Familia Cassini y la Triangulación de Francia


La familia Cassini, compuesta por el padre Giovanni Cassini (1625-1712), su hijo Jacques Cassini (1677-1756) y su nieto Cesar Cassini (1714-1784), es ampliamente reconocida por su trabajo como astrónomos y cartógrafos en Francia. Sin embargo, su legado más destacado fue la introducción y aplicación de una nueva técnica de triangulación para la medición de las áreas, lo que permitió obtener el mapa más preciso de la época: un atlas de Francia. Gracias a su riguroso trabajo, la familia Cassini sentó las bases para la creación de un sistema cartográfico preciso y unificado en Francia, que se convirtió en un modelo para otros países.

La Triangulación de Francia fue un proyecto geodésico llevado a cabo en el siglo XVIII en Francia, con el objetivo de medir con gran precisión el territorio francés y establecer un sistema de referencia geográfico. El proyecto fue liderado por la familia Cassini, una dinastía de astrónomos y cartógrafos franceses que trabajaron en la elaboración de mapas y la medición de la Tierra durante varias generaciones.

El proceso de triangulación consistió en medir las distancias y los ángulos entre puntos fijos en el suelo para crear una red de triángulos que permitieron determinar las coordenadas geográficas de cualquier punto dentro del área de estudio. Para ello, se utilizaron instrumentos de precisión, como teodolitos y niveles, y se midieron distancias utilizando unidades de medida estandarizadas.

El proyecto de la Triangulación de Francia tuvo una gran importancia histórica, ya que estableció las bases para la creación de un sistema cartográfico preciso y unificado en Francia, que se convirtió en un modelo para otros países. Además, la información obtenida a través de este proyecto fue fundamental para la realización de otras investigaciones científicas, como la determinación de la forma y tamaño de la Tierra.

Hoy en día, el sistema de referencia geográfico de la Triangulación de Francia se ha modernizado y se utiliza en todo el mundo, gracias a la creación de sistemas de posicionamiento satelital como el GPS. Sin embargo, la precisión y el rigor científico del proyecto de la Triangulación de Francia siguen siendo una referencia para la geodesia y la cartografía moderna.

De los resultados obtenidos resultó que Francia era más pequeña de lo que se había creído hasta entonces. Su labor sería continuada por Guillermo Delisle.

Guillermo Delisle (1675-1726) fue un reconocido cartógrafo francés que también contribuyó significativamente a la triangulación de Francia en el siglo XVIII. A petición de Jean-Dominique Cassini, Delisle se unió al proyecto de medición de la longitud de un grado de latitud en Francia, y trabajó en la elaboración de un mapa detallado del país utilizando la técnica de triangulación.

Con su precisión y habilidad para crear mapas, Delisle produjo varias publicaciones cartográficas importantes, incluyendo el primer atlas de Rusia. Además, fue miembro fundador de la Academia de Ciencias de Francia y de la Academia de Berlín, y es reconocido como uno de los cartógrafos más influyentes de su tiempo. Su trabajo en la triangulación de Francia allanó el camino para la creación de mapas más precisos y fiables en todo el mundo.

Guillermo Delisle (1675-1726) fue un reconocido cartógrafo francés que también contribuyó significativamente a la triangulación de Francia en el siglo XVIII. A petición de Jean-Dominique Cassini, Delisle se unió al proyecto de medición de la longitud de un grado de latitud en Francia, y trabajó en la elaboración de un mapa detallado del país utilizando la técnica de triangulación.

Con su precisión y habilidad para crear mapas, Delisle produjo varias publicaciones cartográficas importantes, incluyendo el primer atlas de Rusia. Además, fue miembro fundador de la Academia de Ciencias de Francia y de la Academia de Berlín, y es reconocido como uno de los cartógrafos más influyentes de su tiempo. Su trabajo en la triangulación de Francia allanó el camino para la creación de mapas más precisos y fiables en todo el mundo.

La Conquista del Polo Norte


Hace un siglo, el 14 de diciembre de 1911, el noruego Roald Amundsen al frente de un equipo de cinco hombres, alcanzó el Polo Sur por primera vez en la Historia. El 17 de enero de 1912, 34 días más tarde, Robert Falcon Scott, junto con otros cuatro británicos, llegaba caminando hasta aquel mismo punto en el corazón del continente antártico. El primero retornó a la civilización; el segundo falleció mientras regresaba al campamento base. Uno se trajo el éxito; el otro quedó atrapado por el fracaso junto a sus compañeros. Ambos se convirtieron en héroes.

Los tintes épicos que rodearon la conquista del polo Sur en los albores del siglo XX, convirtieron esta carrera en la más dramática de cuantas competiciones jamás ha emprendido el espíritu humano. Auspiciados por un pujante nacionalismo y con el apoyo de descubrimientos como las máquinas de vapor y los nuevos medios de comunicación que hicieron al mundo mucho más pequeño, en el periodo entre mediados del siglo XIX y la mitad del XX las grandes naciones de Occidente se lanzaron a conquistar el mundo.

Alemania, Estados Unidos, Bélgica, Francia, Italia, Suecia y especialmente una Inglaterra cargada de poderosas razones victorianas, fueron borrando una tras otra las últimas manchas blancas del mapamundi. La fiebre de la conquista se propagó de las selvas africanas a los desiertos centrales de Asia, alcanzando su arrebato en las regiones polares, hasta alcanzar su final al mismo tiempo que se lograba ascender a las cumbres más altas de la Tierra, en el Himalaya y ya en la década de los pasados 50. Sólo cuando hubo conquistado aquellos últimos lugares vírgenes, el hombre miró al espacio.

El camino del polo Sur pasa por el polo Norte

«Se ha conquistado el polo Norte». En 1909 viajó por todo el mundo la noticia de que Robert Peary lo había logrado —es muy posible que tanto Frederick Cook como Robert Peary pensasen que realmente habían conseguido el éxito en sus respectivas aventuras. Hoy se ha demostrado que no lo hicieron, pero en 1909 no se sabía nada de esto—. Fue un duro revés para el noruego Roald Amundsen, que preparaba una expedición para ser él el primero. Había conseguido que Fridtjof Wedel-Jarlsberg Nansen le dejase el barco polar ‘Fram’; también que el Gobierno noruego y diferentes patrocinadores de su país subvencionasen la aventura.

Haciendo uso de su mentalidad práctica, en la que lo que realmente importaba era conseguir sus objetivos, supeditando la manera de lograrlo al éxito final, Amundsen cambió su sueño anhelado. En vez del ya conquistado polo Norte, marcharía al todavía virgen polo Sur.

Para evitar que nadie le retirase sus apoyos y sobre todo, porque sabía que el británico Robert Falcon Scott se dirigía a la Antártida con idéntico objetivo, Amundsen mantuvo en secreto sus cambios de planes durante el año que duraron los preparativos del viaje. «Si se quería salvar la expedición, era necesario actuar rápidamente y sin ninguna vacilación. Con la misma velocidad que las noticias habían viajado a través del mundo, decidí cambiar mi punto de vista y volví mi mirada hacia el polo Sur», escribiría Amundsen sin el menor inconveniente en el relato de aquella aventura.

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La edad de oro de la exploración polar

La épica de los descubrimientos tuvo su momento álgido en los albores del siglo XX con la conquista de ambos polos. Nunca antes se vio algo semejante, nunca jamás el hombre se expuso y se fajó cuerpo a cuerpo con una naturaleza cuya esencia salvaje la convirtió a nuestros ojos en despiadada. El periodo se conoce como la edad de oro de la exploración polar.

Esta edad de oro tuvo en los noruegos Fridtjof Nansen y Roald Amundsen y en el británico Ernest Shackleton sus mejores exponentes. Después de sus gestas, sólo los intentos por subir a Everest de los alpinistas británicos, en especial de George Mallory —desaparecido en 1924 tal vez mientras descendía de la cima del techo del mundo—, lograron un paroxismo dramático semejante.

A finales del XIX el más preciado objetivo de la exploración era la conquista del polo Norte. El noruego Nansen estuvo a punto de conseguirlo en un memorable viaje a través de la banquisa ártica entre 1893 y 1896. No lo consiguió por poco. Años después, en febrero de 1908, el médico y experimentado explorador polar estadounidense Frederick Cook partió de Groenlandia hacia el punto más al norte del globo, iba en compañía de dos esquimales llamados Ahpellah y Etikishook. Afirmó haberlo alcanzado el 22 de abril de 1908.

La discrepancia de las observaciones de Cook con las de sus compañeros inuit y la falta de los datos tomados en aquel viaje, al parecer guardados en unas cajas que desaparecieron en Groenlandia tras su regreso, junto con las imprecisiones en el relato de su ascensión al monte McKinley años antes, restaron credibilidad a las palabras del médico americano. El también explorador polar estadounidense Robert Edwin Peary supo aprovechar aquellas fisuras y, gracias a una intensa intensa campaña de desacreditación secundada por sus incondicionales, hizo que se le negase el éxito a Cook en el polo Norte.

Un año después, el 6 de abril de 1909, Peary afirmó haber sido el primero en el polo Norte, con la compañía de cinco miembros de una gran expedición formada por 23 hombres. Su hazaña sí fue reconocida como auténtica durante muchos años. En la actualidad pocos piensan que realmente lo lograse. El enfrentamiento entre los partidarios de Cook y los de Peary aún no se ha resuelto, más aún después de las últimas evidencias que dejan al segundo en entredicho.

El tiempo que Peary declaró haber empleado en alcanzar el polo Norte fue una de ellas. Posteriores travesías polares demostraron que es la tercera parte del menor número de días posibles que son necesarios para recorrer el itinerario que dijo haber seguido el americano. La rectificación de parte de sus diarios y otros asuntos, han hecho concluir que Peary nunca llegó al polo y tal vez se quedase a 150 kilómetros de distancia de dicho punto geográfico.

De esta manera, tan anhelado lugar continuó virgen hasta que el 6 de abril de 1969 el explorador británico Sir Wally Herbert, lo alcanzó por primera vez en la Historia a pie y en completa autonomía durante la Expedición Británica Transártica, un viaje en el que empleó 16 meses. Singular paradoja dice mucho de la dificultad de las aventuras polares: el hombre puso el pie en uno de los lugares más hostiles y alejados de la Tierra el mismo año que logró pisar la Luna.

La carrera más fría de la Historia

El 7 de junio de 1910 Roald Amundsen partió a bordo del ‘Fram’ desde Christiania, en Noruega. En vez de enfilar hacia el Ártico, se dirigió hacia el Atlántico Sur. Sólo cuando habían atracado en Madeira, última escala antes de la Antártida, Amundsen descubrió a una sorprendida tripulación que se dirigían al continente helado.

El aviso del cambio de planes también causó sorpresa a Fridtjof Nansen, propietario del ‘Fram’, y a los miembros de la Expedición Británica Antártica, a quienes les pareció más que inadecuado. Amundsen escribió desde la isla portuguesa un escueto comunicado a Scott: «Permítame informarle que el ‘Fram’ se dirige a la Antártida. Amundsen». Punto final.

Alcanzada la bahía de las Ballenas, un lugar cercano al elegido por la expedición de Scott para instalar su campamento base, el ‘Fram’ dejó en tierra firme a nueve hombres en enero de 1911, dispuestos a pasar el duro invierno antártico como parte de la preparación para el viaje al polo Sur. Junto a ellos, 95 perros esquimales y una amplia cabaña de madera que había viajado hasta allí en dos secciones y víveres para aguantar dos temporadas.

Al mismo tiempo, los británicos desembarcaban en el cabo Evans. Después de que en 1902 viajase al frente del ‘Discovery’, en la Expedición Antártica Nacional Británica, Robert Falcon Scott, oficial de la Marina británica, regresó al polo aquel 1910 a bordo del ‘Terra Nova’. Había preparado a conciencia su expedición, o eso creía: 65 hombres, trineos motorizados, 19 ponis de Manchuria, 39 perros, 162 carneros, cerdos y varias toneladas de comida y combustible. Enterado de los planes del noruego cuando se dirigía a la Antártida, acampó en dicho cabo de la isla de Ross para pasar el invierno.

El 19 de octubre de 1911, ya iniciado el breve verano ártico, cinco noruegos comandados por Roald Amundsen se dispusieron a cruzar la plataforma de Ross. Llevaban cuatro trineos que tiraban 13 perros nórdicos cada uno.

Scott inició la travesía de la plataforma de Ross al frente de un grupo de ocho hombres acompañados por 10 ponis el 24 de octubre de aquel mismo año. Su lugarteniente, Teddy Evans, comandaba un grupo a bordo de trineos con motor. El 21 de octubre se unieron ambos grupos para comenzar la travesía de la plataforma de Ross, una gigantesca capa de hielo que cubre una amplia bahía que penetra en la Antártida y que debían cruzar ambas expediciones.

La distancia que ambos grupos tenían que recorrer superaba los 1.450 kilómetros. Scott había calculado un ritmo diario de 20 kilómetros, de manera que en su viaje de ida y vuelta hasta el polo Sur, debía terminar en el campamento base de cabo Evans a comienzos de marzo de 1912. Por su parte Amundsen, cuando ya había regresado de su travesía polar, calculó que la ruta que recorrieron fue de 1.400 kilómetros, a razón de 25 kilómetros diarios de media.

Tras cruzar la peligrosa plataforma de Ross, los noruegos alcanzaron el 11 de noviembre la cordillera de la reina Maud. Apenas tardaron cuatro días en cruzarla. «El viaje entre 81 y 83º se convirtió en viaje de placer; un lindo terreno, hermosos trayectos en trineo y una temperatura sin variar», refiere Amundsen en su diario.

El 8 de diciembre, por un terreno sin demasiadas dificultades, llegaron al punto más meridional alcanzado por el británico Shackleton durante su expedición de 1907-1909, a 88º 23’S y unos 155 kilómetros del polo Sur. Seis jornadas más tarde, el 14 de diciembre de 1911, exactamente a las tres de la tarde, Roald Amundsen, junto con sus compañeros Olav Bjaaland, Helmer Hanssen, Sverre Hassel y Oscar Wisting, alcanzaron su anhelado objetivo: estaban en el polo Sur. Levantaron la bandera noruega, erigieron una tienda de campaña y tomaron fotografías. La alegría del éxito no impidió a Amundsen escribir aquel mismo día en su diario: «Nunca he conocido a nadie que se haya visto tan diametralmente opuesto a la meta de su vida que yo. Desde niño siempre he soñado con llegar al polo Norte y ahora me encontraba en el polo Sur. ¿Puede alguien imaginar algo tan contradictorio?».

Mientras tanto, Scott y sus hombres tardaron un mes en atravesar la plataforma de Ross desde que iniciaron el viaje. El 21 de diciembre se encaraman a la plataforma antártica. En este lugar Scott eligió a cuatro hombres para que le acompañasen rumbo al polo: Henry Bowers, Edward Wilson, Lawrence Oates y Evans, enviando al resto de regreso. Fue en lo único en que coincidieron el británico y el noruego.

Tras montar varios depósitos de víveres, el 6 de enero alcanzaron el punto Shakleton y 11 días más tarde, el 17 de enero de 1912, 34 días más tarde que sus adversarios y después de una extenuante travesía, los británicos se encontraron en el polo Sur con la tienda y la bandera dejada por los noruegos. Como futbolistas que han perdido un simple partido, la foto que se hacen allí mismo muestra unos rostros que aceptan resignados el destino; sus caras no parecen más defraudadas que quienes sufren una goleada. Aunque Scott garabateó entonces en su diario: «Ha sucedido lo peor. Nuestros sueños deben esfumarse. ¡Dios mío, este lugar es horrible!», al tiempo que señaló que el viaje de vuelta sería «monótono y cansado».

El éxito de Amundsen

De carácter implacable y resolutivo, Amundsen describió con todo detalle las jornadas que pasó con sus cuatro compañeros en el punto más meridional de la Tierra. «Habíamos estimado que estábamos en el Polo. Evidentemente, todos sabíamos que éste no era el punto exacto: era imposible con el tiempo que hacía acertar con el punto concreto».

Para asegurarse el triunfo, Amundsen tramó una estrategia radical, que llevaron a cabo a lo largo de cuatro jornadas. Lo hicieron tres hombres, cada uno de los cuales partió en dirección diferente durante 20 kilómetros. Las líneas de su travesía, unidas a la que habían seguido para llegar a aquel punto, componía una cruz que abarcaba el círculo en cuyo interior pensaban se situaba el punto geográfico. Dos de ellos empezaron a caminar formando un ángulo recto respecto a la dirección de la ruta que les había llevado hasta allí. El tercero continuó en línea recta los citados 20 kilómetros. Una vez completada la distancia, regresarían al punto de partida. Los otros dos expedicionarios, Amundsen entre ellos, quedaron en el campamento realizando mediciones.

De regreso los otros tres, constataron que se encontraban a 89º 54′ 30″, por lo que decidieron recorrer los 10 kilómetros que pensaban les quedaban hasta alcanzar el polo Sur. Lo alcanzaron sin problemas dejando mensajes, comiendo algo menos austeramente que el resto del tiempo, colocando la bandera y la tienda para que no fueran arrancadas por los vientos y abandonando todo lo que consideraron superfluo para el regreso. Cuando sus adversarios británicos alcanzaron el polo 34 días más tarde, poco más pudieron hacer que constatar su fracaso.

Concluida aquella estancia en el punto más meridional de la Tierra, Amundsen y sus compañeros regresaron hacia el campamento base, a donde llegaron 99 jornadas después de su partida. Posteriores mediciones con GPS han constatado que Amundsen y sus compañeros acamparon a 2.500 metros del polo Sur geográfico.

Pocos dudan de que, de haber podido hacerlo, Amundsen habría viajado en solitario al polo Sur. Pero esa misma avidez que le obligaba a mantener su carácter, le hacía discernir qué era lo más conveniente para sus planes y en aquella conquista necesitaba a sus compañeros. Esto no impidió que reconociera el papel de los cuatro hombres que le acompañaron en aquel viaje soñado.

«Cinco ajadas manos, casi congeladas, sujetaron el mástil desplegando la bandera al aire, y lo plantaron, como los primeros en llegar al polo Sur geográfico», escribió en el relato de la expedición, donde señala que tan simbólico acto tenía que realizarse entre todos, que no tendría sentido que lo hiciera uno sólo, sino «todos los que habían arriesgado sus vidas en el esfuerzo y habían permanecidos juntos. Era la única forma en que podía demostrar mi gratitud a mis camaradas».

Triunfador absoluto en aquella despiadada carrera, el noruego se despojó de la parquedad anidada en el corto mensaje de aviso de sus intenciones de ir a la Antártida enviado desde Madeira. Dentro de la tienda que quedó en el polo Sur, Amundsen dejó una nota a sus adversarios, la cual, visto el desenlace de la historia, adquiere un especial dramatismo:

«Querido comandante Scott: Como vd. será probablemente el primero en llegar aquí después de nosotros, ¿puedo pedirle que envíe la carta adjunta al Rey Haakon VII de Noruega? Si los equipos que hemos dejado en la tienda pueden serle de alguna utilidad, no dude en llevárselos. Con mis mejores votos. Le deseo un feliz regreso. Sinceramente suyo. Roald Amundsen».

Tragedia en el regreso

La renuncia de Scott a llevar perros y la imposibilidad de los caballos para moverse sobre nieve blanda, obligó a los hombres a arrastrar los trineos. Los británicos debieron realizar un esfuerzo supremo para mover los pesados trineos en una nieve en la que se hundían hasta las rodillas, un esfuerzo que a la postre les obligó a pagar el precio más caro posible: sus propias vidas.

Aunque en una primera parte caminaron rápido, la llegada del mal tiempo, con un aumento de la temperatura que hizo muy peligroso los glaciares que cruzaban, les hizo demorarse cada vez más. La caída a una grieta de Edgard Evans les retrasó más aún. Los depósitos de combustible que habían ido dejando se estropearon por el frío.

El 17 de febrero, Evans muere. Sus compañeros le dejan en el hielo y continúan la travesía de la letal plataforma de Ross. Las ventiscas catabáticas que les golpeaban, unido a su debilidad extrema y a las congelaciones, ralentizaron cada vez más su retorno. Para entonces, los noruegos estaban a sólo tres jornadas de alcanzar su campamento base en la bahía de las Ballenas, en un viaje ida y vuelta que supuso cerca de 3.000 kilómetros y 99 días de travesía.

El 16 de marzo Lawrence Oates, el más perjudicado de todos los británicos, con escorbuto, una pierna gangrenada y sin poder caminar apenas, salió de la tienda mientras decía: «Voy a salir y puede que tarde en volver». No regresó nunca. Oates no quiso ser una carga para sus compañeros. Su sacrificio no valdría de nada. El 29 de marzo aparece la última anotación en el diario de Scott. «El fin no puede estar lejos… Por el amor de Dios, cuidad de los nuestros». Fueron incapaces de continuar, a pesar de encontrarse sólo a 18 kilómetros de un depósito de víveres y combustible.

Una expedición de socorro encontró el verano siguiente los cuerpos de los cuatro infortunados dentro de sus sacos en la desvencijada tienda. Admirados como pocos, Scott y sus compañeros se convirtieron en el paradigma del héroe británico y su normalmente trágico destino. Revisiones posteriores concluyeron que Scott falló en su estrategia, por carecer de experiencia polar suficiente. Su renuncia a los perros, tal vez por razones morales, el fracaso de los ponis siberianos como animales de carga, no utilizar vestimentas adecuadas y que la ruta que siguieron era mucho más peligrosa y complicada que la elegida por los noruegos son las principales razones del fracaso.

Por su parte, Amundsen fue acusado dentro y fuera de Noruega de absoluta falta de ética, primero al no haber comunicado sus intenciones de ir al polo Sur hasta el último momento, y segundo por acercarse a un objetivo que ‘pertenecía’ ya a los británicos, en razón de los intentos que habían realizado anteriormente.

Roald Amundsen

Prototipo del héroe al que nada hace doblar su espíritu, el noruego Roald Amundsen tuvo siempre muy claras las cosas. Dispuesto a no renunciar a los medios que fueran, siempre que le ayudasen a conseguir sus objetivos, se convirtió en el más implacable explorador polar.

Inspirado por su compatriota Fridtjof Nansen, Amundsen no tardó en adoptar la metodología de aquel en sus aventuras. Estudió e hizo suyas las formas de vida de los inuit en las regiones árticas. Combinándolas con otros conocimientos de los pueblos escandinavos, como el uso de esquís, encontró la receta que le posibilitó hacer realidad sus sueños.

Capaz de adaptarse sin el menor problema a los entornos y circunstancias más difíciles y hostiles, Amundsen vivió como un esquimal en el ártico canadiense, durante meses se alimentó de perros y pinguinos en la Antártida, aprendió a manejar ingenios aéreos cuando vio que eran el camino más seguro para alcanzar el polo Norte y no dudó en ocultar sus verdaderas intenciones a quienes eran sus mentores como el citado Nansen, quien le dejó su barco, y el Gobierno noruego, que sufragó sus expediciones.

Criticado dentro y fuera de Noruega por este estilo pragmático, Amundsen tuvo su némesis en la falta de sostén económico que le acompañó gran parte de su vida, contratiempos que no pudieron evitar que fuera el más grande de los exploradores polares: formó parte de la primera expedición que pasó un invierno en la Antártica, fue el primero en atravesar el mítico Pasaje del Noroeste, el primero en alcanzar el polo Sur como líder de un grupo integrado por cinco hombres y el primero en sobrevolar el polo Norte en avión, junto con Riiser-Larsen, Lincoln Ellsworth y Umberto Nobile.

Amundsen nació el 16 de julio de 1872 en una granja de la región de Fredrikstad, en una familia de marinos y balleneros. Encandilado por los relatos de aventureros y exploradores, en especial los relatos de Sir John Franklin y la búsqueda vana del Paso del Noroeste, con apenas 15 años y ya huérfano de padre, Amundsen tomó la determinación de consagrar su vida a la exploración polar. El éxito logrado por Fridtjof Nansen en la primera travesía de Groenlandia, cuando tenía 17 años reforzó su decisión. A la muerte de su madre en 1893, a los 21 años, deja los estudios y se enrola en una expedición al ártico.

En 1903 se enroló como primer oficial en la expedición Bélgica Antártica, dirigida por Adrien de Gerlache. A bordo del ‘Bélgica’, los componentes de la tripulación quedan atrapados por los hielos de la península Antártica por debajo de los 70º S, convirtiéndose en los primeros en pasar un invierno ártico. En aquella terrible y desconocida experiencia que duró 13 meses fue decisivo el estadounidense Frederick Cook, médico de la expedición y que más tarde tuvo un virulento enfrentamiento con Peary por demostrar que había sido el primero en alcanzar el polo Norte.

Al contrario que Nansen, Amundsen no fue un científico ni tampoco un nacionalista, aunque su pragmatismo pronto le hizo entender que ambos componentes eran esenciales para sufragar sus expediciones. La búsqueda del polo Norte magnético, un punto separado del geográfico, fue una excusa excelente para encontrar apoyos para su próxima expedición: el Paso del Noroeste. Esta mítica singladura, ocasionalmente abierta entre los hielos árticos, era una posible ruta marítima que comunicaba el norte de los océanos Atlántico y Pacífico por el norte del continente americano, ahorrando miles de kilómetros de navegación.

Amundsen adquirió un pequeño pesquero, el ‘Gjoa’, de sólo 21 metros de largo y 45 toneladas. Los barcos polares tendían a tener un tamaño grande, pues aparte de una tripulación más o menos numerosa, debían alojar ingentes cantidades de alimentos, combustible y pertrechos para las travesías polares. En el ‘Terra Nova’, por ejemplo, empleado por el capitán Scott en su expedición a la Antártida de 1911, gran parte de la impedimenta hubo de ser estibada en los camarotes de la tripulación.

El ‘Gjoa’ era todo lo contrario. Y aquí se encuentra una buena muestra del admirable espíritu práctico que gobernó a Amundsen. Este barco fue el más pequeño navío de exploración ártica jamás visto. Preparado para sólo siete tripulantes, en él, llevó lo imprescindible, pues pensaba obtener el alimento cazando y pescando a lo largo de su travesía. Lo que a priori parecía un inconveniente decisivo, resultó clave para el éxito de la expedición, pues el escaso calado del barco hizo posible que encontrara paso por los estrechos canales entre las islas y costas del norte de Canadá, por donde jamás hubiera pasado otro navío de mayores dimensiones.

Entre 1903 y 1905 logró forzar aquella travesía, pasando dos inviernos en la Tierra del Rey Guillermo, al norte de Canadá. Allí Amundsen se sumergió en la forma de vida y la cultura inuits, algo que le ayudó de manera decisiva en el resto de sus travesías polares. Concluida la travesía en el verano de 1905, El ‘Gjoa’ alcanzó la costa de Yukón.

No contento con ello, Amundsen recorrió sobre sus esquís sin el menor problema los 800 kilómetros de distancia ida y vuelta que le separaban de Eagle City, en Alaska, donde estaba el telégrafo más cercano, la única forma de comunicar al mundo la consecución de su éxito y cumplir con el acuerdo que tenía con el Times. Por desgracia, la noticia se filtró en el camino y fe divulgada por los periódicos norteamericanos antes, perdiendo Amundsen la cantidad acordada por la exclusiva.

Al polo por los aires

De regreso de la Antártida, Amundsen se convirtió en héroe, aunque no dejó de recibir severas críticas por su manera de empezar aquella expedición a la Antártida. Poco tiempo después empezó la I Guerra Mundial. Allí descubrió el noruego las posibilidades que ofrecían los aviones a la exploración polar. No tardó en comprarse uno y fue el primer noruego en obtener un carnet civil de piloto.

Con el ‘Maud’ inició en 1918 la travesía del Paso del Noreste, es decir la circunvalación del océano glaciar Ártico entre sus banquisas heladas y las costas del norte de Siberia. Estuvo empeñado en aquella aventura cuatro años y, aunque logró ser el tercero en atravesar el pasaje, terminó arruinado. Con la liquidación del barco, Amundsen concluyó su periodo marítimo, consagrándose a la exploración polar desde el aire.

En 1925 dirigió una expedición de dos ligeros hidroaviones Dornier Do J rumbo al polo Norte en la que a punto está de perder la vida con sus cinco acompañantes, sin lograr el objetivo. En 1926, se embarcó en el zepelin ‘Norge’, Noruega, junto con el creador del aparato el ingeniero italiano Umberto Nobile y 14 hombres más, logrando la primera travesía aérea del Ártico, tras partir de Ny-Alesun, en las islas Svalbarg, y alcanzar la población de Teller, en Alaska, después de un vuelo de cuatro días en los que el 12 de mayo, a las 1.25 horas, sobrevolaron el polo Norte por primera vez en la Historia.

Dos años más tarde, durante un vuelo de rescate sobre el ártico en busca de los tripulantes de otro dirigible de su amigo Nobile, el ‘Italia’, caído cuando regresaba de una nueva travesía sobre el polo Norte, el avión que pilotaba Roald Amundsen en compañía de otros cinco tripulantes, desapareció en el mar de Barents. Nunca fueron encontrados, a pesar de que sus restos se buscaron en distintas ocasiones, incluso con submarinos teledirigidos.

Nansen

«Lo difícil es lo que tarda cierto tiempo; lo imposible es lo que tarda un poco más». Sin los antecedentes del autor de la frase que abre estas líneas, no podría entenderse la figura de Roal Amundsen. Tampoco, aseguran muchos noruegos, la de la propia Noruega.

Marino, diseñador naval, científico, oceanógrafo, zoólogo, diplomático, escritor, antropólogo, esquiador, político, destacado humanista, premio Nóbel y explorador, la aportación de Fridtjof Wedel-Jarlsberg Nansen a la nación nórdica, a la exploración polar, al conocimiento y al sentimiento humanitario es tan importante, potente y variada que cuando relatamos su vida, parece que hablamos de varios Nansen en vez de uno solo.

Nacido en el seno de una familia acomodada en 1861 en Oslo, su infancia fue un periodo decisivo en el que fortaleció su cuerpo practicando el esquí y viviendo intensamente en la naturaleza. Realizó con 20 años su primer viaje ártico a bordo de un barco cazador de focas en Groenlandia. Licenciado en zoología encontró trabajo en el museo de historia natural de Bergen, aunque su cabeza no se apartaba del Ártico.

Después de una laboriosa preparación, en 1888 se embarcó rumbo a Groenlandia junto con cinco compañeros. Sus intenciones eran realizar la ansiada travesía de costa a costa de la isla más grande del mundo. Al contrario que los que le precedieron, quienes siguieron dirección Oeste-Este, Nansen tuvo la idea de intentarlo al revés. Consideraba más duro psicológicamente abandonar la seguridad de las aldeas inuit de la costa oeste y lanzarse rumbo a la nada, que empezar en esa nada que es el resto de Groenlandia y caminar escapando de ella con la esperanza de alcanzar dichas poblaciones. «Sólo nos esperaba la muerte o la costa oeste de Groenlandia», escribiría después en el relato de la aventura.

Después de un recorrido de más de 500 kilómetros, soportando temperaturas inferiores a los 45º bajo cero, consiguieron la primera travesía de Groenlandia. Después de ello, Nansen se quedó un invierno viviendo con los esquimales.

Allí aprendió la forma de vida de los inuit, aplicándolas en sus posteriores viajes árticos. Aparte de adoptar sus ropas, Namsen descubrió que la mejor manera de desplazarse sobre el hielo polar era con trineos tirados por perros mientras los hombres marchaban con esquís, manteniéndose de esa manera una velocidad homogénea, sin que ninguna de las dos partes del equipo (hombres y animales) retrasase a la otra. Esta manera de afrontar el reto polar inspiró a su compatriota Nansen, conquistador años después del polo Sur.

Cuando regresó a Noruega, Nansen ya era conocido internacionalmente. Aquello le permitió presentar a la Sociedad Geográfica Noruega su proyecto para alcanzar el polo Norte. Con los fondos construyó el ‘Fram’ un barco polar específicamente preparado para la travesía. A bordo de aquel navío partió en 1893 rumbo al Ártico.

Su idea era dejarse atrapar por los hielos, para que la deriva oceánica le acercase al polo Norte. Durante dos inviernos el ‘Fram’ permaneció entre los hielos árticos. Nansen aprovechó para realizar diferentes estudios e investigaciones. Finalmente dedujo que los movimientos de la banquisa jamás les llevarían al ansiado polo. Tomó entonces uno de sus riesgos controlados, decisiones al límite que parecían suicidas, pero que él había sopesado largamente.

En compañía del notable esquiador Hjalmar Johansen abandonó el ‘Fram’ y al resto de su tripulación a los 84º 4’ N el 14 de marzo de 1895, para emprender un viaje a pie y esquiando que les llevase al polo. Se llevaron dos trineos, dos kajaks y 27 perros. Casi un mes después, el 8 de abril, a 86º 14’ N decidieron regresar.

El deshielo de la banquisa les obligó a utilizar los kajaks y a sacrificar todos los perros. Con una comida insuficiente cazaron focas y osos, alcanzando tierra firme en el archipiélago de la Tierra de Francisco José. Con piedras, líquenes y musgos construyen un abrigo donde pasan un largo invierno. A la primavera siguiente, el 17 de junio de 1896 encuentran a la expedición del británico Jackson-Harmsworth, con quien regresan a Noruega.

Fueron recibidos como héroes, no en vano habían alcanzado el punto más cerca del polo jamás pisado por el hombre, habían pasado tres inviernos sin problemas de salud y habían realizado importantes estudios oceanográficos y zoológicos. Pero sobre todo porque en aquellos momentos Noruega vivía una efervescencia nacionalista que concluiría con su independencia de Suecia en 1905.

Nansen participó de forma decisiva en la formación de aquel sentimiento de nación. Consagrado a sus investigaciones, realizó importantes aportaciones al conocimiento neurológico y estuvo propuesto para el premio Nóbel en Medicina, que acabó recayendo en el español Santiago Cajal en 1906. Aparte de sus trabajos neuronales, continuó con los estudios oceanográficos con diversos descubrimientos sobre las corrientes oceánicas y la fauna marina.

La independencia de Noruega hizo a Nansen virar su vida hacia la política. Nombrado primer embajador noruego en Londres, su relacción con el monarca Eduardo VII garantizó a su país la integridad del territorio. De regreso a Noruega continuó con diversas campañas de investigación oceánica por los océanos Glacial Ártico y Atlántico norte.

Al final de la Primera Guerra Mundial, Nansen se consagró a la ayuda humanitaria. Convertido en alto comisionado de la Sociedad de Naciones, embrión de las Naciones Unidas, creo el famoso pasaporte Nansen, documento que permitió salvar la vida a 450.000 refugiados de 26 países. En 1922 recibió al fin el Premio Nóbel, en la modalidad de la Paz. El resto de su vida continuó implicado en la ayuda humanitaria por todo el mundo, hasta su muerte en 1930.

La aportación de Fritdjof Nansen a la exploración polar fue la más decisiva. Una preparación exahustiva del desafío a emprender, el conocimiento y la adopción de las formas de vida de la nación inuit, en especial sus prendas y el uso de perros fueron las claves de su manera de afrontar los retos polares y de conseguir el éxito.

Scott

El sacrificio de Robert Falcon Scott y sus cuatro compañeros en aras del ideal de una conquista, hizo que la sociedad británica olvidase que habían perdido la carrera y los elevó a la cúspide de su imaginario. Llegaron después que Amundsen, pero a ningún británico pareció importarle.

No han cambiado tanto las cosas. Igual que hace tres milenios como relata Homero en La Iliada, igual que ahora mismo cuando los informativos nos aturden con cualquier gesto generoso que acarrea un fatal desenlace, la tragedia de aquel capitán de la Marina británica junto con cuatro de sus hombres, muertos en su intento de llegar los primeros al polo Sur, les convirtió en héroes.

Un siglo después de aquello, los análisis coinciden en que el fracaso de los británicos se debió a una serie de desafortunadas elecciones, así como la aparición de una meteorología extraordinariamente virulenta. Scott nunca fue consciente de ello y a quienes siguen admirando su gesta no les preocupa demasiado.

Las últimas líneas de su diario, encontrado junto a su cuerpo al año siguiente de su muerte, lo evidencian: «Asumimos riesgos y esto no hace que nos quejemos, sino que nos resignamos a la voluntad de la Providencia, decididos a esforzarnos hasta el final». La falta de experiencia de Scott fue decisiva para impedirles volver de un territorio tan terrible. «¡Dios mío este lugar es horrible!», se lamenta el británico en unas líneas escritas en el polo Sur, al constatar que el noruego Roald Amundsen se le había adelantado.

Mucho antes de aquello, en 1901, Scott dirigió una Expedición Antártica Nacional Británica. A bordo del buque Discovery alcanzó la bahía de las Ballenas, frente a la plataforma de Ross. Allí, en el verano austral, hizó un aerostato para discernir una ruta que les llevase al interior del continente antártico a través de aquella traicionera banquisa pegada a sus costas.

Pasaron dos inviernos allí y de nuevo en verano, organizaron dos expediciones para alcanzar los polos Sur magnético y geográfico. Scott se hizo acompañar por Ernest Shackleton, a la sazón tercer oficial del barco, y el físico Edward Wilson. Se quedaron a 850 kilómetros de la meta. El regreso les supuso un agotamiento extremo, la enemistad entre Scott y Shackleton y el convencimiento del primero de lo horripilante que podía ser la Antártica.

A pesar de ello, nada más regresar a Gran Bretaña comenzó a pensar en su regreso al continente helado. Espoleado por el relativo éxito del ahora adversario suyo Shackleton, quien en una posterior expedición en 1907-1909 alcanzó los 88º 23’ S, quedándose tan solo a 155 kilómetros del polo Sur, aceleró sus planes para viajar al año siguiente a la Antártida. Con 65 hombres a bordo, ingenios como trineos motorizados, perros, caballos y abundantes provisiones y combustibles, partió a bordo del ‘Terra Nova’.

La noticia durante el viaje de que Amundsen intentaría ser el primero no fue más que un mal presagio que no le hizo cambiar sus planes ni un milímetro. Con increíble similitud, ambas expediciones cumplieron idénticos plazos. Tras pasar un invierno en su campamento base en el borde de la plataforma de Ross, Scott se puso en marcha con solo cinco días de retraso respecto a Amundsen. El resto sí fue diferente.

La llegada al polo Sur 34 días después fue preludio del desastre que se avecinaba. Justo un siglo después de aquello, ver la vestimenta de aquellos cinco hombres da frío. Sus rostros dicen el resto.

Shackleton

«Se buscan hombres para viaje peligroso. Sueldo escaso. Frío extremo. Largos meses de completa oscuridad. Peligro constante. No se asegura el regreso. Honor y reconocimiento en caso de éxito». En 1907 este anuncio en el Times causó idéntica impresión que ahora. Respondieron más de 5.000 aspirantes.

Era la tercera incursión en territorio antártico de Ernest Shackleton, carismático viajero y explorador irlandés, que resultó un absoluto fracaso, pues ni siquiera lograron acercarse al continente antártico. Sin embargo su gesta pasó por derecho propio a los anales de la exploración por la capacidad demostrada para resistir y superar las adversidades más extremas.

La primera expedición en la que participó Ernest Shackleton, fue como tercer oficial de la Expedición Antártica Británica de 1901-1904, al mando del capitán Robert Scott, en la que ambos en compañía del físico Edward Wilson alcanzaron un punto de la meseta antártica situado a 857 kilómetros del polo Sur. Esto sin tener ninguna experiencia polar, ni en el manejo de los perros ni los trineos, malcomiendo, tomando decisiones equivocadas y produciéndose continúas disputas entre ellos.

Nada más regresar a las islas Británicas Shackleton empezó a preparar un nuevo viaje al continente helado. En 1907 lideró la Expedición Antártica Imperial Británica. A bordo del Nimrod alcanzaron la isla de Ross desde donde realizaron incursiones al interior. Consiguieron la primera ascensión del volcán Erebus, determinaronn la posición del polo Sur magnético, encontraron un paso en el glaciar Beardmore y cruzaron la cordillera Transantártica, al tiempo que Shackleton en compañía de tres de sus hombres alcanzó los 88º 23’ S, en un recorrido extenuante que les dejó a sólo 180 kilómetros del polo Sur. Viéndole las orejas al lobo, Shackleton decidió darse la vuelta en ese punto. «Más vale burro muerto que león vivo», decía al justificar aquella decisión.

Y se puso a preparar otra expedición para alcanzar por fin el polo Sur. El éxito de Amundsen en 1911 lejos de desanimarle, le dio fuerzas para escoger un objetivo mucho más ambicioso: la travesía de costa a costa de la Antártida pasando por el polo Sur, en un viaje glaciar de cerca de 3.000 kilómetros.

El anuncio del Times fue parte de los preparativos de la Expedición Imperial Transantártica, que partió de Londres el 1 de agosto de 1914 a bordo del ‘Endurance’ y el ‘Aurora’. El objetivo de Shackleton era llegar a la Bahía Vahsel, junto al Mar de Weddell, para alcanzar desde allí el polo Sur y continuar hasta la isla de Ross en el otro extremo de la Antártida.

Con 28 hombres a bordo, el ‘Endurance’ quedó atrapado por la banquisa a la deriva sin poder alcanzar las costas antárticas. Triturado por la presión de los hielos, el barco se hundió el 21 de noviembre de 1914 ante los ojos de la consternada tripulación. Salvaron lo poco que pudieron. Se perdió casi todo el equipo y tuvieron que sacrificar a los perros para poder alimentarse.

Transportando sus pocas pertenencias en trineos, recorrieron la torturada superficie helada del Mar de Weddell rumbo a la isla Paulet, a 554 kilómetros. A veces caminando, otras a bordo de botes, fueron acercándose a su objetivo hasta que las corrientes marinas les impidieron alcanzarlo.

Haciendo uso de sus legendarias dotes de liderazgo, ‘el Jefe’, nombre con el que sus hombres conocían a Shackleton, cambió el rumbo para dirigirse a la isla Elefante, en el archipiélago de las Shetland del Sur. Sus hombres no lo dudaron, alcanzándola a mediados del mes de abril de 1915. Una vez allí, Shackleton con cinco de sus hombres se embarcó en una chalupa que se hizo famosa: el ‘James Caird’. A bordo de la embarcación que sólo medía 6,7 metros de largo, se lanzaron en las azarosas aguas del paso de Drake, en una singladura cuyo recorrido de 1.280 kilómetros la convertía en algo peor que incierta. Su objetivo era la isla de San Pedro, donde entonces había una base ballenera.

Dieciséis días más tarde, ya sin una gota de agua, alcanzaron la isla de Georgia del Sur. Allí se quedaron tres hombres mientras Shackleton partió con los otros dos en busca de la estación ballenera situada al otro lado de la isla. Realizaron una travesía de 35 kilómetros cruzando montañas de más de 1.200 metros de altura. Treinta y seis horas más tarde arribaron a la bahía Stormness. El 30 de agosto de 1915, después de un épico viaje, Shackleton regresaba a la isla Elefante a bordo de un remolcador chileno para recoger a sus hombres. Todos regresaron a Inglaterra sanos y salvos.

El análisis de este extraordinario caso de supervivencia en las peores condiciones posibles ha demostrado el valor del trabajo en equipo y el poder del liderazgo para el logro de los objetivos más difíciles. Después de conocer todo aquello, no puede decirse que Shackleton fracasara.

El ‘Fram’, el barco que pudo al polo

El conocimiento que Fridtjof Nansen tenía de las regiones polares quedó expresado con creces en el ‘Fram’, cuyo nombre significa Adelante. Diseñado por el armador noruego Colin Archer, siguiendo las indicaciones del propio Nansen, este barco muestra una reconocible figura panzuda. Su idea era un barco que antes que resistir la presión lateral de los hielos, flotase sobre ellos, al ser empujado encima de la banquisa.

La influencia del explorador permitió que fuera construido con madera curada que estaba destinada a barcos de la Marina Real. Estaba dotado de una quilla reforzada de hierro y tanto su timón como la hélice del motor podían retraerse dentro del casco para evitar que el hielo los rompiera. Su interior tenía todas las comodidades de la época, incluyendo lámparas eléctricas y un molino de viento para el generador.

El ‘Fram’ se mostró excelente para la navegación por los mares infectados de icebergs, pero precisamente a causa de su forma de cáscara de nuez producía fuertes mareos a sus tripulantes en cuanto salía a mar abierto, al ser zarandeado por el oleaje con mucha mayor facilidad que barcos de líneas más estilizadas.

Amundsen y los esquimales

La íntima relación establecida por Amundsen y los inuit quedó subrayada por la adopción que realizó de dos niñas esquimales años después durante sus intentos de navegar el Paso del Noreste. Cakonita, una niña de cuatro años, hija de uno de los inuit que le ayudaron en la expedición perteneciente a la tribu siberiana tsjuksji, y a otra de nueve años llamada Carmilla, hija de una mujer de aquella etnia y de un comerciante ruso.

Amundsen las llevó consigo a Noruega, donde estuvieron varios años en la localidad de Svartskog bajo la tutela del matrimonio Gade. Finalmente Amundsen las llevó de vuelta a su país, al comprobar que no podía hacerse cargo de ellas. «Bueno, sólo fue un experimento», se excusó el noruego.

La gallardía de Amundsen

La animadversión que la sociedad británica sentía hacia Roald Amundsen como consecuencia de su secretismo a la hora de anunciar sus intenciones de alcanzar el polo Sur, no impidieron que fuera presentado en la Royal Geographical Society a su regreso de la Antártida, el 15 de noviembre de 1912. Su presidente, Lord Curzón, le felicitó públicamente, resaltando la suerte que tuvo en su hazaña. Amundsen, lejos de molestarse, respondió: «Rechazaría todos los honores y beneficios a cambio de poder salvar a Scott de su terrible muerte».

El fotógrafo del frío

Frank Hurley era uno de los fotógrafos australianos más reconocidos de su tiempo. Era miembro de la expedición del ‘Endurance’ de Shackleton, en la que se enroló como fotógrafo. Su papel fue uno de los más importantes de la épica escapada de aquellos hombres. A pesar de la situación límite que se produjo con el hundimiento del barco, fue capaz de rescatar del naufragio su cámara de fotos y abundantes placas de cristal.

Gracias a ello pudo documentar de forma artísticamente precisa aquella singular aventura. Sus esfuerzos y negociaciones evitaron que las imágenes desaparecieran a la hora de ir reduciendo el bagaje para escapar de la Antártida. Un siglo después, sus magistrales imágenes enseñan un mundo remoto y majestuoso y los no menos excepcionales esfuerzos que hicieron unos hombres para sobrevivir en ellos.

La Biblia recortada

En su huida por el mar de Weddel después del naufragio del ‘Endurance’, la tripulación de Shackleton redujo al máximo su bagaje, pues era la única garantía de poder escapar de aquel infierno. Arrojaron al fondo del mar las cosas más inverosímiles, incluyendo el dinero de la expedición. Por ello adquiere más valor aún que Hurley pudiera conservar sus aparatos y material fotográfico. Entre las escasas pertenencias que se salvaron de ser abandonadas está la Biblia que llevaba Shackleton. Eso sí, le faltan muchas páginas, producto de la obsesión por reducir el peso.

La muerte del ‘Jefe’

Seis años después de la expedición ‘Endurance’, Ernest Shackleton regresó a la Antártida. Con varios de los veteranos de aquella expedición como compañeros alcanzaron la isla de Georgia del Sur al inicio del verano austral. No pudieron completar su objetivo al fallecer ‘El Jefe’ por un ataque cardiaco el 5 de enero de 1922. Su cuerpo permanece en el puerto de Grytviken, en aquella isla, el mismo en el que tiempo atrás el Endurance permaneció anclado un tiempo a la espera de la llegada de condiciones meteorológicas favorables.

Refugios históricos

Scott, Amundsen y Shackleton construyeron unos campamentos base lo más cómodo posibles para hacer frente a los duros inviernos de la Antártida. La cabaña de madera que Amundsen trasladó en piezas hasta la bahía de las ballenas se convirtió junto con las tiendas de campaña de la expedición, chozos e iglús de nieve en una mínima población que Amundsen llamó Frandheim.

Scott levantó un campamento en Cabo Scott en cuyo interior se combinaban las necesidasdes del laboratorio con las mínimas comodidades que debía ofrecer una vivienda. Construido con habitaciones y paneles prefabricados, tenía varias dependencias donde no faltaba un cuarto oscuro de revelado fotográfico y un establo para los ponis.

Por su parte, la cabaña erigida por Shackleton fue catalogada como patrimonio cultural a restaurar y conservar por la World Monuments Fund, WMF, organización que lucha por preservar estos monumentos históricos.

Los primeros en la Antártida

Se estima que el primer occidental que vislumbró las tierras antárticas fue el marino y explorador español Gabriel de Castilla, a quien los científicos españoles han dedicado la base situada en la isla Decepción. El español recorrió en 1603 las aguas situados a 64º S en las proximidades de las Shetland del Sur. En el siglo XVIII cazadores de focas españoles y sudamericanos eran frecuentes visitantes de las llamadas Antillas del Sur frente a la costa occidental de la península Antártica e incluso de algunas regiones de este último territorio.

La primera persona antártica

La noruega Solveig Gunbjörg Jacobsen tiene el honor de haber sido la primera ciudadana nacida en territorio antártico. Vino al mundo el 8 de octubre de 1913 en la estación ballenera de Grytviken, en las Georgias del Sur, un archipiélago reivindicado por los Gobiernos argentino y británico. Murió el 25 de octubre de 1996.

Bases científicas

En la Antártida se localizan 42 bases científicas permanentes (65 si se cuentan las bases temporales). Pertenecen a una veintena de países según la siguiente distribución: Argentina y Rusia (seis); Chile (cuatro); Australia, EEUU y China (tres); Francia, Reino Unido (dos) y una Alemania, Brasil, Corea del Sur, India, Italia, Japón, Noruega, Polonia, Sudáfrica, Rumania, Ucrania y Uruguay. En ellas viven unas seis mil personas.

La más antigua es la argentina Base Orcadas, en funcionamiento desde 1904. La más amplia es la McMurdo, de EEUU. También americana es la Amundsen-Scott, en el polo Sur. España tiene dos bases de exclusivo uso estival. La Juan Carlos I y la Gabriel de Castilla, ambas en las Shetland del Sur, a 150 kilómetros de la península Antártica. La primera se alza en el núcleo de Bellingshausen, en la bahía Sur de la isla Livingston; la otra, en isla Decepción.

Fuente: El Mundo

Historia y Rutas de Escalada del K2


El K2 es una montaña del continente asiático, situada en la cordillera del Karakorum. Es la segunda más alta del mundo con sus 8.611 m de altura máxima sobre el nivel del mar, sólo superada por el monte Everest. Está ubicada en Pakistán, cerca de la frontera con China, es también conocida como Dapsang (‘Pico Escondido’), y antiguamente como monte Godwin-Austen, nombre que recuerda al coronel H. H. Godwin Austen, primer topógrafo del monte. La actual denominación de K2 se explica porque fue el segundo monte de la cordillera del Karakorum del que se tomaron sus dimensiones aproximadas. La montaña fue originariamente descubierta a mediados del siglo XIX por el coronel T.G. Montgomery, del Instituto de planimetría de la India.

Una expedición italiana finalmente consiguió su objetivo el 31 de julio de 1954.

 

Aparece salpicado por diversos glaciares, algunos de ellos tributarios del Baltoro. Su cima fue alcanzada por primera vez en 1954 por una expedición italiana dirigida por el geólogo, paleontólogo, geógrafo y escritor Ardito Desio (1897-2001). Está considerada en el mundo del alpinismo como la montaña más peligrosa y difícil de escalar, de hecho en el intento de conquistar su cima han perdido la vida varios montañeros. En agosto de 1995 se produjo una de las mayores tragedias ocurridas en sus faldas: una tormenta de viento se llevó consigo a seis miembros de varias expediciones cuando iniciaban el descenso después de haber alcanzado la cumbre.

Historia

La montaña fue registrada en 1856 por un equipo topográfico europeo dirigido por el británico Henry Haversham Godwin-Austen. Thomas George Montgomerie, un miembro del equipo la llamó «K2» por ser el segundo pico del Karakórum. Las otras montañas importantes fueron llamadas originalmente K1, K3, K4, y K5, pero fueron posteriormente renombradas a, respectivamente, Masherbrum, Broad Peak, Gasherbrum II y Gasherbrum I.

El primer intento serio de ascensión fue organizado en 1902 por Oscar Eckstein y Aleister Crowley pero, después de varios intentos, ningún miembro de la expedición consiguió alcanzar la cima, posiblemente, por una combinación de falta de entrenamiento físico, conflictos personales y condiciones meteorológicas desfavorables. De los 68 días pasados en el K2 (en aquel momento un récord de permanencia en altitud) sólo 8 fueron de tiempo claro. Consiguieron llegar hasta los 6.500 metros por la arista NE.

Además, hubo varios intentos posteriores sin éxito. La expedición de 1909 dirigida por Luis Amadeo de Saboya, Duque de los Abruzos, alcanzó una altitud de 6666 metros en lo que hoy se conoce como el espolón de los Abruzos, que el propio Luis Amadeo reconoció como la ruta más accesible, por el espolón sudoeste, y que es la vía más habitual actualmente. Poco después, el mismo equipo intenta escalar el cercano Chogolisa, de 7654 m, llegando hasta los 7500 m cuando el mal tiempo los obligó a regresar. Durante más de 10 años esa será la máxima altura alcanzada por un ser humano.

Tras una expedición fallida en 1934, Charles Houston (que ya habría liderado junto con Tilman la expedición al Nanda Devi en 1936 y liderará la expedición de 1950 al Everest por la vía sur) lidera en 1938 una expedición estadounidense que llega a los 7900 m. Bill House, superando la complicada chimenea que lleva su nombre.

En la expedición estadounidense de 1939, liderada por Fritz Wissner, mueren Dudley Wolfe y los sherpas Pasang Kikuli, Pasang Kitar y Pintso en el espolón de Abruzzos; son las cuatro primeras víctimas del K2. Ésta fue la primera expedición que estuvo cerca de coronar la cima, ya que Wiessner, junto a un nativo rebasó los 8300 m, superando así las mayores dificultades técnicas de la ruta del espolón de los Abruzzos.

La expedición de 1953 está de nuevo dirigida por Charles Houston. Cuando el equipo se encuentra a 7800 m, el tiempo empeora, y la tormenta les obliga a permanecer 10 días a esa altura, durante los cuales Art Gilkey enferma. Durante el desesperado descenso, todo el equipo estuvo a punto de despeñarse, siendo salvados por Pete Schoening. Gilkey no volvió a aparecer: bien desapareció en una avalancha, bien de forma voluntaria para evitar ser una carga para los demás miembros del equipo.

Una expedición italiana finalmente consiguió su objetivo el 31 de julio de 1954. La expedición fue dirigida por Ardito Desio, aunque los dos escaladores que alcanzaron la cima fueron Lino Lacedelli y Achille Compagnoni.

El equipo incluía un miembro pakistaní, el Coronel Muhammad Ata-ullah que había participado en la expedición estadounidense anterior, que no consiguió alcanzar la cima, y en la que murió Art Gilkey. También participaron en la expedición el famoso escalador italiano Walter Bonatti y el porteador pakistaní Hunza Mahdi, cuya labor en el traslado de botellas de oxígeno resultó vital para el éxito de la expedición, en la que debieron efectuar un vivac a 8100 metros debido a un malentendido con Lacedelli y Compagnoni. Esta acampada al aire libre y a esa altura escribiría otro capítulo en la historia del alpinismo en el Himalaya.

El 9 de agosto de 1977, 23 años después de la expedición italiana, Ichiro Yoshizawa dirigió la segunda ascensión a la cima que culminó con éxito, con Ashraf Amman como el primer escalador pakistaní. La expedición ascendió por el Espolón de los Abruzzos, abierto por los italianos, y utilizó hasta 1.500 porteadores para conseguir su objetivo.

1978 fue el año de la tercera ascensión, esta vez por una nueva ruta, la larga arista este (al final de la vía se atraviesa hacia la izquierda sobre la cara este para evitar un precipicio y se une con la parte alta de la vía de los Abruzos). Esta ascensión fue realizada por un equipo estadounidense, dirigido por el renombrado James Whittaker (primer estadounidense que escaló el Everest). El resto del equipo estaba compuesto por Louis Reichardt, James Wickwire, John Roskelley y Rick Ridgeway. Wickwire soportó una noche en vivac, 150 metros por debajo de la cima, a una altura en la que nadie antes había permanecido una noche. La ascensión tuvo una gran importancia para el equipo estadounidense, ya que significó completar la tarea iniciada en 1938, 40 años antes.

La cuarta ascensión absoluta a la cima tiene lugar en 1979 por la expedición dirigida por Reinhold Messner. Tras rechazar por su enorme dificultad la ruta conocida como «Magic Line», usan la ruta habitual del espolón de los Abruzzos.

En 1981 una expedición japonesa alcanza la cima por la arista suroeste abriendo una nueva vía (anteriormente en esta ruta habían fracasado dos expediciones británicas dirigidas por Chris Bonington). En esta expedición se alcanza por primera vez la punta oeste del K2 (8230 m), que no es considerada una cumbre secundaria.

Otra notable ascensión fue la realizada por una nueva expedición japonesa que llegó a la cima por la difícil arista norte (ver descripción de rutas más adelante), desde la parte china de la montaña, en 1982. El equipo de la «Asociación de Montañismo de Japón» dirigido por Iso Shinkai y Masatsugo Konishi puso tres miembros en la cima, Naoe Sakashita, Hiroshi Yoshino, y Yukihiro Yanagisawa, el 14 de agosto. Sin embargo, Yanagisawa murió al caerse durante el descenso. Otros cuatro miembros alcanzaron la cima al día siguiente.

En 1983 tienen lugar las dos primeras expediciones españolas (ambas sin éxito): una expedición Navarra por el espolón de los Abruzzos, y otra de Al filo de lo imposible que alcanza los 8.250 m. por la vía japonesa de la cara oeste.

En el año 1986 el ascenso a la montaña se populariza: además de varias ascensiones por el espolón de los Abruzzos (una de ellas lleva a la cumbre a los 2 primeros españoles en conseguirlo, Mari Abrego y José María Casimiro), Jerzy Kukuczka y Tadeusz Piotrowski abren la cara sur por el espolón central (aunque Piotrowski fallecerá durante el descenso), una expedición checo-polaca consigue llegar a la cima por la «Magic Line» del espolón SSO y Tomo Cesen abre inaugurando en solitario el pilar derecho de la cara sur, ruta que aún lleva su nombre. Además, Wanda Rutkiewicz y Liliane Barrard se convierten en las primeras mujeres en llegar a la cima. A pesar de los éxitos, resulta un año muy trágico (ver La Tragedia del K2), ya que fallecen 13 alpinistas: los estadounidenses Alan Pennington y John Smolich, los franceses Liliane y Maurice Barrard, el italiano Renato Casarotto, los polacos Dobroslawa Wolf, Tadeusz Piotrowski y Woiciech Wröz, el pakistaní Mohammed Ali, los austriacos Alfred Imitzer y Hannes Wieser y los ingleses Alan Rouse y Julie Tullis. Kurt Diemberger lo relata en su libro «K2, nudo y destino».

En 1995, tras hacer cima, el brusco cambio de las condiciones atmosféricas sorprende a la cordada aragonesa formada por Javier Escartín, Javier Olivar y Lorenzo Ortiz. Fallecieron los tres. También mueren la británica Alison Heargraves, el neozelandés Bruce Grant y el canadiense Jeff Lakes.

La escalada del K2 más importante realizada por alpinistas españoles fue en el año 2004, cuando una cordada catalana integrada por Oscar Cadiach, Manel de la Matta y Jordi Corominas ascendieron por la «Magic Line», la segunda ruta más difícil y peligrosa de la montaña (calificada por Reinhold Messner como «ruta suicida») y que solamente había sido subida una vez anterior. La cima fue alcanzada por Jordi Corominas, que realizó el descenso por la más habitual vía de los Abruzzos, mientras que Manel de la Matta falleció de agotamiento (posiblemente complicada por peritonitis) bajando la «Magic Line» conjuntamente con Cadiach.

Hoy en día, la montaña ha sido escalada por todas sus aristas. Aunque la montaña es de menor altura que el Everest se considera que es más difícil de ascender por su terrible climatología y su mayor altura comparativa respecto al terreno circundante. Se dice que la montaña representa la escalada más difícil de mundo, de ahí su sobrenombre de «La Montaña Salvaje». Hasta agosto de 2004, sólo 246 personas han conseguido ascenderla,​ sin comparación con las 2238 que han logrado subir al Everest. Al menos 56 personas han muerto en el intento. 13 montañeros de distintas expediciones murieron en 1986 en la que ha sido la peor temporada hasta la fecha, denominada «La Tragedia del K2».

La leyenda dice que el K2 tiene una maldición para las mujeres. La primera mujer en alcanzar la cumbre fue Wanda Rutkiewicz de Polonia en 1986. Las siguientes cinco mujeres en alcanzar la cumbre han muerto (tres de ellas en el descenso y las otras dos ascendiendo otros ochomiles). Rutkiewicz también murió en el Kangchenjunga en 1992. Sin embargo, la maldición parece haberse roto en 2004 cuando la española Edurne Pasabándescendió con éxito, aunque a costa de perder por congelación dos falanges de los dedos del pie, que debieron ser amputados. De nuevo en 2006, Nives Meroi de Italia y Yuka Komatsu de Japón consiguieron ser, respectivamente, la séptima y octava mujeres en alcanzar y descender el K2.

Gran parte de los ascensos al K2 se han realizado sin utilizar oxígeno, normalmente por expediciones ligeras en estilo alpino,​ sin embargo, en la temporada 2004 hubo un gran incremento en el uso de oxígeno: 28 de los 47 ascensos se realizaron con oxígeno ese año.​ Sólo ha habido tres montañeros en la historia que han sido capaces de subir esta montaña mítica en dos ocasiones, entre ellos el español Juanito Oiarzabal.

Accidentes notables

Al margen de la terrible Tragedia del K2, ocurrida en 1986 y ya mencionada con anterioridad, el 2 de agosto de 2008, once expedicionarios perdieron la vida cuando bajaban al campo base, cuando se les vino encima un alud de nieve que terminó por arrastrarlos y sepultarlos.

 

El Tío Sam te necesita


El Tío Sam es un apodo y a la vez una caricatura con las que se personifica al gobierno de los Estados Unidos de América y que, fuera de sus fronteras, se utiliza para referirse al país en su conjunto.

El origen del Tío Sam parece estar asociado a la biografía de Sam Wilson, un empaquetador de carne que vivía y trabajaba en Troy (Nueva York) en los años en los que tuvo lugar la Guerra anglo-estadounidense. La carne se empaquetaba en barriles que llevaban estampadas las siglas US, correspondientes al apodo de Wilson, uncle Sam (‘tío Sam’). Gracias a esta ración adicional de carne, los soldados del frente reponían las fuerzas que el rancho reglamentario no les proporcionaba. La historia cobró pronto dimensiones épicas en la imaginación de la soldadesca, hasta el punto de crear un personaje de larga barba blanca y chaqueta azul y blanca que reconfortaba sus penurias en la batalla.

A esta historia le acompaña otra paralela, según la cual el apodo deriva del rótulo que llevaban los contenedores de munición de dicha contienda, en los que aparecían las siglas de la denominación del Estado, United States of America (‘Estados Unidos de América’), es decir, U.S.A., y de ahí U.S.Am o Uncle Sam (‘Tío Sam’).

Cartel de J.M. Flagg, 1917, basado en el poster original británico de Lord Kitchener, tres años anterior. Esta propaganda ha sido masivamente utilizada para reclutar soldados, tanto durante la Primera Guerra Mundial como para la Segunda.

Sea como fuere, Sam Wilson murió el 31 de julio de 1854 y fue enterrado en el cementerio de su localidad natal de Troy. Sin embargo, la figura que de él se creó sobrevivió a su memoria hasta el punto de convertirse en un símbolo tan estadounidense como la bandera de las barras y estrellas o el pigargo cabeciblanco. Su primera aparición en la prensa data de 1832, cuando fue utilizada su imagen en tiras que fueron incluidas en varias publicaciones durante este año; en ellas, se representaba a un personaje con rostro astuto vestido con un atuendo de barras y estrellas, probablemente inspirado en el personaje del hermano Jonathan de la obra The Constrast (‘El contraste’, 1787) de Royall Tyler.

El Tío Sam fue un icono muy utilizado durante los últimos años del siglo XIX y las primeras décadas del XX por los caricaturistas políticos y humoristas. El personaje se enfrentaba durante este período de chauvinismo y fanatismo patriótico (que, por otra parte, no disminuyó en intensidad pasado el tiempo) contra otros que representaban a minorías raciales o culturales contra las que se dirigían los ataques racistas de los caricaturistas. Así, el Tío Sam, gordo y opulento, tiene como contrapartida a John Bull (el spanish toreador, un español caricaturizado como un torero enjuto, tosco de modales y de expresión dura y facciones afiladas), Black Mammy (una obesa matrona negra, la cual influyó con toda seguridad en el estereotipo de criada negra del cine de la era dorada de Hollywood, como, por ejemplo, en Lo que el viento se llevó), el “irish paddy” (caricatura de los irlandeses venidos desde Europa), el organillero italiano o, más adelante en el tiempo, el oso ruso, el chino mandarín, el bandido mexicano, el mafioso italiano o el prestamista judío. Los dibujantes que utilizaron con más profusión al Tío Sam en esta época fueron Joseph Keppler, C. J. Taylor, C. Kirby y Rodney Thompson, todos ellos dibujantes de la revista Puck.

El icono fue conformándose durante el siglo XX en un personaje de pequeña barba, sombrero de copa con una banda en la que destaca una estrella y una larga americana, el cual dirige su mirada firme al espectador, como inquiriéndole para que cumpla con su deber, incluso señalando con su dedo índice. De hecho, fue utilizado con asiduidad como propaganda en posters de reclutamiento, para recordar a los jóvenes de distintas épocas su deber de defender a la patria y de alistarse en el ejército en algunas de las guerras que los Estados Unidos protagonizaran durante la pasada centuria.

El 87º Congreso de los Estados Unidos, celebrado el 15 de septiembre de 1961, adoptó la siguiente resolución: “Resuelto por el Senado y la Cámara de Representantes que el Congreso reconoce a Tío Sam Wilson, Nueva York, como el progenitor del símbolo nacional americano del Tío Sam”, lo que suponía su adopción como símbolo nacional.

Proyecto MK Ultra – 3


Muertes

Habida cuenta de la destrucción intencional de la CIA de la mayoría de los registros, su incapacidad para seguir protocolos informados de consentimiento con miles de participantes, la naturaleza incontrolada de los experimentos, y la falta de datos de seguimiento, el impacto total de los experimentos de MKULTRA, incluidos los mortales, nunca será conocido.

Frank Olson

Varias muertes conocidas han sido asociados con el Proyecto MKULTRA, especialmente en la de Frank Olson. Olson, un bioquímico del Ejército de Estados Unidos y experto en armas biológicas , se le dio LSD sin su conocimiento o consentimiento en noviembre de 1953 como parte de un experimento de la CIA y murió en circunstancias sospechosas, una semana después. Un médico de la CIA asignado para vigilar a Olson dijo que dormía en otra cama en una habitación de hotel de Nueva York, cuando Olson saltó desde la ventana y cayó trece pisos falleciendo en el acto. En 1953, la muerte de Olson fue descrita como un suicidio que se produjo durante un episodio psicótico grave. La propia investigación interna de la CIA concluyó que director del Departamento técnico de la CIA Sidney Gottlieb había llevado a cabo el experimento de LSD con el conocimiento previo de Olson, aunque ni Olson, ni los otros hombres que participaron en el experimento fueron informados sobre la naturaleza exacta de la droga administrada hasta unos 20 minutos después de su ingestión . El informe sugiere además que Gottlieb fue, no obstante por una amonestación, había dejado de tomar en cuenta que Olson ya había sido diagnosticado con tendencias suicidas, lo que podría haber sido exacerbado por el LSD.

La familia Olson cuestiona la versión oficial de los acontecimientos. Sostienen que Frank Olson fue asesinado porque, sobre todo a raíz de su experiencia con el LSD, se había convertido en un riesgo de seguridad que podría divulgar secretos de estado asociados con los programas de la CIA altamente clasificados, a muchos de los cuales había tenido conocimiento personal directo. Pocos días antes de su muerte, Frank Olson renunció a su posición como Jefe Interino de la División de Operaciones Especiales en Fort Detrick, Maryland (más tarde Fort Detrick) a causa de una grave crisis moral sobre la naturaleza de su investigación de armas biológicas. Entre las preocupaciones de Olson fueron el desarrollo de materiales para asesinatos utilizados por la CIA, el uso por la CIA de material de guerra biológica en las operaciones encubiertas, la experimentación con armas biológicas en zonas pobladas, la colaboración con ex científicos nazis en Operación Paperclip, investigación de control mental con LSD , el uso de armas biológicas (incluido ántrax ) durante la Guerra de Corea, y el uso de drogas psicoactivas durante interrogatorios «terminales» bajo un programa cuyo nombre en código Proyecto ARTICHOKE.​ Más tarde las pruebas forenses entraron en conflicto con la versión oficial de los hechos, cuando el cuerpo de Olson fue exhumado en 1994, las lesiones craneales indicaron que Olson había sido golpeado hasta quedar inconsciente antes de que cayera por la ventana.​ El médico forense llamó a la muerte de Olson un «homicidio».​ En 1975, la familia de Olson recibió un arreglo de $ 750.000 del gobierno de los EE.UU. y disculpas formales del presidente Gerald Ford y director de la CIA William Colby, a pesar de sus disculpas se limitaron a cuestiones relativas al consentimiento informado sobre la ingestión de Olson de LSD.

En su libro de 2009, Una Terrible equivocación, el investigador HP Albarelli Jr. está de acuerdo con la familia Olson y concluye que Frank Olson fue asesinado debido a una crisis de conciencia que hizo que probablemente fuera a divulgar secretos de Estado que afectaban a varios programas de la CIA, el jefe entre ellos el Proyecto ARTICHOKE y un proyecto MKNAOMI llamado en código Proyecto SPAN. Albarelli presenta considerable evidencia en apoyo de su teoría de que el Proyecto SPAN implicó la contaminación de los suministros de alimentos y la pulverización de aerosoles de una potente mezcla de LSD en la aldea de Pont-Saint-Esprit, Francia en agosto de 1951. (La palabra francesa «pont» se traduce como «puente» en Inglés, un sinónimo es «span»). El incidente de Pont-Saint-Esprit dio lugar a la psicosis colectiva, el internamiento de 32 personas en instituciones mentales, y al menos siete muertes. En su trabajo como Jefe Interino de la División de Operaciones Especiales, Olson estuvo involucrado en el desarrollo de los sistemas de aerosol, que estuvo presente en Pont-Saint-Esprit, en agosto de 1951, y varios meses antes de que él renunciara a su cargo, había sido testigo de un interrogatorio terminal llevado a cabo en Alemania el marco del Proyecto ARTICHOKE. Otros investigadores han llegado a conclusiones similares a Albarelli, incluyendo John Grant Fuller, autor de El día del Fuego de San Antonio, un libro de referencia que en un principio citó al cornezuelo de centeno como la intoxicación responsables de los hechos en Pont-Saint-Esprit.

Harold Blauer

Otra víctima conocida del Proyecto MKULTRA fue Harold Blauer, un jugador de tenis profesional en Nueva York, quien murió en enero de 1953 como resultado de un experimento secreto del Ejército de participación de MDA.

Cuestiones legales que involucran el consentimiento informado

Las revelaciones sobre la CIA y el Ejército generó que un número de sobrevivientes a sus experimentos a presentar demandas judiciales contra el gobierno federal por llevar a cabo experimentos ilegales. Aunque el gobierno de forma agresiva, y, a veces con éxito, trató de evitar la responsabilidad legal, varios demandantes recibieron una indemnización por orden judicial, la solución extrajudicial de la cancha, o los actos del Congreso. La familia Frank Olson recibió 750.000 dólares por una ley especial del Congreso, y tanto el presidente Ford y director de la CIA William Colby, se reunieron con la familia de Olson a pedir disculpas públicamente.

Anteriormente, la CIA y el Ejército había buscado activamente y con éxito retener información incriminatoria, aun cuando en secreto ya se había indemnizado a las familias. Uno de los sujetos de la experimentación de drogas Ejército, James Stanley, sargento del Ejército, interpuso una demanda importante, aunque sin éxito. El gobierno argumentó que Stanley se le prohibió demandar en virtud de una doctrina legal conocida como la doctrina Feres, tras un 1950 de la Corte Suprema,Feres contra los Estados Unidos – que prohíbe a los miembros de las Fuerzas Armadas de demandar al gobierno por cualquier daño que se habían cometido «como incidente de servicio»

En 1987, el Supremo Tribunal de Justicia afirmó esta defensa en una decisión 5-4 que desestimó el Caso Stanley .

La mayoría sostuvo que «una prueba de la responsabilidad que depende de la medida en que se adapta a todo, se pondría en cuestión la disciplina militar y la toma de decisiones, requiriendo investigación judicial, y por lo tanto intrusión en los asuntos militares». En la disidencia, el Juez William Brennan argumenta que la necesidad de preservar la disciplina militar no debe proteger al gobierno de la responsabilidad y el castigo de graves violaciones de los derechos constitucionales:

Los juicios médicos en Nuremberg en 1947 impresionaron profundamente al mundo a que la experimentación con seres humanos sin saberlo es inaceptable, tanto moral y como legalmente . El Tribunal Militar de Estados Unidos estableció el Código de Nuremberg como un estándar contra el cual juzgar los científicos alemanes que experimentaron con seres humanos … . En el desafío de este principio, los funcionarios de inteligencia militar … comenzaron subrepticiamente pruebas materiales químicos y biológicos, como el LSD en seres humanos.

Juez William Brennan

No hay ninguna regla modelada judicialmente en la que deba aislarse la responsabilidad de la experimentación humana , involuntaria y desconocida que habrían ocurrido en este caso. De hecho, como observa el juez Brennan, Estados Unidos desempeñó un papel instrumental en la enjuiciamiento penal de oficiales nazis que realizaron experimentos con seres humanos durante la Segunda Guerra Mundial, y las normas que los Tribunales Militares de Nuremberg desarrollaron para juzgar el comportamiento de los acusados declararon que el consentimiento «voluntario del sujeto humano es absolutamente esencial … para satisfacer los conceptos morales, éticos, y jurídicos. Si este principio se viola, como mínimo, que la sociedad puede hacer es ver que las víctimas sean indemnizadas, como pueden ser, por los autores.

Jueza Sandra Day O’Connor

Este es el único caso en la Corte Suprema que aborda la aplicación del Código de Nuremberg a la experimentación patrocinada por el gobierno de los EE.UU.. Aunque la demanda no tuvo éxito, las opiniones disidentes pusieron al Ejército-y por asociación a todo el Gobierno-sobre aviso de que el uso de personas sin su consentimiento es inaceptable. La limitada aplicación de la Código de Nuremberg en los tribunales de EE.UU. no restringe la competencia de los principios que propugna, especialmente a la luz de historias de caso omiso a estos principios que apareció en los medios de comunicación y la literatura profesional durante los años 1960 y 1970 y finalmente las políticas adoptadas a mediados de la década de 1970.

En otro juego de la ley, Wayne Ritchie, ex Marshall de los Estados Unidos, después de oír hablar de los proyectos existentes en 1990, alegó que la CIA mezcló los alimentos o bebidas con LSD en una fiesta de Navidad 1957 que culminó en su tentativa de cometer un robo en un bar y su posterior detención. Mientras que el gobierno admitió que era, en ese momento, estaba drogando a las personas sin su consentimiento, el Juez de Distrito de EE.UU. Marilyn Hall Patel encontró que Ritchie no podía probar que era una de las víctimas de MKULTRA o que el LSD estimulara su intento de robo y desestimó el caso en 2007.

Grado de la participación

Cuarenta y cuatro universidades estadounidenses, 15 fundaciones de investigación o químicas o compañías farmacéuticas y similares incluyendo Sandoz (actualmente Novartis) y Eli Lilly & Co., 12 hospitales o clínicas (además de los relacionados con las universidades), y tres cárceles se sabe que han participado en MKULTRA.

Personas notables

Una cantidad considerable de evidencia circunstancial creíble sugiere que Theodore Kaczynski, también conocido como el Unabomber, participó en los experimentos de MKULTRA patrocinados por la CIA y llevados a cabo en la Universidad de Harvard desde el otoño de 1959 hasta la primavera de 1962. ​Durante la Segunda Guerra Mundial, Henry Murray, el investigador principal en los experimentos de Harvard, sirvió en la Oficina de Servicios Estratégicos (OSS), lo que fue el precursor de la CIA. Murray solicitó una subvención financiada por la Marina de Estados Unidos, y sus experimentos de Harvard cerca de estrés se parecía mucho a los dirigidos por el OSS.​ Empezando a la edad de dieciséis años, Kaczynski participó junto con veintiún otros estudiantes de pregrado en los experimentos de Harvard, que han sido descritos como «inquietantes» y «éticamente indefendibles.»

Ken Kesey, de los Merry Prankster , autor de One Flew Over the Cuckoo’s Nest, hizo de voluntario para los experimentos MKULTRA cuando era estudiante en la Universidad de Stanford. La ingestión de LSD de Kesey en estos experimentos condujo directamente a su promoción generalizada de la droga y el posterior desarrollo de cultura hippie.

Robert Hunter es un letrista, compositor y cantante, traductor y poeta estadounidense conocido por su asociación con Jerry García y la Grateful Dead. Junto con Ken Kesey, Hunter fue un voluntario de los primeros sujetos de prueba MKULTRA en la Universidad de Stanford. Los sujetos de Stanford de prueba fueron pagados para tomar LSD, psilocibina y mescalina, para luego informar de sus experiencias. Estas experiencias fueron creativamente formativas para Hunter:

Cada foto de ti mismo derramando una cáscara de color morado con crestas de espuma de cristal cae casi blandas caen hasta el mar de niebla de la mañana-muy-fluente en voz baja … y entonces una especie de conglomerado en cascada de tintineos de campana como (debo de tomar de la mano, de vez en cuando lentamente ) y de repente en un repique de plata vibrantes sin comprender, la sangre cantando, alegremente como campanas …. Por mi fe, si esto es la locura, a continuación, para el amor de Dios me permite seguir siendo una locura.

McNally 42-43

Candy Jones, modelo estadounidense y locutora de radio, dijo haber sido víctima de control mental en los años 60s.

El mafioso fugitivo James «Whitey» Bulger se ofreció voluntariamente para probar drogas psicoactivas mientras estaba en la cárcel.

Lawrence Teeter, abogado del asesino Sirhan Sirhan, afirmó Sirhan estaba bajo la influencia de hipnosis cuando disparó su arma contra Robert F. Kennedy en 1968. Teeter vinculó el programa de la CIA Operación MK Ultra a las técnicas de control mental que, según él fueron utilizados para el control de Sirhan.

Jonestown, la ubicación en Guyana del culto de Jim Jones y el suicidio en masa del Templo del Pueblo , se pensó que era un sitio de prueba para experimentos médicos de control mental MKULTRA y después del fin oficial del programa. El congresista Leo Ryan, un conocido crítico de la CIA, fue asesinado por miembros del Templo del Pueblo después de que él personalmente visitó Jonestown para investigar diversas irregularidades.

MK Ultra en las teorías de la conspiración

Debido a su naturaleza secreta y a la destrucción de la mayoría de los registros, MK Ultra es una fuente de inspiración para los promotores de teorías de la conspiración.

Proyecto MK Ultra – 2


Es un criptónimo CIA en que el dígrafo MK representa al proyecto del Equipo de Servicios Técnicos de la CIA en los 1950s y los 1960s.

Orígenes

El programa MK Ultra se inició por orden de Allen Dulles, el director de la CIA, en 1953. El primer jefe del programa fue Sidney Gottlieb. El objetivo principal era producir una droga que obligara al sujeto a decir la verdad. Pero había aproximadamente 150 proyectos de investigación en el programa, y aún no se conoce el propósito de todos ellos.

Metas

La Agencia gastó decenas de millones de dólares de entonces en estudios para controlar o influenciar la mente humana, y así mejorar sus capacidades de extraer información de los individuos resistentes a los interrogatorios.

Algunos historiadores creen que crear un sujeto tipo «candidato manchú» a través de técnicas de «control mental» era una de las metas de MK-ULTRA y otros proyectos de la CIA relacionados.​ Alfred McCoy afirmó que la CIA trataba de enfocar la atención de los grandes medios de comunicación en estos «programas ridículos, para distraerlos de las metas primarias de ellos, las cuales eran desarrollar métodos eficaces de tortura e interrogatorio. Estos autores citan como un ejemplo, el hecho de que los manuales de interrogación KUBARK de la CIA se refieren a «estudios en la Universidad McGill», y la mayor parte de las técnicas a las que se refiere KUBARK son exactamente las mismas que Ewen Cameron usaba en sus sujetos de prueba (privación sensorial, drogas, aislamiento, etc).

Un documento de 1955 de MK-ULTRA da indicios del estado y de la magnitud del esfuerzo; este documento da cuenta de un estudio con drogas que alteran la consciencia como sigue:

  1. Sustancias que promovían el pensamiento ilógico y la impulsividad hasta el punto en que el sujeto perdía credibilidad en público.
  2. Sustancias que aumentaban la eficacia de la mentalización y de la percepción.
  3. Materiales que prevenían o contrarrestaban los efectos del alcohol.
  4. Materiales que promovían los efectos intoxicantes del alcohol.
  5. Materiales que producen síntomas y signos de enfermedades reconocibles en forma reversible de manera que pueden ser usados para hacer creer a las personas que están enfermas, etc.
  6. Materiales que ayudan a una inducción rápida de hipnosis o potencian su utilidad.
  7. Sustancias que mejoraban las capacidades de los individuos para soportar la privación sensorial, la tortura y la coerción durante la interrogación y el así llamado «lavado de cerebro».
  8. Materiales y métodos físicos que producen amnesia para los eventos precedentes o durante su uso.
  9. Métodos físicos para producir shock y confusión durante periodos extendidos de uso y uso subrepticio.
  10. Sustancias que producen incapacidad física como parálisis de las piernas, anemia aguda, etc.
  11. Sustancias que producen euforia «pura» sin depresión posterior.
  12. Sustancias que alteran la estructura de la personalidad de tal manera que el receptor se ve facilitado a ser dependiente de otra persona.
  13. Un material que produce confusión mental como la del tipo que en la que el individuo se ve impedido a cuestionar las órdenes que se le dan.
  14. Sustancias que reducen la ambición y la eficiencia laboral cuando son administradas en cantidades indetectables.
  15. Sustancias que promueven déficit auditivos o visuales, preferiblemente sin efectos permanentes.
  16. Una píldora Nocaut que puede ser dada subrepticiamente en bebidas, comida, cigarros, como aerosol, etc., que debía ser segura de usar produciendo amnesia, y portátil para ser usada por agentes de campo.
  17. Un material que pudiera ser administrado subrepticiamente por las vías descritas anteriormente, y que en pequeñas dosis hiciera que un hombre quedara completamente inhabilitado.

Experimentos

Algunos de los elementos usados en el programa eran la radiación y la droga LSD. También se usaron los barbitúricos y las anfetaminas simultáneamente, un proceso que se abandonó porque la muerte del interrogado era demasiado frecuente. Se utilizaban también muchas otras drogas. Los sujetos de las pruebas eran empleados de la CIA, miembros de los servicios militares, médicos, otros agentes del gobierno, indigentes, prostitutas, pacientes con enfermedades mentales y miembros del público, muchas veces sin que los involucrados supieran lo que se hacía con ellos ni se solicitara su consentimiento.

Finalmente, los investigadores descartaron el LSD porque sus efectos resultaban imprevisibles.

El proyecto MK Ultra consumía el seis por ciento de los fondos de la CIA en 1953.

Drogas

No se tiene muy claro cuáles fueron las drogas utilizadas en este proceso. Se tiene más en cuenta que fueron las drogas las que causaban mayor daño cerebral, obligando al sujeto de prueba a ver cosas y a hacer lo que la «CIA» quisiera. La droga que sí se podría afirmar que se utilizaba eran el ya conocido «LSD», que fue una droga psicodélica usada en «lavados de cerebro».

LSD

Los primeros esfuerzos se centraron en el LSD, que más tarde llegó a dominar muchos de los programas de MK-ULTRA.

Los experimentos incluían la administración de LSD a empleados de la CIA, militares, médicos, otros agentes del gobierno, prostitutas, pacientes con enfermedades mentales y los miembros del público en general, con el fin de estudiar sus reacciones. El LSD y otras drogas se administraron por lo general sin el conocimiento del sujeto o el consentimiento informado, una violación del Código de Nuremberg que los EE.UU. accedieron a seguir después de la Segunda Guerra Mundial.

Los esfuerzos para «reclutar» a los sujetos eran a menudo ilegales, incluso si se deduce el hecho de que las drogas estaban siendo administradas (aunque el uso real de LSD, por ejemplo, era legal en los Estados Unidos hasta el 6 de octubre 1966). En la Operación Clímax de medianoche, la CIA estableció varios burdeles para obtener una selección de los hombres para los que sería demasiado vergonzoso hablar sobre los acontecimientos. Los hombres fueron tratados con el LSD, los burdeles estaban equipados con espejos de un solo sentido, y las sesiones fueron filmadas para su posterior visualización y estudio.

La participación de algunos de los sujetos fue de común acuerdo, y en muchos de estos casos, los sujetos parecían ser elegidos para los experimentos incluso más extremos. En un caso, a los voluntarios se les dio el LSD durante 77 días consecutivos.

El LSD fue desestimado finalmente por los investigadores de MK-ULTRA como demasiado imprevisible en sus resultados.​ Aunque a veces se obtuvo información útil a través de los interrogatorios, no era raro que el efecto más marcado fuera una certeza absoluta y total de que el sujeto era capaz de soportar cualquier tipo de intento de interrogatorio, incluso la tortura física.

Hipnosis

«Aumentar hipnóticamente la capacidad de observar y recordar complejos arreglos de los objetos físicos», y el estudio de la «relación de la personalidad con la susceptibilidad a la hipnosis».

Experimentos en Canadá

Los experimentos fueron exportados a Canadá cuando la CIA reclutó al psiquiatra escocés Donald Ewen Cameron, creador del concepto de «manejo psíquico» en el cual la CIA estaba particularmente interesada. Cameron deseaba corregir la esquizofrenia por medio del borrado de memorias existentes y reprogramación de la psique. Se trasladó desde Albany, Nueva York a Montreal semanalmente para trabajar en el Allan Memorial Institute de la Universidad McGill siendo pagado por la Agencia con US$69 000 desde 1957 a 1964 para hacer los experimentos MK ULTRA allí.

Además del LSD, Cameron experimentó con varias drogas paralizantes y también con terapia electroconvulsiva a 30-40 veces la dosis de electricidad recomendada. Sus experimentos conductistas consistieron en poner a los sujetos en estado de coma inducido por medicamentos durante semanas (hasta tres meses en un caso) mientras se reproducían sonidos repetidos o simples declaraciones repetitivas. Sus experimentos se llevaron a cabo normalmente sobre pacientes que habían entrado en el instituto para problemas menores, como los trastornos de ansiedad y la depresión posparto, muchos de los cuales sufrieron daño permanente a causa de sus acciones.

Sus tratamientos produjeron en sus víctimas incontinencia, amnesia, olvidaron cómo hablar, olvidaron a sus padres, o pensaron que sus interrogadores eran sus padres.​ Su obra se inspiró y fue paralela a la del psiquiatra británico Dr. William Sargant en el Hospital Santo Tomás, Londres, y en el Hospital Belmont, Surrey, que también estuvo implicado con los Servicios de Inteligencia y que experimentó en gran medida sobre sus pacientes sin su consentimiento, causando daños similares a largo plazo. El Dr. Cameron y el Dr. Sargant son los dos únicos experimentadores canadienses identificados, pero el archivo MK ULTRA hace referencia a muchos otros médicos no identificados que fueron reclutados por la CIA.

Durante esta época Cameron se hizo conocido en todo el mundo como el primer presidente de la Asociación Mundial de Psiquiatría, así como presidente de la Asociación Americana de Psiquiatría y la canadiense. Cameron también fue un miembro del tribunal médico de Nuremberg en en el bienio 1946-47.

Revelación

En diciembre de 1974 el New York Times informó sobre las actividades ilegales domésticas de la CIA, mencionando unos experimentos con ciudadanos estadounidenses. Pronto siguieron investigaciones del Congreso y la Comisión Rockefeller. Las investigaciones demostraron que el doctor Frank Olsen había muerto por una caída desde la ventana después de la administración de drogas. Sin embargo, la familia Olsen consiguió reabrir el caso en 1994, tras exhumar el cuerpo y hallar indicios de homicidio. La investigación, sin embargo, no consiguió encontrar pruebas concluyentes y cerró el caso en 1996. También se demostró que las personas sometidas a los experimentos no habían dado su consentimiento.

Cronograma

En 1973, el director de la CIA Richard Helms ordenó que todos los archivos de MK ULTRA fueran destruidos. En virtud de esta orden, la mayoría de los documentos de la CIA en relación con el proyecto fueron eliminados, lo que hace imposible una investigación completa de MK ULTRA.

En diciembre de 1974, The New York Times informó de que la CIA había llevado a cabo actividades ilegales dentro de los Estados Unidos, incluidos experimentos sobre ciudadanos estadounidenses, durante la década de 1960. Ese informe provocó investigaciones del Congreso de EE.UU., que formó a tal efecto la Comisión Church, así como la formación de una comisión presidencial conocida como la Comisión Rockefeller que investigó las actividades domésticas de la CIA, el FBI, y las agencias relacionadas con la inteligencia de los militares.

En el verano de 1975, el informe de la Comisión Church y el de la Comisión Rockefeller hicieron público por primera vez que la CIA y el Departamento de Defensa habían llevado a cabo experimentos con seres humanos inconscientes y conscientes como parte de un amplio programa sobre la influencia y control del comportamiento humano mediante el uso de sicofármacos como el LSD y la mescalina y otras sustancias químicas y biológicas y otros medios psicológicos. También reveló que al menos una persona había muerto después de la administración de LSD. Mucho de lo que el Comité Church y la Comisión Rockefeller aprendieron acerca del programa MK ULTRA estaba contenido en un informe, preparado por la oficina del Inspector General en 1963, que había sobrevivido a la destrucción de los registros ordenados en 1973.​ Sin embargo, contenía pocos detalles.

La comisión investigadora del Congreso acerca de la CIA, presidida por el senador Frank Church, concluyó que «el previo consentimiento fue, obviamente, algo que no se obtuvo de ninguno de los sujetos». El Comité tomó nota de que los experimentos, «auspiciados por estos investigadores … colocaron en tela de juicio la decisión de los organismos de no fijar directrices para los experimentos».

Siguiendo las recomendaciones de la Comisión Church, el presidente Gerald Ford en 1976 emitió la primera Orden Ejecutiva sobre Actividades de Inteligencia que, entre otras cosas, prohíbía «la experimentación con drogas en seres humanos, excepto con el consentimiento informado, por escrito y con el testimonio una parte desinteresada, de cada sujeto humano» y de conformidad con las directrices emitidas por la Comisión Nacional. En las órdenes posteriores de los presidentes Carter y Reagan se amplió la directiva para que se aplicara a cualquier experimentación humana.

A causa de las revelaciones sobre los experimentos de la CIA, surgieron historias similares en relación con los experimentos del Ejército de los Estados Unidos. En 1975, el secretario del Ejército dio instrucciones al inspector General del Ejército para llevar a cabo una investigación. Entre las conclusiones del inspector General está la existencia de un memorando escrito en 1953 por el entonces Secretario de Defensa Charles Erwin Wilson. Estos documentos muestran que la CIA participó en al menos dos de los comités del Departamento de Defensa durante 1952. Estos hallazgos del comité condujeron a la emisión del «Memorándum Wilson», que ordenaba -de acuerdo con los protocolos del Código de Nuremberg- que sólo se utilizaran voluntarios para operaciones experimentales en las fuerzas armadas de los EE.UU.. En respuesta a la investigación del inspector General, el memorando de Wilson fue desclasificado en agosto de 1975.

Con respecto a las pruebas de drogas en el Ejército, el inspector General encontró que «las pruebas reflejan claramente que todas las consideraciones médicas posibles fueron observadas por los investigadores profesionales en los laboratorios de investigación médica». Sin embargo, el inspector General también encontró que los requisitos exigidos por el memorando Wilson de 1953 habían sido sólo parcialmente efectivos; llegó a la conclusión de que los voluntarios «no fueron informados plenamente, según era necesario, antes de su participación, y los métodos de adquisición de sus servicios, en muchos los casos, no parecían haber estado de acuerdo con la intención de las políticas de la Secretaría que regían el uso de voluntarios por parte del Ejército para la investigación».

En otras ramas de las fuerzas armadas de los EE.UU., la Fuerza Aérea por ejemplo, se constató que no se habían adherido a las estipulaciones relativas a los ensayos de drogas voluntaria del Memorando Wilson.

En 1977, durante una audiencia celebrada por el Comité Senatorial Selecto de Inteligencia para profundizar en MK ULTRA, el almirante Stansfield Turner, exdirector de Inteligencia Central, reveló que la CIA había encontrado un conjunto de registros, que constaba de unas 20 000 páginas, que habían sobrevivido a las órdenes de destrucción de 1973, por haber sido almacenados en un centro de registros al que no se suelen aplicar para obtener documentos.​ Estos archivos se referían al financiamiento de proyectos de MK ULTRA, y como tal contenían algunos detalles de esos proyectos, pero se supo mucho más de ellos que del informe del Inspector General de 1963.

En Canadá, el tema tardó mucho más tiempo en aflorar, llegando a ser ampliamente conocido en 1984 en un programa noticioso de la CBC llamado El Quinto estado. Se supo que no sólo la CIA había financiado los esfuerzos de Cameron, sino tal vez incluso más chocante, que el gobierno canadiense fue plenamente consciente de ello, y había prestado más tarde otros $ 500 000 en fondos para continuar los experimentos. Esta revelación descarriló en gran medida los esfuerzos de las víctimas para demandar a la CIA como sus homólogos en EE.UU., y el gobierno canadiense finalmente llegó a un arreglo extrajudicial indemnizando con $ 100 000 a cada una de las 127 víctimas. Ninguno de los documentos personales del Dr. Cameron de su relación con MK ULTRA sobrevivió, ya que su familia los destruyó después de su muerte a causa de un ataque al corazón mientras practicaba el montañismo en 1967.

Informe de la Oficina de Contabilidad General de los EE.UU.

La Oficina de Contabilidad General de los EE.UU. emitió un informe el 28 de septiembre de 1994, en el que declaró que entre 1940 y 1974, el Departamento de Defensa y otras agencias de seguridad nacional estudiaron a miles de seres humanos en ensayos y experimentos que usaron sustancias peligrosas.

La cita del estudio:

… Al trabajar con la CIA, el Departamento de Defensa dio drogas alucinógenas a miles de soldados «voluntarios» en las décadas de 1950 y 1960. Además de LSD, el Ejército también analizó quinuclidinilo bencilato, un alucinógeno con nombre en código BZ. Muchas de estas pruebas se llevaron a cabo en el marco del llamado programa MK ULTRA, establecido para luchar contra lo que se percibía como avances soviéticos y chinos en las técnicas de lavado de cerebro. Entre 1953 y 1964, el programa consistió en 149 proyectos de pruebas de drogas y otros estudios sobre sujetos humanos involuntarios …

Proyecto MK Ultra


El proyecto MK Ultra —a veces también conocido como programa de control mental de la CIA— fue el nombre en clave dado a un programa secreto e ilegal diseñado y ejecutado por la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos (CIA) para la experimentación en seres humanos. Estos ensayos en humanos estaban destinados a identificar y desarrollar nuevas sustancias y procedimientos para utilizarlos en interrogatorios y torturas, con el fin de debilitar al individuo y forzarlo a confesar a partir de técnicas de control mental. Fue organizado por la División de Inteligencia Científica de la CIA en coordinación con el Cuerpo Químico de la Dirección de Operaciones Especiales del Ejército de Estados Unidos.​ El programa se inició en la década de 1950, oficialmente sancionado en 1953, y no fue hasta 1964 cuando empezó a reducir paulatinamente sus actividades, reduciéndolas aún más en 1967 y descontinuado oficialmente en 1973.​ El programa estuvo dedicado a muchas actividades ilegales,​ en particular al uso de ciudadanos estadounidenses y canadienses como sujetos de prueba en contra de su voluntad, lo que llevó a cuestionar su legitimidad. MK Ultra utilizó diversas metodologías para manipular el estado mental de los sujetos de prueba, como la alteración de sus funciones cerebrales con la administración de drogas como LSD y otros productos químicos, la hipnosis, la privación sensorial, el aislamiento, diversas formas de tortura, y abusos verbales y sexuales.

El alcance de MK Ultra fue amplio, realizándose investigaciones en 80 instituciones, incluyendo 44 colleges y universidades, así como hospitales, cárceles y compañías farmacéuticas.​ Los operarios de la CIA utilizaban estas instituciones como fachada, aunque muchas veces los altos cargos de estos lugares eran conscientes de las actividades que la CIA realizaba.​ Años más tarde, la Corte Suprema de Estados Unidos definiría el programa de esta forma:

Preocupado por «la investigación y desarrollo de armas químicas, biológicas, radiológicas y materiales capaces de emplearse en operaciones clandestinas para el control del comportamiento humano», el programa consistió en 149 subproyectos que la agencia contrató a varias universidades, fundaciones dedicadas a la investigación e instituciones similares. Participaron al menos 80 instituciones y 185 investigadores privados. Debido a que la CIA financió MK Ultra indirectamente, muchas de las personas que participaban no sabían que se trataba de la agencia.

El proyecto MK Ultra atrajo la atención de la opinión pública en 1975, cuando el Comité Church del Congreso de Estados Unidos, que investigaba los abusos cometidos por los servicios de inteligencia en las décadas precedentes, y la Comisión Gerald Ford, investigaron las actividades de la CIA dentro de Estados Unidos. Sus esfuerzos se vieron obstaculizados por el director de la CIA, Richard Helms, que ordenó destruir todos los documentos sobre MK Ultra. Las investigaciones del Comité Church y la Comisión Rockefeller se tuvieron que basar en los testimonios jurados de participantes directos y en el pequeño número de documentos que sobrevivieron a los intentos de destrucción.

En 1977, una solicitud a la Ley por la Libertad de la Información permitió descubrir un fondo con 20.000 documentos relacionados con MK Ultra, que condujo a nuevas audiencias en el Senado ese mismo año.​ En julio de 2001, algunos restos residuales de información sobre MK Ultra que aún eran secretos fueron desclasificados.

Documento de la CIA desclasificado sobre MK Ultra, parcialmente censurado, sobre el uso de LSD en un subproyecto y sus costes.

continuará……

 

El Viaje Inaugural y el Hundimiento del Titanic


El 10 de abril de 1912 el Titanic inició el que sería su primer y último viaje, comandado por el capitán E. J. Smith, un experimentado marino con una larga carrera a sus espaldas y que había navegado más de dos millones de millas para la White Star Line. Era su último viaje antes de jubilarse, así que tomó especiales precauciones para asegurarse de que todo se desarrollaba normalmente. Partieron de Southampton (Inglaterra) hacia Nueva York; hicieron breves paradas en Cherburgo (Francia) y en Queenstown (Irlanda), antes de abrirse paso hacia el océano, en un intento de batir el récord de tiempo empleado hasta la fecha en cruzar el Atlántico.A las 11:40 de la noche del 14 de abril, a una velocidad de 22,5 nudos, el Titanic chocó contra un iceberg por el costado de estribor, cuando se suponía que los icebergs no llegaban a latitudes tan bajas.

El gran choque alarmó a bastantes miembros de la tripulación, así como a algunos pasajeros que estaban en sus camarotes. Los pasajeros no se despertaron tanto por el ruido del impacto como por el sonido y la visión del agua helada que se precipitaba al interior del casco.Aunque tenía botes salvavidas para 1.178 personas, sólo los abordaron 705, principalmente mujeres y niños, aunque algunos hombres, tras haber saltado al agua desde las cubiertas, también subieron a los botes, que salvaron de este modo la vida. No obstante, muchas personas se quedaron a bordo del navío para no separarse de sus familiares.Media hora después del choque, el Titanic emitía su primera llamada de socorro, que la recibieron, al menos, cinco barcos. En menos de tres horas desde el choque, a las 2:20 del 15 de abril, el Titanic se hundía con 1522 personas a bordo, entre pasajeros y tripulación, a casi 25 kilómetros de la posición transmitida en el momento del choque.

Uno de los mitos sobre el Titanic habla de que la orquesta del barco estuvo tocando todo el tiempo. Parece ser que al principio, sobre las 00:15, se instalaron en la entrada del salón de primera clase, pero acabaron tocando en la cubierta de los botes salvavidas. Se supone que colaboraron a elevar los ánimos de los pasajeros en aquellos amargos momentos, con canciones animadas y populares.

Se recuerda aún cómo el vapor Californian, a una distancia de tan sólo unas millas, ignoró los cohetes de socorro y los mensajes del Titanic. Más tarde, al amanecer, el transatlántico Carpathia llegó, a todo vapor, al lugar de la tragedia para recoger a los supervivientes que quedaban. El Carpathia pudo salvar a mucha gente, pero muchos murieron esperando.

El segundo oficial del Titanic, Lightoller, rescatado también por el Carpathia, escribió las siguientes palabras al ver hundirse su barco en el oscuro y profundo Océano Atlántico: “Lentamente, casi majestuosamente, la inmensa popa se levantó, con las hélices y el timón fuera del agua, hasta que alcanzó una posición perfectamente vertical. Entonces se deslizo suavemente bajo el agua del frío Atlántico… Como una plegaria todo el mundo susurró: ‘Se ha ido’… Y se había ido. El insumergible Titanic se hundió en su viaje inaugural entre Gran Bretaña y los Estados Unidos.”

Se intentó culpar al director de la compañía White Star Line, J.Bruce Ismay (que también sobrevivió al hundimiento) de hacer navegar al Titanic en una ruta demasiado al Norte, a altas velocidades y sin las suficientes precauciones.

¿Quiénes fueron los primeros banqueros de la historia?


ABC.es

La creencia popular destaca la aportación financiera de los orfebres, pero años antes hubo una organización que ya desarrolló este tipo de actividad

fotolia | Los primeros banqueros surgieron durante la edad media

Básicos, rudimentarios e incluso en ocasiones fraudulentos. Así eran los primeros bancos de la historia, que comenzaron a desarrollarse a medida que la confianza en colectivos de referencia para custodiar monedas y especias fue aumentando. Pese a poseer unas finanzas reducidas y un intercambio de divisas básico, estas organizaciones ya contaban con el concepto de interés. La banca moderna, tal y como la conocemos hoy en día, no llegó hasta el siglo XX, gracias al desarrollo tecnológico, pero por el camino hubo varios sectores que se convirtieron en particulares banqueros durante breves periodos de tiempo.

Según publica Luis A.Murillo Rojas en «Banca y desarrollo económico», durante la edad antigua hubo los primeros atisbos de actividad bancaria. En los imperios asirio-babilónico y hebreo, los bienes y depósitos que los súbditos otorgaban al Rey tenían una propiedad «divina» y eran custodiados por el sacerdote de los principales templos.

Con la sustitución del trueque por la moneda, los romanos y los griegos incluyeron la figura del «cambista», un mercader de confianza que se encargaba de gestionar estos recursos. Además, también se avanzó en materia legislativa, con distintos decretos que hacían referencia a la riqueza y las finanzas. Sin embargo, por mandato de distintas órdenes religiosas, la aplicación de intereses todavía se mantenía prohibido. Todo ello cambió con la llegada de los templarios.

Monjes y caballeros, la orden de los templarios fue creada en Jerusalén en 1119. Era una organización militar formada por entrenados guerreros que combatieron en las Cruzadas con la misión de proteger a los cristianos que acudían a Tierra Santa. Con el apoyo de la Iglesia Católica, formalizado en 1129 durante el Concilio de Troyes, los templarios consiguieron un crecimiento exponencial, tanto en tamaño como en poder.

Los banqueros de las Cruzadas

Una parte de la organización se dedicó a otras tareas ajenas a la estructura militar. Ante la necesidad de gestionar los recursos enviados de Europa a Jerusalén para mantener las Cruzadas, los Caballeros templarios desarrolló de manera eficiente el primer sistema bancario de la historia, en que el depositaban su confianza tanto Reyes como miembros de la nobleza de Europa. Su desarrollo económico encontró un especial refugio en Francia. Dada su fortaleza y la inseguridad que aportaban los caminos entre Europa y Oriente Medio, las «cuentas» de los templarios se convirtieron en uno de los lugares más fiable para depositar las finanzas.

Además, la Orden comerciaba con otras culturas, eran capaces de gestionar fondos ajenos y otorgar préstamos. Murillo Rojas, en su obra, consideró a los templarios como la «más vasta organización financiera» que se había desarrollado hasta la época. Tras la caída de los Caballeros templarios , la mayor parte de documentos y escritos relacionados con los su actividad fueron destruidos. Pese a ello, todavía existen distintos escritos que atestiguan su faceta de banqueros.

Durante los años posteriores, la banca fue impulsada por figuras como la de los orfebres judíos, que en las grandes ciudades se encargaban de gestionar y especular con los metales preciosos y las divisas de la población. Sin embargo, antes que ellos, una orden militar fue la encargada de fundar el primer sistema bancario de la historia.

Manuscritos del Mar Muerto


Los Manuscritos del Mar Muerto o Rollos de Qumrán (llamados así por hallarse los primeros rollos en una gruta situada en Qumrán, a orillas del mar Muerto) son una colección de casi 800 escritos de origen judío, escritos en hebreo y arameo por integrantes de la congregación judía de los esenios, y encontrados en once grutas en los escarpados alrededores del mar Muerto.Los primeros siete rollos fueron encontrados en 1947 por Jum’a y su primo Mohammed ed-Dhib, dos pastores beduinos de la tribu Ta’amireh en una cueva de Qumrán. Se cuenta que utilizó algunos en una hoguera para calentarse, al carecer del conocimiento de la importancia del hallazgo. Estos rollos fueron vendidos (troceados, para aumentar su precio) a un anticuario en el mercado local, extraviándose un tiempo algunos en Egipto y otros en los Estados Unidos. Posteriormente se publicaron copias de los rollos, causando un masivo interés en arqueólogos bíblicos, cuyo fruto sería el hallazgo de otros seiscientos pergaminos, y cientos de fragmentos. Lo más importante de este hallazgo es su antigüedad, que permite estudiar importantes fuentes teológicas y organizativas del cristianismo. La mayoría de los manuscritos datan de entre los años 250 adC y 66 dC, estando entre ellos los textos más antiguos de que se dispone en lengua hebrea del Tanaj o Antiguo Testamento bíblico. Se cree que fueron ocultados por los esenios debido a las revueltas judías contra los romanos en esos años.

Descubrimiento

Los primeros siete rollos, de pergamino , fueron encontrados en 1947 por Jum’a y su primo Mohammed ed-Dhib , dos pastores beduinos de la tribu Ta’amireh en una cueva de Qumrán .

Se cuenta que utilizó algunos en una hoguera para calentarse, al carecer del conocimiento de la importancia del hallazgo. Estos rollos fueron vendidos (troceados, para aumentar su precio), mediante diversas vicisitudes a dos anticuarios de Belén . Cuatro de ellos fueron vendidos (por una pequeña cantidad) al archimandrita del monasterio sirio-ortodoxo de San Marcos en Jerusalén , Atanasio Josué Samuel (más conocido como Mar Samuel ). Los tres siguientes, al final, fueron a parar al profesor judío Eleazar Sukenik, arqueólogo de la Universidad Hebrea de Jerusalén que dándose cuenta del valor de los mismos los compró en 1954 .

Posteriormente se publicaron copias de los rollos, causando un masivo interés en arqueólogos bíblicos , cuyo fruto sería el hallazgo de otros seiscientos pergaminos, y cientos de fragmentos.

Lo más importante de este hallazgo es su antigüedad, que permite estudiar importantes fuentes teológicas y organizativas del judaísmo y del cristianismo . La mayoría de los manuscritos datan de entre los años 250 a. C. y 66 d. C. , estando entre ellos los textos más antiguos de que se dispone en lengua hebrea del Tanaj o Antiguo Testamento bíblico. Se cree que fueron ocultados por los esenios debido a las revueltas judías contra los romanos en esos años.

Biblioteca

Entre los manuscritos se encuentran:

  • Los libros del Tanaj , incluido una versión más extensa del Libro I de Samuel , con la excepción de Ester , así como los deuterocanónicos como el Sirácida y el Libro de Tobías .
  • Estudios sobre cada libro de la Escritura, desde un punto de vista esenio.
  • Los manuales, reglamentos y oraciones propias de la comunidad que habitó el sitio, entre los cuales destaca el Documento de Damasco , que ya había sido encontrado en 1896 en el depósito de una sinagoga , en una versión manuscrita por los karaitas del siglo IX .
  • Un rollo de cobre con cuestiones contables y relativas a la localización de determinados tesoros.
  • Diversos textos religiosos intertestamentarios como:
    • el Libro de Enoc .
    • el Testamento de los Doce Patriarcas .
    • el Libro de los Jubileos , que expone un calendario solar, diferente a los que usaban los fariseos y saduceos en el Templo y que conducía a un conflicto por las fechas de celebración de las fiestas de la Ley, pero que concuerda con las normas de la comunidad de Qumrán y es explícitamente citado en el Documento de Damasco (XVI 3-4).

El traductor de estos manuscritos, Florentino García Martínez, escribió que, con la única excepción del rollo de cobre, se trata de una «biblioteca sectaria», pues los rollos forman un conjunto articulado de concepciones teológicas , escatológicas , morales y éticas (1992:36-39). Las normas de la comunidad citan y hacen referencia a todos los textos bíblicos , apócrifos y seudoepigráficos encontrados, de manera que estos sustentan a aquellas, que a su vez se consideran intérpretes de textos inspirados que están en la «biblioteca». El uso del antiguo calendario hebreo por la comunidad, claramente diferente al oficialmente vigente en el siglo I , distingue a la biblioteca de los textos de otras corrientes judías, como los fariseos.

En el año 2010 se concretó un proyecto entre la empresa Google y la Autoridad de Antigüedades de Israel , con un costo de 3,5 millones de dólares , que tiene como objetivo digitalizar los 3.000 fragmentos del documento, los que estarán disponibles en Internet en un plazo de 5 años. Estos incluirán traducciones de los textos.

SER Historia: Los Manuscritos de Qumran

NACHO ARES / SER HISTORIA   , dedicaron el programa del 18 de agosto, adjuntamos link con el interesante audio:LINK

Los textos de Qumran, descubiertos por beduinos locales en esta región de Israel en el año 1947, siguen siendo un tema de gran interés. ¿Qué cuentan de Jesús estos documentos? ¿Se han traducido en su totalidad? ¿Ha ocultado algo el gobierno israelí?

La historia del descubrimiento de los Rollos del Mar Muerto conocidos también como manuscritos de Qumran es, como no podía ser de otra manera, una verdadera aventura arqueológica de ésas que superan a la realidad. Todos hemos oído hablar de la historia del cabrero que, buscando al animal perdido en las montañas, tuvo la fortuna de que una de las piedras que lanzaba a una cueva cercana con el fin de saber si dentro se había escondido el animal, se topo con tan sensacional descubrimiento.

Hasta este punto, no sabemos qué parte es verdad o cuál ficción. Al parecer el hallazgo lo realizaron dos pastores beduinos de la tribu Ta’amireh. Sus nombres eran Jum’a y su primo Mohammed ed-Dhib. Sin embargo, quien dio relevancia al descubrimiento fue Khalil Iskander Shahin, más conocido en Belén por el apodo de Kado. Hasta su tienda en la ciudad judía fue el beduino para vender la leche de sus animales y, de paso, llevar algunos rollos por si podía sacar algo de dinero con ellos. Su comprador habitual era Kado quien también regentaba una zapatería. El beduino pensó que quizás podría utilizar los rollos como material para su negocio. Kado, que era cristiano, no mostró mucho interés en los documentos pero sintió la suficiente curiosidad como para llevarlos a Jerusalén. Allí descubrió su verdadero valor en el convento sirio de San Carcos.

Acompañado por su cómplice en la aventura, George Isaiah, los dos visitaron la cueva de Qumran guiados por el beduino, sacando de allí gran parte del material.

A partir de este momento la historia del descubrimiento de los textos se dispara. Una vez valorada la extraordinaria importancia del hallazgo, el Metropolitan Museum de Nueva York organiza una pequeña expedición hasta la cueva para recuperar y comenzar la investigación del material.