El Rijksmuseum cambiará los títulos de cerca de 200 obras para evitar términos ofensivos


ABC.es

  • El museo holandés ha iniciado un programa para evitar términos racistas que puedan herir sensibilidades

 

 «Jovencita negra» (c- 1900), de Simon Maris, ha pasado a llamarse «Mujer joven con abanico»

«Jovencita negra» (c- 1900), de Simon Maris, ha pasado a llamarse «Mujer joven con abanico»

El Rijksmuseum de Amsterdam ha decidido se el primer centro de arte europeo en adecuar los títulos de obras de arte que puedan resultar ofensivos por otros más políticamente correctos. Así, se consideran fuera de lugar términos considerados racistas como «negro», «indio», «moro» o «mahometano».

Como se podría prever, tras el anuncio de la medida, la polémica ha surgido de forma inmediata. Para defenderla, Martine Gosselink, jefa del departamento de historia en el Rijksmuseum y responsable del proyecto, explicó que «a los holandeses a veces nos llaman «cabezas de queso» («kaas kop»), y no nos gustaría que ir a un museo y ver descripciones de cuadros como «Mujer cabeza de queso con niño cabeza de queso», y eso es exactamente lo mismo que lo que está pasando aquí».

La idea, es evitar «nombres dados por los blancos al resto de las razas», según Gosselink, quin puso en evidencia que «solo en los Países Bajos hay un millón de personas que tienen raíces en antiguas poblaciones coloniales, como Surinam, las Antillas o Indonesia». De hecho, al programa, que se puso en marcha el pasado mes de diciembre, se denomina «Ajuste de la teminología colonial».

Entre las voces que han mostrado su desacuerdo, se encuentra la de el británico Julian Spalding, historiador del arte, crítico y escritor, quien declaró a «The Times» que estimaba «absolutamente equivocado eliminar palabras como» negro» (en español), e incluso «nigger» de los textos históricos. Por un lado, es deshonesto, ya que reescribe la historia. En el plano artístico, significa la censura».

Entre las obras que han experimentado modificaciones, se encuentran «Jovencita negra» (c. 1900), de Simon Maris, que ha pasado a llamarse «Mujer joven con abanico»; y la descripción del cuadro «Retrato de Margaretha van Raephorst con sirviente negra» (1668) por, simplemente, «Margaretha van Raephorst».

 

El «minimuseo arqueológico» del Metro de Ópera


ABC.es

  • Una fuente gigante, un acueducto y una alcantarilla de los siglos XIII, XV y XVII, se descubrieron en 2009 durante la reforma de la estación. El rincón secreto es uno de los yacimientos más importantes de la capital

 

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Es un «rincón secreto» y ungran desconocido para el público. Está en el subsuelo, a nueve metros bajo tierra, en la estación de Metro de Ópera situada en la plaza de Isabel II, donde se ubica el Teatro Real. Se trata de un «minimuseo» que fue descubierto por casualidad durante las obras de remodelación de la estación de Metro de Ópera.

El tesoro oculto, uno de los yacimientos más importantes de la capital, apareció sin ser buscado medio año después de iniciarse los trabajos en 2009: la enorme Fuente de los Caños del Peral (s. XIII), la primera monumental de la capital; el Acueducto de Amaniel, de cuatro metros de altura (s. XV), que regaba la huerta y los jardines del Palacio Real y una alcantarilla de ladrillo (s. XVII), que canalizaba el agua que regresaba al venero. Y todo, debajo del Teatro Real.

Todo ello se puede visitar por el público que lo desee en la segunda planta de la estación. Ocupa una superficie de 200 metros cuadrados. Ahí se exhiben los tres elementos que se encuentran en excelente estado de conservación.

La Fuente de los Caños del Peral tiene 36 metros de longitud. Fue ideada por el primer arquitecto del Monasterio de El Escorial, Juan Bautista de Toledo. Aunque su origen es del s.XIII no se monumentalizó hasta el XVII y dejó de funcionar a principios del XIX.

Su misión no era otra que abastecer a la población madrileña a través de la distribución realizada por los «aguadores», uno de los gremios más importantes de la villa, organizados en aguadores de cuba, de borriquillo, de cántaros y vaso. Entonces solo tenían agua corriente los hospitales, los conventos y el Palacio Real. El resto de los madrileños se nutría del agua que manaba de estas fuentes.

Por su parte, el acueducto, que apareció junto al vestíbulo de la línea 2, era el encargado de recoger el líquido elemento de la Cuesta de Santo Domingo para llevarlo a la fuente. Era utilizado como lavadero y el agua sobrante servía para regar la huerta y los jardines del Palacio Real. Tiene cuatro metros de altura y está construido en ladrillo.

Por último, la vía de agua o alcantarilla, de sillares de granito, estuvo en servicio desde el reinado de Felipe II hasta el nacimiento del Canal de Isabel II. Su labor no era otra que canalizar el agua que volvía de la fuente.

Los restos de estas piezas se completan con una sala de audiovisuales en donde se puede conocer a fondo la historia de los restos.

 

El Prado estrena web y se fabrica una nueva imagen


El Pais

  • La atractiva versión ‘online’ del museo interrelaciona obras, autores y actividades

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En el marco de un constante compromiso por el estudio y la difusión, el Museo del Prado lanzó ayer su nueva web, que es, en cierta forma, una nueva imagen de la pinacoteca. Realizada con el apoyo de Telefónica, la iniciativa está dotada de un complejo desarrollo tecnológico y de un diseño en el que las imágenes son protagonistas absolutas. La experiencia de la visita al museo se traslada a lo digital de una forma estéticamente pulida y enriquecida con la ayuda de un modelo semántico, una novedad dentro del ámbito de los museos con presencia digital.

De este modo la nueva web, un proyecto que se inició hace tres años, reemplaza a la de 2007 para mejorar la experiencia online del museo. Con una estructura de módulos, el sistema puede interrelacionar las obras de arte, los autores de la colección y otros activos del patrimonio del museo, como actividades y conferencias.

Las novedades en esta página son tres. Primero, su motor, que está compuesto por la colección y el conocimiento asociado a cada uno de los 10.000 artículos. Esto va de la mano de un diseño dedicado a la imagen que presenta cada objeto con una foto con zoom, una ficha técnica, un texto explicativo, una biografía del autor, etiquetas relacionadas a la obra, una bibliografía de textos académicos en los que aparece, su procedencia, inventarios en la que está incluida y su ubicación en el museo. Ofrece también una sección multimedia con vídeos de conferencias pasadas, avances de exposición y guías curatoriales.

Buscador semántico

Segundo, el buscador facetado es semántico, es decir que la misma web participa adaptándose a las necesidades del usuario. Por ejemplo, si se buscan las palabras “bacanal de Tiziano” aparecen todas las imágenes relacionadas, y en la columna izquierda un abanico con categorías y temas (dioses mitológicos, desnudo, metamorfosis…), época, escuela, materia, soporte, técnica, flora, fauna y personajes, permitiendo que la búsqueda sea aún más refinada. Un usuario que esté buscando obras relacionadas con cualquier tema ya tiene a su disposición obras de arte que el sistema ha interconectado por sí mismo. Es un buscador que permite el acceso a toda la información contenida en la web del museo aplicando patrones y secuencias personales de razonamiento y búsqueda, incluyendo un sistema de recomendación de contenido para profundizar la información demandada partiendo del etiquetado de las obras de las colecciones.

La nueva web permite personalizar las propias visitas del usuario por medio de una red social específica llamada Mi Prado. Incorporando la posibilidad de crear y guardar itinerarios personalizados, obras favoritas y resultados de búsquedas previas, este canal permite ver en qué lugar del museo están ubicadas las obras favoritas del usuario. Se pueden comentar recorridos y compartirlos, así como preparar clases, entre muchas más opciones. Además, Radio 3 de Radio Nacional ha propuesto una selección musical para los recorridos temáticos de la colección permanente.

Mitos y leyendas del Museo Nacional de Antropología


El Mundo

  • Celebra hoy una jornada de puertas abiertas por su 140 aniversario
  • Su origen está rodeado de leyendas y misterios. Hoy funciona como un museo de etnografía de las culturas del mundo
  • Álbum de imágenes de la visita al Museo
Sala principal de Museo Nacional de Antropología.

Sala principal de Museo Nacional de Antropología.

El 29 de abril de 1875 se inauguró en Atocha el Museo Anatómico, conocido popularmente como Museo Antropológico. Hoy, el Museo Nacional de Antropología celebra su 140 aniversario con una jornada gratuita de puertas abiertas de 9.30 a 20.00 horas cuyo plato fuerte será una visita guiada dedicada a su singular fundador: el médico segoviano Pedro González Velasco.

[Álbum de imágenes de la visita al Museo]

«El doctor Velasco fue un personaje excepcional por lo que fue capaz de crear y de reunir. No era un teórico ni un científico, sino un gran coleccionista capaz de crear un museo para servicio, como decía él, de España y de toda la Humanidad, algo que no se le llegó a agradecer lo debido», explica Luis Ángel Sánchez Gómez, profesor titular del departamento de Prehistoria de la Universidad Complutense de Madrid, investigador de la historia del museo y responsable de la visita. Como Sánchez contará a partir de las 18.00 horas, la fundación de este centro museográfico y de investigación se debió a la iniciativa personal de este coleccionista, cuya figura se encuentra envuelta de un halo de misterio vistas las leyendas que circulan a su alrededor. La primera, protagonizada por una de las piezas más llamativas del museo: el gigante extremeño.

Se trata de Agustín Luengo Capilla, el español más alto de la historia con 2,35 metros que, según cuentan, vendió su cadáver al doctor mientras vivía por 2,5 pesetas al día. «No es que sea mentira, es que es pura invención», responde Sánchez con una sonrisa mientras explica que lo único cierto es que el gigante visitó Madrid, donde llegó a conocer al rey Alfonso XII, buscando un remedio a sus dolores, causados por la acromegalia que padecía. «Dos meses más tarde muere, el 31 de diciembre de 1875. No sabemos más de él. Velasco dice que la madre le entrega el cuerpo en bien de la ciencia. El doctor le hace la autopsia esa noche, debió de ser apoteósica esa Nochevieja, y hace lo típico del momento: hace un vaciado, prepara el esqueleto – ambas piezas pueden verse en el museo- y le quita la piel y la prepara montando un maniquí, que viste con el traje que llevaba y que estuvo expuesto un tiempo».

Otro personaje célebre del museo es la hija del doctor, Conchita, que también formó parte de su colección. «Muere en 1864 y Velasco embalsama el cadáver y lo entierra en la Sacramental de San Isidro. Cuando inaugura el museo en el año 75 tiene una idea un tanto peregrina: pide autorización a la Iglesia y a las autoridades sanitarias que le permiten exhumar el cadáver, traerlo al museo y abren el ataúd. Le quita la vestimenta, la deja secar para que se momifique y al cabo de un par de meses la vuelve a vestir, le pone peluca y acaba trayéndola a su casa y la coloca en una urna de cristal», cuenta el profesor, que niega categóricamente los relatos que afirman que el cadáver de la niña se sentara a la mesa o paseara en coche de caballos.

Más allá de mitos y anécdotas, este gabinete de curiosidades, integrado por objetos pertenecientes a los tres reinos de la naturaleza -mineral, vegetal y animal-, muestras de antropología física y teratología (o seres monstruosos), así como antigüedades y objetos etnográficos, colocó a Madrid en la vanguardia europea tanto por el valor de la colección como por el del edificio, construido con los ahorros del doctor por el Marqués de Cubas.

Poco tiempo pudo Velasco disfrutar de su obra pues falleció apenas siete años después de la apertura. El Estado compró entonces el museo y la colección, que se repartió entre la Facultad de Ciencias y la de Medicina, pero nadie asumió que el museo tuviera que seguir vivo.

Tras años cerrado entre 1910 y 1940 se trasformó en Museo Etnográfico y Antropológico, llenándose de maniquís que pretendían definir las etnias y tipos raciales, según cuenta Sánchez.

Tras décadas sin recibir mucha atención, en 2004 el ya Museo Nacional de Antropología -un museo de etnografía de las culturas del mundo con colecciones sobre todo de Filipinas, África y América, con piezas del siglo XIX y otras más cercanas- inicia la renovación de su exposición permanente con un nuevo objetivo: «transmitir los valores de respeto y convivencia con todas las culturas», afirma el director de la institución, Fernando Sáez Lara.

Museo Carlos de Amberes


web

  • El nuevo Museo de la Fundación Carlos de Amberes rinde homenaje a los grandes maestros flamencos y holandeses
Título de la foto

‘Fiesta de Nuestra Señora del Bosque’ (1616), de Denis Van Alsloot.

Resulta llamativo que la pieza más importante del nuevo Museo Carlos de Amberes haya estado siempre en el mismo lugar donde hoy podemos contemplarla: en la parcela que un ciudadano flamenco donó en 1594 para construir una institución destinada a atender a viajeros de las Diecisiete Provincias de los Países Bajos. El Hospital de San Andrés de los Flamencos daría paso en 1988 a la Fundación Carlos de Amberes, y desde entonces El martirio de San Andrés (1638-1639) de Rubens, la obra a la que nos referimos, ha presidido la antigua capilla del edificio.

Desde luego, este impresionante lienzo encargado por el Hospital a mediados del siglo XVII es un inmejorable núcleo para este museo que, en tiempos de saturación expositiva, apuesta por una experiencia concentrada y de dimensiones humanas.

Entre sus muros, un selecto conjunto de pinturas y tapices reúne a algunos de los grandes nombres de la pintura flamenca y holandesa de los siglos XVI y XVII. Esta colección permanente, llamada Maestros flamencos y holandeses, ha surgido del esfuerzo de instituciones como el Real Museo de Bellas Artes de Amberes (que ha cedido 21 pinturas) o el Museo del Prado, prestador de una decena de cuadros. Sin embargo, poco hay de provisional en un recorrido diseñado para dar cabida a géneros muy diferentes y para privilegiar la confrontación directa con los cuadros sustituyendo las cartelas por un catálogo muy detallado.

‘Margarita de Austria’ (1519-1529), de Bernard Van Orley.

El recorrido podría empezar con la creación más antigua de la colección, un retrato de Margarita de Austria firmado por Van Orley entre 1519 y 1529. Comparte estancia con lienzos tan valiosos como los dedicados a los Archiduques Alberto e Isabel, ambos pintados en 1615 por Rubens, responsable de los retratos, y por Jan Brueghel el Viejo, que se encargó de reproducir, al fondo de los mismos, las residencias veraniegas de los aristócratas. Van Dyck firma a su vez un imponente y tenebroso Retrato ecuestre de Cornelis de Wael (1622-1627), con influencia de Rubens, así como la elegante efigie de Policena Spinola, marquesa de Leganés, de la misma fecha.

En la segunda sala, dedicada a las imágenes mitológicas y religiosas, sobresalen los nombres de Rubens, Jacob Jordaens y Michaelina Wautier, uno de los contados casos de pintoras cuyo nombre logró sobresalir en un entorno mayoritariamente masculino. De ella se exponen dos pinturas (Retrato de una joven, 1655, y Santa Inés y Santa Dorotea, sin fechar) que demuestran su talento como retratista y su aguda visión. Junto a estas obras, un monumental tapiz de más de cinco metros de largo atribuido a Jan Van Roome subraya la excelencia de este tipo de piezas durante el siglo XVI. Evoca un episodio de la Eneida y pertenece a una serie de tapices que fue de Felipe II y que, salvo éste, ha desaparecido por completo.

La tercera sala es la más evocadora, porque fue en el tratamiento de temas cotidianos y burgueses donde los pintores flamencos mostraron mayor libertad y creatividad. Hay escenas costumbristas de David Teniers II, detallados bodegones y una extraordinaria pintura de temática animal ejecutada por Jan Fyt, Cisnes en el agua. En la misma estancia, en un espacio dedicado a pequeñas exposiciones temporales, se puede ver ahora una exquisita serie de 11 grabados de Rembrandt dedicados al desnudo. Que no engañe su reducido tamaño: al igual que sucede con este museo, ofrecen una ocasión única para ejercitar dos capacidades -la contemplación y la observación- tan necesarias como infravaloradas en nuestros días.

Francia recibe la exposición «Revelación de un tiempo sin fin»


INAH

*** La exposición llega al Museo de quai Branly, en la ciudad de París, donde será inaugura este 6 de octubre y permanecerá hasta febrero de 2015

*** La muestra ha sido admirada por 435 mil 470 personas en las ciudades de México y Sao Paulo

Recibe Francia la muestra Mayas

La magna exposición mexicana “Mayas. Revelación de un tiempo sin fin” fue inaugurada el día de hoy en Francia, en el Museo de quai Branly, donde permanecerá hasta febrero de 2015.

Precedida de un notable éxito de público, admirada por 435 mil 470 personas en las dos sedes donde se ha presentado de las ciudades de México y Sao Paulo, la exposición Mayas. Revelación de un tiempo sin fin llega al Museo de quai Branly, en París, Francia, donde será inaugurada este 6 de octubre y permanecerá hasta febrero de 2015.

La apertura de la muestra en el recinto parisino, compuesta por 385 piezas, ha generado gran expectativa entre el público, que tradicionalmente ha manifestado un amplio interés por las culturas mesoamericanas y, en particular, la maya.

Integran la colección urnas, incensarios, cerámica, estelas, dinteles y máscaras funerarias de jade, así como piezas inéditas, procedentes de hallazgos recientes, entre ellas dos entierros con sus ofrendas, encontrados en Balamkú y la isla de Jaina, en el estado de Campeche.

Organizada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), la exposición presenta un amplio recorrido de más de tres mil años de historia de los mayas, cuya propuesta museográfica le ha permitido itinerar por diversos espacios.

Asimismo, ofrece la oportunidad de ver piezas únicas reunidas por primera vez, resaltando sus cualidades estéticas y su significado histórico. Las obras representativas de toda el área maya reflejan la capacidad creadora, la sensibilidad estética y la perfección técnica lograda por los mayas.

Entre las piezas más relevantes está el Tablero del trono del Templo XXI de Palenque, del periodo Clásico Tardío (600-900 d.C.), que muestra a cinco personajes que realizan una ceremonia de autosacrificio. Al centro está el famoso gobernante K’inich Janahb Pakal, quien ofrece una espina de raya a su nieto, y otros personajes de la élite maya. También destaca un conjunto de bloques glíficos que relatan varios acontecimientos.

El hombre y la naturaleza es el primer núcleo temático, en el que se aborda la importancia que tuvieron la flora y la fauna en el mundo indígena prehispánico. Algunas plantas, fundamentalmente el maíz, estuvieron ligadas a la sustancia de la que fueron formados los seres humanos. Los animales eran considerados hermanos de los hombres, por lo que existen múltiples representaciones de vegetales y animales, y de seres humanos vinculados con ellos.

Comunidad humana y vida cotidiana es el segundo apartado en el que se muestran diversos aspectos de la sociedad maya, con énfasis en las ofrendas, la indumentaria, los ornamentos corporales y las costumbres alimenticias.

En el módulo El corazón de las ciudades se conjuntan elementos arquitectónicos, escultóricos y pictóricos de áreas ceremoniales de algunas de las grandes urbes mayas, mostrando la diversidad de estilos.

En la cuarta sección, El hombre frente al tiempo y los astros, se exhiben inscripciones de tipo astronómico y calendárico en piedra y estuco, con sus lecturas epigráficas. Asimismo, se integran vasijas y otros objetos con representaciones cosmológicas. Un ejemplo es el Monumento 175 de Toniná, de piedra arenisca, que data del periodo Clásico Tardío, el cual registra una ceremonia alusiva al fuego realizada por el Gobernante 8 en la tumba del Gobernante 1 en la fecha 3 Manik’ 0 Muwaan, equivalente al 31 de octubre de 799 d.C. También muestra la escena de un prisionero.

El siguiente rubro, Las élites gobernantes y su historiografía, presenta a los mayas escribiendo su propia historia, sobre todo la de los gobernantes, a través de inscripciones jeroglíficas que dejaron plasmadas en estelas y otras piezas, y que gracias a los avances en la epigrafía, la mayor parte de estos textos ya se pueden leer.

De este modo, se presentan obras que revelan el ascenso al trono, hazañas guerreras, matrimonios, así como a los personajes religiosos y políticos, que al lado del gobernante supremo, estaban a la cabeza de cada Estado maya.

En Las fuerzas sagradas se explican las ideas religiosas, la veneración a los estratos cósmicos (cielo, tierra, inframundo) y las fuerzas naturales (sol, lluvia, relámpago), y la sacralidad de la vida expresada en figurillas de deidades femeninas y de dioses representados en cerámica, esculturas, urnas, incensarios, etc.

El hombre frente a los dioses: los ritos, es el séptimo núcleo temático que aborda la vida ritual, los mitos cosmogónicos y el culto a las deidades. Entre las piezas representativas de estas prácticas está el Disco de Chinkultik (marcador de juego de pelota de piedra caliza) que data del periodo Clásico Temprano (250-600 d.C.), donde está representado el gobernante Chinkultik con un gran tocado de plumas y flores.

En el último apartado, Entrar en el camino: ritos funerarios, exhibe piezas como urnas, cerámica, joyas, además de máscaras funerarias elaboradas en mosaico de jade, acompañadas de adornos de jade, de concha Spondylus y de otros materiales.

Entre los objetos exhibidos, destacan la Máscara con orejeras de Calakmul, la Máscara funeraria de Dzibanché y la Máscara del cinturón ceremonial de Pakal. En los entierros de los gobernantes, su cara era cubierta con una máscara de jade, material precioso, símbolo de poder, inmortalidad y fertilidad, que buscaba sustituir el rostro perecedero del muerto con un retrato perdurable para conservar su espíritu.

Mayas. Revelación de un tiempo sin fin se conforma de piezas procedentes de 20 museos mexicanos, entre ellos el Museo Nacional de Antropología, el Museo Regional de Chiapas, el Museo de Sitio de Palenque “Alberto Ruz Lhuillier”, el Museo de Sitio de Comalcalco, el Museo Maya de Cancún, el Museo Regional de Antropología Palacio Cantón y el Museo Arqueológico de Campeche Fuerte de San Miguel.

Europa por un cochinillo


El Pais

  • El insólito viaje de vuelta al yacimiento italiano de Paestum de una pieza de arte única

Templo dedicado a Neptuno en el yacimiento italiano de Paestum. / rené mattes (hermis-corbis)

El año 2007 fue especialmente productivo para el patrimonio italiano en cuanto a recuperación de bienes arqueológicos expoliados: 67 piezas fueron restituidas a sus sitios o a museos; entre aquellos tesoros, destacaba uno: la crátera firmada por Assteas, del siglo V a. C. y que en una de sus caras representa el rapto de Europa. Al menos parcialmente, se había vencido el incesante saqueo de que es víctima el sur del país, una exportación clandestina de obras únicas que va desde los etruscos a la Italia griega llegando a los tiempos romanos. La crátera de Assteas terminó exhibida con triunfo y boato en el Museo de la Villa Getty de Malibú; el mérito es de un departamento especializado de los carabineros. La alarma saltó en 1983 con una publicación monográfica hecha justo en Malibú por Marit Jentoft Nilsen.

Desde antes de su recuperación, tan compleja que intervinieron los cuerpos diplomáticos de Estados Unidos e Italia, la crátera de marras, dado su excepcional valor, estaba siendo estudiada por un equipo de expertos italianos rastreadores entre los que están Marina Cipriani, Maria Luisa Nava y Angela Pontrandolfo, que han sentido, además de la fascinación por el objeto, la manera de acercarse a un homenaje a un artesano semidesconocido que ocasionalmente salta en los libros y en la historia, aquí y allá: Assteas, el que firmaba sus vasos. No era raro que un artista de este calibre signara su obra. Pensemos en un ejemplo que se puede ver en Madrid: la Copa de Aison del Museo Arqueológico Nacional cuyo motivo son las hazañas de Teseo, también de la segunda mitad del siglo V a. C. y probablemente la joya más lucida de este género en colecciones españolas.

En el mismo 2007, el prodigioso e intacto vaso de Assteas se exhibió en Roma en la muestra Capolavori ritrovati [Obras maestras recuperadas] en el Quirinale y ya entonces había mucho rumor en torno sus viajes anteriores. Parece que empezó a dar tumbos (pensemos en su fragilidad) alrededor de 1970, pasando por varios anticuarios sin escrúpulos y que el origen estaba en un tratante local, que se la compró a un profanador de tumbas por un puñado de liras y un cochinillo (vivo). La crátera de Assteas viajó oculta a Suiza y permaneció en una colección privada hasta que en 1981 los Getty la compran por 380.000 dólares: así llegamos elípticamente al pequeño puerco </CF>más caro de la historia. Las pesquisas del departamento de defensa del patrimonio histórico de los carabineros llegaron a la conclusión que la pieza se excavó en los alrededores de Santa Agata dei Goti, un pueblo de la región de Sannio que los arqueólogos identifican como la antigua Saticula.

La firma de la crátera ha estado en el eje del encono por la devolución: se trata de una obra maestra, no de un cántaro más. En la memoria de las indagaciones, uno de los anticuarios relató que le habían contado que todo el trato se había hecho a la luz del día y que al tombarolo [expoliador de tumbas] “le faltaban todos los dientes, decía la mitad de las frases en un dialecto incomprensible y no abandonó en ningún momento su gruesa garrocha”.

Vaso en cerámica de Assteas que representa el rapto de Europa.

Assteas firmó otros vasos; en Paestum hay cuatro; uno está en Atlanta, otro en Berlín, y otro en Madrid: el que relata la locura de Heracles y que trajo a España el marqués de Salamanca tras la excavación de unas tumbas que patrocinó en Licinella. Eran otros tiempos. Pero si por alguna razón el viajero no se siente atraído por las cráteras, Paestum tiene al menos otras dos cosas capaces de robarle el corazón a cualquiera, todas arcaicas y misteriosas, todas envueltas en esa nebulosa entre la arqueología y la mística de lo mitológico que pervive. En el mismo museo está la hoy por fin famosa Tumba del Tuffatore (470 a. C.), con sus cinco partes (cuatro paneles que hacen caja y la tapa mortuoria), mostrando una escena que no se sabe bien qué es y que ha hecho saltar la imaginación de literatos y estudiosos. En una de las pinturas, hay un gran vaso sobre una mesa. ¿Simposio o procesión hacia Hades? ¿Celebración de la muerte o banquete memorial? El nombre de la tumba viene dado por lo que se dibuja en la tapa: el estilizado clavadista que se lanza a las aguas, un símbolo del paso de la vida a la muerte. La tumba se descubrió en tiempos recientes (1968) y desde entonces, el debate griego está abierto, y en lo que todos están de acuerdo es que se representa el momento final del banquete y de la existencia, tratada con goce dionisíaco. Si a alguien esto le sabe a poco, enfrente tiene al metopa arcaica del suicidio de Ajax, con su aguda geometría, su aparente simplicidad dramática y trayendo el homérico lamento del hurtado de las armas de Aquiles como la metáfora imperecedera de un robo injusto.

Cuando el arte supera la realidad


El Pais

  • La Fundación Thyssen dedica una retrospectiva al Hiperrealismo, el movimiento artístico más popular de todo el siglo XX

Una visitante, ante ‘Saliendo del metro’, cuadro de Clive Head. / CLAUDIO ÁLVAREZ

Audrey Flack (Nueva York, 1931) fue la única mujer que integró el fotorrealismo, movimiento surgido en Estados Unidos a mediados de los sesenta que cruzó el Atlántico para ser bautizado en Europa como hiperrealismo. Con un admirable dominio del castellano y una fascinación sin límites por el barroco español, Flack ha recordado en el Thyssen entre sus amigos de adolescencia a casi todos los grandes nombres del santoral artístico estadounidense de mitad de siglo (De Kooning, Pollock). Fue ella la única quien, lejos de decantarse por el expresionismo abstracto o el arte conceptual, tan en boga, echó a correr en dirección opuesta para abrazar el movimiento pictórico más maniacamente fiel a la realidad.

Y quizá no se equivocó, después de todo; el hiperrealismo acabaría siendo la escuela más popular del siglo pasado y también de este. Flack se hizo conocida en todo el mundo por sus retratos de Macarenas y Soledades inspiradas en la Semana Santa española. También, por unas naturalezas muertas que concentran la esencia de lo femenino a partir de objetos tan cotidianos como las flores, el maquillaje o los naipes. Una de sus obras más conocidas, Queen (1976) destaca en la exposición Hiperrealismo 1967-2012, que se inaugura mañana en la Fundación Thyssen con 61 obras firmadas por Richard Estes, John Baeder, Robert Bechtle, Tom Blackwell, Chuck Close o Robert Cottingham. Coproducida por el Instituto para el Intercambio Cultural de Alemania, y comisariada por su director, Otto Letze, esta muestra itinerante persigue colocar la expresión artística más fiel a los detalles lejos de los tópicos, mucho más allá de los que tildan el movimiento de anacrónico y academicista.

Relucen los retratos de Chuck Close o las cabinas de Richard Estes

Los retratos de Chuck Close, los bodegones de Ralph Goings, la Harley Davidson de Tom Blackwell o las cabinas telefónicas de Richard Estes relucen en el Thyssen con tal nitidez cargada de destellos que sirven como la prueba definitiva de que estos artistas lograron lo que buscaban: saciarse de realidad. Son, en palabras de Guillermo Solana, director artístico del museo madrileño, el envoltorio perfecto de los objetos de consumo que conforman la iconografía occidental. “Ya lo hacían los artistas pop, pero aquí se exprime hasta el máximo en su vertiente más fetichista”.

Al galerista y coleccionista Louis Meise le debemos el bautismo del movimiento. Él ejerció de auténtico mentor, pero no fue hasta la Documenta de Kassel de 1972 que el grupo obtuvo notoriedad mundial. El comisario de aquella cita, Harald Szeemann, supo reconocer la densidad intelectual de estos artistas y les convirtió en grandes estrellas del firmamento contemporáneo. Dejaron de ser meros contempladores del brillo de la mercancía capitalista para presentarse ante el mundo como autores de una obra compleja.

Antes y después de Szeemann, la iconografía “genuinamente americana” sirvió a estos artistas para llevar al extremo la experiencia visual. El destello metálico de los objetos de consumo centellea en los primeros planos y en los detalles ampliados de la carrocería de coches y motos que surcan como una promesa de futuro las grandes llanuras. Salpicaderos, guardabarros, y manillares “sirven”, apunta Solana, “para apelar a la fascinación por el ilusionismo, por el trampantojo”. “Cuando el espectador se enfrenta a uno de estos cuadros, sueña con entrar en ellos”, añade el director.

Además de las dos dimensiones, las obras reunidas en la exposición siguen doblegando el interés del público. Audrey Flack fija la clave del éxito en que, bajo la apariencia de modernidad absoluta, hay un fondo que recuerda los interiores y escenas cotidianas de la pintura flamenca y, sobre todo, al barroco español.

¿Tuvo dificultades añadidas por el hecho de ser la única mujer en el grupo pionero? “No con los otros artistas, pero en la Documenta de Kassel no me incluyeron porque mis piezas eras demasiado femeninas”, contó entre risas durante la presentación de la exposición.

El espectador sueña con entrar en estos cuadros

Su bodegón Queen está dedicado a su abuela, que murió con 103 años. Aunque si se le pide que hable de su obra más especial menciona dos: una dedicada a Marilyn Monroe y otra inspirada en la II Guerra Mundial. “La hice en 1945 y es un tema que no se trató artísticamente hasta 1978. En el fondo del cuadro, hay una fotografía en blanco y negro de mujeres prisioneras justo antes de ser liberadas. Delante de ellas, imágenes en color de una merienda con pasteles y té. Se consideró una frivolidad hasta que una asociación de mujeres judías me invitó a hablar de la obra. Yo iba vestida con vaqueros y ellas, elegantísimas. Me explicaron que después de salir del campo se habían jurado no volver a vestir jamás con harapos. Les encantó la obra”.

El príncipe de Urgavo


El Pais

  • El Museo de Jaén acoge una exposición sobre las cráteras griegas descubiertas en Arjona

Una visitante observa dos de las cráteras griegas expuestas. / J. M. Pedrosa

En las sociedades íberas poseer cráteras griegas era un símbolo de gran prestigio y su uso podía ir desde depositar el aceite para la ofrenda a los dioses hasta guardar las cenizas de un difunto. Hace dos años, con motivo de una riada que afectó a la población, quedaron al descubierto varias de estas cráteras que estaban en la necrópolis de Arjona (Jaén) y que los arqueólogos atribuyen al ajuar del príncipe de Urgavo, del siglo I.a.C.

La excavación llevada a cabo por el Centro Andaluz de Arqueología Ibérica, con sede en la Universidad de Jaén, permitió localizar hasta ocho de estas cráteras en la cámara íbera de Piquía, cuatro de las cuales han sido restauradas antes de su llegada al Museo Provincial de Jaén, donde se exponen bajo el lema La memoria de los príncipes de Urgavo.

El origen de estas vasijas se sitúa entre los siglos IV y III a.C., lo que hace pensar al arqueólogo Arturo Ruiz que fueron conservadas por los antepasados del príncipe íbero y “demuestra el valor que le daban a estas piezas en la sociedad íbera”. Ruiz, que es el director del hoy bautizado como Instituto Universitario de Arqueología Ibérica, sostiene que, probablemente, el ajuar de la cámara principesca fue expoliado en el marco de alguna guerra de la época, quizás la de César y Pompeyo que se desarrolló por esa zona. No obstante, se piensa que, no mucho después, sus allegados sellaron la cámara con un acto piadoso con el sacrificio de una vaca, un cerdo y un cordero.

Se piensa que el ajuar de la cámara fue expoliado en el marco de alguna guerra de la época

La excavación ha permitido descubrir un rico ajuar compuesto por un carro; materiales de cerámica ibérica; una tapadera de plomo con el nombre del personaje; la denominada caja de los guerreros, una urna de piedra con bajorrelieves en sus caras laterales que escenifican luchas entre guerreros; vidrio romano, ánforas y armas, entre otros. Además, el príncipe fue enterrado como un romano, con un gladium (una espada) y con cota de malla. Una de las ánforas está dedicada a la mujer, con temas tan femeninos como el aseo o el arreglo de la novia. Otra con las hazañas del héroe, que era una forma de narrar algunos de los hechos cotidianos.

Los arqueólogos esperan ahora excavar otra veintena de tumbas de la necrópolis de Arjona, donde esperan ampliar los conocimientos sobre la sociedad ibera. Solo en la provincia de Jaén hay inventariados 500 yacimientos iberos. Los más representativos forman parte del Viaje al Tiempo de los Iberos, un itinerario turístico-cultural impulsado por la Diputación jiennense.

El Museo amplía su horario los viernes y sábados hasta las diez de la noche


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MACBA al anochecer


Del 13 de julio al 22 de septiembre de 2012, el Museu d’Art Contemporani de Barcelona (MACBA) amplía su horario habitual y abre sus puertas los viernes y sábados hasta las diez de la noche. Así, durante los meses de verano pueden visitarse las cinco exposiciones que ofrece actualmente el MACBA en un horario de tarde especial. Este nuevo horario, una clara apuesta por acercar el público local al Museo, estará vigente, como mínimo, hasta las fiestas de la Mercè.

Durante esta franja horaria (de 8 a 10 de la noche), los visitantes pueden asistir a actividades especiales, como visitas comentadas a las exposiciones conducidas por un juego de azar, y disfrutar de la terraza de la primera planta del Museo, con sus vistas privilegiadas a la Plaça dels Àngels, donde Moritz les invita a una cerveza si les apetece. Además, por el precio de la compra de la entrada se regala un PASSI, un carné que permite visitar el MACBA durante un año de forma gratuita.

Estas son las primeras de un conjunto de iniciativas que el MACBA irá desplegando en los próximos meses para abrir el abanico de posibilidades de relación del público con el Museo.

EXPOSICIONES EN CURSO

Centre Internacional de Fotografia Barcelona (1978-1983): Hasta el 26 de agosto.

Rita McBride. Oferta pública / Public Tender: Hasta el 24 de septiembre.

Colección MACBA. Le Corbusier y Jean Genet en el Raval / Gordon Matta-Clark. Portfolio Office Baroque / Roberto Rossellini. Filmando Beaubourg: Hasta el 21 de octubre.

Luis Claramunt. El viaje vertical: Hasta el 21 de octubre.

La utopía es posible. ICSID, Eivissa 1971: Hasta el 20 de enero de 2013.

Museu d’Art Contemporani de Barcelona (MACBA)
Plaça dels Àngels, 1
08001 Barcelona
www.macba.cat