios plantean muchas preguntas. ¿Por qué solo lo cuentan ellos? ¿Por qué emplean el término cristiano que entonces no usaban los romanos? ¿Pudo ser un añadido posterior al texto que manejamos durante su copia en la Edad Media? ¿Por qué no vuelven a producirse persecuciones de cristianos hasta décadas más tarde? Marco Aurelio ha pasado a la historia por su sabiduría (véase Gladiator, donde lo encarna un impecable Richard Harris), pero nadie recuerda sus salvajes persecuciones, como la que tuvo lugar en Lyon en el año 177. Yves Perrin, profesor de Historia y Arqueología Romanas en la Universidad de Saint-Etiène-Lyon y presidente de la Sociedad Internacional de Estudios Neronianos (SIEN), afirma: “Los autores cristianos hacen de Nerón el primer perseguidor de la verdadera fe y esta idea ha atravesado los siglos con errores de bulto, como situar los martirios en el Coliseo, que no existía. Los autores cristianos imponen a la posteridad la idea de que el año 64 representa un cambio de rumbo en la historia: la Roma pagana desaparece bajo el fuego y los mártires garantizan la victoria de la fe verdadera”. La mayoría de los investigadores creen que sí se produjeron persecuciones, aunque ponen en duda que fuesen tan intensas.

Suetonio y Tácito le acusan de haber lanzado las primeras persecuciones de cristianos, pero algunos autores lo ponen en tela de juicio

Sin embargo, la fuerza de la ficción es imbatible. Por muchos ensayos que se escriban, resulta casi imposible separar en la imaginación occidental a Nerón del sádico, caprichoso, vicioso e infantil emperador que dibuja Peter Ustinov en una de las mejores versiones cinematográficas de Quo Vadis (Mervyn LeRoy, 1951), la famosa novela que ofrece una reconstrucción mítica de los orígenes del cristianismo, publicada por el premio Nobel polaco Henryk Sienkiewicz a finales del XIX. Y encima la ponen en televisión cada Semana Santa. James Romm asegura: “La pérdida de fuentes contemporáneas es un problema, pero son todavía más frustrantes los silencios y las opacidades del propio Séneca. Escribió muchos volúmenes, pero nunca dijo la verdad sobre lo que había hecho o visto junto a Nerón”. La realidad, como la Domus Aurea, se encuentra enterrada bajo demasiadas capas de mitos para que algún día pueda llegar a derrotar a la leyenda.

Aquella brillante promoción de 1758


El Pais

Retrato de un dibujante, de José del Castillo.

Ocho jóvenes artistas españoles, pensionados de la Academia de Bellas Artes de San Fernando, deambularon por las calles de Roma cuaderno en mano entre 1758 y 1764. Tributo a la eterna belleza de la ciudad y a la capacidad de asombro propia del aprendizaje, el Museo del Prado ha organizado una muestra en torno a aquellos libritos, que, con el tamaño de un octavo mayor, sirven de testimonio de los deberes escolares, los anhelos estéticos, las anotaciones propias de un diario y otras particularidades de la cotidianidad sobresaltada del estudiante en el extranjero.

Cuatro de aquellos cuadernos, más uno de Goya, que no acudió a Roma en 1771 en calidad de alumno, sino por propia iniciativa y ya convertido en todo un maestro, ocupan en un acierto escenográfico de tintes dramáticos el centro del espacio consagrado por la pinacoteca madrileña a la muestra Roma en el bolsillo. Cuadernos de dibujo y aprendizaje artístico en el siglo XVIII. Esperan al visitante hasta el 19 de enero en la penumbra que la conservación de la obra en papel exige y suspendidos en el aire a la altura precisa en la que uno los sostendría en sus manos. Para subrayar el efecto deseado, uno de ellos, obra de José del Castillo, que aporta tres de las cinco piezas, descansa abierto por una página en la que se puede contemplar el retrato de un dibujante haciendo lo propio.

Los otros dos son el célebre Cuaderno italiano de Goya y el único que se conserva de los días romanos de Mariano Salvador Maella, maestro del dibujo. Los cinco son propiedad del Prado, además de adquisiciones recientes. En 1990 se compraron los de José del Castillo, que nunca habían sido expuestos (ni tampoco estudiados a fondo). En 1993, se adquirió el de Goya y en 2005, el de Maella.

Al fondo, en el interior de una vitrina, se pueden contemplar otros tres ejemplos, propiedad de la Biblioteca Nacional, el Meadows de Dallas y el MNAC, y firmados por Domingo Antonio Lois de Monteagudo, Antonio Primo y Domingo Álvarez de Enciso, miembros todos de aquella brillante promoción de 1758. De las notas artísticas que tomaron los pensionados José de Villanueva, que luego proyectaría el edificio del Prado, Isidro Carnicero y Antonio Martínez de Espinosa, no se guardan pruebas.

La lista de los agraciados con la beca y la de las tareas que esta comportaba se exponen bajo un grabado de la ciudad de Roma, “la más bonita de cuantas se conservan”, a juicio del comisario José Manuel Matilla, jefe del Gabinete de Dibujos y Estampas del Prado. Obra de Giuseppe Vasi, se grabó para el rey Carlos III, y en la exposición permite localizar con la imaginación las idas y venidas de los pensionados, que copiaban escultura clásica, pinturas renacentistas, obras barrocas o desnudos en la Accademia del Nudo, creada a tal efecto por el papa en el Campidoglio.

Las obligaciones de los estudiantes venían descritas en las Instrucciones para el director y los pensionados del Rey en Roma de pintura y escultura, cuyo punto 28, redactado por Felipe de Castro, establecía que los estudiantes debían traer “siempre consigo libros de memoria en que apuntar las obras más dignas que encuentren en los templos, palacios, jardines y fuentes, y los adornos antiguos y modernos donde quiera que los hallen”. Como suele ser norma, cada cual hizo de la aplicación de aquellas reglas lo que buenamente pudo… o quiso: si el becado Castillo las aplicaba con metódico afán, el trabajo de Maella siempre estuvo dominado por la heterodoxia de su mirada. En unos y otros casos, estos testimonios, escribe Matilla en el espléndido catálogo, impreso con el formato de un cuaderno de notas, permiten “analizar el pensamiento de un artista, manifestado en su modo de dibujar”.

Aquel dieciochesco Erasmus pictórico nunca se repetiría. Seguramente, aventura Matilla, por demasiado ambicioso: inspirado por los programas educativos de la Academia Francesa, obligaba a los artistas a pasar seis años lejos de España, acaso demasiado tiempo para el temperamento de un aprendiz con ansias de triunfar en casa.

La muestra se completa con 22 dibujos independientes, que eran enviados a la Academia de San Fernando y que permiten comparar las diferentes formas de representar un mismo modelo de los becarios, así como otra veintena de cuadernos, incluidos algunos extranjeros, aunque todos ellos italianos, como el Pronti, anónimo, o los de los artistas Edme Bouchardon, Carlo Spiridione Mariotti, Joshua Reynolds, Frédéric Nepveu o el Álbum Vallardi, de la neoclásica suiza Angelika Kauffmann.

Un acuerdo firmado entre el Prado y la multinacional Samsung, flamante miembro corporativo del museo en calidad de “colaborador tecnológico”, ha permitido colocar en la sala 25 tabletas que, estas sí, pueden ser manoseadas a su antojo por los visitantes para descubrir los secretos de los delicados cuadernos, cuyo contenido ha sido debidamente digitalizado. Los tesoros contenidos en estos ingenios también se alojan en un microsite en la página web del Prado. Lo que en la dimensión virtual aguarda es un exhaustivo catálogo razonado que, por su propia naturaleza, permite la consulta de una información amplísima y no sujeta a las contingencias, económicas y de espacio, del viejo papel.

Egipto fuera de Egipto


El Pais

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Mastaba (tumba en forma de pirámide truncada) de Mereruka (hacia 2300 antes de Cristo), visir del faraón Teti (VI Dinastía). / ISIDORO MERINO

Las cosas se han puesto feas en Egipto, un país maravilloso y fascinante al que recomiendo viajar en cuanto las aguas se calmen. Entre tanto, habrá que conformarse con los tesoros del arte faraónico (algunos, fruto del expolio sistemático de templos y tumbas por aventureros como Giambattista Belzoni) que se exhiben en museos de Europa y Estados Unidos.

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Museo egipcio de Turín (Italia)

En 2006, el escenógrafo Dante Ferretti, colaborador de Fellini y Pasolini, recreó la penumbra de una tumba faraónica para transformar la colección de esculturas del Museo Egipcio de Turín, una de las más importantes del mundo, en un espacio solemne y misterioso donde destaca una figura  sedente de Ramsés II, la joya del museo, fundado en 1824 por el rey Carlo Felice de Saboya con las estatuas, papiros, cerámicas, amuletos, muebles, momias, joyas, objetos domésticos y ajuares funerarios reunidos por Bernardino Drovetti (1776-1852) durante su estancia como cónsul francés en Egipto. Drovetti aprovechó su amistad con el virrey Mohamed Ali para sacar del país  más de 5.000 piezas que vendió por una fortuna.  Excavaciones posteriores, como las que realizaron Ernesto Schiaparelli y Giulio Farina entre 1903 y 1937, contribuyeron a enriquecer los fondos de la colección, que hoy cuenta con más de 26.500 piezas, de las que sólo unas 6.500 pueden ser expuestas.  EL PAÍS / EFE

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Museo Gregoriano Egipcio en los museos Vaticanos. Roma (Italia)

Creado por el papa Gregorio XVI en 1839, buena parte de sus fondos proceden de excavaciones en Roma y   Villa Adriana (Tívoli), lo que demuestra la importancia que alcanzó el culto a Isis, importado de Egipto, durante la época imperial.  Nicho de la Piña, con varias estatuas de la diosa Sejmet. / I. M.

 

Busto de Nefertiti en el Neues Museum

Neues Museum. Berlín (Alemania)

Hace 100 años que la bella Nefertiti,  «señora de la dulzura», esposa del faraón Akenatón (1353-1336 a. C), llegó a Berlín. Su célebre busto, convertido en canon de belleza, fue  hallado entre las ruinas del taller del escultor Tutmose en el curso de las excavaciones en Tell el-Amarna que dirigía el egiptólogo alemán Ludwig Borchardt; hoy reina altiva desde su pedestal en las salas de arte egipcio del Neues Museum, remodelado por el arquitecto británico David Chipperfield. /ACHIM KLEUKER / STAATLICHE MUSEEN ZU BERLIN

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Metropolitan Museum. Nueva York (Estados Unidos)

Cerca de 26.000 objetos, de un período que abarca desde el paleolítico a la era romana (300,000 a.C.–siglo IV d. C) constituyen las colecciones egipcias del Metropolitan, fruto de las misiones arqueológicas iniciadas por el museo en 1906. La estrella del museo es el templo de Dendur (siglo I a. C.), gemelo del madrileño de Debod y al igual que este, un regalo del Gobierno egipcio por la ayuda en el salvamento de los monumentos de Nubia tras la construcción de la presa de Asuán. Templo de Dendur / WIKIMEDIA

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British Museum. Londres (Reino Unido)

Junto a  tesoros como los mármoles del Partenón (reclamados por Grecia), el estandarte de Ur o las esculturas del mausoleo de Halicarnaso, el edificio neoclásico del British Museum, en el barrio londinense de Bloomsbury, alberga uno de los mayores conjuntos de sarcófagos, papiros y esculturas faraónicas. En él también se exhibe la piedra de Rosetta, que permitió a Champollion descifrar los jeroglíficos. Foto: Juicio de Hu-Nefer. Papiro tebano de la 19ª dinastía. / BRITISH MUSEUM

Escriba-sentado

Museo del Louvre. París (Francia)

El primer conservador del departamento de antigüedades egipcias del museo del Louvre fue Jean-François Champollion, padre de la egiptología moderna. En sus salas se pueden contemplar maravillas como El escriba sentado, una de las obras maestras del Imperio Antiguo, hallada en la necrópolis de Saqqara, cerca de Menfis (en la foto). / MUSÉE DU LOUVRE