Bienvenidos al Valle de los Neandertales


El Mundo

  • El complejo arqueológico es una apuesta de la Comunidad de Madrid por el turismo cultural y ecológico sostenible
  • En la inauguración de la presidenta, Cristina Cifuentes, estuvieron el paleontólogo Juan Luis Asuarga y el arqueólogo Enrique Baquedano
A la derecha, Cristina Cifuentes, presidenta de la Comunidad de Madrid, escucha las explicaciones del paleontólogo Juan Luis Arsuaga.COMUNIDAD DE MADRID

A la derecha, Cristina Cifuentes, presidenta de la Comunidad de Madrid, escucha las explicaciones del paleontólogo Juan Luis Arsuaga.COMUNIDAD DE MADRID

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, ha inaugurado el parque arqueológico Valle de los Neandertales, situado en la localidad de Pinilla del Valle. Se trata de un extenso complejo arqueológico al aire libre que se abrirá al público de forma permanente a partir del próximo 26 de septiembre como una apuesta de la Comunidad de Madrid por el turismo cultural y ecológico sostenible.

Durante la visita inaugural, Cifuentes ha estado acompañada por los directores del centro: el paleontólogo Juan Luis Arsuaga, reputado internacionalmente por su trabajo en los yacimientos de Atapuerca; el arqueólogo Enrique Baquedano y el geólogo Alfredo Pérez. Juntos han realizado un recorrido explicativo por estas excavaciones cuyos restos se remontan 90.000 años.

«Este parque nos permite saber cómo era la vida en aquella época, donde el yacimiento supone el principal valor situado en un paraíso natural«, ha destacado Arsuaga.

En las excavaciones que conforman este parque arqueológico, en el que los expertos comenzaron a trabajar hace ya 14 años, se han ido hallando numerosos restos humanos y animales a lo largo de estos casi tres lustros. Una actividad que paleontólogos, geólogos y arqueólogos han venido desarrollando periódicamente durante los meses de verano y que se ha visto nuevamente impulsada por el reciente descubrimiento de una mandíbula infantil y de una cabeza de rinoceronte. Estos dos nuevos hallazgos, junto con los restos encontrados hasta el momento de tres individuos neandertales, convierten a este yacimiento en un espacio único y con proyección internacional, según destacan sus responsables.

«Estamos ante el embrión de lo que será un importante centro de interpretación del hombre neandertal que, junto con el Museo Arqueológico Regional, constituye un patrimonio singular que atraerá a expertos y aficionados de todo el mundo», destacó la presidenta durante la visita.

Unos restos encontrados que suponen haber documentado el primer enterramiento neandertal infantil de la Península y de Europa meridional y que sus responsables esperan que sigan aumentando con nuevos hallazgos de restos humanos, animales y de útiles y herramientas fabricados en piedra.

«Buscamos poner en valor la importancia de este yacimiento porque creemos estar escribiendo una de las páginas más atractivas y brillantes de la historia Europea«, ha asegurado Baquedano durante la visita.

Atracción turística

Este nuevo parque arqueológico enseñará a los visitantes los distintos descubrimientos realizados a través de un recorrido con paneles explicativos. De este modo, podrán conocer a través de visitas guiadas la forma de vida de esta especie y experimentar sus sensaciones a través de talleres y otras actividades que se completarán en el futuro centro de interpretación de este complejo al aire libre.

«No es fácil encontrar un yacimiento múltiple como este en el centro de España, en el que además existen cuevas de más de medio millón de años de antigüedad», ha destacado Pérez. Un planteamiento compartido por Arsuga, que ha recalcado que los yacimientos se encuentran en un «estado óptimo».

Este enclave situado en la zona norte de la Comunidad de Madrid debe su importancia a un entorno casi intacto desde la época de los neandertales, que permitirá a los investigadores conocer con mayor precisión sus costumbres, su anatomía y la flora y la fauna que les rodeaba. Un hábitat que hace miles de años compartían con ciervos, gamos, leones, leopardos, bisontes, rinocerontes y leones.

Atapuerca reorganiza el modelo de la evolución humana


ABC.es

  • Un equipo dirigido por Juan Luis Arsuaga identifica cuatro grandes fases de progreso anatómico del hombre moderno
félix ordóñez La Sima de los Huesos es un yacimiento de referencia mundial

félix ordóñez | La Sima de los Huesos es un yacimiento de referencia mundial

Los yacimientos de Atapuerca son los mejores del mundo. Y entre todos los de la sierra burgalesa, quizá el de la Sima de los Huesos sea el más emblemático. De hecho, allí se han recuperado hasta ahora tantos fósiles humanos, con antigüedades de hasta 430.000 años, que un equipo de investigadores, dirigido por Juan Luis Arsuaga, ha decidido elaborar un modelo de evolución del cuerpo humano. Es decir, una especie de «manual» que describa cómo la evolución ha ido formando, característica a característica, la anatomía y las funcionalidades de los seres humanos. El estudio, que aporta luz sobre cómo los neandertales adquirieron sus rasgos distintivos, acaba de publicarse en la revista «Proceedings» de la Academia Nacional de Ciencias norteamericana (PNAS).

Nuestro conocimiento sobre el modo en que ha evolucionado nuestro esqueleto postcraneal (del cuello para abajo) se ha visto hasta el momento obstaculizado por la dispersión geográfica (y cronológica) de las especies de humanos que existieron antes que la nuestra. Pero la enorme abundancia de restos fósiles en la Sima de los Huesos de Atapuerca hace posible elaborar un auténtico «mapa» de las características principales que el género Homo, al que pertenecemos, fue adquiriendo a lo largo del tiempo.

Evolución en cuatro fases

El equipo dirigido por Arsuaga ha elaborado su modelo de evolución dividiéndolo en cuatro grandes fases, o diseños anatómicos funcionales. No en vano, se trata de la mayor colección de fósiles humanos jamás hallada en todo el mundo y, por sí sola, representa una buena parte de todo los que sabemos sobre los rasgos óseos de las especies humanas que precedieron tanto a los neandertales como a los humanos modernos.

Las diferentes estrategias adaptativas adoptadas por los homínidos se reflejan en sus esqueletos. Y, según se explica en el artículo de PNAS, el análisis de los restos de la Sima de los Huesos ha permitido establecer cuatro grandes patrones sucesivos en la evolución del cuerpo humano: el de los ardipitecos, aún arborícolas aunque ocasionalmente bípedos; el de los australopitecos, bípedos por obligación (ya que vivían en extensas sabanas) pero que conservaban aún notables capacidades para vivir en los árboles; el de los humanos «arcaicos», al que pertenecen tanto especies como Homo erectus y los humanos de la Sima de los Huesos (con cuerpos robustos, anchos, más altos que sus antepasados y exclusivamente bípedos); y el de los humanos modernos, de tipo alto, estrecho y esqueleto grácil y esbelto.

Clasificando el tamaño corporal y la forma de los fósiles, los investigadores han encontrado evidencias de que los neandertales pertenecían a la tercera de esas categorías, aunque sus características no surgieron todas al mismo tiempo, sino siguiendo una especie de patrón evolutivo en mosaico, en el que los cambios evolutivos de algunas partes del cuerpo precedieron a los de otras.

El equipo de Arsuaga encontró también que los humanos de la Sima fueron relativamente altos, con cuerpos anchos y muy musculosos, aunque con una capacidad craneal inferior a la de los neandertales. Sin embargo, estos humanos compartían ya una serie de rasgos anatómicos con los neandertales. Rasgos que, por cierto, no están presentes en los humanos modernos, la especie a la que todos nosotros pertenecemos.

Es decir, que a pesar de que los neandertales desarrollaron toda una serie de características propias, algunos de esos rasgos ya estaban presentes en la población de la Sima de los Huesos.

Toda esta información resultará de gran utilidad en el futuro a la hora de situar una especie de homínido en alguna de las categorías propuestas por Arsuaga y sus colegas. Y aportará nueva luz sobre por qué los rasgos humanos son como son, y no de otra manera distinta.

Hallan en Kenia herramientas de piedra anteriores al hombre


ABC.es

  • Los utensilios encontrados cerca del lago Turkana son de hace 3,3 millones de años, 700.000 años más antiguas que las de la cultura Olduvayense
West Turkana Archaeological Project Una de las herramientas halladas en el yacimiento de Lomekwi 3, en Kenia

West Turkana Archaeological Project
Una de las herramientas halladas en el yacimiento de Lomekwi 3, en Kenia

Una serie de herramientas de piedra de 3,3 millones de años de antiguedad descubiertas en Kenia indican que los homínidos ya eran capaces de fabricarlas y utilizarlas mucho antes de lo que se creía. Incluso antes de que surgieran los primeros representantes del género Homo.

Los artefactos, que se describen con todo detalle en la revista «Nature», son muy anteriores al momento en que los investigadores sitúan el origen de Homo (el género al que pertenece nuestra especie). Pero se ignora qué homínido capaz de llevar a cabo este gran «avance tecnológico».

Hasta ahora, las herramientas de piedra más antiguas asociadas a Homo habían sido datadas en 2.600.000 años y procedían de yacimientos etíopes, donde fueron encontradas muy cerca de los restos fósiles del primer representante del género al que todos pertenecemos, Homo habilis, llamado así por su habílidad única para utilizar las manos. Esta «primera» industria humana recibe el nombre de Olduvayense.

Pero las nuevas herramientas, desenterradas en el yacimiento Lomekwi 3, cerca del lago Turkana, en Kenia, son 700.000 años más antiguas que cualquier artefacto Olduvayense conocido, según explica en «Nature» Sonia Harmand, primera firmante del artículo. La colección incluye yunques, martillos de piedra, adoquines y núcleos de piedra (usados para hacer los bordes afilados).

Cultura lomequiense

«Los estudiosos de la evolución humana -explica el artículo- han supuesto durante mucho tiempo que las primeras herramientas de piedra fueron hechas por el género Homo, y que este desarrollo tecnológico estaba directamente relacionado con el cambio climático y la expansión de los pastizales tipo sabana. Pero nuestro trabajo de campo en el oeste de Turkana ha encontrado la evidencia de un comportamiento tecnológico homínido muy anterior».

Los investigadores proponen el nombre de «lomequiense» para esta nueva industria lítica que, afirman, «marca un nuevo comienzo para el registro arqueológico conocido».

A pesar de que estas herramientas son mucho más primitivas que las del Olduvayense, los autores sostienen que sus fabricantes eran ya capaces de agarrar fuertemente objetos con sus manos y tenían, además, un excelente control motor. Las formas y las marcas observadas indican que se utilizaron profusamente para pulir objetos o fabricar esquirlas afiladas. Pero los investigadores proponen que los movimientos necesarios para fabricar estos artefactos se parecían más a lo que hacen los chimpancés cuando parten nueces con piedras, que a las técnicas de la cultura Olduvayense para fabricar sus herramientas.

Con todo, los autores de la investigación desconocen por completo qué tipo de homínido pudo ser capaz de construir las herramientas. «La única especie de homínido conocida que vivió al oeste del Turkana en esa época -afirman en «Nature»- fue Kenyanthropus playtops». Y no parece que reuniera las características y capacidad necesarias para llevar a cabo un logro tecnológico de esa envergadura.

¿Una nueva especie humana en China?


ABC.es

  • Unos misteriosos restos imposibles de clasificar descubiertos por investigadores españoles pueden pertenecer a un pueblo desconocido que vivió hace decenas de miles de años en Asia
¿Una nueva especie humana en China?

Cenieh Restos encontrados en el yacimiento de Xujiayao, en el norte de China

Son apenas unos pocos restos, un maxilar infantil y varios dientes encontrados en el yacimiento de Xujiayao, en el norte de China, pero para un grupo de investigadores chinos y españoles pueden ser la clave de la existencia de una especie humana desconocida hasta ahora que habitó Asia hace entre 60.000 y 120.000 años.

El equipo, que ha publicado sus conclusiones en la revista American Journal of Physical Anthropology, dice que el análisis detallado de la morfología dental de estos fósiles pone de manifiesto que sus dueños compartían rasgos tanto con los neandertales como con los representantes más primitivos del Homo erectus asiático, y estaría fuera de la variabilidad de nuestra propia especie, el Homo sapiens.

María Martinón-Torres y José María Bermúdez de Castro, del Grupo de Antropología Dental del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH), apuntan la posibilidad de que se trate de un homínido todavía no descrito y que habría coexistido en el tiempo con humanos modernos y neandertales durante el Pleistoceno Superior

¿Una nueva especie humana en China?

Dientes estudiados por los investigadores Cenieh

Estudios recientes sobre ADN antiguo han revelado la existencia en Siberia de una población acuñada como «denisovanos», de la que se conoce muy poco. Los denisovanos también habrían habitado Asia en el Pleistoceno Superior, serían diferentes del Homo sapiens y del Homo neanderthalensis y se habrían mezclado genéticamente con un linaje primitivo todavía por determinar. Los investigadores tampoco descartan la opción de que Xujiayao represente la persistencia en China de una población antigua, quizás un descendiente de Homo erectus clásico.

«Nuestro trabajo pone de relieve la gran variabilidad de las poblaciones humanas de Asia durante el Pleistoceno y advierte de la necesidad de reconsiderar la taxonomía de muchos de los fósiles hallados en este continente», afirma María Martinón-Torres en un comunicado del CENIEH.

Un nuevo cráneo agita el debate de la evolución humana


El Pais

  • Los fósiles de Dmanisi, en Georgia, tienen 1,8 millones de años

Los cinco cráneos humanos primitivos de Dmanisi (Georgia), del 1 al 5 (de izquierda a derecha). / M. PONCE DE LEÓN / CH. ZOLLIKOFER (UNIVERSIDAD DE ZÚRICH).

Un cráneo humano de hace 1,8 millones de años y estupendamente conservado emerge hoy a la luz oficialmente para entrar directo a la historia de la paleontología. Ha sido hallado en Dmanisi, Georgia, un yacimiento en el que se han ido desenterrando en las últimas dos décadas los fósiles de los hasta ahora más antiguos homínidos fuera de África. Es un cráneo de hombre adulto, con un cerebro pequeño, muy primitivo, arcos protuberantes en la frente, una mandíbula grande con buenos dientes y voluminosos músculos de masticación; el individuo sería de baja estatura pero su cuerpo tendría ya las proporciones del hombre moderno, con piernas largas y brazos cortos. Sufría artritis en la mandíbula y tiene una zona fracturada y curada, quien sabe si de un accidente o de una pelea. Los científicos, tras cinco años de estudio exhaustivo del cráneo, el número 5 de Dmanisi y aún sin apodo para reconocerle fácilmente, dicen que es una forma muy primitiva de los primeros Homo, de la misma especie que los encontrados en África de hace poco más de dos millones de años. Algunos respetados paleontólogos que lo han visto lo califican ya de «fósil icono». Por su edad (casi el doble de años, por ejemplo, que los individuos más antiguos de Atapuerca) y sus características, el número 5 de Dmanisi se sitúa justo en el torbellino del debate sobre el origen evolutivo del género Homo.

Los autores del descubrimiento, liderados por David Lordkipanidze, afirman que es el primer cráneo del mundo hasta ahora completamente conservado de un homínido adulto de tal antigüedad, esos 1,8 millones de años, lo que demuestra que los primeros Homo se dispersaron fuera del continente africano poco después (en tiempos paleontológicos) de su surgimiento y que las hasta ahora clasificadas como diferentes especies humanas de ese período son, en realidad, una sola. «Es un espécimen fantástico, genial, no importa cómo lo clasifiques, este cráneo y otros de Dmanisi están entre los mejores testimonios que tenemos acerca de cómo, dónde, cuándo y por qué evolucionaron los humanos», resume el paleoantropólogo estadounidense Tim White en un comentario en la revista Science, donde se da a conocer el cráneo.

Dmanisi es una pequeña población medieval situada en lo alto de una colina a 80 kilómetros de la capital georgiana, Tbilisi. «Hace 30 años, durante una excavación, se descubrieron unos sedimentos que contenían huesos de animales: después aparecieron antiguos instrumentos de piedra y fósiles de homínidos”, recapitula Lordkipanidze, director del Museo Nacional de Georgia. Se han encontrado ya restos de, al menos, cinco individuos: un macho adulto de edad avanzada y sin dientes; otros dos machos adultos, una hembra joven y un adolescente cuyo sexo no se ha determinado.

El número 5 se descubrió en dos etapas de la excavación: la mandíbula en 2000 y el cráneo cinco años después, pero los científicos están seguros de que casan a la perfección, que son del mismo individuo, pese a la sorpresa de encontrarse con un cráneo pequeño muy primitivo (el cerebro tendría unos 450 centímetros cúbicos, frente a los 1.350 de la especie humana actual) y una cara algo más moderna, aunque con el morro protuberante. Mediría entre 1,46 y 1,66 metros de altura y pesaría entre 47 y 50 kilos.

Es un «fósil icono», dicen algunos científicos que ya lo han visto

En el yacimiento, que aún se esta excavando, han aparecido piezas de industria lítica que aquellos remotos humanos utilizarían para descarnar animales, y muchos restos de plantas y fósiles de fauna, «incluidos los terribles tigres de dientes de sable y un guepardo gigante extinguido», explica Ann Gibbons en Science. «La confrontación con esas bestias sería corriente… y peligrosa», añade. Los cinco homínidos de Dmaniasi se encontraron en cavidades subterráneas que pudieron ser guaridas a las que los animales arrastrarían sus presas. La zona, hace 1,8 millones de años, gozaba de un clima templado y moderadamente húmedo.

Los investigadores de Dmanisi, dadas las características de los fósiles, habían propuesto una especie nueva para esos homínidos: Homo georgicus. Sin embargo, cambian de interpretación al presentar el cráneo número 5, con lo que agitan el debate científico internacional acerca de las primeras especies del género Homo. Ellos afirman, primero, que entre los cinco individuos de Dmanisi las diferencias que se aprecian no son mayores que las que hay entre cinco personas actuales o entre cinco chimpancés.

Sería un individuo de baja estatura y con el cerebro aún pequeño

Pero, además, proponen que esta población georgiana tampoco es fundamentalmente diferente de las africanas contemporáneas —o poco anteriores— que hasta ahora se venían clasificando como diferentes especies (Homo habilis, Homo rudolfensis y Homo erectus) dentro del género Homo. «Esto implica la existencia de un único linaje evolutivo del Homo primitivo», afirman Lordkipanidze y sus colegas; ellos engloban todas esas formas en una única especie, H. erectus, incluyendo la población georgiana.

«Este nuevo cráneo confirma que los fósiles de Dmanisi son lo que parecen: una forma primitiva del H. erectus, o mejor, de su variante africana más antigua, que algunos llaman Homo ergaster», señala Juan Luis Arsuaga, catedrático de Paleontología de la Universidad Complutense y codirector de las excavaciones de Atapuerca. «Dicho de otro modo, se trata de un australopiteco evolucionado, con capacidad craneal mayor, pero con una cara todavía muy proyectada y muelas grandes». Pero ese mismo espacio intermedio, por la morfología de los individuos, entre los australopitecos y el H. erectus, lo ocupaban hasta ahora los fósiles africanos agrupados en la especie H. habilis, continúa el experto español. «Ahora, los investigadores de Dmanisi sostienen que H. habilis (en África) y los fósiles georgianos son la misma especie y prefieren desterrar el nombre de Habilis y adoptar el de Erectus. Me parece que es estirar demasiado la especie H. erectus y que hay hueco para una forma intermedia, el clásico H. habilis”, concluye Arsuaga.

Resumiendo, Lordkipanidze y sus colegas sitúan sus fósiles en el mismo nivel evolutivo que los primeros Homo africanos, de hace poco más de dos millones de años. «La población de Dmanisi probablemente se originó a partir de una expansión a partir de África del linaje H. erectus en el Pleistoceno Temprano», concluyen. «Parece razonable asumir que hubo una única especie de Homo en aquel tiempo en África y, dado que los homínidos de Dmanisi son tan similares a los africanos, nosotros asumimos que ambos pertenecen a la misma especie», explica Christoph Zollikofer, del Instituto y Museo Antropológico de Zurich (Suiza), otro de los investigadores del equipo.

Hubo una única especie del género Homo primitivo, señalan los expertos

Así, el cráneo número 5 de Dmanisi parece indicar que más que varias especies de Homo ecológicamente especializadas, hay una solo capaz de desenvolverse en diferentes ecosistemas.

Es una propuesta controvertida y otro de los científicos del equipo, Philip Rightmire (de la Universidad de Harvard) la califica de «pequeña bomba», según recoge Gibbons. La verdad es que ni siquiera parece haber acuerdo entre los científicos acerca de si los cinco individuos de Dmanisi son una única especie o no, así que el estupendo cráneo número 5 se estrena abriendo una buena polémica.

«Una conclusión importante de la propuesta de Homo erectus como especie única es que el patrón evolutivo es lineal en esa época y no ramificado», apunta Arsuaga. «Es decir, que solo ha habido una línea evolutiva dentro del género homo y no dos. Me parece que está por ver». En todo caso, continúa, «el cráneo número 5 de Dmanisi es un fósil espectacular; solo hay otro igual de completo (o incluso más) en el registro fósil: el cráneo número 5 [hasta el nombre coincide] de la Sima de los Huesos de Atapuerca».

Nuevos huevos de dinosaurio hallados en Lleida


El Pais

  • El análisis de los estratos de Coll de Nargó eleva a cuatro los saurópodos que utilizaron la zona para nidificar hace 70 millones de años

Ilustración de la puesta de huevos de unos ampelosauros. / J.A.PEÑAS – SINC

El análisis de los restos de huevos de dinosaurios encontrados en el rico yacimiento de Coll de Nargó, en Lleida, ha ampliado el número de especies conocidas que habitaban esa zona hace más de 65 millones de años.

“En el yacimiento se habían encontrado de forma abundante restos de cáscaras, huevos y nidos atribuidos a dinosaurios, y más concretamente a los saurópodos. Hasta la fecha, solo se había reconocido un tipo de huevo de dinosaurio (ooespecie) en esta zona, el correspondiente al dinosaurio Megaloolithus siruguei. Después de analizar más de 25 estratos a lo largo de la formación Tremp, se ha podido identificar un mínimo de cuatro tipos distintos, correspondientes a las especies Cairanoolithus roussetensis, Megaloolithus aureliensis, Megaloolithus siruguei y Megaloolithus baghensis”, ha declarado a SINC Albert García Sellés, del Instituto Catalán de Paleontología Miquel Crusafont, autor principal de un estudio que publica la revista Cretaceous Research.

Uno de los principales problemas que se encuentran los paleontólogos al estudiar los restos fósiles es determinar la edad de los sedimentos que los contienen. En este caso, los huevos han permitido datar la formación. “Gracias a la asociación de ooespecies encontradas en Coll de Nargó se ha podido establecer que este yacimiento tiene una edad comprendida entre 71 y 67 millones de años”, asegura el experto.

Es especialmente relevante que se hayan encontrado fósiles de Cairanoolithus en esta zona, ya que son los primeros restos de este dinosaurios localizados en la península Ibérica. Hasta ahora solo se había hallado en el sur de Francia, informa la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología.

Según García Sellés, este descubrimiento constituye una nueva prueba de la conexión entre las faunas de dinosaurios de Francia y la península Ibérica hace unos 70 millones de años.

Por otro lado, el hecho de encontrar más de 25 niveles estratigráficos con huevos y nidos es una clara evidencia de que estos grandes dinosaurios herbívoros utilizaron la zona de Coll de Nargó como área de nidificación durante varios millones de años.

“Tal recurrencia de nidos no se había encontrado nunca. Es más, la presencia de varias ooespecies en un mismo nivel indica que distintos tipos de dinosaurios compartieron esta misma zona de nidificación”, concluye el científico.

Descubierta una mina de oro romana


EL Pais

  • El yacimiento puede llegar a ocupar 150 hectáreas. Es el primero de estas características que aparece en A Mariña, entre Foz y Barreiros

Zona de Foz donde se ha localizado la mina

Las jornadas micológicas dan a veces frutos inesperados. Sobre todo cuando el amante de las setas sabe leer los mensajes ocultos bajo los montones de piedras y las formas onduladas del terreno, que no acostumbran ser caprichosas. En A Mariña coincide que hay varios de estos aficionados al níscalo y el cantarelo que además son capaces de emocionarse ante un petroglifo, una mámoa o lo que podría parecer el parapeto de un castro.

La última vez, en Foz, cesta de mimbre en mano, lo que creyeron toparse dos de estos vecinos de la comarca lucense fue precisamente eso, un parapeto y el consiguiente foso. Pero pasó que después de este foso se levantaba otro parapeto, seguido nuevamente de un foso, y de otro parapeto y otro foso. Parecía una sucesión eterna. La fortificación semejaba excesiva, imposible, y entonces Manuel Miranda, que era precisamente uno de los dos colectores de setas, se llevó la duda a casa tras la excursión. Y no se le ocurrió mejor cosa, a quien también ejerce de portavoz del colectivo Mariñapatrimonio, que empezar a despejar su intriga repasando la toponimia de la zona.

Rego Grande, Pozo Mouro, Quebradoiro, Cal, Furada, Piego, Meixador, por la banda de Foz. Lagoa, Covas y Carral, ya al otro lado del límite municipal, en el ayuntamiento de Barreiros. “Nos dimos cuenta de que muchas de estas palabras hacían referencia al agua, a las conducciones, a los pozos, y que eso tenía que indicar algo”, explica Miranda. “Cal es canal; Piego es piélago, que en castellano tiene también la acepción de estanque; Meixador es, según algunos estudiosos de la toponimia, un lugar por donde se vierte agua; Carral es, entre otras cosas, un lugar con surcos que recuerdan el rastro de las ruedas de los carros”.

Los miembros de Mariñapatrimonio, un grupo que en el último lustro ha informado a la Xunta de numerosos hallazgos arqueológicos que nadie antes había identificado, comprobaron que aquella extraña estructura de fosos y parapetos encontrada en el lugar de A Espiñeira (Foz) tenía su continuidad en la vecina zona de As Covas, al borde de la ría, en Barreiros. Y descubrieron otros signos, como unos montículos de cantos rodados que bien podían ser murias, las escombreras que dejaban a su paso los romanos después de explotar una mina. Las fotos aéreas que consultaron en Internet no ayudaban mucho. La zona está repoblada con pinos y eucaliptos que apenas dejan ver el suelo desde el cielo. Hasta que, buscando con paciencia, se toparon con imágenes en blanco y negro, del año 56. Ahí la vegetación todavía no había crecido, y el terreno aparecía dibujado de surcos que desembocaban en otros canales más grandes, ladera abajo.

Por entonces, y ya con la sospecha de que aquello se trataba de una mina, habían telefoneado al arqueólogo Santiago Ferrer, uno de los mayores expertos gallegos en yacimientos romanos, que dirige en Bande la excavación del campamento militar de Aquis Querquennis siempre que lo permite el nivel de las aguas (las ruinas duermen buena parte del año sumergidas en el embalse de As Conchas). Según Miranda, cuando le enviaron la vieja foto aérea, la respuesta de Ferrer fue rotunda. No cabía duda de que se trataba de una mina de oro romana, con canales, balsas y depósitos para el lavado y la decantación del mineral. Nadie antes había sospechado que en A Mariña se hubiese extraído oro. Es la primera mina que aparece, y según Mariñapatrimonio, a juzgar por las estampas aéreas, podría alcanzar unas dimensiones enormes: 150 hectáreas de terreno repartidas entre Foz (50 hectáreas) y Barreiros (unas 100). Efectivamente, si así fuese, se trataría del aurífero romano más grande de Galicia, y el único conocido que lavaría el metal precioso no en dirección a un río, sino a una ría.

Pero el arqueólogo, que visitó el lugar con miembros de Mariñapatrimonio y el alcalde de Foz, es cauteloso. Según él, lo que de momento se puede decir de este yacimiento es que se encuentra en buen estado de conservación y que es “novedoso”, porque “nadie imaginaba que pudiera existir”. Miranda añade que esta mina, “una obra de ingeniería bestial”, podría explicar la abundancia de castros en la zona. Alrededor hay registrados 20 asentamientos que pudieron haber surgido para alimentar de mano de obra el filón. Se supone que los técnicos que dirigieron la construcción del complejo sistema de canales y compuertas eran ingenieros de la Legio VII Gemina, es decir, de León. La mina era propiedad de Roma, y los pobladores castrexos pagaban los impuestos al Imperio con su trabajo y las pepitas de oro que con él obtenían.

La actividad pudo llegar a extenderse, como en el resto de las minas romanas, del siglo I al III. “Entonces, todas se abandonaron”, ilustra Santiago Ferrer. “Se cree que en algún momento se dio una fluctuación en el precio del mineral. Bajó mucho y ya no interesaba… No, no fue porque se acabase el oro. El oro todavía sigue estando”.

Descubren una especie de lagarto fósil de 125 millones de años de antigüedad


El Mundo

  • La reconstrucción de la especie se hizo a partir de 29 vértebras
  • El director del Museo de Salas de los Infantes reclama más ayudas
Dibujo del 'Arcanosaurus ibericus'. | Ical

Dibujo del ‘Arcanosaurus ibericus’. | Ical

Una nueva especie de lagarto fósil de 125 millones de años de antigüedad ha sido descubierta en los yacimientos de dinosaurios de Salas de los Infantes (Burgos), ha informado el director del Museo de los Dinosaurios de esta localidad, Fidel Torcida.

En una rueda de prensa, acompañado por parte del equipo internacional que ha llevado a cabo la investigación que ha sido publicada en la revista ‘Cretaceous Research’, Torcida ha explicado que se trata del ejemplar más antiguo de lagarto terrestre del grupo de los ‘Varanoideos’ que incluye, entre los más conocidos, al denominado ‘dragón de Komodo’.

La investigación se ha llevado a cabo por un equipo internacional formado por Alexandra Houssaye, de la Universidad de Bonn (Alemania); Jean-Claude Rage y Nathalie Bardet, del Museo Nacional de Historia Natural de París; Xavier Pereda, de la Universidad del País Vasco, y el colectivo paleoarqueológico de Salas de los Infantes.

Fidel Torcida ha explicado que han denominado a la nueva especie ‘Arcanosaurus ibericus’, que significa «reptil misterioso ibérico» porque la investigación se ha realizado a partir de 29 vértebras encontradas en la década de 1990 en el yacimiento de Villanueva de Carazo y fueron donadas al Museo de Dinosaurios de Salas de los Infantes donde han permanecido como «joyas sin clasificar» esperando poder ser estudiadas.

Animal terrestre

Nathalie Bardet, del Museo Nacional de Historia Natural de París, ha indicado que las 29 vértebras pertenecen a un animal «grande», de un metro y medio, y muestran una combinación de caracteres no encontrada en otros ejemplares «varanoideos» y su estudio microanatómico demostró la ausencia de adaptaciones para la vida acuática por lo que se clasifica como terrestre.

Xavier Pereda, de la Universidad del País Vasco, ha enmarcado el hallazgo de esta nueva especie en el contexto temporal del cretácico inferior, hace 125 millones de años, y ha subrayado que permite seguir avanzando en la descripción del ecosistema en el que vivían en aquella época los dinosaurios.

En este sentido, el ‘Arcanosaurus ibericus’ se suma a otro holotipo (ejemplar original sobre el que se describe una nueva especie) de tortuga, la ‘Larachelus morla’, también encontrada en el entorno de Salas de los Infantes.

Ambos animales convivieron con el ‘Demandasaurus darwini’, que es una especie de dinosaurio propia de esta zona de la provincia de Burgos donde se han inventariado más de 300 yacimientos.

Investigación lenta

Fidel Torcida ha señalado que el Museo de Salas de los Infantes almacena «miles de piezas fósiles» de dinosaurios halladas en las distintas campañas de excavación en la zona y cuya investigación es «lenta» por la falta de recursos y ante la necesaria colaboración de científicos internacionales.

En este sentido, Torcida ha considerado que el Ayuntamientos de Salas no puede hacer frente «en solitario» todo el potencial que tienen los yacimientos de dinosaurios de la zona y ha esperado que otras administraciones como la Junta de Castilla y León puedan «apoyar» la investigación.

Torcida ha indicado que «queda mucho trabajo por hacer», tanto con los restos ya encontrados como en los yacimientos inventariados, y no descarta que «con la ayuda necesaria» puedan descubrirse en Salas de los Infantes nuevas especies.

Los cascos que no quiso Cultura


El Pais

  • Historiadores y arqueólogos certifican el origen celtíbero del conjunto de 18 piezas que está siendo subastado en varias ciudades europeas

La rocambolesca historia de 18 cascos de origen celtíbero procedentes, según los expertos, del yacimiento zaragozano de Aranda de Moncayo, sigue alimentando el conflicto entre historiadores, arqueólogos y el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. El motivo: el conjunto está siendo subastado, con cuentagotas, en diferentes ciudades europeas sin que el Ministerio haya mostrado excesivo interés por el conjunto.

En 2008, cuando se puso a la venta la enorme colección del magnate de la construcción alemán Axel Guttmann, el museo Römisch-Germanisches-Zentralmuseum (RGZM) denunció que entre los objetos había piezas procedentes de España exportadas ilegalmente, entre ellas el conjunto de cascos, además de espadas, puñales y lanzas. La fiscalía de Múnich retuvo las piezas y solicitó al Gobierno español que reclamara su legítima propiedad en tres meses. No hubo respuesta. Después, en 2009 y 2010 se volvieron a subastar otros cascos, una venta que, de nuevo, denunció el RGZM, sin que tuviera ninguna consecuencia, por los que los cascos pasaron a manos de un museo francés y varios coleccionistas españoles. El pasado 25 de octubre Christie’ s de Londres vendió un nuevo lote, formado por tres cascos más, que alcanzaron un precio final de 90.000 euros. Nadie lo impidió.

Mientras los especialistas aseguran que no se está haciendo nada para evitar la pérdida de este patrimonio, el Ministerio de Cultura niega su responsabilidad y mantiene que “la justicia pide pruebas concluyentes del origen español de las piezas, algo que no se ha podido determinar”. Sin embargo, para Raimon Graells y Michael Müller-Karpe, especialistas del RGZM, “no hay duda de que los cascos fueron producidos en España entre los siglos IV y II a.C.”, y lamentan que el Ministerio no se lo crea.

Graells defiende que son producciones peninsulares, de las que se conocen una treintena de ejemplares en total, por lo que, sostiene, “estos cascos hacen cambiar el discurso histórico”. Graells, junto a Alberto Lorrio, catedrático de la Universidad de Alicante y Fernando Quesada, profesor de la Universidad Autónoma de Madrid, denunciaron en marzo la falta de interés del Ministerio. Pese a este origen peninsular, la sala de subastas presentó las tres piezas en su catálogo como griegas. «Una estrategia del comercio ilegal de antigüedades consiste en atribuir un origen a los objetos con el mínimo de precisión posible, diluyendo la posibilidad de precisar el verdadero origen», destaca Müller.

“Mandamos un dossier completo al Ministerio, al gobierno de Aragón y a la Fiscalía de Medio Ambiente, con toda la información. No se han vuelto a poner en contacto con nosotros”. En cuanto al gobierno aragonés, lamenta que la comisión que se creó en marzo no haya tenido resultados. La consejería de Cultura aragonesa no ha respondido a las preguntas de este diario sobre el tema. Por su parte, la Fiscalía de Medio Ambiente y Urbanismo del Tribunal Supremo, que abrió diligencias en octubre de 2011 para depurar responsabilidades, asegura, pasado un año, que está esperando los informes que pidieron a la fiscalía alemana, para esclarecer los hechos. Caso abierto, pues.

El ‘reciclaje’ en la Edad de Piedra


El Mundo

El reciclaje no es solo un asunto propio del hombre moderno. Una reciente investigación ha hallado evidencias de que el ser humano reciclaba sus artefactos de piedra en el Paleolítico.

1348046761_extras_video_4Los equipos de investigación de la Universitat Rovira i Virgili y el Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES) han analizado artefactos quemados encontrados en el yacimiento de Molí del Salt en Tarragona.

Los resultados del estudio indican que el reciclaje de utensilios fue un fenómeno habitual durante el Paleolítico superior, hace 13.000 años. El hecho de que estén quemados es esencial a la hora de valorar el posible reciclaje de las herramientas. «Escogimos estos artefactos quemados porque pueden demostrar de forma sencilla si se ha producido una modificación posterior a la exposición al fuego», explica a SINC Manuel Vaquero, investigador en la Universitat Rovira i Virgili.

Los arqueólogos encontraron un alto porcentaje de restos quemados en el yacimiento de Molí del Salt, que corresponden al Paleolítico superior final.

Reciclar para satisfacer necesidades inmediatas

Sin embargo, esta práctica no se documenta de la misma manera en todas las clases de artefactos. Por ejemplo, el uso de herramientas recicladas es más común en el caso de las actividades domésticas y parece asociado a necesidades inmediatas.

El reciclaje se asocia a un comportamiento expeditivo, a una forma fácil y rápida de disponer de un utensilio cuando surge la necesidad. Las herramientas utilizadas en la caza, como las puntas de proyectil, por ejemplo, no fueron casi nunca fabricadas a partir de artefactos reciclados. En cambio, los artefactos dobles –los que combinan dos herramientas en una misma pieza– se reciclaron más.

Según Vaquero, «esto es importante sobre todo desde el punto de vista del valor cultural de los objetos, especialmente en periodos como el Paleolítico Superior, en los que se tiende a asumir que la forma es siempre el reflejo de una imagen mental bien definida«.

El reciclaje pudo haber sido determinante en las poblaciones cazadoras y recolectoras del Paleolítico, si se toma como referencia el comportamiento de los indígenas actuales.

«Tiene importancia económica, ya que incrementa la disponibilidad de los recursos líticos, especialmente en contextos de escasez. Además, es un factor relevante en la interpretación de los yacimientos porque se convierten, no solamente en territorios donde se puede vivir, sino también en lugares de aprovisionamiento de recursos«, subraya el investigador.

Esta investigación es importante dada la escasez de estudios sobre reciclaje de herramientas durante la Prehistoria. Los resultados, publicados en ‘Journal of Archaeological Science’, por tanto arrojan luz sobre un tema desconocido: los hombres ya reciclaban en la Prehistoria.