El Ártico y la Antártida baten récords mínimos de hielo marino en noviembre


ABC.es

  • Las temperaturas inusualmente altas, los vientos persistentes del sur y un océano más cálido de lo normal se citan entre las causas
Los científicos están más preocupados por cómo se ha comportando la región antártica en noviembre - J. Beitler/National Snow and Ice Data Center

Los científicos están más preocupados por cómo se ha comportando la región antártica en noviembre – J. Beitler/National Snow and Ice Data Center

La extensión del hielo marino del Ártico y el que rodea la Antártida registró récords mínimos históricos en noviembre desde que en 1979 comenzaran los registros por satélite, según los últimos datos del Centro Nacional de Datos de Nieve y de Hielo (NSIDC, en sus siglas en inglés), que pertenece al Instituto Cooperativo para la Investigación en Ciencias Ambientales (Cires) de la Universidad de Colorado en Boulder (Estados Unidos).

La superficie helada del Ártico promedió en noviembre 9,08 millones de kilómetros cuadrados (km2), lo que supone 1,95 millones de km2 por debajo de la media de ese mes entre 1981 y 2010.

La disminución fue de unos 50.000 km2 y se produjo principalmente en el mar de Barents, una zona del océano Ártico al norte de Noruega, Finlandia y el oeste de Rusia.

La extensión del mes pasado fue de 3,2 desviaciones estándar por debajo del promedio, que supera la de 2012, cuando la superficie del verano alcanzó entonces un récord mínimo.

La superficie helada del Ártico promedió en noviembre 9,08 millones de km2, casi dos millones por debajo de la media de ese mes entre 1981-2010

Los científicos del NSIDC indicaron que esta reducción no tiene precedentes en el registro satelital de noviembre y que las temperaturas inusualmente altas, los vientos persistentes del sur y un océano más cálido de lo normal provocaron ese mínimo histórico.«Parece un triple contratiempo», recalcó Mark Serreze, director del Centro Nacional de Datos de Nieve y de Hielo.

Desde el noreste de Groenlandia hacia los archipiélagos de Svalbard (Noruega) y Tierra del Norte (noreste de Rusia), las temperaturas del aire a 925 hectopascales de presión (unos 720 metros sobre el nivel del mar) fueron de hasta 10ºC sobre el promedio de noviembre entre 1981 y 2010.

Las temperaturas de la superficie oceánica en los mares de Barents y Kara se mantuvieron inusualmente altas: hasta 4ºC por encima del promedio alrededor del archipiélago de Nueva Zembla (Rusia) y Svalbard. Ello reflejó un patrón de vientos del sur que ayudó a empujar el hielo hacia el norte y reducir la extensión helada.

«Normalmente, el hielo marino comienza a formarse en los fiordos a principios de noviembre, pero este año no se encontró hielo», apuntó Juliana Stroeve, científica del NSIDC que estuvo en Svalbard el mes pasado.

El hielo marino del Ártico se encuentra ahora en las primeras etapas de congelación del invierno y se espera que continúe expandiéndose hasta alcanzar su máximo alrededor de marzo del próximo año.

Hemisferio sur
En cuanto al hemisferio sur, la extensión de hielo marino que rodea la Antártida disminuyó muy rápidamente a principios de noviembre y estableció un mínimo récord de este mes debido a las temperaturas moderadamente cálidas y a un cambio rápido en los vientos circumpolares.

La extensión media del hielo antártico en noviembre fue de 14,54 millones de kilómetros cuadrados, lo que significa 1,81 millones de km2 menos que la media entre 1981 y 2010. Se trata de más del doble del mínimo histórico anterior de noviembre, establecido en 1986, y 5,7 desviaciones estándar por debajo del promedio de ese periodo de 30 años de referencia.

La extensión media del hielo antártico en noviembre fue de 14,54 millones de km2; 1,81 millones menos que la media entre 1981 y 2010
Las temperaturas del aire en el Antártico fueron de dos a cuatro grados más altas de lo normal y un patrón de vientos fuertes del oeste contribuyeron a crear una capa de hielo marino más dispersa en esa zona del planeta. Un cambio rápido a una estructura de viento más variada, con tres áreas principales de vientos del norte, comprimió rápidamente el hielo marino alrededor de Tierra de Wilkes, Tierra de la Reina Maud y la Península Antártica. Además, al este del mar de Weddell y a lo largo de las costas de los mares de Admunsen y de Ross se abrieron varias polinias muy grandes (espacios abiertos de agua rodeados de hielo marino).

«El Ártico ha sido normalmente donde más interés encontramos, pero este mes la Antártida ha cambiado el guión y es el hielo meridional el que nos sorprende», señaló Walt Meier, científico de la NASA e investigador afiliado al NSIDC.

Hallan bajo el suelo de Marte hielo como para llenar el Lago Superior, el mayor del mundo de agua dulce


ABC.es

  • El depósito, situado en el hemisferio norte del Planeta rojo, podría servir para la supervivencia de futuras colonias humanas
 Las formas distintivas de la superficie de Utopia Planitia llevaron a los investigadores a comprobar si había hielo subterráneo - NASA / JPL-Caltech / Univ. de Arizona

Las formas distintivas de la superficie de Utopia Planitia llevaron a los investigadores a comprobar si había hielo subterráneo – NASA / JPL-Caltech / Univ. de Arizona

El Orbitador de Reconocimiento de Marte de la NASA ha localizado bajo el terreno del Planeta rojo hielo de agua como para llenar el Lago Superior, el mayor de los Grandes Lagos de Norteamérica, situado entre EE.UU. y Canadá, y el mayor del mundo de agua dulce -por superficie, aunque el lago Baikal de Siberia tiene mayor volumen de agua-. En concreto, el Superior tiene 82.000 km², mayor que la República Checa.

Los científicos examinaron parte de la región de Utopia Planitia, en las latitudes medias del hemisferio norte de Marte, con un instrumento de radar a bordo del orbitador. Los análisis de datos de más de 600 sobrevuelos revelaron un depósito helado con un área más extensa que el estado de Nuevo México. El depósito varía en espesor de aproximadamente 80 a 170 metros, con una composición que es del 50% al 85% de hielo de agua, mezclada con polvo o partículas rocosas más grandes.

En la latitud en la que se encuentra este tesoro congelado -a mitad de camino entre el ecuador y el polo- el hielo de agua no puede persistir en la superficie de Marte. Se sublima en vapor de agua en la atmósfera delgada y seca del planeta. Sin embargo, el depósito de Utopia está protegido de la atmósfera bajo un terreno de entre uno y diez metros de espesor. Por eso resiste.

«Este depósito probablemente se formó a medida que la nieve se fue acumulando en una capa de hielo mezclada con polvo durante un período de la historia de Marte en la que el eje del planeta estaba más inclinado de lo que está hoy», dice Cassie Stuurman, del Instituto de Geofísica de la Universidad de Texas, Austin.

El Marte actual, con una inclinación del eje de 25º, acumula grandes cantidades de agua congelada en los polos. En ciclos que duran alrededor de 120.000 años, la inclinación varía a casi el doble, calentando los polos y conduciendo el hielo a latitudes medias.

Recurso para los astronautas

El nombre de Utopia Planitia se traduce en términos generales como «llanuras del paraíso». El depósito de hielo recién descubierto se extiende por latitudes de 39º a 49º en las llanuras. Representa menos del uno por ciento de todo el hielo de Marte, pero más que duplica el volumen de las gruesas capas de hielo enterradas en las llanuras del norte. Estos depósitos de hielo cerca de la superficie podrían ser un recurso para los astronautas.

«Este depósito está probablemente más accesible que la mayor parte del hielo de agua en Marte, porque está en una latitud relativamente baja y se encuentra en una zona plana, lisa, donde el aterrizaje de una nave espacial sería más fácil que en algunas de las otras zonas con hielo enterrado», explica Jack Holt, de la Universidad de Texas, coautor del artículo que se publica en la revista Geophysical Research Letters.

El agua de esta planicie está congelada en todo momento. Si hubiera una capa fundida -lo que sería importante para la posibilidad de vida en Marte- habría sido evidente en los escaneos de radar. Sin embargo, es posible que ocurriera con diferentes condiciones climáticas, cuando el eje del planeta estaba más inclinado. «Pero no sabemos si podría haber habido suficiente agua líquida en algún momento como para sostener la vida microbiana», dice Holt.

El gran volumen de hielo detectado aumenta la comprensión de la historia de Marte e identifica un posible recurso para su uso futuro. «Sabemos que en sus inicios, Marte tenía suficiente agua líquida en la superficie de los ríos y lagos. ¿Dónde se fue? Gran parte acabó en la parte superior de la atmósfera. Pero también hay una gran cantidad que es ahora hielo subterráneo, y queremos seguir aprendiendo más acerca de eso», dice Leslie Tamppari, del Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) de la NASA, en Pasadena, California (EE.UU.).

«El uso de este hielo por una misión futura podría ayudar a mantener vivos a los astronautas, mientras que también ayuda a desbloquear los secretos de las edades de hielo de Marte», subraya Joe Levy, de la Universidad de Texas, coautor del nuevo estudio.

Hallan un enorme acuífero de agua líquida bajo el hielo de Groenlandia


El Mundo

  • Datos de la Operación IceBridge de la NASA
Científicos del proyecto IceBridge introducen una cámara en un...

Científicos del proyecto IceBridge introducen una cámara en un agujero escavado en el hielo. UNIVERSITY OF UTAH

Enterrada debajo de la nieve compactada y el hielo de Groenlandia se encuentra un gran depósito de agua líquida que ha sido descubierto por los investigadores con datos de la Operación IceBridge de la NASA.

Un equipo de glaciólogos encontró casualmente el acuífero durante una perforación en el sureste de Groenlandia en 2011 para estudiar la acumulación de nieve. Dos de sus núcleos de hielo estaban goteando agua cuando los científicos los perforaron a la superficie, a pesar de las temperaturas del aire eran inferiores a -20 grados centígrados.

Los investigadores después utilizaron los datos de radar Operación IceBridge de la NASA para confinar los límites de la reserva de agua, que se extiende más de 69.930 kilómetros cuadrados, un área algo inferior a Castilla La Mancha. El agua en el acuífero tiene el potencial de elevar el nivel global del mar en 0,4 centímetros.

El sudeste de Groenlandia es una región de alta acumulación de nieve. Los investigadores ahora creen que la gruesa capa de nieve aísla el acuífero de las temperaturas superficiales frías de invierno, lo que le permite permanecer líquido durante todo el año . El acuífero es alimentado por agua de deshielo que se filtra desde la superficie durante el verano.

Descubren en la Antártida el núcleo de hielo más antiguo del mundo


ABC.es

  • El núcleo de tres kilómetros de grosor tiene unos 1,5 millones de años, casi el doble de la edad de la muestra hallada anteriormente

Descubren en la Antártida el núcleo de hielo más antiguo del mundo

Un grupo de científicos de 22 países ha descubierto en el este de la Antártidael núcleo de hielo más antiguo del mundo y se cree que éste dará pistas sobre el futuro del cambio climático. El núcleo de hielo de tres kilómetros de grosor tiene unos 1,5 millones de años, casi el doble de la edad de la muestra hallada anteriormente.

«Un núcleo de hielo antiguo, de más de un millón de años, podría decirnos más sobre la respuesta climática a los niveles de CO2 y nos permitirá utilizar esta información para entender como cambiará en el futuro», señaló Tas van Ommen, científico de la División Australiana Antártica.

El experto dijo que en las investigaciones que duraron unos cinco años y que fueron lideradas por Hubertus Fischer, un físico climático de la Universidad de Berna (Suiza), se utilizaron radares aéreos para reflejar la luz a través del hielo y poder así determinar su edad.

«Desconocemos o conocemos muy poco sobre el grosor del hielo en grandes zonas del oriente antártico», explicó van Ommen, al agregar que en el proyecto en el que participaron también con científicos de EE.UU. y el Reino Unido se utilizaron aviones para elaborar el mapa del lecho que yace debajo del hielo en la Cuenca Aurora.

«Utilizamos información de núcleos de hielo existentes, calculado el calor que emana la tierra, el calor geotérmico y algunos miembros del equipo elaboraron modelos detallados sobre los flujos de hielo y calcularon su edad», acotó.

Van Ommen subrayó que el núcleo de hielo puede contener información valiosa sobre el cambio climático y la emisión de gases contaminantes. Se prevé que el proyecto científico de perforación en la Antártida podría comenzar en unos tres años.

El mar se tragará Barcelona dentro de 5.000 años por el calentamiento global


ABC.es

  • Un estudio de «National Geographic» muestra los efectos de un deshielo total, que supondría la desaparición de capitales como Nueva York, Tokio y Londres
El mar se tragará Barcelona dentro de 5.000 años por el calentamiento global

national geographic | El mapa compara el contorno actual de Europa (en azul) con el resultado de un deshielo total

Barcelona, el litoral gallego, la mitad de la isla de Mallorca, el sur de Huelva y la costa de Cádiz: todo borrado del mapa, sumergido bajo el agua del mar. No es el escenario de una película de catástrofes. Es la realidad que proyecta la revista «National Geographic» para dentro de 5.000 años si el calentamiento global, en cinco milenios, ha derretido todo el hielo de nuestro planeta.

«Hay más de 20 millones de kilómetros cúbicos de hielo en la Tierra», explica «National Geographic». «Si seguimos añadiendo carbono a la atmósfera, muy probablemente crearemos un planeta sin hielo, con una temperatura media de quizás 27 grados centígrados, en lugar de los actuales 14».

Para ilustrar esta proyección, la revista ha desarrollado un mapa interactivo que muestra los efectos de ese deshielo total. El nivel del mar subiría unos 65 metros, generando nuevas líneas de costa e, incluso, islas interiores.

En el caso de Europa, Barcelona sería una de las grandes ciudades que pasarían a estar completamente anegadas, ante el avance del Mediterráneo, que también habría engullido los mares Negro y Caspio. Londres y Venecia serían sólo bonitos recuerdos. A los Países Bajos no les habrían servido de nada sus diques y la mayoría de Dinamarca se iría también a pique.

En Estados Unidos, Nueva York, Miami y San Francisco, inundadas. La peor parte, para Florida, eliminada del mapamundi. Más al sur, el mar se llevaría por delante Buenos Aires y la costa de Uruguay.

África apenas perdería su contorno actual pero habría que decir adiós a El Cairo y Alejandría: todo su patrimonio quedaría sumergido. En Asia, las peores consecuencias se las llevarían Bangladesh, totalmente anegada, una zona de China que habitan ahora mismo 600 millones de personas y una buena franja de la costa de la India. Tokio: desaparecida.

En Australia, por último, las consecuencias serían nefastas. Observando el mapa no hay una gran diferencia comparando la silueta actual con el hipotético deshielo. Pero un dato es clave: cuatro de cada cinco australianos viven en las proximidades de la costa, lejos de las regiones desérticas que ocupan la mayor parte del continente.

De vuelta al Eoceno

Es sólo una proyección, pero sustentada en datos sólidos. El geoquímico Gavin Foster, de la Universidad de Southampton, en Inglaterra, explica que «la concentración de dióxido de carbono llegará a las mil partes por millón a finales de siglo». Una cifra que no se alcanzaba en la Tierra desde los inicios del Eoceno, hace 50 millones de años. ¿Qué ocurría entonces? Que no había hielo.

5.000 años es, quizás, un plazo demasiado largo como para despertar las conciencias necesarias para frenar la escalada de las emisiones contaminantes y el calentamiento global. Para entonces, si las previsiones no fallan, habremos dicho adiós a un buen puñado de las ciudades más emblemáticas del planeta. Aunque no habrá que esperar tanto: los expertos vaticinan que dentro de dos siglos Nueva York estará plagada de canales. Como Amsterdam, la ciudad de sus fundadores.

Los cráteres gemelos de Marte


El Mundo

Imagen de los cráteres gemelos 'Arima', en Marte. | ESA

Imagen de los cráteres gemelos ‘Arima’, en Marte. | ESA

Desde una vista cenital, el aspecto de los cráteres gemelos ‘Arima’, en la región marciana de ‘Thaumasia Planum’, recuerda a unos ojos sorprendidos. Las imágenes obtenidas por la sonda Mars Express de la Agencia Espacial Europea (ESA) permiten conocer cómo se crearon estos círculos de 50 km de diámetro escarbados en la superficie de Marte, muy comunes en el planeta rojo y en diversas lunas del Sistema Solar.

Los cráteres se forman tras el impacto de un meteorito. Cuando alcanza la superficie, tanto ésta como el objeto que la alcanza se comprimen a densidades muy altas. Las regiones donde impacta se despresurizan y explotan violentamente. Sin embargo, el origen de los hoyos que aparecen en el centro del cráter, que en el caso de los ‘gemelos’ Arima son de diferente tamaño, no está totalmente claro.

Una de las teorías afirma que cuando el meteorito impacta, el hielo existente en la superficie se derrite y es absorbido por las grietas de la superficie. Los científicos contemplan otra hipótesis, por la cual el hielo de la superficie se calienta rápidamente y se evapora en una explosión. Así, el impacto ‘escarba’ en la tierra y crea ese hoyo o marca con los restos del impacto.

La diferencia de tamaño de los hoyos en los cráteres gemelos Arima, que se observa en las fotografías, acapara la mayor atención de los científicos. La teoría de esta disparidad puede estar en la diferente cantidad de hielo de cada una de las zonas, y en la velocidad en que se evaporó.

El estudio de esta región acerca más a los investigadores al conocimiento de la superficie de Marte, y confirma la teoría de que tiempo atrás hubo grandes cantidades de agua y hielo en el planeta rojo.

Más hielo en la Antártida


El Pais

  • La extensión máxima de la superficie marina helada crece 17.000 kilómetros cuadrados al año
  • El incremento es muy inferior a la disminución del Ártico

Extensión de hielo marino en la Antártida, en septiembre, con la referencia de la media 1979/2000. / NASA

La superficie de hielo marino en la Antártida está creciendo año a año. Son unos 17.000 kilómetros cuadrados de incremento anual (máxima extensión invernal) desde 1978 a 2010, y el proceso, que no es uniforme en las diferentes regiones costeras del continente blanco, se está acelerando. De cualquier modo, se trata de una superficie muy inferior a la que se está perdiendo (en verano, en este caso) en el otro lado del mundo, en el Ártico, donde la extensión del hielo, el pasado septiembre, era casi tres millones y medio de kilómetros cuadrados menor que la media estival de 1979 a 2000, según datos de los científicos de la NASA que analizan la información de los satélites.

La Antártida resulta un territorio difícil para los científicos del cambio climático, pero los investigadores que han calculado el aumento de la extensión de hielo marino allí, liderados por Claire Parkinson, advierten de que este proceso no contradice el calentamiento global. “El clima no cambia de modo uniforme: la Tierra es muy grande y claramente se prevé que haya diferentes cambios en diferentes regiones del mundo, aún con el calentamiento del sistema en general”, ha recalcado la investigadora del centro Goddard, de la NASA, en una nota.

¿Por qué está creciendo la extensión de la plataforma de hielo marino en el continente blanco? La clave puede estar en la circulación atmosférica, sugieren Parkinson y sus colegas. Ellos mencionan estudios recientes que apuntan como culpable al adelgazamiento de la capa de ozono sobre la Antártida: el ozono absorbe energía solar, por lo que la reducción de la concentración de estas moléculas en la atmósfera puede provocar un enfriamiento de la estratosfera. Pero, a la vez, suben las temperaturas en las latitudes medias, y esto refuerza los vientos circumpolares en determinadas regiones antárticas, como la plataforma de Ross, donde se ha registrado el mayor incremento de hielo entre 1978 y 2010 (casi 14.000 kilómetros de aumento) al año. El aumento es menor en el Mar de Weddell, pero en el Mar de Amundsen y en el de Bellingshausen está disminuyendo la superficie de agua helada.

En Ross, “los vientos son cada vez más fuertes y empujan la plataforma hacia mar abierto, lo que deja espacios abiertos de agua, llamados polinias; y cuanto más extensas son estas polinias costeras más hielo se genera porque ahí las aguas están en contacto directo con la atmósfera invernal muy fría y se congelan rápidamente”, explica Josefino Comiso, científico de Goddard.

La extensión del hielo aumenta, pero ¿podría estar disminuyendo el grosor? Estudios precedentes han mostrado que la capa helada marina era algo más delgada en 2008 que en 2003, pero el incremento de extensión registrado en ese tiempo compensa con creces ese adelgazamiento, por lo que el volumen total ha aumentado. La NASA apunta que este año la extensión máxima del hielo marino invernal en la Antártida se ha registrado en septiembre, dos semanas después del mínimo (estival) de hielo en el Ártico.

El Cryosat-2 detecta grandes variaciones en el espesor del hielo en el Ártico


El Mundo

El satélite Cryosat-2, lanzado hace dos años por la Agencia Espacial Europea (ESA) con la misión de elaborar el primer mapa fiable de la densidad del hielo en los casquetes polares, ha confirmado la existencia de grandes variaciones en el espesor de la capa helada del océano Ártico.

Las mediciones se efectuaron entre octubre del 2010 y marzo del 2011 y sirven de complemento a los datos sobre el deshielo acelerado en superficie detectado en el último medio siglo, y particularmente en la última década.

«No estamos aún en condiciones de poder asegurar si las oscilaciones son estacionales o si se pueden relacionar con el cambio climático«, advirtió sin embargo Volker Liebig, director del Programa de Observación Terrestre de la ESA, durante la presentación del primer mapa del espesor del hielo del Ártico en la Royal Society de Londres.

Su misión: determinar el efecto del cambio climático

«Necesitamos los datos durante dos o tres años para averiguar si existe realmente una tendencia», agregó Liebig. «La misión fundamental del satélite va a ser precisamente ésa: derterminar de qué manera el banco de hielo del Ártico responde al cambio climático».

«Lo que está claro es que el Cryosat-2 se va a convertir en una herramienta imprescindible para conocer mejor esta región tremendamente sensible«, concluyó Liebig. «En esta zona se encuentran entre el 15% y el 20% de las resevas mundiales de petróleo y gas, y las presiones geopolíticas van a ser muy grandes en los próximos años».

El Cryosat-2, similar al aparato perdido durante su lanzamiento en el 2005, orbita a 700 kilómetros sobre la superficie de la Tierra y está dotado de un altímetro que permite efectuar mediciones muy precisas del grosor de la capa flotante de hielo en el Ártico y sobre las superficies de Groenladia y la Antártida.

«El hielo en el Ártico está disminuyendo y ése es un hecho ya probado», declaró por su parte Duncan Wingham, director ejecutivo del National Environment Research. «La misión Cryosat nos va a permitir registrar con mayor precisión la pérdida del volumen y conocer mejor la dinámica. Las mediciones en tierra y en avionetas a escasa altura no nos permitían la visión completa que ahora empezamos a tener gracias a este satélite, que podemos considerar como el ‘guardián’ del hielo».

Los glaciares del planeta pierden 148.000 millones de toneladas de hielo al año


El Pais

El nivel de los océanos está subiendo 1,5 milímetros al año, desde 2003, según un estudio global realizado con datos de satélites

Los glaciares y cubiertas heladas del planeta están perdiendo cada año unos 148.000 millones de toneladas de hielo (162 kilómetros cúbicos), sin contar los bordes de la Antártida y de Groenlandia, que pierden otras 80.000 millones de toneladas. En total este hielo perdido está provocando un aumento del nivel oceánico de 1,5 milímetros anuales. Se trata de datos de la evolución de los glaciares a escala global, desde 2003 hasta 2010, obtenidos con los satélites Grace. “La Tierra está perdiendo una cantidad increíble de hielo cada año que va a parar al mar y este nuevo estudio nos ayudará a responder a importantes interrogantes acerca de la subida del nivel y de como las regiones más frías del planeta están respondiendo al cambio global”, afirma John Wahr, uno de los autores del estudio. La cantidad de total de hielo fundido en el planeta entre 2003 y 2010 cubriría todo el territorio de Estados Unidos con casi medio metro de agua, añade el investigador.

Pero la cantidad de hielo perdido es aproximadamente un 30% inferior a las estimaciones que se venían haciendo. Y en las elevadas cordilleras asiáticas los nuevos datos desvelan una pérdida mucho menor (hasta 10 veces) de lo que se había calculado a partir de registros parciales.

La subida del nivel se debe a dos factores fundamentalmente: la llamada expansión térmica del agua al aumentar la temperatura con el cambio climático (como un cuerpo que se dilata con el calor) y el aumento de la cantidad del agua procedente de los glaciares y cubiertas heladas. El milímetro y medio de subida anual ahora calculado corresponde sólo al segundo factor, al hielo fundido de los glaciares.

Existen en la Tierra unos 160.000 glaciares y cubiertas heladas y, hasta ahora, se tiene datos directos de su balance de hielo (la suma anual de fusión y formación) de menos de 120. De solo 37 de ellos hay registros de más de 30 años. Las estimaciones globales se venían haciendo extrapolando los datos de esas mediciones directas al resto, con un alto grado de incertidumbre porque influyen mucho factores en la dinámica de cada glaciar, desde su tamaño hasta la topografía local, la altitud o el microclima, explica el experto Jonathan Bamber (Universidad de Bristol, Reino Unido), en la revista Nature, donde se presenta el nuevo estudio global de hielos. Añade que los glaciales son un icono, un símbolo, del cambio climático y que se ha venido asumiendo su retroceso notable en el planeta en las últimas décadas, siempre basándose en esos datos parciales. De ahí la importancia de la investigación de Wahr (Universidad de Colorado en Boulder, EE UU) y sus colegas, liderados por Thomas Jacob, que ofrece datos globales.

La misión Grace, una colaboración de EE UU y Alemania, esta formada por dos satélites que miden las minúsculas variaciones del campo gravitatorio terrestre debidas a los cambios de masa (capas heladas, océanos, acuíferos y agua acumulada en el suelo) que se producen en las regiones que van sobrevolando. Con estos satélites se habían medido ya los glaciares periféricos de Groenlandia y la Antártida, pero no se había hecho un estudio global.

Las grandes cordilleras asiáticas (Himalaya, Pamir, Tibet, Karakorum y Tianshan, merecen mención aparte en este estudio, porque los resultados del equipo de Jacob muestran que la pérdida de hielo allí es muy inferior de lo que se había calculado. Esto puede ser debido, según explican, a que las estimaciones se hacían con datos tomados en las partes bajas y accesibles de los glaciares de esas cordilleras y extrapolando los registros a todas las alturas. Así el cálculo previo de casi 50.000 millones de hielo perdido al año se reduce, con los nuevos datos de Grace, a unos 4.000 millones de toneladas. “A diferencia de los glaciares bajos, muchos de los de gran altura estarían todavía demasiado fríos para perder masa incluso a pesar del calentamiento de la atmósfera”, apunta Wahr en un comunicado de la Universidad de Colorado en Boulder. La respuesta de los hielos de las cordilleras asiáticas al calentamiento global es de la máxima importancia a escala regional porque, como recuerda Bamber, aproximadamente 1.400 millones de personas dependen de lo ríos que fluyen desde el Himalaya y el Tibet.

Los resultados del nuevo estudio tendrán implicaciones importantes en las proyecciones climáticas futuras, pero los científicos todavía no pueden anticipar cuáles serán las tasas de pérdida de hielo de los glaciares en los años venideros, es decir cómo de rápido se van a ir reduciendo.

En la Tierra y en la Luna

La estrategia de la misión Grace para medir las variaciones en el campo gravitatorio terrestre que ha permitido a Jacob y sus colegas estimar la pérdida de hielo de los glaciares de la Tierra es la misma que utiliza ahora otra pareja de satélites para hacer lo mismo, pero en la Luna. Es la misión Grail, cuyos satélites se pusieron en órbita lunar a principios de enero y que empezarán a tomar datos dentro de poco.

En ambos casos son dos satélites volando en tándem uno detrás de otro en órbita relativamente baja. Los Grace, lanzados en 2002, dan 16 vueltas a la Tierra cada día a unos 500 kilómetros de altura a una distancia entre ellos de 200 kilómetros. Unos dispositivos miden esa distancia de uno a otro con una precisión de una micra (la centésima parte del grosor de un cabello humano). Al sobrevolar, por ejemplo, una zona donde aumenta el campo magnético el satélite que va delante se acelera ligerísimamente, aumentando la distancia con el que va detrás. A partir de este dato los científicos pueden calcular las variaciones de masa que sobrevuelan los artefactos.

Pero son cálculos muy complicados porque la resolución de las observaciones es demasiado grande (unos pocos centenares de metros) para apreciar la diferencia de la señal entre un glaciar pequeño y otro. Gracias a los datos de grandes concentraciones de masas predefinidas, en combinación con información regional de humedad atmosférica, hidrología y datos de modelos, Jacob y sus colegas han podido desvelar la evolución de los glaciares de la Tierra desde 2003 y 2010.

Primer mapa completo de los flujos de los hielos en la Antártida


El Pais

Los datos tomados desde satélites europeos, japoneses y canadienses muestran los desplazamientos de los glaciares que pueden ser críticos en la subida del nivel del mar

Los datos tomados por de satélites europeos, japoneses y canadienses desde 2007 a 2009 han permitido a unos investigadores estadounidenses confeccionar el primer mapa de flujos de hielo de toda la Antártida, mostrando la velocidad y dirección de desplazamiento de los glaciares. Los hielos se desplazan miles de kilómetros desde el interior del continente hacia las costas y los científicos advierten que si, debido al calentamiento del océano, se pierden las barreras heladas costeras que contienen esos flujos del interior, el incremento de la aportación de agua de los glaciares será un elemento clave del aumento del nivel del mar.

Para hacer el nuevo mapa, Eric Rignot (del Jet Propulsión Laboratory) y sus colegas han utilizado miles de millones de registros de los satélites tomados en un total de 3.000 órbitas y han aplicado tecnologías de la NASA para procesarlos, extrayendo los efectos de los registros, reflejos y rasgos geográficos del continente blanco que enmascaran los glaciares. El proyecto se inscribe en el Año Polar Internacional 2007-2009.

Con sus análisis del mapa, Rignot y sus colegas se han llevado varias sorpresas importantes. Primero, señalan, han descubierto un nueva cresta que recorre el territorio de Este a Oeste. También han identificado formaciones de hielo desplazándose hasta 250 metros al año por planicies inmensas inclinadas hacia el Océano Antártico. «Este mapa destaca algo fundamental y es que el hielo se mueve por deslizamiento sobre el terreno en que reposa», dice Thomas Wagner, un experto de la NASA, en un comunicado de dicha agencia. «Esto es importante para proyectar la futura subida del nivel del mar, porque si perdemos hielo en la costa debido al calentamiento, abrimos el grifo de cantidades masivas de hielo del interior».

Los investigadores, que presentan su nuevo mapa en la revista Science (en la edición adelantada en internet), explican que las velocidades de desplazamiento de los hielos en la Antártida van desde pocos centímetros al año en algunos lugares hasta unos cuantos kilómetros anuales en los glaciares más rápidos y en las plataformas heladas flotantes. En cuanto a la distribución espacial de los glaciares, Rignot y sus colegas resaltan el patrón de tributarios. «Cada gran glaciar es la fusión de varios tributarios que se extienden cientos de kilómetros hacia el interior [del continente]», escriben. Esto se había ya observado y en mapas parciales, pero ahora resulta evidente a escala de todo el continente blanco, añaden.