Mariner 10


Mariner 10 fue la última sonda espacial dentro del programa Mariner de la NASA. Fue lanzada el 3 de noviembre de 1973, dos años después de la Mariner 9. Su misión era probar un transmisor experimental en banda X, explorar la atmósfera, superficie y características físicas de Venus y Mercurio y validar la asistencia gravitatoria, usando en este caso a Venus para acelerarse en su trayecto final hacia Mercurio.

En Venus fotografió la atmósfera de este planeta en el espectro ultravioleta, además de realizar otros estudios atmosféricos.

Visitó Mercurio en tres ocasiones, el 29 de marzo y el 21 de septiembre de 1974 y el 16 de marzo de 1975. En total cartografió entre el 40 y el 45% del planeta, aunque sólo del lado iluminado por el Sol durante los sobrevuelos.

La nave

La estructura de la nave era de forma octogonal, con marcos de magnesio y ocho compartimentos para la electrónica. Medía 1,39 m en diagonal y 0,457 m de profundidad. Dos paneles solares, cada uno de 2,69 m de largo y 0,97 m de ancho, se extendían desde los laterales, con un total de 5,1 m² de superficie. La longitud total de la nave, con los paneles extendidos, era de 8 metros. La sonda disponía de una plataforma móvil con dos grados de libertad y un mástil de 5,8 m de largo donde se alojaba el magnetómetro. La masa total en el lanzamiento era de 502,9 kg. La masa total de los instrumentos de a bordo era de 79,4 kg.

El empuje del motor, alimentado por hidracina alojada en un tanque esférico situado en el centro de la nave, era de 222 newton. La estabilización de la nave en los tres ejes se conseguía con dos juegos de tres pares de propulsores alimentados por nitrógeno situados ortogonalmente entre ellos y montados en los extremos de los paneles solares. El control estaba bajo el ordenador de a bordo, con una memoria de 512 palabras aumentada por los comandos terrestres. La electricidad era obtenida por 2 paneles solares con una superficie total de 5,1 m² y generaban 540 vatios de potencia que se almacenaba en una batería de NiCd con capacidad de 20 A/hora.

La antena de alta ganancia tenía un diámetro de 1,37 m y tenía una estructura con forma de panel de abeja hecha de aluminio. También llevaba una antena de baja ganancia montada al final de un mástil de 2,85 m. Las antenas permitían a la nave transmitir en banda S y banda X, y la velocidad de transmisión máxima estaba en 117,6 kilobits por segundo. La nave espacial llevaba un rastreador de estrella con el que seguía a Canopus y sensores solares y de adquisición en las puntas de los paneles solares. El interior de la nave fue aislado con múltiples mantas térmicas en la parte superior e inferior. La nave portaba un escudo térmico que se desplegó después de su lanzamiento para proteger a la nave en el lado orientado hacia el Sol. Cinco de los ocho compartimentos de la electrónica llevaban también cortinillas regulables para controlar la temperatura interior.

Los instrumentos a bordo de la nave espacial midieron la superficie de la atmósfera y las características físicas de Mercurio y Venus. Los experimentos incluyeron la fotografía de televisión, campo magnético, el plasma, radiometría infrarroja, espectroscopia ultravioleta, y detectores de ciencia de radio. Un transmisor experimental en banda X, de alta frecuencia, fue trasladado por primera vez en esta nave espacial.

Asistencia de vela solar

En 1974, luego de detectarse una falla en el sistema de control de actitud, se utilizó propelente adicional para realizar las maniobras, por lo que corría peligro el correcto acercamiento a Mercurio y la posición de la antena apuntando hacia la Tierra, ante un inminente agotamiento del propelente. Como medida desesperada, se decidió direccionar adecuadamente los paneles solares para que pudieran ser utilizados a manera de vela solar, lo que proporcionaría el empuje necesario para reemplazar algunas de las maniobras que requerirían gasto adicional de propelente.

De esta manera, aunque en forma accidental, se utilizó por primera vez la presión de la luz (en las cercanías del Sol) a manera de vela solar, lo que en este caso produjo que se salvara la continuidad de los objetivos de la misión.

En la actualidad

Debido a que la nave espacial consumió la totalidad de su combustible, ya no puede corregir su dirección para apuntar a la Tierra, por lo que se ha perdido contacto con la misma y simplemente ha quedado a la deriva, orbitando alrededor del Sol.

Un mecanismo desconocido hace que los planetas regulen el ciclo solar


ABC.es

  • Según un estudio publicado hoy, la gravedad de la Tierra, Venus y Júpiter bastaría para generar una débil oscilación en el Sol de gran importancia para la aparición de manchas y tormentas solares
 Cada 11.07 años, el Sol, Venus, Júpiter y la Tierra se alinean. Proponen que podrían influir en la actividad del Sol - NASA/SDO

Cada 11.07 años, el Sol, Venus, Júpiter y la Tierra se alinean. Proponen que podrían influir en la actividad del Sol – NASA/SDO

El ciclo de actividad solar es un fenómeno que se repite cada 11 años y del que depende la cantidad de manchas solares que aparecen sobre la superficie de la estrella. Como estas manchas están más frías que el entorno, este ciclo influye también en la cantidad de calor que llega a la Tierra. Aún hay muchas cosas por aprender sobre este complejo mecanismo, pero hoy en día se considera que depende del campo magnético solar.

Según un estudio publicado hoy en la revista «Solar Physics» por investigadores del «Helmholtz-Zentrum Dresden-Rossendorf» (HZDR), la atracción gravitatoria que resulta de la alineación de Venus, Júpiter y la Tierra influye en la actividad del Sol.

«Cada 11.07 años, el Sol, Venus, Júpiter y la Tierra se alinean», ha explicado en un comunicado Frank Stefani, primer autor del estudio e investigador en el HZDR. «Nos preguntamos si eso era una coincidencia, o si el ciclo solar está relacionado con el ciclo de conjunción u oposición de estos tres planetas».

Esta pregunta no es nueva, pero en el estudio presentado hoy por los investigadores se propone un nuevo mecanismo que en teoría es capaz de explicar esta influencia.

El Sol es una dinamo en la que el movimiento de las partículas cargadas del plasma generan un campo magnético. Este campo es creado por la llamada dinamo alfa-omega, un mecanismo que cada once años provoca que los polos del sol se inviertan (el Norte pasa al Sur y viceversa) y que además está relacionado con el ciclo de actividad solar. Este fenómeno provoca que la cantidad de manchas y de explosiones alcance tasas mínimas y máximas también cada 11 años.

Pero tal como ha averiguado el equipo de Stefani, este fenómeno de dinamo alfa está influido por ciertas oscilaciones que podrían provenir de los débiles efectos de marea de los planetas.

«Nuestros cálculos muestran que la atracción gravitatoria de los planetas actúa como una influencia externa. Esta oscilación en el efecto alfa, que se activa casi cada 11 años, podría causar la inversión de la polaridad del campo magnético solar y, finalmente, dictar el ciclo de 22 años de actividad de la dinamo solar», ha explicado Stefani.

La NASA quiere saber cuánta agua tuvo Venus


ABC.es

  • La misión VeSpR estudiará la atmósfera venusina para saber si es verdad que el planeta tuvo en el pasado suficiente agua como para cubrirlo por entero hasta una altura de siete metros
La NASA quiere saber cuánta agua tuvo Venus

NASA-JPL / La NASA ha lanzado un cohete de sondeo para estudiar la luz ultravioleta que está siendo emitida desde la atmósfera de Venus, mostrada en la imagen con un color falso para subrayar el sutil contraste en la nubes marcadas

Una semana después de haber lanzado MAVEN, una misión para investigar la atmósfera de Marte, la NASA se dispone a hacer lo mismo con Venus.

“Es apropiado que las fechas de estos dos lanzamientos hayan estado tan próximas porque ambas estudiarán las pérdidas atmosféricas –detalla Kelly Fast, científico del programa para MAVEN y miembro del programa de Astronomía Planetaria en los cuarteles centrales de la NASA en Washington -. El VeSpR observará Venus desde encima de la atmósfera absorbente de la Tierra, y el MAVEN viajará hasta Marte para hacer un estudio de más duración”.

El VeSpR es un sistema de dos plataformas, en el que se combinan un misil Terrier –originalmente construido para ser un misil tierra-aire y más tarde rediseñado para dar soporte a misiones científicas- y un cohete de sondeo Black Brant modelo Mk1, con un telescopio dentro. La integración tuvo lugar en el Wallops Flight Facility de la NASA en Virginia.

Los experimentos estudiarán la luz ultravioleta (UV) que emite la atmósfera de Venus, y que puede aportar mucha información sobre la historia del agua en ese planeta. Mediciones como ésta no pueden ser llevadas a cabo empleando telescopios con base terrestre porque nuestra atmósfera absorbe la mayor parte de la radiación ultravioleta antes de que alcance el suelo.

Por eso, el cohete de sondeo transportará el telescopio a más de 110 kilómetros sobre la superficie de la Tierra. A esa altura la atmósfera es suficientemente tenue como para permitir las lecturas de UV.

“Hoy en día, Venus tiene una atmósfera muy delgada, que contiene muy poca agua, pero creemos que el planeta, en su origen, tenía un valioso océano de agua”, matiza John T. Clarke, investigador principal de la misión y miembro de la Universidad de Boston.

Los científicos se encuentran todavía tratando de determinar si el agua existía sobre la superficie de Venus o si sólo se encontraba en las capas más altas de su atmósfera, donde las temperaturas eran más frías. Si la temperatura de la superficie hubiera permanecido por debajo del punto de ebullición durante el tiempo suficiente, los ríos podrían haber fluido alguna vez por el planeta, e incluso, Venus podría haber tenido hielo.

Hidrógeno y deuterio

La clave para poder resolver cuánta agua tuvo Venus en ese tiempo reside en conocer cuánto hidrógeno y deuterio (una versión más pesada del hidrógeno) permanece en la atmósfera. Ambos pueden combinarse con el oxígeno para hacer agua, tanto en la forma familiar del H2O como en la más rara, integrada por el deuterio y el oxígeno, llamada HDO (que también produce pequeñas cantidades de D2O).

La luz ultravioleta de mucha intensidad procedente del Sol ha roto y separado casi todas las moléculas de agua que pudiera haber en la atmósfera de Venus. Al tratarse de componentes más ligeros, las moléculas normales de hidrógeno escapan al espacio más rápidamente de lo que lo hacen las más pesadas de deuterio. Comparando la cantidad de deuterio que hay ahora en la atmósfera con la cantidad de hidrógeno, los investigadores pueden estimar cuánta agua desapareció de Venus y cómo de rápido sucedió esta circunstancia.

Las primeras estimaciones, hechas a partir de los datos recogidos por la nave espacial Pioneer Venus de la NASA en 1978 y de otras observaciones, indicaron que Venus podría haber tenido antiguamente la cantidad suficiente de agua como para cubrir el globo entero con siete metros de líquido. Pero resulta que las cantidades de hidrógeno y deuterio pueden variar en las diferentes alturas de la atmósfera venusina, lo que haría cambiar los cálculos. Para ayudar a resolver estas dudas, la VeSpR hará mediciones específicas en la parte alta de la atmósfera.

El instrumental de a VeSpR observará Venus durante ocho minutos y sus datos serán retransmitidos en tiempo real, antes de que la carga retorne de forma segura a la Tierra gracias a un paracaídas. Más tarde, se volverá a intentar cargarla para que el instrumental pueda ser utilizado en futuras expediciones.

Clarke y su equipo combinarán estas mediciones con las observaciones de Venus hechas recientemente con el Telescopio Espacial Hubble de la NASA. El grupo también está colaborando con Jean-Loup Bertaux, del Centro Nacional Francés para la Investigación Científica, para estudiar el planeta empleando el instrumental UV de la sonda espacial Venus Express de la Agencia Aeroespacial Europea.

La Tierra, un punto azul diminuto tras los anillos de Saturno


El Mundo

  • Es la primera imagen en las que son visibles a la vez
Imagen tomada desde Saturno el pasado 19 de julio. |

Imagen tomada desde Saturno el pasado 19 de julio. | NASA/JPL/SSI

Visto desde Saturno, como hubiera dicho Carl Sagan, nuestro hogar planetario es un diminuto punto azul en el inmenso océano del Cosmos. Así lo demuestra la espectacular imagen tomada por la sonda espacial Cassini, la primera en la que se ve simultáneamente al planeta de los anillos y sus lunas, junto a la Tierra, Venus y Marte, son visibles a la vez.

La nueva panorámica del majestuoso sistema de Saturno se acaba de presentar en el Newseum, en Washington. El equipo técnico de la Cassini tuvo que procesar hasta 141 fotos de gran ángulo para crear esta imagen panorámica, que abarca 651.591 kilómetros.

«En esta magnífica imagen, Cassini nos ha dado un universo de maravillas , afirmó Carolyn Porco, directora del equipo de imagen de la nave en el Instituto de Ciencia Espacial en Boulder, Colorado. «Y lo hizo en un día en el que personas de todo el mundo, simultáneamente, aplaudían por la profunda alegría de estar vivos en un pálido punto azul».

Esta imagen es fruto de la campaña «Salude a Saturno«, que consistía en hacer una foto a la Tierra desde Saturno el pasado 19 de julio. Entonces, la NASA instó al público a buscar el planeta de los anillos en el firmamento para saludarle en el momento de la foto.

Otros puntos de interés que señala el mosaico obtenido es que la Tierra es un punto azul en el lado inferior derecho de Saturno y Venus es otro punto brillante, pero en la parte superior izquierda. Marte también aparece, como un punto rojo claro, sobre Venus. Las siete lunas de Saturno son visibles, incluso Encélado, que aparece en el lado izquierdo. Acercándose más a la imagen se puede ver a la Luna y la chorro de humo gélido que emana de su polo sur.

Cassini no toma muchas imágenes de la Tierra debido a que el Sol está demasiado cerca de nuestro planeta, lo que provoca que los detectores sensibles de la nave se obstruyan. El equipo de Cassini estaba esperando el momento en que el Sol se colocara detrás de Saturno. Esa oportunidad llegó el 19 de julio, y es la imagen que se ha difundido ahora.

El vórtice polar de Venus se mueve de forma impredecible


El Mundo

  • Los vórtices atmosféricos son flujos turbulentos que rotan en espiral
  • Esta especie de ciclón se mueve a velocidades de hasta 55 km/h
  • Investigadores de la UPV/EHU lideran este estudio en ‘Nature Geosciencie’
El estudio se realizó con datos de la sonda 'Venus Express'.| CSIC

El estudio se realizó con datos de la sonda ‘Venus Express’.| CSIC

La misión espacial Venus Express de la Agencia Espacial Europea (ESA) ha estudiado el comportamiento del vórtice del polo sur de Venus y ha observado que se mueve de forma impredecible en torno al polo sur geográfico a velocidades de hasta 55 kilómetros por hora.

Los vórtices atmosféricos son flujos turbulentos que rotan en espiral, algo así como una especie de ciclón persistente. Son frecuentes en las regiones polares de los planetas del Sistema Solar de rotación rápida, como la Tierra, Júpiter y Saturno, pero también pueden producirse en cuerpos de rotación lenta, como es el caso de Venus.

El estudio, publicado en ‘Nature Geoscience’, está liderado por investigadores del grupo de Ciencias Planetarias de la Escuela de Ingenieros de Bilbao, de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU). El trabajo se ha incluido en la página web de dicha publicación y el próximo mes de abril aparecerá en la edición en papel, según ha informado la facultad de Ingeniería. En la investigación también han participado un investigador del Instituto de Astrofísica de Andalucía (CSIC) así como el Observatorio Astronómico de Lisboa, el Observatorio de París y el Instituto de Astrofísica Espacial y Física Cósmica de Roma.

Datos de la ‘Venus Express’

La investigación se centra en el vórtice ubicado en el Polo Sur de Venus, una especie de ciclón persistente y a gran escala que constituye uno de los grandes enigmas del astro más parecido a la Tierra del Sistema Solar

A diferencia de otros fenómenos similares, como los vórtices polares de la Tierra o el conocido como hexágono de Saturno, el trabajo de los investigadores vascos ha demostrado que el de Venus es mucho más variable e impredecible de lo que se creía.

Para llevar a cabo este estudio, el grupo de Ciencias Planetarias ha utilizado el instrumento más sofisticado instalado en la nave espacial ‘Venus Express’, VIRTIS-M: una cámara espectral que obtiene imágenes en diferentes niveles de la atmósfera venusiana. Los investigadores estudiaron de manera simultánea el vórtice a dos alturas diferentes, a 42 y a 63 km de la superficie del polo sur de Venus.

«En cada uno de los planetas que presentan atmósfera los vórtices polares exhiben un comportamiento que obedece al régimen atmosférico existente. El caso de Venus es muy especial en el Sistema Solar, ya que el planeta tarda 243 días en girar sobre sí mismo mientras que su atmósfera lo hace unas 60 veces más rápido, dando origen a un régimen atmosférico llamado superrotación que sólo comparte con Titán, una de las lunas de Saturno», explica el investigador del CSIC en el Instituto de Astrofísica de Andalucía Javier Peralta.

El estudio, titulado ‘Un vórtice caótico y longevo en el Polo Sur de Venus’, ha estado liderado por Itziar Garate, estudiante de doctorado de la UPV/EHU en la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de Bilbao, que trabaja en su tesis doctoral centrada precisamente en la dinámica atmosférica polar del segundo planeta del Sistema Solar.

El citado vórtice ha sido objeto de observaciones durante años, pero todavía no se ha podido explicar su variabilidad, ya que es capaz de alterar su forma en tan sólo un día o permanecer estable durante semanas.

El Grupo de Ciencias Planetarias de la UPV/EHU está dirigido por el catedrático Agustín Sánchez-Lavega y se centra en investigar el área de las atmósferas de los planetas del sistema solar. También coordinada la red de observaciones IOPW (International Outer Planets Watch-Observación Internacional de los Planetas Exteriores) y participa en el análisis de datos de otras misiones espaciales.

¿Ha entrado en erupción un volcán de Venus?


El Mundo

Recreación artística de un volcán en erupción en Venus. | ESA/AOES

Recreación artística de un volcán en erupción en Venus. | ESA/AOES

Desde hace seis años la sonda ‘Venus Express’ observa este planeta del Sistema Solar en el que los científicos creen que hay cientos de volcanes, aunque desconocen si algunos de ellos siguen activos. Según ha informado este lunes la Agencia Espacial Europea (ESA), la nave ha detectado cambios en la atmósfera de Venus que sugieren que alguno de sus volcanes ha entrado en erupción.

En concreto, los investigadores han detectado un aumento en la cantidad de dióxido de azufre que hay en las capas altas de su atmósfera, un incremento que podría deberse a la actividad volcánica.

Según explica la ESA en un comunicado de prensa, «la espesa atmósfera de Venus contiene alrededor de un millón de veces más de dióxido de azufre que la Tierra, donde casi todo este gas tóxico es generado por la actividad volcánica».

La mayor parte del dióxido de azufre en Venus se encuentra debajo de las capas altas de su atmósfera porque la acción de la luz solar destruye rápidamente este gas. Por ello, exponen los científicos, esto significa que el dióxido de azufre detectado en las capas altas ha venido desde la superficie del planeta.

Cientos de volcanes

La superficie de Venus tiene cientos de volcanes aunque el debate sobre si permanecen activos sigue abierto. Así que averiguarlo es uno de los objetivos científicos de la sonda ‘Venus Express’, que orbita el planeta desde el año 2006.

Poco después de su llegada a este planeta, la sonda de la ESA registró un aumento significativo en la densidad media de dióxido de azufre que había en las capas altas de la atmósfera, al que siguió una caída en picado de estos valores (alrededor de 10 veces más bajos de lo que hay hoy).

Una caída similar en la cantidad de dióxido de azufre fue registrada por ‘Pioneer Venus’, la primera sonda enviada a Venus, una misión de la NASA que observó este planeta desde 1978 a 1992. En aquella ocasión, la explicación más aceptada fue que se trató de una inyección de dióxido de azufre proveniente de uno o más volcanes.

«Si detectas un incremento en el dióxido de azufre que hay en las capas altas de la atmósfera sabes que ha llegado allí recientemente porque las moléculas individuales son destruidas por la luz del sol en apenas un par de días», explica Emmanuel Marcq, investigador del Laboratorio de la Atmósfera de Francia, Milieux, y autor principal del estudio publicado en ‘Nature Geoscience’.

El equipo del investigador Marcq creen que si el vulcanismo es el responsable de este incremento, lo más probable es que proceda de varios volcanes en lugar de provenir de una sola erupción más grande.

Una nueva técnica para explorar las atmósferas de los planetas fuera del Sistema Solar


El Mundo

Impresión artística del exoplaneta 'Tau Boötis b' y su estrella. | ESO

Impresión artística del exoplaneta ‘Tau Boötis b’ y su estrella. | ESO

‘Tau Boötis b’ fue uno de los primeros exoplanetas descubiertos en los años 90. Quince años después, sigue siendo uno de los más cercanos que se conocen y eso teniendo en cuenta que ya se ha confirmado la existencia de 750 planetas fuera de nuestro Sistema Solar, a los que suman alrededor de 2.000 candidatos a entrar en la lista.

‘Tau Boötis b’ es un gran ‘júpiter caliente’ que orbita muy cerca de su estrella anfitriona. Pese a que su estrella anfitriona es fácilmente visible, hasta ahora este planeta solo podía detectarse por sus efectos gravitatorios sobre la estrella.

Un equipo internacional de astrónomos ha ideado una nueva e ingeniosa técnica que permite estudiar la atmósfera de un exoplaneta en detalle, incluso sin la necesidad de que pase delante de su estrella anfitriona. Los detalles de este estudio se publican en la revista ‘Nature’.

Por primera vez, han estudiado la atmósfera del planeta y han medido su órbita y su masa de forma muy precisa, resolviendo así un obstáculo que han tenido durante unos 15 años.

Lo han logrado usando el ‘Very Large Telescope’ (VLT) del Observatorio Europeo Austral (ESO), situado en el Observatorio Paranal (Chile), para captar directamente el débil brillo del planeta ‘Tau Boötis b’. Se combinaron observaciones infrarrojas de alta calidad (en longitudes de onda de alrededor de 2,3 micras) con un nuevo truco para extraer la débil señal del planeta a partir de la luz mucho más potente emitida por la estrella anfitriona.

Como muchos exoplanetas, ‘Tau Boötis b’ no transita el disco de su estrella (como en el reciente tránsito de Venus). Hasta ahora estos tránsitos eran esenciales para permitir el estudio de las atmósferas de los ‘jupiteres calientes’: cuando un planeta pasa frente a su estrella las propiedades de su atmósfera quedan impresas en la luz de la estrella. Como no hay luz estelar que brille a través de la atmósfera de Tau Boötis b hacia nosotros, la atmósfera del planeta no ha podido ser estudiada antes.

Cálculo de su masa

En una nota de prensa de ESO, el investigador principal de este trabajo, Matteo Brogi, del Observatorio Leiden, en Países Bajos, explica: «Gracias a las observaciones de alta calidad proporcionadas por el VLT y CRIRES fuimos capaces de estudiar el espectro del sistema con el nivel de detalle más alto logrado hasta el momento. Solo un 0,01% de la luz que vemos viene del planeta, y el resto proviene de la estrella, por lo que no fue fácil».

La mayoría de los planetas alrededor de otras estrellas fueron descubiertos por sus efectos gravitatorios sobre las estrellas anfitrionas, lo que limita la información que puede obtenerse de su masa: solo permiten obtener un límite inferior para la masa de un planeta. Así que ver directamente la luz del planeta ha permitido a los astrónomos medir el ángulo de la órbita del planeta y, de ahí, extraer su masa con precisión.

Composición de la atmósfera

Además de detectar el brillo de la atmósfera y de medir la masa de ‘Tau Boötis b’, el equipo ha estudiado su atmósfera y ha medido la cantidad de monóxido de carbono existente, así como la temperatura a diferentes alturas por medio de una comparación hecha entre las observaciones y unos modelos teóricos. Uno de los resultados más sorprendentes de este trabajo ha sido que las nuevas observaciones indicaban una atmósfera con una temperatura que desciende a medida que aumenta la altura. Este resultado es exactamente el opuesto a la inversión térmica —un aumento en la temperatura a mayor altitud— encontrado en otros exoplanetas tipo Júpiter.

Por su parte, Ignas Snellen, coautor del artículo e investigador del Observatorio de Leiden, considera que a partir de ahora, los astrónomos podrán estudiar las atmósferas de los exoplanetas que no transitan a sus estrellas, así como medir sus masas de forma precisa, lo cual antes era imposible: «Es un gran paso adelante», asegura.

La espectacular travesía de Venus ante el Sol


El Mundo

Recreación de la línea de luz estelar durante el tránsito de un planeta.|ESADesde la medianoche de mañana martes, día 5 (hora peninsular), y durante casi siete horas, Venus ocultará una minúscula parte de la luz solar. Se trata de un tránsito planetario que no podrá volver a verse hasta dentro de 105 años, en 2117. Por su situación y la de la Tierra, es un fenómeno que sólo se produce dos veces por siglo y con una diferencia de ocho años: el anterior fue en 2004, por lo que ésta será la última oportunidad para observar uno.

Los más afortunados serán quienes viven, en el hemisferio norte, en Estados Unidos, Alaska y Hawai, donde podra verse (con telescopios) porque es de día, pero en España, tan sólo será visible cuando eltránsito esté en su fase final, y ya casi con las luces del alba. Sin embargo, las retransmisiones vía internet harán posible que este nuevo tránsito llegue a todos los rincones conectados del planeta.

Institutos de astrofísica, agencias espaciales y universidades han puesto en marcha un buen número de iniciativas para hacer un seguimiento de este fenómeno tan poco frecuente.

La NASA ha anunciado que enfocará el telescopio espacial Hubble hacia la Luna, para usarla como espejo y detectar la sombra de Venus; y laAgencia Espacial Europea (ESA) utilizará la sonda CoRoT para analizar cómo varía la luz solar durante el trásito y comprobar si así se pueden detectar los componentes de la atmósfera venusiana, algo muy útil para estudiar la de otros planetas extrasolares. También hay varias expediciones organizadas para su retransmisión ‘on line’.

Conexiones en red

Una de ellas es la del proyecto europeo GLORIA, que emitirá por internet ese paseo solar de Venus desde Australia, Noruega y Japón. Miquel Serra, del Instituto de Astrofísica de Canarias, ya ha llegado a las antípodas con telescopios en la maleta para emitir desde tierras australianas. «Coordinaremos la emisión desde el desierto de Karoo, con tres conexiones de 70 minutos en total. En Australia se verá muy bien; es una oportunidad única para divulgar la Astronomía», explica Serra.

Esas tres oportunidades serán a las 00.00, la 1.25 y las 4.26 (horas peninsulares) a través de la web Sky-live.tv. La Universidad de Barcelona también lo retransmitirá en directo, en este caso desde las islas noruegas de Svalbard a través de la página web Venus2012 creada para la ocasión.

El director del Observatorio Astronómico Nacional, Rafael Bachiller, reconoce que el interés científico de este tránsito es escaso, aunque siempre se puede descubrir un fenómeno nuevo gracias a instrumentos que no se tenían en el pasado. Bachiller destaca, sobre todo, una historia plagada de anécdotas y aventuras desde que los babilonios se percataran de que algo extraño pasaba ante el Sol, hace 3.500 años.

Pese a que Pitágoras ya intuyó que ese algo era un objeto, hasta que Galileo inventó su telescopio no se supo que era un planeta que giraba en torno a la estrella. Ya en el siglo XVIII, tras los cálculos de Halley, el francés Guillaume Le Gentil viajó hasta India (en 1761) para ver el tránsito venusiano, y ocho años después se organizó la famosa expedición del capitán Cook a Tahití, un lugar tan ajeno a los europeos de la época como hoy lo es Marte.

Pero fue hace 200 años, gracias a Halley, cuando se averiguó la distancia entre el Sol y la Tierra (149,5 millones de kilómetros), y por ende lel tamaño del Sistema Solar, aprovechando que Venus pasaba entre la estrella y nuestro planeta.

Ya en la era espacial, desde 1962 se han enviado 45 misiones hasta nuestro vecino, que han determinado que su temperatura es abrasadora, su presión muy elevada y su atmósfera muy rica en dióxido de carbono.

Venus no se verá desde la Tierra hasta dentro de un siglo


La Razón

El tránsito de Venus es un acontecimiento tan raro como bello, dicen, e importante para el conocimiento del universo. El planeta pasará por delante del sol este martes, 5 de junio (día 6 en el hemisferio occidental). Cada 243 años Venus transita de manera visible desde la Tierra cuatro veces en periodos un tanto dispares: 105,5 años entre dos tránsitos, 8 entre los dos siguientes y, por último, 121,5 años. La última vez que el fenómeno pudo observarse desde la Tierra fue en 2004 y la próxima vez no será hasta 2117. Los afortunados que se encuentren en Estados Unidos, Hawái y Alaska podrán ver en directo el evento de manera completa (dura siete horas). Para el resto, menos afortunados, la NASA habilitará una web para contemplar on-line las mejores vistas.
La observación de Venus ha sido una excelente oportunidad para conocer el sistema solar. En una época en la que la óptica era muy rudimentaria, observar y comparar los diferentes ángulos de aparición del planeta respecto a un punto representaba una ocasión sin igual para triangular y obtener su distancia a la Tierra. Durante el siglo XVIII se impulsaron dos grandes expediciones para observar los tránsitos. En 1760, el explorador James Cook fue enviado a Tahití con el propósito de hacer unas observaciones que fueron infructuosas hasta la aparición de la fotografía.

Venus pasará entre la Tierra y el Sol el próximo día 5 de junio


El Mundo

El 5 de junio de 2012, Venus pasará por delante del sol visto desde la Tierra, produciendo una silueta que es probable que nadie con vida lo vuelva a ver otra vez.

Los tránsitos de Venus son muy raros, ya que vienen en pares separados por más de cien años. Este tránsito de junio, el segundo de un par que ha comprendido de 2004-2012, no se repetirá hasta el año 2117. Afortunadamente, el evento va a ser ampliamente visible. Los observadores en los cinco continentes, e incluso una pequeña porción de la Antártida, estarán en posición para verlo.

Paso de Venus ante el Sol en 2004. | Efe-EpaEl tránsito de casi 7 horas empieza a las 22:09 (UTC) el 5 de junio. El horario favorece a los observadores en mitad del Océano Pacífico, donde el sol estará en todo lo alto durante la travesía. En los EE.UU., el tránsito alcanzará en su mejor momento al atardecer. Eso es bueno, también. Los fotógrafos creativos tendrán una imagen diruna de una hinchada esfera solar roja «pinchada» por el disco circular de Venus.

No mirar directamente

Los expertos aconsejan no mirar directamente al sol. Venus cubre muy poco del disco solar como para bloquear la luz cegadora. En su lugar, utilice algún tipo de técnica de proyección o un filtro solar. Un soldador de vidrio #14 es una buena opción. Muchos clubes de astronomía tendrán telescopios solares para observar el evento.

Los tránsitos de Venus llamaron por primera vez la atención en el siglo XVIII. En aquellos días, el tamaño del sistema solar era uno de los mayores misterios de la ciencia. La distancia relativa de los planetas era conocida, pero no sus distancias absolutas. La respuesta a la pregunta era tan misteriosa entonces como la naturaleza de la energía oscura ahora.

Venus era la clave, según el astrónomo Edmund Halley. Se dio cuenta de que observando el tránsito desde varios lugares de la Tierra debería ser posible triangular la distancia a Venus. La idea impulsó a los científicos que partieron en expediciones a todo el mundo para ver un par de tránsitos en el año 1760. El gran explorador James Cook fue enviado a observar uno de Tahití, un lugar tan ajeno a los europeos del siglo XVIII como la Luna o Marte puedan parecernos a nosotros ahora. Algunos historiadores han llamado a este esfuerzo internacional «el programa Apolo del siglo XVIII».

En retrospectiva, el experimento entró en la categoría de las cosas que suenan mejor que lo que realmente son. El mal tiempo, la óptica primitiva, la natural «confusión» de la atmósfera de Venus y otros factores impidieron a los primeros observadores la recolección de los datos que necesitaban. El momento adecuado para un tránsito tendría que esperar a la invención de la fotografía un siglo después del viaje de Cook. A finales del XIX, los astrónomos armados con cámaras finalmente midieron el tamaño del Sistema Solar como Edmund Halley había sugerido.

El tránsito de este año es el segundo de un par de 8 años. En junio de 2004 nadie vivo había visto un tránsito de Venus con sus propios ojos, y los bocetos dibujados a mano y fotos granulosas de los siglos anteriores apenas los preparaban para lo que iba a suceder. Los modernos telescopios solares capturaron la vista sin precedentes de la atmósfera de Venus iluminado por el fuego solar. Vieron a Venus en tránsito por la corona fantasmal del Sol. 2012 debe ser aún mejor, porque las cámaras y telescopios solares han mejorado.