El Marte primitivo se parecía al Ártico


El Mundo

Vista del cráter Gale NASA

Vista del cráter Gale NASA

Marte es en la actualidad un planeta extremadamente seco y frío, con un ambiente extraordinariamente inhóspito para la vida como la conocemos en la Tierra. Los científicos saben, sin embargo, que en el pasado tuvo agua y un clima diferente al actual. Continuando con el trabajo que iniciaron otros vehículo robóticos, el rover de la NASA Curiosity está buscando desde agosto de 2012 pruebas que ayuden a reconstruir cómo era el planeta rojo en el pasado.

Un estudio publicado en la revista PNAS ofrece algunas pistas que permiten trazar un retrato de cómo pudo haber sido ese Marte primitivo basándose en la escasísima cantidad de dióxido de carbono (C02) que el rover halló al analizar sedimentos de aquella época en el cráter Gale, una de las zonas que está explorando. Según propone este equipo de investigadores, en el que participa el español Alberto G. Fairén, del Centro de Astrobiología (CAB/CSIC-INTA), hace 3.500 millones de años esa zona de Marte habría albergado un lago glaciar rodeado por enormes masas de hielo. Un entorno que recordaría al del Ártico terrestre.

Los sedimentos que ha analizado el rover contienen minerales, como arcillas o sulfatos, que sugieren que, en el pasado, esa superficie estuvo en contacto con agua líquida. Un dato, en principio, incompatible con la escasa cantidad de CO2 detectado. Y es que los científicos creían que para que hubiera agua líquida, habría sido necesaria una determinada temperatura, que es propiciada a su vez por un mínimo de CO2 en la atmósfera, ya que este gas genera un efecto invernadero y calienta el planeta.

Según relata Fairén a EL MUNDO, los modelos climáticos que simulan la atmósfera primitiva de Marte mostraban que hace falta cerca de un bar de CO2 para poder tener agua líquida en Marte hace 3500 millones de años. «Sin embargo, las investigaciones de Curiosity confirman que, en realidad, había tan sólo entre 10 y 100 veces menos de esa cantidad mínima. Es decir, entonces había unas decenas o tal vez unos pocos cientos de milibares de CO2. Esto es mucho más que ahora, que sólo hay 6 milibares, pero insuficiente para calentar el planeta. Los modelos nos dicen que harían falta al menos alrededor de mil milibares para generar un efecto invernadero suficiente», detalla.

«Con el poco CO2 que ha encontrado en los sedimentos de Gale, los modelos atmosféricos predicen temperaturas medias por debajo de -50C. Pero algo se nos escapa, porque Curiosity ha descubierto en esos mismos sedimentos evidencias geomorfológicas de lagos duraderos, deltas y torrenteras bajo un clima no muy frío hace 3.500 millones de años. Esta es la contradicción que plantea el artículo, y que en este momento no sabemos resolver. Una alternativa es que fuera un lago glaciar, en un ambiente muy frío, como los polos de la Tierra hoy. Esta posibilidad está siendo considerada seriamente, pero no tenemos una respuesta final todavía», admite Fairén, que espera poder responder a esa cuestión con más investigación en el futuro. «Por eso precisamente es un gran avance. La ciencia es una serie de preguntas, no un catálogo de respuestas», argumenta.

Curiosity es un laboratorio andante así que las muestras que recoge, las procesa in situ, antes de enviar los resultados a la NASA. Para hacer esta investigación, tomó rocas de la superficie y de hasta cinco centímetros de profundidad, que es el máximo que puede perforar. «A partir de ahí, los investigadores analizamos los datos, y los utilizamos para generar modelos que puedan que puedan responder preguntas», dice Fairén, que investigó durante seis años en la NASA.

Cómo y por qué cambió tanto el planeta rojo sigue siendo una incógnita: «Es posible que Marte tuviera más CO2 en su atmósfera hace entre 3.500 y 4.200 millones de años. En aquel tiempo, habría sido más sencillo que el planeta tuviera agua líquida en la superficie. Hoy está absolutamente seco y es muy frío. Es muy interesante que Curiosity esté estudiando los sedimentos de un lago que existió en Gale justamente en la época de transición entre el Marte húmedo y el Marte seco», añade. Según recuerda, el robot descubrió hace dos años que Marte ya había perdido la mitad de su agua y gran parte de su atmósfera hace 3.500 millones de años, cuando se formó el lago de Gale, por lo que considera que sus investigaciones pueden «proporcionar muchísima información acerca de la evolución climática de Marte y de cómo, cuándo y porqué perdió su agua y su atmósfera».

¿Pudo haber formas de vida extremas en ese escenario de hielo? «La vida en la Tierra ocupa casi todos los rincones del planeta, incluyendo las zonas polares. Por lo tanto, si en Gale había un lago glaciar, el entorno no habría sido un impedimento para la vida. De hecho, si en algún momento hubo vida en Marte y apareció, como en la Tierra, muy al principio de la historia geológica del planeta, solamente habría tenido que adaptarse al entorno glaciar».

Cómo aterrizar en Marte


El Pais

  • La maniobra de llegada al planeta rojo es extremadamente compleja. La mitad de las misiones, como la que intentará aterrizar hoy, han fracasado

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Todas las sondas que pretenden aterrizar en Marte han de realizar una tarea básica: frenar. Frenar, primero para reducir su enorme velocidad de llegada y, al final, para evitar estrellarse contra el suelo.

El sistema para conseguirlo es el mismo en todos los planetas que se han visitado hasta ahora: zambullirse en la atmósfera y esperar a que la fricción vaya reduciendo la velocidad de la sonda. Es una maniobra complicada. Un ángulo de entrada excesivamente brusco, y el rozamiento será tan intenso que la cápsula quedará incinerada en segundos, pero una trayectoria demasiado plana puede terminar en un rebote sobre las capas altas de la atmósfera, que la envíe de nuevo hacia el espacio. Generalmente, el margen entre uno y otro caso es sólo de unos pocos grados.

Todos los vehículos de aterrizaje (sea en Marte, Venus, Titán o la propia Tierra) van protegidos con un escudo térmico. El calor de la reentrada va erosionando sus diferentes capas, que literalmente se subliman llevándose consigo la mayor parte de la energía que lleva. En el caso de la Schiaparelli, cuya llegada está prevista para dentro de unas horas, estamos hablando de una cápsula de casi media tonelada lanzada a 21.000 kilómetros por hora. Cuando un Apollo regresaba a la Tierra desde la Luna, iba al doble de esa velocidad. Para cualquier observador, es como contemplar la caída de un meteoro incandescente.

Para cualquier observador, es como contemplar la caída de un meteoro incandescente

El frenado atmosférico elimina la mayor parte de la energía de la sonda. Cuando la atmósfera empieza a adquirir cierta consistencia, el escudo térmico se descarta (para ahorrar peso) y se despliega el paracaídas principal (precedido, generalmente, por otro, más pequeño que sirve para estabilizar la caída)

Diseñar un paracaídas para Marte no es ninguna broma. Ha de abrirse a velocidades supersónicas (1.700 kilómetros por hora, en el caso de la Schiaparelli) en menos de dos segundos. El tirón que han de soportar sus cables es brutal. De hecho, para desplegarlo se utiliza una carga explosiva que lo saque de su alojamiento con suficiente rapidez.

La atmósfera de Marte es muy tenue. El paracaídas no puede frenar el descenso tanto como lo haría en la tierra. Por eso, suele descartarse a cosa de un kilómetro sobre el suelo. A partir de ahí, el sistema de frenado final ya admite muchas variantes.

Las primeras sondas soviéticas dirigidas a Marte llevaban un paquete de cohetes de frenado colgando bajo el paracaídas y de él pendía la cápsula. Esta se liberaba a unos metros sobre el suelo y los motores de frenado, todavía en marcha, se llevaban consigo el paracaídas. La cápsula caía a plomo sobre el suelo pero estaba acolchada para resistir el impacto y, además, la gravedad marciana es sólo un tercio de la terrestre. Así aterrizó el Mars 3, el primer vehículo que se posó en Marte y llegó a transmitir 20 segundos de datos desde allí.

Hace cuarenta años, los Viking americanos utilizaron una técnica casi idéntica a la del Schiaparelli: Una vez largado el paracaídas, tres grupos de motores se disparaban para asegurar una toma de tierra suave. Los Viking iban montados sobre un tren de aterrizaje de tres patas; Schiaparelli no: Amortiguará el impacto contra el suelo mediante una estructura de aluminio deformable, similar a los bloque antichoque que equipan a muchos automóviles.

Diseñar un paracaídas para Marte no es ninguna broma. Ha de abrirse a velocidades supersónicas en menos de dos segundos

En 1997 se envió a Marte el Sojourner, un diminuto vehículo con seis ruedas y limitada autonomía que se convirtió en el primer aparato que rodó por el planeta rojo. Para depositarle en el suelo se recurrió a un sistema novedoso: Envolverlo en enormes airbags. Una vez descartado el paracaídas y un grupo de motores de frenado auxiliares, el Sojourner, desde de su envoltura protectora, cayó al suelo y fue botando como una pelota hasta detenerse. Los cojines de aire se deshincharon y el cochecito bajó al suelo a través de unas rampas.

El día de Navidad de 2003 llegó a Marte la sonda británica Beagle 2. Esta no utilizaba retrocohetes; simplemente un paracaídas y una enorme pelota hinchable que debía protegerla del choque contra el suelo. El Beagle 2 aterrizó pero nunca se recibieron señales de él. Su suerte fue un misterio durante doce años hasta que el noviembre de 2014 la fotografió una sonda orbital. Aparentemente, estaba intacto pero uno de sus paneles no se había abierto, lo cual le impidió desplegar su antena para comunicarse con la Tierra.

El mismo sistema de airbags se utilizó en 2004 para depositar en Marte los dos vehículos Spirit y Opportunity. Spirit se encalló en una trampa de arena en el 2010 pero Opportunity sigue activo y ya lleva recorridos más de cuarenta kilómetros. No está mal para unos aparatos diseñados para durar sólo tres meses.

El último explorador de la NASA es el Curiosity, en Marte desde 2012, sigue explorando las laderas del Monte Sharp, en el centro del cráter Gale, que parece albergó un antiguo lago. Con casi una tonelada de peso, no podían utilizarse airbags, así que se diseñó un concepto nuevo: una grúa volante.

La grúa era una plataforma equipada con motores de frenado que llevó al Curiosity hasta cosa de veinte metros sobre el suelo. Desde allí, el vehículo descendió colgado de unos cables y con el tren de rodaje ya desplegado y en posición de marcha. Hasta hoy, es el vehículo más pesado que se ha posado en Marte.

Rafael Clemente es ingeniero industrial y fue el fundador y primer director del Museu de la Ciència de Barcelona (actual CosmoCaixa).

Todo listo para el primer desembarco europeo en Marte


ABC.es

  • La primera misión ExoMars llega el miércoles al Planeta rojo en busca de señales de vida presente o pasada. Posará sobre la superficie el módulo Schiapparelli
 Recreación de la misión ExoMars, aproximándose a Marte - ESA/ATG medialab

Recreación de la misión ExoMars, aproximándose a Marte – ESA/ATG medialab

Todo está a punto para el primer desembarco europeo en Marte. Si el programa marcha como está previsto, este miércoles, y tras un viaje espacial de siete meses de duración, la primera de las dos misiones del programa ExoMars llegará al planeta rojo. Y lo hará con el objetivo concreto de despejar, de una vez por todas, las dudas sobre la posible existencia de vida en el mundo más visitado por el hombre de todo el Sistema Solar.

Se trata del proyecto espacial más ambicioso jamás emprendido por la Agencia Espacial Europea (ESA), llevado a cabo en estrecha colaboración con su homólogo ruso, la agencia Roscosmos. El objetivo principal de esta primera misión, a la que seguirá otra en 2020, es analizar, con una precisión diez veces superior a la conseguida hasta ahora, el metano presente en la atmósfera marciana, determinar si su origen es biológico y localizar los puntos de emisión sobre la superficie marciana. En la actualidad, la procedencia real del metano de Marte es uno de los más grandes enigmas científicos que envuelven al planeta vecino.

El programa ExoMars consta, pues, de dos misiones espaciales diferentes: la primera, que fue lanzada el pasado 14 de marzo desde el cosmódromo de Baikonur, en Kazajistán, y que llega este miércoles a su destino, consiste en una sonda orbital, Trace Gas Orbiter (TGO), y un módulo de aterrizaje, llamado Schiapparelli, que deberá posarse suavemente sobre la superficie; la segunda, prevista para 2020, colocará sobre el polvoriento suelo del planeta rojo un vehículo autónomo de exploración cargado de instrumental científico de última generación.

Un viaje en dos etapas, pues, con el que los científicos de la ESA esperan poner punto y final a la cuestión que ha llevado al hombre a enviar ya más de cuarenta misiones a Marte: averiguar si allí hubo, o hay todavía, alguna forma de vida. Pero este primer vuelo servirá también para otra serie de cometidos. El más importante será probar los nuevos sistemas de entrada, descenso y aterrizaje. Todo con vistas a preparar, para 2020, la llegada de un sofisticado vehículo robotizado que recogerá muestras «in situ» y las enviará de regreso a la Tierra.

Según explica Silvia Bayón, ingeniera de sistemas de la misión, «esta es la mayor nave lanzada a Marte por la ESA. El satélite pesa más de 4.300 kg, incluyendo los 600 kg del módulo de aterrizaje. Eso supone un reto tremendo, tanto en el lanzamiento como en las maniobras de frenado cuando lleguemos al planeta rojo. Solo en las maniobras de aproximación y captura de la órbita marciana consumiremos más de la mitad del combustible. Es la primera vez que la ESA utiliza la maniobra de aerofrenado en una misión».

Tres días antes de alcanzar la atmósfera marciana, el módulo Schiapparelli se separará de la sonda TGO y cubrirá en solitario la última etapa del trayecto, unos seis millones de kilómetros. Una vez entre en la atmósfera de Marte, empezará una maniobra de descenso que durará apenas seis minutos. El impacto del módulo será amortiguado por una estructura deformable que va unida a la base del módulo y que ha sido construida en España.

Cámara modesta

Durante la maniobra de descenso, Schiapparelli tomará 15 fotografías, en las que se podrá ver cómo su punto de aterrizaje está cada vez más cerca. Sin embargo, el módulo no está equipado con una cámara científica de alta resolución, sino con una mucho más modesta y capaz solo de tomar imágenes en blanco y negro. Como se ha dicho, la misión principal de Schiapparelli es poner a prueba los sistemas de aproximación y aterrizaje, con vías a la misión de 2020. Todas las imágenes se almacenarán en el módulo de memoria de Schiapparelli y se transmitirán a la Tierra el 20 de octubre, un día después de su llegada.

El lugar elegido para posarse es la llanura Meridiani Planum, la misma donde, en 2004, aterrizó el rover Opportunity de la NASA, situada a dos grados al sur del ecuador marciano y recubierta por una capa de óxido férrico (oligisto) que, aquí en la Tierra, suele formarse solo en presencia de agua líquida. Durante cerca de una semana, el tiempo que tardarán en agotarse sus baterías, el módulo medirá, entre otras cosas, la velocidad del viento y su dirección, la presión y la temperatura cerca de la superficie y, también, estudiará el campo eléctrico en la superficie marciana y la concentración de polvo en la atmósfera, lo que permitirá aprender más sobre la formación de las tormentas de arena que sacuden periodicamente el planeta.

Pero la mayor parte del trabajo científico de esta misión no estará sobre la superficie, sino en órbita. Allí, en efecto, y tras separarse del módulo de aterrizaje, la sonda TGO se dirigirá directamente a su órbita de trabajo, a 400 km de altitud sobre Marte, y comenzará a tomar datos. Como se ha dicho, su principal objetivo será analizar el metano presente en la atmósfera marciana y tratar de averiguar su procedencia. TGO también estudiará otros gases atmosféricos de posible origen biológico, como vapor de agua, óxidos de nitrógeno y otros derivados del metano. Algo que sus instrumentos le permitirán hacer con una precisión diez veces mayor que la actual.

Próxima cita con la historia: llegar a Marte en 2030


ABC.es

  • Gerstenmaier, responsable de misiones tripuladas de la NASA, explica los retos y los próximos pasos del viaje hasta el Planeta Rojo

    ABC Los terranos llegaremos al Planeta Rojo en 2030

    ABC | Los terranos llegaremos al Planeta Rojo en 2030

Una de las preguntas que más veces se le suele hacer a los científicos de la NASA es por qué es importante viajar al espacio. O, dicho de otro modo, qué sentido tiene hacer inversiones multimillonarias en explorar los confines del Sistema Solar si en la Tierra hay problemas más apremiantes. Este jueves, William H. Gerstenmaier, administrador asociado para la Exploración y Operaciones Tripuladas de la agencia espacial, viajó a Madrid para responder a ese interrogante, una vez más.

Lo hizo con motivo delcincuenta aniversario de la inauguración del «Madrid Deep Space Communication Complex», el centro de comunicaciones con el espacio profundo de Robledo de Chavela (Madrid), que trabaja con la NASA. Esta fecha fue aprovechada por la Obra Social La Caixa y por la Embajada de Estados Unidos en España para organizar un encuentro en el que dar a conocer los desafíos que plantea la exploración espacial y la llegada del hombre a Marte alrededor de 2030.

«No sé si vamos a poder conseguirlo, aún hay mucho que hacer», reconoció Gerstenmaier en un encuentro con periodistas. Allí explicó que, a la espera de que se decida si se prorroga el trabajo en la Estación Espacial Internacional (ISS), que finalizará en 2020 o en 2024, y de cuya tripulación es responsable en parte, la agencia tiene previsto «romper el cordón umbilical con la Tierra en la década de 2020 a 2030». Lo que, dicho de otra forma, significa que los exploradores espaciales se centrarán en desarrollar sistemas que permitan a las tripulaciones ser más autónomas.

Tal y como afirmó Gerstenmaier, esto es crucial si se quiere llegar al Planeta Rojo, ya que «mientras un tripulante de la ISS puede tardar dos o tres horas en volver a la Tierra si hay un problema, desde Marte tardaría meses o años. Además, las señales de radio tardan unos 15 minutos en ir y otros 15 en volver».

Esa deseada autonomía pasa en primer término por poner a punto la próxima generación de naves suborbitales para transporte de mercancías y tripulaciones. También será necesario llevar a cabo nuevas misiones en la «zona experimental», una región del espacio situada entre la órbita terrestre y la Luna, para implementar el «hardware» y los protocolos que harían falta para ir a Marte.

Frentes abiertos en la NASA

Pero Gerstenmaier recordó que la NASA tiene aún muchos frentes abiertos. En primer lugar, debe definir la duración de su misión y las metas de la tripulación una vez que llegue al Planeta Rojo. En este cometido parece evidente que los sistemas automatizados tendrán un gran papel, si bien el científico señaló que hay quienes incluso consideran que no habría que enviar tripulaciones a Marte: «Hay un debate muy importante en torno a si debemos llevar humanos o robots en su lugar», apuntó. «Yo creo que las personas marcan una gran diferencia, para nosotros seríairremplazable saber qué sensaciones o experiencias tiene un humano en el planeta», agregó.

Sea como sea, la tarea está lejos de ser sencilla: «Creemos que necesitaremos enviar 20 o 25 estructuras antes de poder mandar a una tripulación. No tenemos generadores de oxígeno lo bastante fiables y aún hay que resolver losproblemas psicológicos que supone el aislamiento de las tripulaciones tanto tiempo. Mientras los tripulantes de la ISS pueden navegar por internet, las comunicaciones con Marte serían lentas», enumeró.

Además, en un viaje que puede durar tres y cuatro años, surge el gran problema de las provisiones: «No podemos empaquetar todo lo que necesitaríamos. Hay que desarrollar sistemas de cultivo–siguiendo el camino marcado por el experimento de las lechugas que se cultivaron en el espacio–y comprobar que no produzcan demasiado oxígeno o acaben contaminadas». Por otro lado, el responsable de la NASA recordó que harían falta suplementos vitamínicos y fármacos de mayor duración de los disponibles ahora.

¿Para qué se va al espacio?

Además, tuvo tiempo para para contestar a la «temida» pregunta de para qué sirve la exploración espacial: «Es importante enfrentarse a nuevos desafíos, conseguir cosas que no habíamos hecho hasta ahora–lleva en la NASA desde 1977 y reconoce que ahora son capaces de retos que antes no habrían imaginado–». Por último, recordó beneficios más tangibles, como los avances médicos en desgaste de huesos o el desarrollo de internet o del GPS. «El comienzo de internet se lo debemos a la misión que nos llevó a la Luna», remachó.

Madrid, crucial en la misión tripulada

La «mujer extraterrestre» que la NASA ha filmado en Marte


ABC.es

  • Un vídeo ha logrado miles de visitas en la Red mostrando a una presunta habitante del Planeta Rojo
YouTube El corto se suma a otros tantos que han aparecido este verano

YouTube | El corto se suma a otros tantos que han aparecido este verano

Una vez más, las redes sociales se han visto revolucionadas por un vídeo de YouTube relacionado con los extraterrestres, algo ya habitual este mes de agosto. Si hace menos de una semana el conocido usuario «Streetcap1» logró miles de visitas al afirmar que la Estación Espacial Internacional había grabado un ovni, en este caso el afortunado «youtuber» ha sido «UFOvni2012» con un corto en el que, según afirma, se puede ver a una mujer de menos de 10 centímetros de altura caminando por la superficie de Marte. Todo ello, descubierto en una imagen oficial de la NASA.

Tal y como afirma la versión digital del diario «Daily Express», el vídeo en sí fue subido a YouTube a finales de junio y, desde entonces, ha atesorado más de un millón de visitas. En él se puede ver una de las instantáneas tomadas por el «Curiosity», el rover de la Agencias Espacial estadounidense que investiga el Planeta Rojo. En principio todo parece normal pero, tras hacer zoom sobre la fotografía, «UFOvni2012» afirma que se puede apreciar la silueta de una mujer caminando sobre la zona.

La imagen se ha hecho tan famosa gracias a YouTube que el ser, de apenas 10 centímetros de altura atendiendo a la escala con la que el rover fotografía los objetos, se ha ganado un hueco en la conocida revista ufológica «UFO Singhtings Daily». Esta publicación se ha hecho eco del descubrimiento y afirma que la susodicha mujer parece tener senos y otras características antropomórficas. «También vemos que cuenta con brazos, que son de un color más claro, y lo que parece ser una cabeza que cuenta con pelo largo», ha señalado Scott Waring, autor de la información en dicha publicación.

La polémica está servida pues, mientras que los amantes de lo oculto creen que podría ser una mujer o, incluso, una estatua construida en la zona por una civilización marciana, los más escépticos consideran que la figura se corresponde con un fenómeno llamado «pareidolia». Este hace que el cerebro humano modifique imágenes extrañas para hacer que parezcan objetos familiares y conocidos.

De momento, la NASA se niega a hacer comentarios sobre estos fenómenos, aunque no es de extrañar, ya que son decenas los que son publicados a diario. Este corto de YouTube se suma a uno publicado la semana pasada en el cual se podía ver un objeto volador no identificado (característico por su luminosidad) volando cerca de la Estación Espacial Internacional. El corto causó gran controversia en las redes sociales y las publicaciones especializadas, en las cuales se llegó a afirmar que la agencia espacial estaba ocultando deliberadamente la existencia de vida extraterrestre. Como sucedió por entonces, es algo imposible de demostrar.

La enigmática nube marciana


El Mundo

  • El extraño fenómeno, producido en la alta atmósfera marciana, se alza a unos 250 kilómetros de la superficie y sólo se ha observado al amanecer en momentos puntuales
Marte con el penacho emergiendo en el limbo.

Marte con el penacho emergiendo en el limbo.W. Jaeschke y D. Parker / NOAA

El planeta rojo se ha convertido en el protagonista de un enigma. La revista Nature ha publicado este lunes una investigación surgida a raíz de la observación de un fenómeno extraño en la atmósfera marciana por parte de muchos astrónomos aficionados. Ocurrió en marzo de 2012 y se pudo ver durante diez días. Más tarde se volvió a dejar ver en abril. Se trata de una protuberancia, que corresponde a una nube, que alcanza una altura de unos 250 kilómetros por encima del suelo marciano, casi en el limbo de la atmósfera. Esto es algo insólito, pues nunca antes se habían observado nubes por encima de los 100 kilómetros.

Otra de las características extrañas es que el fenómeno sólo puede verse al amanecer, por lo que los científicos apuestan por relacionarlo con temperaturas frías y una formación cíclica, quizá durante la noche. Pero curioso de este puzzle no acaba ahí. Y es que este enigma no tiene una solución concreta. Los astrofísicos tratan de recomponer las piezas revisando las observaciones de 2012, pero, según cuenta a EL MUNDO el científico del CSIC Ángel López Valverde, del Instituto de Astrofísica de Andalucía y coautor de este estudio, «tenemos muchas probabilidades pero en ellas siempre hay algo que no encaja«.

Los investigadores contemplan dos posibilidades: nubes o auroras. Ambos casos se desdoblan en más posibilidades. Empezando con las nubes, en Marte existen tres tipos. El primero serían las tormentas de polvo, que pueden ser pequeñas, locales o globales. Sin embargo, las partículas no se suelen levantar más de 60 kilómetros por encima del suelo. El segundo tipo son las nubes de cristales de vapor de agua, que aunque es poco abundante en marte, es suficiente para que se produzca condensación. Sin embargo, otra vez la altura no encaja. «Lo normal es que ronde los 20 kilómetros por encima del suelo», aclara López Valverde. El tercer tipo es el que a este astrofísico le parece más plausible, porque es un fenómeno único en Marte. Se trata de la formación de nubes de dióxido de carbono (CO2), que además sí puede ocurrir en zonas más altas de la atmósfera. Sin embargo, nuevamente hay algo que no encaja. «Hemos hecho modelos y simulaciones y pudimos comprobar que en algunas regiones pueden existir niveles muy altos de CO2, sin embargo, sigue sin encajar que alcance los 250 kilómetros, así que no podemos saber qué es«, asegura el astrofísico.

Los fenómenos lumínicos, tipo aurora, son más propios de la alta atmósfera, así que es otra posibilidad que contemplan los científicos. Estos procesos no térmicos, asociados a reacciones químicas producidas por los vientos solares, están relacionados con el débil campo magnético residual del planeta rojo. «Aunque el campo de Marte ha desaparecido, todavía quedan rocas magnetizadas capaces de atraer partículas del viento solar. Ya hemos observado auroras anteriormente», explica López Valverde.

Además, según cuenta su compañero Agustín Sánchez-Lavega, del Grupo de Ciencias Planetarias de la Universidad del País Vasco, «en la región de Cimmeria, donde se registró el fenómeno, existe una intensa anomalía magnética que podría canalizar las partículas cargadas provenientes del exterior y excitar la emisión. Sin embargo, esto implicaría una emisión unas 1.000 veces más potente que la de las auroras terrestres, lo que es inviable. Ambas hipótesis, aun siendo las más plausibles, parecen imposibles por cuanto desafían nuestro conocimiento actual de la atmósfera marciana», concluye. «O es un fenómeno auroral muy intenso por razones que desconocemos o no es una aurora, quizá haya otra física que no estamos considerando», zanja López.

La respuesta está en Mars Express

Por ahora, los investigadores que intentan resolver este enigma sólo cuentan con las fotografías de 2012 tomadas por astrónomos aficionados, con lo cual, la poca calidad les dificulta el trabajo. «Trabajar con muchas imágenes da solidez a nuestro trabajo, pero necesitamos más y de más calidad», agrega López Valverde.

Los rovers de Marte quedan descartados. Curiosity estará un tiempo trabajando en el cráter Gale, y no parece que pronto vaya a moverse de allí. Opportunity se encuentra demasiado lejos y Spirit ya ha agotado su vida útil. Sin embargo, este astrofísico confía más en los telescopios. «Sería una pérdida de tiempo para los rovers, que trabajan en el suelo, estudiar la atmósfera», asegura.

Aunque durante la búsqueda de datos los científicos encontraron un fenómeno similar que captó el telescopio espacial Hubble en 1997, durante la calibración fotométrica pudieron observar que la protuberancia no podría superar los 120 kilómetros. Sin embargo, los astrónomos confían en que después de este estudio se abran más puertas. «Nuestro objetivo es poder buscar datos con el telescopio orbital Mars Express en el planeta rojo. Sus instrumentos PFS y Omega son perfectos para una misión como la nuestra», cuenta López Valverde.

Para este astrofísico, las implicaciones de esta observación son claras. «Si se confirma que este tipo de fenómenos ocurren con regularidad en Marte, sin duda tendrían gran importancia, más allá de los aspectos teóricos. Una de las consecuencias inmediatas es revisar las órbitas de las misiones espaciales y la posible exposición a fenómenos de este tipo, porque es justo a esa altura donde se realizan las delicadas maniobras de aerofrenado de los satélites artificiales en órbita alrededor de Marte, con el consiguiente riesgo para cualquier misión planetaria«, agrega.

Explorar Marte desde la oficina


El Mundo

  • Los científicos de la NASA usarán un sistema de realidad virtual basado en imágenes tomadas por el vehículo robótico ‘Curiosity’
  • Les ayudará a entender mejor cómo es la superficie del Planeta Rojo y planificar el trabajo del ‘rover’

No será lo mismo que estar en Marte, pero quizás sea una de las experiencias más parecidas que puedan tener los científicos de la NASA hasta que se lleve a cabo una misión tripulada al Planeta Rojo, un proyecto que probablemente no se hará realidad antes de la década de los 30. Se trata de un sistema de realidad virtual que permitirá a los investigadores que analizan las imágenes recabadas por el vehículo robótico Curiosity hacerse una idea más realista de cómo es Marte e investigar con más detalle las características de su superficie.

El sistema para explorar en tres dimensiones este árido planeta se denomina OnSight y ha sido desarrollado por la empresa Microsoft. La adaptación para su uso en el sector espacial está siendo llevada a cabo en colaboración con ingenieros y científicos de la NASA, que empezarán a probar esta tecnología a lo largo de este año.

«Los científicos se ponen las Microsoft HoloLens [unas gafas de realidad virtual] y lanzan la aplicación OnSight. Se verán rodeados entonces por el paisaje marciano, de modo que el suelo de su oficina parecerá la superficie del Planeta Rojo y la escena parecerá extenderse más allá de las paredes de su despacho. Podrán ver también en la misma escena un modelo del vehículo Curiosity. Los investigadores serán capaces de observar la escena desde cualquier perspectiva que elijan caminando por la oficina o usando las opciones del menú para trasladar esa habitación a cualquier otra localización de Marte», relata a EL MUNDO Jeff Norris, el científico de la NASA que lidera el proyecto OnSight en el Jet Propulsion Laboratory (JPL) de la agencia espacial de EEUU.

Asimismo, explica que el usuario puede indicar al sistema en qué lugar del despacho está su mesa y su ordenador para que el programa lo recuerde y no proyecte imágenes sobre esa zona. Esto le permitirá utilizar también su ordenador mientras lleva las gafas puestas y usa este programa de exploración virtual.

Según detalla Jeff Norris, OnSight usará las imágenes recabadas por Curiosity desde el principio de su misión, es decir, desde que llegó a Marte en agosto de 2012.

El sistema usa la computación holográfica, que combina las imágenes reales tomadas por el vehículo con otras generadas por ordenador, de modo que el resultado es un híbrido entre lo real y lo virtual.

El sistema de realidad virtual ‘OnSight’NASA

Gracias al trabajo de vehículos como Curiosity, Opportunity y el ya jubilado Spirit, los científicos han podido comprobar cómo es Marte e incluso estudiar su superficie y la composición de su atmósfera a través de los análisis que realizan con los instrumentos que llevan a bordo. Sin embargo, hasta ahora, sólo disponían de las imágenes enviadas por los vehículos robóticos, que examinaban desde el ordenador y carecen del sentido de la profundidad que la visión utiliza para comprender las relaciones espaciales.

Con el nuevo sistema, los investigadores de la misión de Curiosity estarán rodeados de las imágenes del Planeta Rojo, simularán que caminan por su superficie y podrán, por ejemplo, observar características de su geología con la misma perspectiva que si estuvieran allí o agacharse para examinar rocas.

«Actualmente estamos probando OnSight con científicos de la misión MSL para evaluar nuestros progresos y determinar qué nos falta por hacer antes de comenzar a usar este sistema como soporte al trabajo de Curiosity. Nuestro plan es comenzar las pruebas operaciones a lo largo del verano», añade Norris.

«OnSight nos dará la capacidad de explorar Marte y caminar por este planeta desde los despachos. Cambia nuestra percepción de Marte y cómo vemos el entorno alrededor del rover», ha declarado Dave Lavery, investigador de la misión Mars Science Laboratory (MSL) de la NASA. «Planeamos usarlo tanto en nuestras misiones actuales en Marte como las que haremos en el futuro. El rover cuyo lanzamiento está previsto en 2020 [Mars 2020] llevará incorporadas cámaras que mejorarán la calidad de las imágenes del paisaje marciano ofrecidas por OnSight», afirma Norris.

Por lo que respecta a la posibilidad de utilizar imágenes grabadas por Opportunity, el otro rover de la NASA que sigue activo en Marte, Jeff Norris señala que «aunque sería posible hacerlo, todavía no hay planes concretos para utilizarlas».

Otra de las ventajas que destaca la NASA es que este programa de realidad virtual permitirá que científicos que se encuentren en distintos lugares puedan encontrarse en este entorno virtual marciano en tres dimensiones, planeando nuevas actividades para el rover.

Recreación del helicóptero robótico que guiará a los vehículos marcianos.JPL


UN HELICÓPTERO PARA GUIAR AL ‘ROVER’

Los vehículos robóticos como ‘Curiosity’ son los ojos y las piernas de los científicos que están en la Tierra, pero pese a que cada vez son más sofisticados, su capacidad de maniobra sigue siendo limitada. Para agilizar su tarea y aprovechar al máximo su capacidad, los ingenieros del JPL de la NASA están desarrollando una especie de helicóptero robótico cuya misión consistirá en guiar a los ‘rovers’. Según detalla la agencia espacial de EEUU, ayudará a los científicos que seleccionarán los lugares más interesantes que debe visitar el ‘rover’ y le indicará la mejor ruta para llegar a ellos. Los investigadores también podrán usar las imágenes que recabe el propio helicóptero para buscar formaciones o lugares de la superficie marciana que deseen que el vehículo investigue con detalle. Con las indicaciones de este pequeño robot, de un kilogramo de peso y 1,1 metros de longitud, un rover podría triplicar la distancia que recorre en un día marciano. De momento han desarrollado un prototipo cuyas prestaciones tendrán que mejor antes antes de mandarlo a Marte.

La civilización que creó acequias en Marte


ABC.es

  • A principios del siglo XX, el astrónomo Percival Lowell confundió unas líneas sobre la superficie marciana con canales artificiales construidos por unos seres que agotaban sus recursos hídricos… Hoy el agua se busca en el corazón del Planeta rojo
La civilización que creó acequias en Marte

Cornell university Marte, dibujado por el astrónomo Percival Lowell

A finales del siglo XIX, un astrónomo italiano, Giovanni Schiaparelli, descubrió con su telescopio una densa red de líneas sobre la superficie de Marte que él describió como «canales». El hallazgo despertó las especulaciones sobre la posibilidad de que el Planeta rojo albergara vida, incluso quizás inteligente. Uno de los más entusiastas con esta idea fue otro astrónomo, Percival Lowell, estadounidense, quien dedicó años a observar el planeta hermano para llegar a la conclusión de que esa inmensa estructura era artificial, la colosal obra de unos ingenieros marcianos que redistribuían el agua desde los casquetes polares a las latitudes medias más secas, y seguramente más pobladas, del planeta. La razón era que esta civilización estaba agotando sus recursos hídricos.

Lowell escribió un tratado llamado «Marte como morada de la vida» (1909) en el que advertía del inminente final de tal civilización que agonizaba de sed y luchaba contra la desertización. Pero la alocada propuesta de Lowell terminó por desmoronarse como un castillo de naipes cuando las primeras sondas espaciales sobrevolaron el planeta. La Mariner 4 mostró lo que había en realidad: una superficie desierta, sin atisbo de vida, al menos a simple vista. En 2003, la Mars Odyssey detectó, por primera vez, pequeñas partículas de agua helada, confirmadas «in situ» algunos años después por la misión Phoenix.

Sin embargo, hay que reconocerle a Lowell un acierto. Marte sí se enfrentó a una catástrofe de algún tipo que hizo que se secara. Hace miles de millones de años, el agua fluía en abundancia por la superficie del planeta, pero algo ocurrió que hizo que desapareciera, algo que sigue siendo un misterio para los geológos planetarios. Lo que queda es un poco de hielo en los casquetes polares y una minúscula cantidad de vapor de agua en su atmósfera. Poca cosa.

Bajo tierra

El famoso divulgador científicos Neil deGrasse Tyson y el escritor especializado en astronomía Donald Goldsmith explican en su último libro «Orígenes» (Paidós) que si la mayor parte del agua de Marte no se evaporó en el espacio, es probable que se encuentre bajo tierra. Las pruebas son que los grandes cráteres de la superficie marciana son más susceptibles que los pequeños de exhibir restos de barro en los bordes. Y estos cráteres son más habituales en las latitudes polares, frías. «Según estimaciones optimistas del contenido en hielo del permafrost marciano, la fusión de capas subsuperficiales de Marte liberaría agua suficiente para que el planeta tuviera un océano global de decenas de metros de profundidad», recuerdan los autores.

Por eso, deGrasse Tyson y Goldsmith consideran que la búsqueda de una vida presente o pasada en Marte debe realizarse sobre todo bajo la superficie, en regiones donde sea posible perforar la superficie en busca del elixir de la vida.

Según un artículo publicado por investigadores de la Universidad de Nuevo México en 2012 en la revista Geology, existen sólidas evidencias que indican la existencia de enormes reservas subterráneas de agua en Marte. El hallazgo refuerza la idea de que el Planeta Rojo puede, o pudo en algún momento, albergar vida. Y aumenta las probabilidades de establecer colonias humanas en un futuro próximo.

Quizás las auténticas acequias sobre las superficie de Marte las hagamos nosotros algún día.

La NASA encuentra al malogrado Beagle 2 en Marte


ABC.es

  • No se tenían noticias sobre el rover europeo desde que aterrizó hace doce años en la superficie del Planeta rojo
La NASA encuentra al malogrado Beagle 2 en Marte

AFP Recreación del Beagle 2 en Marte

La NASA ha confirmado que los restos encontrados por la sonda Mars Reconnaissance Orbiter (MRO) sobre la superficie de Marte pertenecen al Beagle 2, rover de la misión europea Mars Express del que no se tenía noticia desde que aterrizó en el Planeta rojo el 25 de diciembre de 2013. Hasta el momento, todos los intentos por comunicar con el vehículo habían resultado infructuosos y no se sabía nada del artefacto.

Ni los radiotelescopios basados en tierra ni la Mars Odissey, la nave de la NASA en órbita marciana desde 2001, habían conseguido establecer contacto con el primer «rover» colocado en otro mundo por la Agencia Espacial Europa (ESA).

El Beagle 2 estaba destinado a realizar experimentos para detectar signos de vida presente o pasada en Marte, según informaron en su momento los responsables de los programas científicos de la misión.

Los científicos que operan la cámara HiRISE de la NASA Mars Reconnaissance Orbiter (MRO) ofrecerán una conferencia de prensa este viernes para anunciar nuevos datos sobre el hallazgo.

El cometa que se acerca a Marte: 20 minutos de peligro


ABC.es

  • La NASA ha cambiado las órbitas de sus naves en el Planeta rojo para evitar el choque con las partículas de la cola del Siding Spring el 19 de octubre
El cometa que se acerca a Marte: 20 minutos de peligro

NASA | Recreación artística del cometa Siding Spring en su viaje hacia Marte

La NASA está reajustando las órbitas de sus sondas que orbitan Marte, en total tres, para evitar los peligros que trae el paso cercano de un gran cometa, el C/2013 A1 Siding Spring, cuyo núcleo puede ser de varias decenas de kilómetros. El objetivo es que no estén en el frente de choque de las partículas que vaya dejando la roca espacial cuando el día 19 de octubre pase a 130.000 km de la superficie del Planeta rojo, esto es tres veces menos que la distancia que separa la Tierra de la Luna.

En realidad, las diminutas partículas del cometa, que son de un tamaño de menos de 1 mm, no serían tan dañinas si no fueran a velocidades de 56 km/s, que es la velocidad a la que pasará el cometa por las proximidades de Marte, lo que dañaría de forma permanente cualquier nave que se pusiera en su camino. Algunos científicos no le dan mucha importancia a la caída de estos “proyectiles”, aunque todos se muestran cautos y otros muchos decidieron que las naves maniobraran para evitar, por si acaso, alguna catástrofe.

La lluvia de partículas del cometa rociará una gran parte de la atmósfera de Marte, pero antes de llegar a ella están las sondas espaciales, que deben ser protegidas y alejadas del evento. Por ello, la NASA va a evitar que estas tres naves se encuentren en el frente, que será más peligroso, unos 90 minutos después del paso del cometa por las proximidades del Planeta rojo y durante 20 minutos el riesgo es extremo.

Así pues, no se trata tanto de ocultar las naves detrás del planeta, sino de evitar su paso por la lluvia de meteoroides (partículas del cometa antes de entrar en la atmósfera) durante esos 20 fatídicos minutos. Ya existen evidencias de satélites artificiales terrestres “tocados” por estos diminutos pero potentes proyectiles.

El cometa que se acerca a Marte: 20 minutos de peligro

La trayectoria del cometa Siding Spring NASA

Ajustando órbitas

De hecho, ante el desastre que podrían ocasionar las partículas del cometa sobre las naves que giran alrededor de Marte, el Orbitador de Reconocimiento de Marte (MRO, por sus siglas en inglés), ya reajustó su órbita el 2 de julio y el 27 de agosto pasado. Otra maniobra similar se hizo con el orbitador ODISEA (Mars Odyssey, en inglés) el 5 de agosto. La recién llegada nave MAVEN (Evolución Volátil de la Atmósfera de Marte, por sus siglas en inglés) a Marte, efectuará un ajuste en su órbita para el 9 de octubre, todo ello para evitar la lluvia de partículas.

La cuestión es evitar la lluvia, pero estudiar al cometa, por ello hay que posicionarlas de tal forma que no se vean afectadas y saquen el mayor partido al cometa, ya que pasará tan cerca de Marte y de las naves, que es el mejor momento para poder fotografiar y analizar este gran cometa, para poder conocer los orígenes de nuestro Sistema Solar.

Estudio del efecto de la lluvia

La nave MAVEN estudiará la atmósfera superior de Marte y cuáles fueron los condicionantes para que el planeta perdiera en gran medida su atmósfera y tras ello cambiara de ser un planeta azul, a un mundo desértico, helado y sin agua que corra por su superficie, cuando antes, los mares y grandes ríos imperaban en el planeta rojo. Estudiará la historia del clima, su posible habitabilidad y el agua. Además, MAVEN contemplará los efectos de la lluvia de meteoros sobre la atmósfera marciana, mientras que las otras dos sondas en órbita alrededor de Marte fotografiarán y estudiarán al cometa.

El cometa fue descubierto el 3 de enero de 2013 por Robert H. McNaught desde el Observatorio de Siding Spring, en Nueva Gales del Sur, Australia. Lleva viajando por el espacio un millón de años, procedente de la Nube de Oort, una hipotética nube en forma de esfera que rodea todo el Sistema Solar aproximadamente a un año luz de distancia y que contiene miles de millones de cometas y asteroides, restos de la formación del Sistema Solar.

El cometa no lleva rumbo alguno, ya que no está estabilizado en ninguna órbita, de tal forma que lo más probable es que sea despedido por el Sol hacia fuera de nuestro sistema planetario, al tener una órbita abierta hiperbólica, así que no regresará jamás.

El cometa ha sido visto desarrollando una larga cola y actividad desde hace meses, por lo que debe ser todo un espectáculo su visión desde Marte.

Visibilidad del cometa

Telescopios potentes podrán contemplar el cometa en las proximidades de Marte, que se localizará en la constelación de Ofiuco, para el 19 de octubre. Marte será visible a simple vista, poco después de la puesta del Sol, bajo y sobre el horizonte SW, como una estrella roja, arriba y a la izquierda de otra estrella roja de nombre Antares (la rival de Marte), exactamente del mismo brillo que el planeta.

En un principio se pensó que el cometa llevaba una trayectoria de caía hacia el Planeta rojo, hasta que con el paso de los meses se pudo calcular mejor su órbita según se movía en el espacio y más tarde la NASA rebajó esa posibilidad de 1 entre 600. Hoy se sabe que el cometa será el más próximo que pase por Marte desde que estos cuerpos se llevan estudiando.

Si el impacto se produjese, sería incluso visible desde la Tierra, provocando un cráter de varios cientos de km, generando una energía equivalente a unos 25 millones de gigatones.

Otras sondas

El orbitador europeo Mars Express y el de la India que acaba de llegar a Marte, la denominada Mangalyaan, continuarán con sus labores de investigación en el Planeta rojo y se desconoce hasta el momento si tomarán medidas para evitar la lluvia de partículas.

Por otro lado, los todoterrenos que circulan por la superficie de Marte, como el Curiosity, no tendrán ningún problema a tal respecto.

Miguel Gilarte Fernández es el Director del Observatorio Astronómico de Almadén de la Plata (Sevilla) y Presidente de la Asociación Astronómica de España.

El Observatorio Astronómico de Almadén de la Plata es el mayor centro de divulgación de la astronomía en España. Está abierto para todo el público, que podrá mirar por sus telescopios y utilizarlos, además de desarrollarse gran cantidad de actividades. Zona de turismo estelar.