La Marcha Verde: 40 años de una herida abierta en el Sáhara Occidental


El Mundo

  • Hoy se cumplen cuatro décadas de la maniobra de presión que escenificó Hasan II para forzar a España la entrega de su colonia
  • Recordamos sus hitos de la mano del libro ‘Agonía, traición, huida. el final del Sáhara español’, de José Luis Rodríguez Jiménez
 Un grupo de voluntarios marroquíes participantes en la Marcha Verde, muestran retratos del rey Hasan II, textos del Corán y banderas marroquíes. EFE

Un grupo de voluntarios marroquíes participantes en la Marcha Verde, muestran retratos del rey Hasan II, textos del Corán y banderas marroquíes. EFE

El desgarrador final de la presencia española en el Sáhara Occidental comenzó a escenificarse el 6 de noviembre de 1975, hace hoy 40 años. Fue el día en que 350.000 civiles enarbolando banderas marroquíes, acarreando retratos de su rey, Hasan II, y blandiendo como única ‘arma’ el Corán, cruzaron envalentonados la última frontera de la España colonial en la llamada Marcha Verde.

Al otro lado, detrás de los campos de minas sembrados semanas atrás, se encontraron cara a cara con las unidades de Tropas Nómadas y los dos Grupos Ligeros de Caballería del Tercer y el Cuarto Tercio del ejército español. Unas fuerzas que tenían como misión la defensa ante un ejército enemigo al que debían disuadir de seguir avanzando y, en caso de no conseguirlo, replegarse. Pero, antes de tomar posiciones, los mandos habían comunicado a sus oficiales que no habría conflicto militar, pues existía un acuerdo político en virtud del cual la Marcha Verde penetraría unos kilómetros y se detendría, sin causar más problemas a las autoridades españolas. Lo relata José Luis Rodríguez Jiménez en su libro ‘Agonía, traición, huida. El final del Sáhara español’, que acaba de publicar Crítica y que se sustenta en una vasta labor documental y en entrevistas a más de 200 personas. La historia de un abandono cuyas heridas permanecen abiertas hoy.

Hace cuatro décadas, aquella marcha civil y pacífica avanzaba desde hacía días a través del desierto imprimiendo con cada paso una huella religiosa y patriótica sobre aquella tierra. Era una maniobra del hábil Hasan II, planificada en secreto desde meses atrás, para forzar a España la anexión del territorio. Al tiempo que las columnas de civiles se movilizaban bajando por Tarfaya, 25.000 soldados marroquíes de las Fuerzas Armadas Reales (FAR) penetraron por el este. Días antes, el ejército marroquí había ocupado algunas bases y la ciudad de Smara, considerada santa por los saharauis.

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El 5 de noviembre, Hasan II se dirigió a los voluntarios para anunciarles que al día siguiente, avanzarían hasta cruzar la frontera. «No quiero hacer la guerra a España», dijo el monarca alauí en su discurso a su pueblo, animándolo a confraternizar con los españoles que encontraran a su paso: «Si encuentras a un español, militar o civil, abrázalo y bésalo y festeja el encuentro». Sus palabras privaron a las tropas españolas de la posibilidad de intervenir para sujetar a las masas. A la vez, jugaba con la amenaza de las FAR, desplegadas en la frontera.

Franco, agonizante

La situación era delicadísima y Hasan II supo aprovecharla. Franco agonizaba. Ese mismo 5 de noviembre, el dictador sufrió una nueva hemorragia y fue trasladado al hospital de La Paz para ser operado por segunda vez. Mientras, el aparato diplomático marroquí negociaba en Madrid y Nueva York, ante el Consejo de Seguridad de la ONU. La provincia del Sáhara Occidental llevaba años siendo la china en el zapato del tardofranquismo. El Comité de Descolonización de la ONU recomendó en 1966 la autodeterminación del territorio, decisión que España -en un principio reticente- acató un año después.

España anunció en 1974 que celebraría un referéndum de autodeterminación en los primeros meses de 1975. Pero entonces, Marruecos puso en marcha toda su maquinaria para evitarlo y ante la disputa, la ONU encargó un dictamen al Tribunal Internacional de La Haya, que finalmente fue publicado el 16 de octubre de 1975. Su conclusión: el Sáhara Occidental no tenía vínculos de soberanía ni con Marruecos ni con Mauritania. Pero Hasan II silenció parte del dictamen e instrumentalizó su contenido para apropiarse derechos sobre el territorio. Ese mismo día, convocó públicamente la Marcha Verde: «No nos queda más que recuperar nuestro Sáhara, cuyas puertas se nos han abierto».

«La situación era realmente crítica para el régimen militar. Franco se estaba muriendo y se pensaba en la sucesión. Había una gran crisis internacional en ese momento y en España éramos propensos a quitarnos problemas de encima», señala a EL MUNDO el autor del libro, profesor de Historia Contemporánea en la Universidad Rey Juan Carlos. «Se jugó con la idea de que existía riesgo de una guerra con Marruecos, aunque su ejército era en realidad inferior», añade. «El lobby marroquí en España se ganó a ciertos sectores para trabajar en favor de Marruecos, por dinero y por ser antiargelinos. El Frente Polisario era aliado de Argelia y estábamos en plena Guerra Fría«, prosigue.

Una excusa para el régimen

A las 10.33 horas del 6 de noviembre, los primeros voluntarios de la Marcha Verde cortaron las alambradas fronterizas y penetraron hacia el puesto abandonado de Tah, según relata José Ramón Diego Aguirre, uno de los mejores cronistas de la historia del Sáhara Occidental, en su libro Guerra en el Sáhara. Hacia la tarde, unos 50.000 civiles establecieron un campamento dentro del territorio español. Al día siguiente, más voluntarios rebasaron la línea de demarcación. España envía al ministro Carro a Agadir para negociar con Hasan II el retorno de la marcha a Marruecos, bajo promesa de abrir negociaciones para ceder el Sáhara. «El 9 de noviembre, una vez conseguidas por Hasan II las suficientes garantías de entrega que se le va a efectuar», escribe Diego Aguirre, el rey ordena el repliegue.

La creencia general de analistas, diplomáticos, militares e historiadores -así lo pone de manifiesto también ‘Agonía, traición, huida’- es que todo fue puro teatro y la Marcha Verde no era más que la escenificación de una presión, una cobertura magnífica para un régimen que encontró así una excusa para entregar al Sáhara y a los saharauis.

El 14 de noviembre se firmaron los Acuerdos Tripartitos de Madrid, por los que España cedió la administración del territorio a Marruecos y Mauritania. «España no transmitió la soberanía del territorio [a Marruecos], porque no se puede entregar a otro país algo que no es suyo, sino del pueblo», precisa Rodríguez Jiménez. El profesor reclama que nuestro país reasuma «su responsabilidad e impulse un acuerdo que establezca un Estado independiente en el Sáhara Occidental».

Un aliado que no fue

Con el abandono de la ex colonia, «España perdió un amigo», concluye Rodríguez Jiménez. Un aliado cuyos lazos de amistad hubieran asegurado acceso a los ricos recursos naturales del territorio: «fosfatos [allí se encuentran los yacimientos más importantes del mundo], bancos de pesca, minas de uranio, cobre y oro, además de petróleo, pues ya había prospecciones con indicios positivos», recuerda el historiador. «Los acuerdos con la nación saharaui podrían haber sido como los de la Commonwealth. Nos habría beneficiado en materia de seguridad, pudiendo ser un Estado de contención del islamismo radical y un aliado en materia de migración».

La conclusión de Rodríguez Jiménez es que la huida de España del Sáhara fue una decisión poco favorable a los intereses de nuestro país, con «consecuencias económicas, diplomáticas y en materia de seguridad y defensa» y, por supuesto, nefasta para los saharauis, que aún sufren las consecuencias.

Como escribió a modo de denuncia Luis Rodríguez de Viguri -quien fuera secretario general del Gobierno del territorio hasta la salida de España- en un artículo titulado ‘Despedidas vergonzosas’ (Historia 16, 1979): «Ya sólo se puede pensar en responsabilidades históricas, porque priva el interés de que nuestras últimas aventuras coloniales queden liquidadas y olvidadas, aunque sea a costa del genocidio de los autóctonos, que es el caso del pueblo saharaui».

Los secretos que esconde el escudo de la Comunidad de Madrid


ABC.es

¿Por qué se apostó por el rojo carmesí para el fondo del emblema madrileño? ¿Por qué aparecen dos castillos y siete estrellas?

Los secretos que esconde el escudo de la Comunidad de Madrid

El escudo actual, vigente desde 1983

El rojo carmesí inunda los escenarios en los que la Comunidad de Madrid está presente desde que la región se convirtió en una Comunidad Autónoma. Pese a su independencia de Castilla, este color no es más que una reminiscencia de su pasado castizo, ya que castellana es la historia y la ascendencia de nuestra región.

Los secretos que esconde el escudo de la Comunidad de Madrid

El escudo hasta 1982

Sobre el campo rojo, se asientan dos castillos de color amarillo –oro en las ocasiones más célebres– que simbolizan la intención de la Comunidad de Madrid de servir de unión entre las dos Castillas. A su vez, ambas torres están sobrevoladas por siete estrellas de cinco puntas, en color blanco –o plata– procedentes del Escudo de la Capital, que recuerdan la Osa Menor, muy visible en el cielo de Madrid. La configuración de cinco puntas hace alusión a las cinco provincias limítrofes. Todo ello rematado por la Corona Real de España, en color amarillo u oro, que simboliza a la capital de la Comunidad como Real Sitio.

El poeta Santiago Amón definía con estas palabras el diseño de José María Cruz Novillo: «De un solo cuartel de gules y en él, de oro, dos castillos pareados, almenados, donjonados, aclarados de azur y mampostados de sable, surmontados en el jefe por siete estrellas de plata, colocadas cuatro y tres. Al timbre, corona real, cerrada, que es un círculo de oro engastado de piedras preciosas, compuesto de ocho florones de hojas de acanto, visibles cinco, interpoladas de perlas y de cuyas hojas salen sendas diademas sumadas de perlas, que convergen en un mundo de azur, con el semimeridiano y el ecuador de oro, sumado de cruz de oro. La corona, forrada de gules».

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El escudo hasta 1983

Escudos de las localidades integrados

La provincia de Madrid tuvo dos escudos de este tipo, el primero, otorgado en 1872, se componía de los escudos municipales de Alcalá de Henares, Navalcarnero, San Lorenzo de El Escorial, Colmenar Viejo, Chinchón, San Martín de Valdeiglesias, Getafe, Torrelaguna y el antiguo escudo de Madrid.

Tras el reajuste de partidos judiciales a mediados del siglo XX, el escudo pasó a componerse de cuarteles con los escudos de Alcalá de Henares, Navalcarnero, San Lorenzo de El Escorial, Colmenar Viejo, Aranjuez y el escudo simple y actual de Madrid. Este escudo estuvo vigente hasta el fin de la Diputación provincial, en 1983.

Villaviciosa de Odón


El Historiador

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Villaviciosa de Odón es un municipio español de la provincia y Comunidad de Madrid, situado al suroeste del área metropolitana de la capital. Limita con los términosmunicipales de Móstoles, Alcorcón, Boadilla del Monte, Brunete y Sevilla la Nueva. La población supera los 26.700 habitantes (2010).

Villaviciosa de Odón es además la localidad donde se sitúa el campus principal de la Universidad Europea de Madrid.

Historia
Se sabe que el primer núcleo de población de las tierras que ahora ocupa Villaviciosa de Odón era la antigua Calatalifa, nombre que procede del árabe قلعة الخليفة Qal`at al-Jalifa o Castillo del Califa, poblado citado por el cronista Ibn Hayyan en el año 939, aunque probablemente su fundación sería anterior.

Como tantos otros pueblos de la Comunidad de Madrid, Calatalifa fue ocupado por las tropas Castellanas durante laReconquista, en el avance cristiano que, después de conquistar Mayrit (Madrid), concluyó con la conquista de Toledo por el reyAlfonso VI. Con habitantes de las tres culturas, cristianos, árabes y judíos, fue subsistiendo hasta desaparecer hacia finales delsiglo XIII.

La población vuelve a aparecer a mediados del siglo XV ya con el nombre de Odón, puesto que un documento manuscrito datado en 1459 que da fe de una compra-venta de terrenos y se conserva en el Ayuntamiento nos sirve de fuente fidedigna. Sin embargo, se desconoce el origen de dicho nombre, aunque Sebastián de Covarrubias dice que “Odón es nombre hebreo y vale tanto como el rubio, el colorado”.

Es ya a principios del siglo XVIII cuando aparece el nombre de Villaviciosa de Odón en documentos oficiales, e incluso alterna los dos nombres, como podemos comprobar en un decreto de Felipe V que convierte la zona en Bosque Real: «He venido en declarar que el nuevo Bosque de la villa de Odón o Villaviciosa, que es propio del Ynfante don Felipe, mi hijo, y sus límites, con sus aumentos o extensiones que en adelante tuviere, son y han de ser Bosque Real, con todos sus privilegios y libertades».

Lo de ‘villa’ es título que llevan muchas poblaciones, aunque no lo expliciten en el nombre, y lo de ‘viciosa’, del latín ‘vitiōsus’, es por la bonanza del lugar, según la cuarta acepción de ‘vicioso’ del DRAE: ‘abundante, provisto, deleitoso’.

Geografía
Situado en la cuenca media del río Guadarrama, el municipio ocupa 6.810 hectáreas. Este río, junto con sus afluentes, los arroyos de la Vega y de la Madre, define el territorio. Al municipio se accede desde la carretera (antigua) M-501, km 6-9. Villaviciosa de Odón se encuentra situada en las coordenadas 40°21′30″N 3°54′12″O.
Fiestas locales
20 de enero: San Sebastián, Patrón de Villaviciosa de Odón, la fiesta consiste en celebrar la Misa y después la procesión del Santo por las calles del pueblo, una vez terminada se sortea el ramo de laurel de Villaviciosa que lleva el Santo, adornado con naranjas y rosquillas entre los Hermanos de la Hermandad, a continuación se va a la plaza del Ayuntamiento, donde se celebran las «pujas» (son lotes con productos de caza, rosquillas, frutas y demás obsequios) que se subastan entre los asistentes y cuando se terminan es tradición ofrecer a todos los asistentes un vaso de limonada, que se toma acompañada de bocadillos o platos preparados que suelen llevar cada familia para comer en la plaza. Una vez terminada la comida, se baila haciendo la rueda alrededor de la plaza el tradicional «Rondón» que suele durar alrededor de unas 2 ó 3 horas.
Tercer domingo de septiembre: fiestas patronales en honor del Santísimo Cristo del Milagro y de Nuestra Señora de la Soledad. El comienzo de las fiestas tiene lugar el Sábado anterior al tercer Domingo de Septiembre. En la noche de ese Sabado a las 0.00 tiene lugar la famosa pólvora, y el domingo se celebra la procesión del Santísimo Cristo del Milagro, en la que es tradición la ofrenda de los niños nacidos en el año. Durante la semana hay encierros, corridas de toros, vaquillas, peñas juveniles, bailes y atracciones, terminándose el domingo siguiente, con la Fiesta en honor de Nuestra Señora de La Soledad, su procesión y pólvora de fin de fiestas.

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Las Rozas de Madrid


El Historiador

El municipio de Las Rozas es uno de los más extensos de la Comunidad de Madrid, ya que su superficie se encuentra entre 5.883 y 5.914 hectáreas. La diferencia de 31 hectáreas entre ambas cifras se debe a la divergencia con el Ayuntamiento deMajadahonda en cuanto al deslinde de ambos municipios, pues parece ser que en 1954 se adjudicó al de Majadahonda una extensión de terreno conocido como el «Tacón de Las Rozas», situado en el extremo sureste del término y que siempre ha pertenecido a Las Rozas. Se encuentra a una distancia de 18 km de Madrid, encajonada entre la carretera de La Coruña A-6 (que atraviesa la ciudad dividiéndola en dos zonas de tamaño desigual) y la carretera de El Escorial M-505, que tiene su kilómetro 0 en este municipio. Cuenta con 4 estaciones de ferrocarril: Las Rozas, Las Matas, Pinar y El Tejar.

El municipio limita con los de Torrelodones (al norte); Villanueva del Pardillo y Galapagar (al oeste); el Monte de El Pardo(Madrid) (al este) y Majadahonda (al sur) y es uno de los pueblos de la sierra de Madrid que incluyen parte de su territorio dentro del Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares.

Las Rozas es uno de los municipios con la renta per cápita más elevada de la Comunidad de Madrid. Ha experimentado asimismo un fuerte crecimiento en su población, que ha pasado de unos 35.137 habitantes en 1991 a 83.428 en 2008. En España es conocido por ser la sede de la Real Federación Española de Fútbol.

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Pozuelo de Alarcon


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Historia de Pozuelo de Alarcon

actu080922poz.jpgPrehistoria

En el territorio que actualmente ocupa Pozuelo, exactamente en la Cañada de la Carrera (cerca del arroyo Meaques), José Pérez de Barracadas encontró en el año 1923, mientras estudiaba la conformación geológica del terreno del municipio, una punta de hacha de sílex muy tosca y una lasca de cuarcita con aristas y bordes suavizados, que procedían de los primeros pobladores prehistóricos.

Época romana

El paraje de los Meaques, actualmente en la Casa de Campo, fue antiguamente del concejo de Húmera y aparece con el nombre de San Pedro de Meaques en una relación del año 1579.

Por su situación, a media distancia entre la población de Titulcia (localidad cercana a Aranjuez) y Segovia, se supone desde hace décadas que los romanos edificaron allí una mansión, la «Mansio Miaccum», que albergaba a los viajeros que iban de camino entre Segovia y Titulcia.

La existencia de la «Mansio Miaccum» viene atestiguada por dos hechos:

  • Por un lado, por figurar en el Itinerarium Antonini (guía de las vías del imperio romano) que, en la forma en que ha llegado a la actualidad, se atribuye a la época de Diocleciano, es decir, finales del siglo III d.C.
  • Por otro, por los descubrimientos de Amador Ríos, Fuidio y Vitoria a finales del siglo XIX primer tercio del XX, de trozos de vasija y barro rojo de tierra sigillata, así como de argamasa.

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Majadahonda


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Historia de Majadahonda

actu080919maj.jpgEl nacimiento de Majadahonda no está muy claro, aunque se cree que fueron unos pastores segovianos, allá por el siglo XIII, los que se asentaron en la zona y construyeron unas pocas cabañas. Con el paso del tiempo, esas viviendas se multiplicaron, dando lugar a una modesta aldea llamada Majada-Honda, perteneciente en primer lugar al «País Segoviano» y más tarde a la «Tierra de Madrid».

Algunos hallazgos arqueológicos siembran la duda sobre el verdadero origen de Majadahonda, pues la aparición de restos de un poblado romano-visigodo podrían indicar que su nacimiento fue mucho tiempo antes.
Fue en el siglo XVI cuando Majadahonda empieza a convertirse ya en una aldea en condiciones, con un censo de 400 habitantes. Algunos de ellos tenían como apellido Bravo, Montero, Rojas, Bustillo, Gala, Tallón o Labrandero, los cuales aún perduran en la localidad. A finales de este siglo ya existían casi doscientas viviendas, habitadas por unos 800 majariegos.

El núcleo de la aldea era la plaza, alrededor de la cual estaban la Iglesia de Santa Catalina, un pequeño hospital y una modesta posada. El pueblo se alargaba a través de las calles San Roque, Real y El Cristo.
En el siglo XVII se produjo un espectacular descenso de población, apenas superando el medio millar de habitantes tanto a principios como a finales de siglo. Se dice que entonces Majadahonda estuvo a punto de ser vendida, al igual que se hizo con Boadilla del Monte y Pozuelo de Aravaca (de Alarcón, después de la venta). No obstante, la protesta de los vecinos hizo efecto en el rey Felipe IV y la operación no fructificó.

Con el cambio de dinastía y ya entrados en el Siglo de las Luces, se produce un aumento demográfico considerable, hasta dejarlo en 800 vecinos, según el censo de Floridablanca. La mayoría eran jornaleros, frente a una minoría de labradores ricos y hacendados forasteros. El pan y la leña, que vendían en Madrid, eran sus principales armas de comercio. Las relaciones con el rey Felipe V fueron entonces muy buenas, consiguiéndose incluso que se indemnizara a los majariegos con 3.000 reales al año por los daños que ocasionaba la caza en el monte del Pardo. A cambio, los habitantes de la aldea accedieron a que se cortase leña de su dehesa para cocer 600.000 ladrillos para construir el Palacio Real.

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Boadilla del Monte


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Los orígenes de Boadilla

Sobre el origen de Boadilla existen diversas teorías.

  • Posible origen árabe, de un lado, se apunta a que su origen es árabe, lo que parece avalado por el hallazgo de unos cimientos de argamasa, pertenecientes a una supuesta mezquita, y por la aparición de unas sepulturas que posiblemente son árabes; el propio nombre podría derivarse del árabe Boadil-la, lo que indicaría que durante un tiempo estuvo bajo el dominio sarraceno.
  • Teoría del apellido, pero incluso los mismo autores que presentan la primera teoría (A. Martín Pérez y F. Martín Eztala, entre otros) plantean otra hipótesis sobre su origen: que Boadilla fuese el apellido del dueño de las tierras donde está ubicada. En el siglo XV, los primeros poseedores del título de Condes de Chinchón eran D. Andrés Cabrera y su mujer, Dña. Beatriz de Boadilla, merced que les dieron los Reyes Católicos para premiar la lealtad del primero como alcaide del Alcázar de Segovia, y Boadilla era parte del señorío, luego Condado, de Chinchón.
  • Derivado de «boa»,también se señala que el nombre de la villa puede derivar de «boa», que en el siglo XIII, entre otras acepciones, significaba «planta parecida al junco». Lo que sí parece claro es que el sobrenombre «del Monte» fue añadido con posterioridad.
  • Antigüedad medieval, sobre la ocupación del área, en las Relaciones Topográficas de Felipe II, se establece la existencia de yacimientos arquelógicos, habiendo restos de poblados probablemente medievales. No se puede descartar la existencia de asentamientos anteriores, aunque de momento no han aparecido restos suficientes que así lo avalen.

actu080918boad.jpgAldea Real, Señorío y Mayorazgo (1576 a 1761)

Boadilla, desde su origen, perteneció al distrito madrileño, siendo, a partir de 1576, aldea de Madrid y posesión real. La zona era conocida por ser coto de caza, más no se sabe cuándo adquirió la categoría de Villa.

Se cree que en 1668 la población se asentaba en el entorno de la actual iglesia de San Cristobal, donde existía una muralla árabe, contruyéndose una iglesa mudéjar de la que hoy sólo queda la torre.

En 1670, se funda y erige el convento de Carmelitas Descalzas, con el «Título y ‘vocación’ de la Encarnación», situándose en un altozano al norte del casco urbano.

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Navalcarnero


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Empezamos una nueva sección para conocer el Origen de pueblo de Madrid, Navalcarnero y Boadilla del Monte son los primeros de los que vamos a conocer su origen e historia.

Origen del nombre

fondo-Navalcarnero-548x205El origen del nombre de Navalcarnero responde a un acto premeditado, tomado en razón de un interés muy concreto, pues la ciudad de Segovia pretendía enmascarar la fundación de la nueva población y con ello no alarmar a los señoríos colindantes.

El término donde fue fundado Navalcarnero, el 10 de octubre de 1499 por la ciudad de Segovia, era conocido como la “Perdiguera”. Sin embargo a la nueva población no se le pondría este nombre, sino el de “Navalcarnero”, nombre de un término existente a unos 7 Km. de distancia en dirección a Brunete, por donde ahora se asienta la población de Sevilla la Nueva, que entonces no había sido fundada. A partir de ese momento, los lugareños denominarían Navalcarnero el Viejo al término que ostentaba ya ese nombre y Navalcarnero o Navalcarnero el nuevo a la nueva población fundada por Segovia.

El hecho de que Segovia eligiese un topónimo diferente al del término donde se hallaba la nueva población, pretendía suscitar confusión y menos recelos entre los señoríos cercanos, ya que fueron muchas las dificultades que tuvo la nueva puebla para sobrevivir a los continuos impedimentos que pusieron a su desarrollo los señoríos vecinos.

Etimología:

  • Nava: Tierra sin árboles y llana, a veces pantanosa, situada generalmente entre montañas.
  • Carnero: Macho de la oveja castrado, llamado así por servir solo para carne. (Diccionario etimológico. Madrid 1961).

La Fundación Al sur de uno de estos sexmos, el de Casarrubios, la ciudad de Segovia fundaría el 10 de octubre de 1499 el lugar de Navalcarnero, con seis vecinos (aprox. 24 personas) llegados de Perales de Milla. De cinco de ellos, que formaron aquel día su primer concejo, conocemos sus nombres: Juan de Toledo y Francisco Martín, alcaldes; Juan García, alguacil; Miguel Sánchez y Juan Mateos.

El nacimiento se produjo en un contexto histórico difícil. Con ésta y otras fundaciones como la de Tiracentenos (1477) o Sevilla la Nueva (1544), Segovia trataba de asegurar y defender las tierras de su propiedad, amenazadas por el expansionismo de los señoríos cercanos. En nuestro caso, don Gonzalo Chacón y los marqueses de Moya se opusieron con firmeza a esta fundación, haciendo uso de la violencia en varias ocasiones.

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