Revolución de las Trece Colonias


Revolución de las Trece Colonias, estadounidense o de Estados Unidos, son expresiones utilizadas en la bibliografía en castellano para traducir la expresión anglosajona American Revolution, cuya traducción por Revolución americana, admitida por el DRAE, no está recomendada en cuanto al uso de la palabra «americano».

Al ser al mismo tiempo un proceso revolucionario (el primero de la llamada «era de las revoluciones» que abre la Edad Contemporánea) y un proceso de descolonización (la primera «independencia»), esta revolución significó transformaciones y conflictos internos y un conflicto exterior, entre las «Trece Colonias» británicas de América del Norte y su metrópoli (el Reino Unido). De este proceso surgiría una nueva nación (los Estados Unidos de América) que se estableció jurídicamente en textos de gran trascendencia, como la Declaración de Independencia (4 de julio de 1776) y la Constitución (17 de septiembre de 1787).

Desde la década de 1760 la opinión pública de las trece colonias fue tomando conciencia de su identidad y unidad de intereses en una oposición cada vez mayor contra el gobierno británico, que no atendió los llamamientos a la moderación; hasta que la dinámica de desafíos mutuos condujo a un conflicto armado, la guerra de Independencia (1775-1783, aunque las victorias decisivas en el campo de batalla se dieron en octubre de 1781).

El ejemplo estadounidense fue decisivo para que en 1789 el protagonismo revolucionario pasara a Francia, y posteriormente a España y a la América española, dentro de lo que se ha denominado el «ciclo atlántico» de las revoluciones burguesas o revoluciones liberales.

«Injurias y usurpaciones»

La época revolucionaria se inició en 1763, cuando llegó a su fin la amenaza militar francesa sobre las colonias británicas de América del Norte (guerra franco-india); y quedaron frustradas las expectativas tanto de los minutemen y milicianos de a pie como de los colonos más ambiciosos que, habiendo demostrado en la guerra su capacidad y liderazgo, no tenían posibilidades de hacer carrera política o militar frente a los procedentes de la metrópoli, que acaparaban todos los cargos. El incremento de los costes de mantenimiento del Imperio llevó al gobierno británico a adoptar una política altamente impopular: las colonias debían pagar una parte sustancial de ello, para lo cual se subieron o crearon impuestos (Sugar Act y Currency Act de 1764, Stamp Act de 1765).

Pasquín con el texto siguiente: «Mañana del martes 17 de diciembre de 1765. Los verdaderamente nacidos Hijos de la Libertad [o hijos de la libertad por nacimiento] desearían reunirse bajo el árbol de la libertad, a las doce en punto, este día, para escuchar la dimisión pública, bajo juramento, del caballero Andrew Oliver, distribuidor de sellos para la provincia de la Bahía de Massachusetts. ¿Dimisión? Sí.» La expresión True-Born tenía cierto uso socio-político, como en la popular sátira de Daniel Defoe titulada The True-Born Englishman (1701). También se usaba Free-Born o free-born englishman («inglés nacido libre» -véase yeoman-).

El creciente descontento se evidenció en la creación de grupos opositores (como los denominados «Hijos de la Libertad» –Samuel Adams, John Hancock–), la reunión de un congreso de representantes de nueve legislaturas coloniales (Stamp Act Congress, Nueva York –actualmente Federal Hall–, 7 al 25 de octubre de 1765), que emitió una Declaration of Rights and Grievances («declaración de derechos y agravios», 19 de octubre); en incidentes violentos espontáneos (masacre de Boston, 5 de marzo de 1770), y finalmente en movilizaciones populares de protesta (motín del té, Boston, 16 de diciembre de 1773).

La reacción del gobierno británico fue ocupar militarmente Boston (1768) y la del Parlamento de Londres promulgar un conjunto de leyes (primero las llamadas Townshend Acts de 1767, luego las denominadas «Actas intolerables», «coactivas» o «punitivas» de 1774) que recortaban las competencias de las instituciones autónomas y aumentaban las de los funcionarios y militares británicos. Al carecer las colonias de representación elegida en el Parlamento, muchos colonos consideraban ilegítimos tales impuestos y leyes, por suponer una violación de sus derechos como ingleses (No taxation without representation –»ningún impuesto sin representación»–, una derivación del clásico quod omnes tangit). La sensación de trato injusto se incrementó aún más por comparación al trato favorable que la Quebec Act daba simultáneamente a los colonos franceses de Quebec (vencidos en la guerra anterior).

Ya desde 1772, grupos de «patriotas» se venían organizando en «comités de correspondencia», un gobierno secreto o «en la sombra» (shadow government) que daría lugar a la creación de instituciones alternativas de poder en cada una de la mayoría de las colonias (denominadas Provincial Congress –»congreso provincial»– en Massachussets, Carolina del Norte, Carolina del Sur, Nueva York, Nueva Jersey y Nuevo Hampshire, y Conventions –»convenciones»– en Virginia y Maryland, esta última llamada «de Annapolis» o Assembly of Freemen –»asamblea de hombres libres»–). En el curso de dos años, los congresos provinciales o sus equivalentes sustituyeron eficazmente al aparato de gobierno británico en las hasta entonces colonias, lo que culminó con la unificación de todos ellos en el Primer Congreso Continental (Filadelfia, 5 de septiembre de 1774). En realidad no era la primera reunión semejante (Stamp Act Congress, 1765, Congreso de Albany, 1754), pero sí la más numerosa de las celebradas hasta entonces: acudieron representantes de doce colonias (faltó Georgia).

Entre los colonos las posturas no eran unánimes: Joseph Galloway (representante de Pensilvania, y en otras cuestiones muy cercano a Franklin) era partidario de mantener el vínculo con la metrópoli (Plan de Unión, derrotado por estrecho margen el 22 de octubre de 1774), mientras que los partidarios de la ruptura se agruparon en torno a un texto denominado Suffolk Resolves (9 de septiembre de 1774). El Congreso emitió una «Petición al Rey» (Petition to the King, 25 de octubre de 1774) que no fue atendida; y se estableció un boicot comercial a los productos británicos (Continental Association, 1 de diciembre de 1774).

En Londres se debatía entre los partidarios de reconciliarse con los colonos (Edmund Burke –en sus discursos utiliza argumentos liberal-conservadores a favor del de autogobierno de las colonias, paradójicamente, argumentos equivalentes a los que posteriormente le llevaron a oponerse a la Revolución francesa–, William Pitt –propuso el reconocimiento de autogobierno y la retirada de las tropas de Boston, en ambos casos sin éxito–, Bowood Circle) y los de imponer la soberanía británica de forma intransigente, que dominaban el Parlamento e impulsaron nuevas «leyes restrictivas» (Restraining Acts, 9 de febrero de 1775).

Al tiempo en que entraba en su fase militar, el conflicto tuvo alguna oportunidad de solución negociada, o al menos eso parecían buscar ambos bandos en sendos documentos de 1775: la «Resolución conciliatoria»  (20 a 27 de febrero) presentada por el primer ministro Lord North, y la «Petición de la rama de olivo» (Olive Branch Petition, 5 a 8 de julio) del Segundo Congreso Continental; pero la resolución británica se entendió como una maniobra para dividir a las colonias, ignorando la existencia del Congreso, y la petición americana perdió toda eficacia al realizarse al mismo tiempo que la «Declaración de alzamiento en armas» (Declaration of Taking up Arms, 6 de julio).

Guerra de Independencia

Para reprimir a los «continentales», los británicos enviaron tropas de combate. En respuesta a ello se movilizaron las milicias de cada colonia, y las hostilidades comenzaron el 19 de abril de 1775 (batalla de Lexington). Tras la batalla de Bunker Hill (17 de junio de 1775) las autoridades británicas consideraron ya imposible reconducir en conflicto con negociaciones y se emitió una «Proclamación de rebelión» (Proclamation of Rebellion, 23 de agosto de 1775).  El desafío independentista era tan apremiante que el gobernador de la colonia de Virginia, además de proclamar la ley marcial, prometió la libertad a los esclavos que se unieran al ejército del rey (Proclamación Dunmore, 7 de noviembre de 1775). Aunque se estima que los «lealistas» comprendían entre el 15 y el 20 % de la población, desde el inicio hasta el fin de la guerra los «patriotas» controlaron entre el 80 y el 90 % del territorio; los británicos tan solo pudieron controlar unas pocas ciudades costeras durante un periodo de tiempo extenso.

El 4 de julio de 1776, los representantes de cada una de las trece colonias (Estados independientes de hecho) votaron unánimemente la Declaración de la Independencia que establecía los Estados Unidos, originalmente una confederación con un gobierno representativo seleccionado por las asambleas legislativas de cada Estado.

Los «continentales» se aliaron con el reino de Francia (Tratado de alianza, 1778) y con el reino de España (Tratado de Aranjuez, 1779), lo que equilibró las fuerzas entre los contendientes, tanto terrestres como navales. Los dos principales ejércitos británicos fueron vencidos por el Ejército Continental (George Washington) en Saratoga (octubre de 1777) y Yorktown (octubre de 1781), lo que significó de hecho la victoria militar de los Estados Unidos.

El Segundo Congreso Continental pasó a ser el Congreso de la Confederación con la ratificación de los Artículos de la Confederación (1 de marzo de 1781). El Tratado de París (3 de septiembre de 1783), ratificado por Gran Bretaña y por ese nuevo gobierno nacional, supuso el final de iure de la guerra entre ambos y de toda pretensión británica sobre su territorio.

El nuevo sistema político y social

La revolución estadounidense supuso para esa joven sociedad una serie de grandes cambios intelectuales y sociales, como los nuevos ideales republicanos que, debatidos por los «padres fundadores» (políticos e intelectuales ilustrados como Thomas Jefferson, Benjamin Franklin, John Adams o Thomas Paine) fueron asimilados por la población. La formación de partidos institucionalizados no se produjo hasta la década de 1830, pero en la época revolucionaria había dos tendencias marcadas (federalistas –James Madison, John Jay– y antifederalistas –Patrick Henry, Richard Henry Lee–), mientras los debates políticos se centraban en el reparto de funciones entre Estados y Federación y el grado de participación popular; incluso algunos de los más liberales temían que la pretendida democracia degenerara en una oclocracia (rebelión de Shays, 1786, rebelión del whisky, 1791), aunque se consiguió una notable estabilidad mediante la elección del prestigioso general Washington para ejercer la presidencia de la Convención de Filadelfia (1787) y las dos primeras presidencias de los Estados Unidos (1789-1797). Entre 1792 y 1824 ya estaba configurado un First Party System («primer sistema de partidos») dominado por el Partido Federalista hasta 1800 (Alexander Hamilton) y desde entonces por el Partido Demócrata-Republicano (Jefferson y Madison).

Los complejos detalles del nuevo sistema político, y que venían planteándose desde la Declaración de Derechos de Virginia (12 de junio de 1776) no se resolvieron hasta los debates de la Constitución (1787) y sus primeras 10 enmiendas (Bill of Rights –»carta de derechos»–, 1789), que sustituyó a los Artículos de la Confederación: La soberanía nacional se reconocía como residente en el pueblo (We, the people -«nosotros, el pueblo»-, no el de cada Estado, sino el del conjunto que pretendía conseguir una «más perfecta unión»), se confiaba la garantía de la libertad individual y de la personalidad de los Estados miembros en la separación de poderes entendida como un complejo equilibrio institucional (checks and balances) cuyos puntos esenciales eran el federalismo, el presidencialismo, el bicameralismo y un sistema judicial basado en jueces independientes y juicio por jurado.

Los derechos civiles y políticos quedaron reconocidos tal como se concebían por los revolucionarios (influenciados por el contractualismo de Rousseau), como derechos naturales e inalienables (proclamados desde la Declaración de Derechos de Virginia -redacción de George Mason- y resumidos en la de Independencia en una lapidaria expresión de Jefferson: «vida, libertad y búsqueda de la felicidad» –Life, liberty and the pursuit of happiness-). Los nuevos conceptos de democracia y republicanismo produjeron una agitación de la jerarquía social tradicional y crearon una nueva ética pública que conformó la esencia de los valores socio-políticos estadounidenses, compartidos con un altísimo nivel de consenso y permanencia más allá de su cumplimiento en la realidad, que ya describió Alexis de Tocqueville (La democracia en América, 1835) y que posteriormente se englobaron en la popular expresión american dream («sueño americano»). Coinciden en gran medida con los valores burgueses identificados por la sociología del siglo XIX (Max Weber La ética protestante y el espíritu del capitalismo).

Entre ellos están el igualitarismo ante los orígenes sociales (o igualdad de oportunidades, expresada en el all men are created equal –»todos los hombres son creados iguales»– de la Declaración de Independencia), el respeto a la libre competencia, la propiedad y la iniciativa privada, la responsabilidad individual y la ética del trabajo, la sujección de los cargos públicos a un mandato temporal e institucionalmente limitado y a elección popular, la libertad de creencias y separación entre iglesias y Estado, la prensa libre y el derecho a la posesión de armas. Se conformó un ideal de ciudadanía en los mitificados «padres peregrinos» (los primeros colonos de Nueva Inglaterra, WASP -«blancos, anglosajones y protestantes»-), mientras se dio continuidad al esclavismo y se procuró la expansión territorial frente a los indígenas americanos y la América española (expedición de Lewis y Clark, conceptos de «imperio de la libertad», «doctrina Monroe», «destino manifiesto»).

El mosquito que cambió la historia


ABC.es

  • El final de Hernando de Soto impidió la colonización española del Este del actual Estados Unidos
 Sepelio de Hernando de Soto, en el Misisipi

Sepelio de Hernando de Soto, en el Misisipi

Tras la violenta batalla de Mauvila contra los indios de Florida, la exploración de Hernando de Soto por el Este de los Estados Unidos se convierte en un errático vagabundeo, con unos soldados que, perdida la esperanza de encontrar vestigios de oro, soportan estoicos los embates de las alimañas, las lluvias torrenciales, el frío del invierno, las enfermedades y el hambre. Poco que ver con el estereotipo de un ejército conquistador. Y han de soportar, además, las asechanzas de los nativos, que mantienen su belicosidad extrema hacia esta hueste de intrusos, y a cada nueva escaramuza le corresponde un goteo de hombres y caballos muertos, y un nuevo paso en la desesperanza.

Solo el capitán general, Hernando de Soto, mantiene el plan en su cabeza. Su rastreo no es errático, sino que tiene un propósito: localizar los mejores lugares para asentar a los pobladores españoles en un futuro próximo. Cruzan ríos de difícil vado, pero el grado superlativo de la dificultad se alcanza cuando avistan el majestuoso Misisipi. Sin entretenerse admirando sus dimensiones colosales, se aplican a cruzarlo. Ante el asombro de los indios, que consideraban infranqueable el río, los españoles improvisan barcas con los materiales a mano y salvan el río en el punto de Memphis, para continuar la exploración en la contraorilla. Pero las tierras del otro lado del Misisipi no convencen al Adelantado, y retorna al entorno del río, porque ha tomado ya la decisión de establecer allí el inicial núcleo poblador, para extender luego pueblos, misiones y ranchos hasta el Atlántico. Por el momento navegarán corriente abajo y regresarán con el grueso colonizador.

Una fiebre…

Y es entonces, momento culminante, cuando, dicen las crónicas, que De Soto «se vio aquejado de una fiebre». La cree pasajera el Adelantado, pero al tercer día arrecia, y sabe que ha sido afectado por la malaria. Lejos de mejorar, su salud se agrava, y ahora intuye que su muerte está próxima. Llama a sus soldados, designa a Luis de Moscoso su sucesor como capitán de la tropa, se despide uno por uno de sus soldados, que lloran amargamente pues idolatran a su noble capitán, y rinde la vida a punto de cumplir los 42 años. Un augur le había profetizado tiempo atrás que no llegaría a cumplir esa edad.

Sus apenados soldados le entierran en los playones de la ribera. Pero los indios de los contornos sospechan que algo raro está ocurriendo en el campamento español. Vigilantes, desde hace días han captado el nerviosismo de los soldados, y ahora les intriga no ver a su jefe, aureolado ya entre los nativos con los ribetes del mito. Temiendo los españoles que adivinen su muerte y desentierren el cadáver para profanarlo, lo que en su creencia les serviría para asimilar su fuerza, resuelven trasladarlo y sepultarlo en un lugar seguro. Vacían un tronco de encina, lo lastran con piedras y colocan el cuerpo de De Soto en él. A la hora del crepúsculo navegan hasta el centro del río, y en una solemne y lúgubre ceremonia entregan el tronco al abrazo del agua, y el cuerpo del capitán general flota un momento antes de hundirse en las aguas que él avistó. El Misisipi, el Padre de las aguas, fue la grandiosa tumba del Adelantado Hernando de Soto, probablemente la espada más noble de cuantas viajaron al Nuevo Mundo.

Regreso a Nueva España

Sin su capitán como guía, los españoles al mando de Moscoso no piensan en otra cosa que en regresar a Nueva España. Los supervivientes de la otrora flamante expedición arman unas precarias embarcaciones y descienden río abajo. La vuelta será dramática, porque las canoas indias los persiguen y asaetean continuamente, las bajas se suceden y lo que llega a México es un hatajo de famélicas, quebrantadas figuras humanas.

Con el cuerpo de De Soto, quedaron enterrados sus sueños colonizadores. Solo su energía y su convicción hubieran hecho posible el poblamiento de esa región inédita, desde el Misisipi al Atlántico. Tras su muerte, quedó esa tierra vacía durante medio siglo, a disposición de otros ocupantes.

Y queda flotando una última pregunta: ¿qué hubiera sido de la historia y del destino de no haberse interpuesto en ella aquel mosquito que transmitió a Hernando de Soto la malaria? Siempre resulta aventurado vaticinar lo que pudo ser, aunque hay algo cierto: las regiones de Norteamérica que ocupó España, carentes del atractivo del oro, lo fueron por el empeño personal de algunos líderes: Menéndez en Florida, Oñate en Nuevo México, Serra en California. Vivo De Soto, España hubiera poblado el Este de los Estados Unidos. Y conociendo el celo de España a la hora de defender sus reinos, los colonos de Jamestown y los pioneros del Mayflower, ni siquiera hubieran podido poner un pie en tierra, y habrían sido reexpedidos a Inglaterra. La historia hubiera sido otra…

Un caparazón gigantesco cubrió la Tierra antes de que se formaran los continentes


ABC.es

  • Probablemente, un cascarón cubría toda la superficie antes de que hubiera tectónica de placas
Las placas tectónicas, en la actualidad - USGS

Las placas tectónicas, en la actualidad – USGS

En la actualidad, los continentes de la Tierra están a la deriva sobre las placas tectónicas, unos bloques inmensos y perezosos que se deslizan lentamente por el globo. Su movimiento genera terremotos y cordilleras, amplía la extensión de los fondos marinos y permite el nacimiento de volcanes. Pero desde hace muchos años los geólogos se preguntan cómo empezó todo. Si desde que la Tierra nació estuvo recorrida por placas, o si hubo un periodo de calma en el que la superficie era más rígida que hoy.

Es difícil obtener una respuesta clara 4.500 millones de años después de la formación del planeta. Pero los geólogos han podido estudiar en Australia algunas de las rocas más antiguas que existen, con una edad de 3.500 millones de años, para tratar de encontrar pistas sobre qué ocurrió en los orígenes. En un artículo publicado en Nature este lunes, los científicos han concluido que, probablemente, al principio no había placas tectónicas. En primer lugar se formó un caparazón rígido que cubrió todo el planeta, pero después este se fragmentó y permitió el nacimiento de la tectónica.

«Nuestra investigación apoya la hipótesis de que la corteza continental se formó a partir de un «techo inactivo» al comienzo de la historia de la Tierra», ha explicado en un comunicado Michael Brown, profesor de geología en la Universidad de Maryland (Estados Unidos) y coautor del estudio.

Esta investigación no cierra el interrogante sobre los orígenes de la tectónica de placas, pero refuerza la hipótesis de que hubo un gran escudo de corteza cubriendo todo el planeta.

Para llegar a esas conclusiones, los investigadores fueron al cratón de Pilbara, uno de los dos lugares del mundo donde se pueden encontrar las rocas más antiguas. La región se encuentra al noroeste de Australia, y junto al cratón de Kaapvaal, permite obtener muestras de rocas que pertenecen al eón Arcaico, con una antigüedad de hasta 3.600 millones de años.

Allí recogieron unos granitos que pueden servir como un registro de la actividad tectónica, porque se suelen formar en arcos volcánicos, unos alineamientos de volcanes que se forman en los límites de las placas tectónicas. Además, analizaron unos basaltos de la formación de Coucal, junto al cratón de Pilbara. Estas rocas se forman en las erupciones de los volcanes y en los suelos oceánicos, que son a su vez las regiones donde la corteza de la Tierra crece bajo el océano gracias a la actividad de las dorsales oceánicas.

El motivo por el que estudiaron ambos tipos de rocas es que se suele considerar que ambos tipos de rocas están relacionados, y que se generan a causa de la tectónica de placas. Pero Brown y su equipo trataron de encontrar alguna explicación alternativa, para así sugerir la posibilidad de que en una etapa temprana de la vida del planeta no hubiera actividad tectónica.

Los investigadores analizaron los basaltos, y averiguaron cómo se comportarían a unas temperaturas y presiones muy elevadas, teniendo en cuenta su composición química. Gracias a esto, averiguaron que los granitos de Pilbara podrían haberse formado perfectamente a partir de los basaltos de Coucal, en un escenario donde en vez de placas, la Tierra completa hubiera estado cubierta por un caparazón de roca.

En ese escenario, la corteza habría estado muy caliente y a baja presión a pocas profundidades. Pues bien, al analizar los granitos y los basaltos, los científicos observaron que ambos parecían haberse formado justo bajo esas condiciones.

Por eso, han concluido que los granitos de Pilbara se formaron tras la fusión de los basaltos de Coucal en un entorno donde la temperatura aumentaba mucho con pocas diferencias de profundidad. Por eso, Brown y su equipo han concluido que los primeros continentes se formaron después de que se fracturase una gran coraza global de corteza.

La huella española que se esconde en Estados Unidos


El Pais

  • Arqueólogos de una universidad de Florida analizan los restos de un asentamiento de 1559 en el sur del país
Muestras de hallazgos de artefactos rescatados de descubrimientos de el explorador Tristan de Luna y Arellano. Ángel Valentín

Muestras de hallazgos de artefactos rescatados de descubrimientos de el explorador Tristan de Luna y Arellano. Ángel Valentín

En septiembre del año pasado, San Agustín, una pequeña localidad del Estado de Florida, celebró el 450 aniversario de su fundación, lo que la convierte en el asentamiento urbano más antiguo de Estados Unidos. El mérito corresponde a un aventurero español, Pedro Menéndez de Avilés, que estableció el poblado en 1565 y que, como tantos otros conquistadores que fueron en busca de gloria y fortuna, ha caído casi en el olvido. Solo cuatro meses después de este evento, al que acudieron el rey Felipe VI y la reina Letizia, arqueólogos de la Universidad de West Florida han anunciado el descubrimiento de los restos de otro asentamiento español en Estados Unidos, anterior al de San Agustín. El hallazgo se ha producido en Pensacola, una ciudad situada en el noroeste de Florida, próxima a los Estados sureños de Alabama, Georgia o Luisiana.

Los historiadores conocían que el aventurero español Tristán de Luna y Arellano llegó a esta zona en 1559 con un grupo de 1.500 personas con el objetivo de establecer una colonia fija que se llamó Santa María. El asentamiento, sin embargo, fue barrido al poco tiempo por uno de los temibles huracanes que periódicamente castigan esta zona. Y Santa María se quedó en los libros de historia casi como una leyenda.

El 2 de octubre del año pasado, sin embargo, la leyenda tomó visos de realidad. Tom Garner, un vecino de Pensacola obsesionado por hallar la huella española en su ciudad, encontró en una zona residencial, tras la demolición de una vivienda, una pieza de una jarra de barro que le hizo pensar que había dado con la tecla. La llevó al departamento de arqueología de la Universidad de West Florida, y allí las sospechas se convirtieron en certezas. Tras una primera revisión de la zona y el hallazgo de nuevos restos, el profesor John Worth confirmó que se habían encontrado los restos del asentamiento fundado por Tristán de Luna.

“Sabemos que el asentamiento duró casi dos años, hasta 1561, y que tras el huracán empezaron a pasar hambre porque ya no tenían las provisiones de los barcos. Muchos querían volver a México y Tristán de Luna los condenó a muerte, aunque no cumplió la condena”, afirma el arqueólogo. La agonía fue lenta y algunos murieron de hambre. Los que tuvieron suerte consiguieron llegar a Veracruz, en México. En los últimos meses, antes de su extinción definitiva, apenas vivían 200 personas en Santa María. Los españoles volvieron a pisar Pensacola en 1698, pero ya nadie se acordaba de lo que ocurrió 150 años antes”, afirma Worth.

Los historiadores tienen constancia de que hubo otros dos intentos de colonización españoles en lo que hoy es EE UU. El primero fue impulsado por Juan Ponce de León, que descubrió Florida en 1513. Ocho años después, en 1521, quiso establecerse Fort Myers, en la costa suroccidental de la península, donde fue herido por una flecha de los indios que le causaría la muerte. Y en 1526, otro aventurero, Lucas Vázquez de Ayllón, llegó hasta la costa del Estado de Georgia, al norte de Florida, donde fundó el asentamiento de San Miguel, que hasta la fecha ha sido buscado sin éxito.

El profesor Worth tiene la tentación de especular con lo que hubiera ocurrido si el huracán no hubiera arrasado el asentamiento de Tristán de Luna. “Si la expedición hubiese prosperado, los españoles podrían haber llegado a Carolina del Sur, Misisipi, al sureste de Texas… La colonización de Norteamérica habría sido distinta”, afirma. Los elementos, sin embargo, se impusieron y borraron del mapa el asentamiento español.

El núcleo interno de la Tierra se formó hace más de mil millones de años


ABC.es

  • La capa más profunda de la Tierra es una bola de hierro sólido algo más grande que Plutón que está rodeada por un núcleo externo líquido
ABC | Imagen de la supuesta apariencia actual del núcleo terrestre

ABC | Imagen de la supuesta apariencia actual del núcleo terrestre

El momento en que se formó el núcleo interno de la Tierra es objeto de un animado debate entre los científicos y ahora un estudio lo sitúa en un arco temporal de hace 1.000 a 1.500 millones de años.

La capa más profunda de la Tierra es una bola de hierro sólido algo más grande que Plutón que está rodeada por un núcleo externo líquido, cuya formación se produjo entre 500 millones y 2.000 millones de años atrás, pero los científicos no llegan a un acuerdo más preciso.

Expertos de las universidades de Liverpool (Reino Unido),Helsinki y San Diego (Estados Unidos) analizaron datos magnéticos de antiguas piedras incandescentes y descubrieron que hace 1.000 o 1.500 millones de años se produjo un marcado aumento de la fuerza del campo magnético de la Tierra, según un estudio publicado hoy miércoles en Nature.

Ese aumento del campo magnético es «una posible indicación» de la primera aparición de hierro sólido en el interior de la Tierra y del momento en el que el núcleo interno sólido se empezó a «helar» a partir del enfriamiento de la capa más exterior de hierro fundido.

El experto en paleomagmatismo de la Universidad de Liverpool y director del estudio, Andy Biggin, consideró que este descubrimiento «podría cambiar nuestra comprensión del interior de la Tierra y su historia».

Por el momento se mantiene la controversia sobre cuándo apareció por primera vez hierro solido en el núcleo interno de la Tierra, un proceso llamado «nucleación», pero esa datación es «crucial para determinar las propiedades y la historia del interior de la Tierra».

Asimismo, tiene importantes implicaciones para saber cómo se generó el campo magnético de la Tierra, que actúa como un escudo contra la radiación dañina del Sol.

Los resultados del estudio «sugieren que el núcleo de la tierra se está enfriando más lentamente de lo que se creía, circunstancia que tiene implicaciones para todas las ciencias terrestres».

Además «apuntan a un tasa medida de crecimiento del núcleo sólido de un milímetro por año, lo que afecta a nuestra comprensión del campo magnético terrestre», agregó el experto.

El campo magnético de la Tierra se genera por el movimiento del hierro líquido presente en el núcleo exterior, que se sitúa a unos 3.000 kilómetros de profundidad bajo la corteza terrestre. Esos movimientos se producen porque el núcleo está perdiendo calor.

Biggin indicó que «el modelo teórico que mejor encaja con nuestros datos indica que el núcleo está perdiendo calor más lentamente que en cualquier momento anterior en los últimos 4.500 millones de años y que ese flujo de energía debería mantener el campo magnético de la Tierra durante otros mil millones de años o más».

El experto destacó que esta situación contrasta con la situación en Marte, «que tuvo un fuerte campo magnético al comienzo de su historia, pero que parece que se extinguió después de 500 millones de años».

La olvidada historia de los españoles en Estados Unidos, en diez hitos


ABC.es

  • Nuestro país dominó durante tres siglos amplios territorios norteamericanos desde el Atlántico hasta el Pacífico
 M. TRILLO Estatua de Pedro Menéndez de Avilés en San Agustín (Florida), que los Reyes visitan este viernes

M. TRILLO | Estatua de Pedro Menéndez de Avilés en San Agustín (Florida), que los Reyes visitan este viernes

España dominó vastísimos territorios de lo que hoy son los Estados Unidos de América durante más de tres siglos. Desde que Ponce de León puso sus pies en la península de Florida en 1513 hasta que en 1821 se arrió la última bandera rojigualda, fueron 308 años de dominio hispano que se extendió desde el Atlántico hasta el Pacífico. Hay incluso quien sitúa el inicio de esa historia unos años antes, en 1508, con la llegada a la isla de Puerto Rico, hoy considerado suelo estadounidense.

La presencia española se extendió por la mitad de lo que ahora es EE.UU. e incluyó una amplia franja en el sur norteamericano, en los actuales estados de Texas, Luisiana, Arizona o Nuevo México, pero también mucho más al norte, hasta la propia Alaska.

Sin embargo, la posterior hegemonía anglosajona, primero en las colonias británicas de la costa este y luego en los Estados Unidos nacidos tras la Guerra de la Independencia (1775-1783), eclipsó esa importante parte de la historia norteamericana. Tampoco en los españoles, más volcados en su legado en Iberoamérica, han prestado mucha atención a su pasado al norte de México y hoy son desconocidos para muchos de ellos grandes figuras de aquellos siglos como Pedro Menéndez de Avilés o Bernardo de Gálvez.

En los últimos años, sin embargo, distintas publicaciones y acciones divulgativas a ambas orillas del Atlántico están reivindicando esa parte de la historia. La visita de los Reyes a Estados Unidos este viernes a San Agustín -la ciudad más antigua del país, fundada por los españoles hace 450 años- tiene también, entre otros objetivos, rescatar del olvido aquella etapa fundamental.


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Recreación en Florida del desembarco de Ponce de León en 1513

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Mapa de 1707 de Pieter van der Aa sobre la expedición de Vázquez de Ayllón

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Un enorme mojón marca el comienzo de la ruta de Hernando de Soto en 1539 en la bahía de Tampa

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El Gran Cañón del Colorado, descubierto por López de Cárdenas en 1540

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La bandera con el aspa de Borgoña ondea sobre el castillo de San Marcos en San Agustín (Florida)

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La misión de El Álamo, en San Antonio (Texas), tiene origen español

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Nueva Orleáns pasó en 1763 a manos de los españoles con el resto de la Luisiana francesa

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Pintura en Los Ángeles de fray Junípero Serra, figura clave en la historia de California

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Augusto Ferrer-Dalmau da las últimas pinceladas a la figura de Bernardo de Gálvez en un cuadro

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La ciudad Cordova, en Alaska, lleva en su nombre una inequívoca impronta española

Mitsubishi, la empresa que usó esclavos americanos para construir cazas en la Segunda Guerra Mundial


ABC.es

  • La compañía se disculpará oficialmente con James Murphy, un estadounidense que trabajó de forma forzada para ellos durante el conflicto

    Wikimedia Varios cazas «Zero» fabricados por Mitsubishi

    Wikimedia | Varios cazas «Zero» fabricados por Mitsubishi

Casi siete décadas después de que Estados Unidos lanzase las bombas atómicas que pusieron fin a la guerra con Japón, «Mitsubishi Materials» ha decidido expiar los pecados que cometieron sus directivos en la Segunda Guerra Mundial. Y es que, la famosa compañía ha enviado a uno de sus directivos a Estados Unidos para que pida perdón a James Murphy, un veterano de la contienda que -tras ser capturado por los nipones- fue esclavizado por la empresa y se vio obligado a participar en la fabricación de los cazas que eran enviados al frente para combatir contra los aliados. Así lo afirma un comunicado del «Centro Wiesenthal», dedicado a recordar a las víctimas del Holocausto.

Aunque no es la primera ver que «Mitsubishi Materials» se ve salpicada por su pasado (hace poco fue condenada a compensar a cinco trabajadoras surcoreanas que fueron obligadas a trabajar para la compañía durante la contienda), lo cierto es que la compañía siempre se ha enfrentado a su pasado de frente. En este caso, de hecho, ha decidido enviar a Estados Unidos a uno de sus ejecutivos más veteranos -Hikaru Kimura- para que presente sus disculpas en persona tanto a Murphy como a varios familiares de soldados que fueron esclavizados durante la contienda.

Mitsubishi, en la Segunda Guerra Mundial

Durante la Segunda Guerra Mundial fueron muchas las empresas que colaboraron con uno u otro régimen. Un claro ejemplo fue la firma «Hugo Boss», la cual fue contratada por el Tercer Reich para fabricar los uniformes de las soldados germanos. El caso de «Mitsubishi» es algo más escandaloso pues, durante la contienda que enfrentó a su país con los Aliados, utilizó a más de 900 prisioneros estadounidenses como esclavos en sus cuatro fábricas y minas para elaborar las piezas de los cazas que, posteriormente, combatirían contra los Estados Unidos en el aire.

Ese total formaba parte de los 12.000 reos que llegaron al país. Estos, a su vez fueron enviados a más de 50 fábricas y minas pertenecientes a otras tantas compañías (todo ello, para apoyar el esfuerzo de guerra del Imperio). Cerca de un 10% murieron, según explicó Kinue Tokudome, uno de los personajes que más ha favorecido que las empresas se disculpen con los damnificados.

El caso de Murphy es uno de los más destacados. Después de ser capturado en Filipinas mientras trabajaba como operador de radio para el Cuerpo Aéreo de los Estados Unidos, fue enviado a Japón. Como tantos otros, se vio obligado a caminar 100 kilómetros sin ninguna ayuda hasta llegar al campo de prisioneros en el que estaba destinado. Posteriormente, pasó un año en una mina de cobre cerca de Hanawa junto a otros 500 reos, algo que describió como un horror total.

«Fue una esclavitud en todos los sentidos. No había comida, no había medicina, sin ropa, sin saneamientos…», señaló en una entrevista recogida por la «CBS». Aunque posteriormente declaró que perdonaba a sus captores, hace algunos años participó en una demanda colectiva que sólo tenía un objetivo: recibir una disculpa oficial del gobierno japonés.

Llega la disculpa

Aunque esta iniciativa llega 70 años después de la guerra, ya ha causado euforia en muchos colectivos, los cuales lo consideran un signo de acercamiento increíble por parte de las compañías. Y es que, aunque el gobierno japonés se ha disculpado en los últimos años (en 2009 y en 2010) con los esclavos, las empresas no lo habían hecho hasta ahora.

«Es la primera vez que una compañía japonesa importante ha hecho un gesto como este. Ojalá esto estimule a otras a hacer lo mismo», ha señalado Abraham Cooper, un directivo del Museo de la Tolerancia de los Ángeles.

El ejecutivo de la compañía viajará así hasta Estados Unidos para solicitar el perdón a este veterano, que actuará como portavoz de los 900 soldados que trabajaron para la entonces «Mitsubishi Mining Co» (predecesora de la actual). Al parecer, la compañía trató de ponerse en contacto con todos los supervivientes, pero solo dos pudieron ser localizados. De ellos, Murphy era el único que se encontraba lo suficientemente bien físicamente para realizar el viaje a Los Ángeles (donde se celebrará el acto).

En palabras de Masato Otaka, portavoz de la embajada de Japón en Washington, la iniciativa ha sido promovida por la propia empresa y el gobierno no ha participado en ella, lo que le da todavía más valor.

Nuevas evidencias afirman que los chinos descubrieron América antes que Colón


ABC.es

  • John Ruskamp dice haber hallado más petroglifos asiáticos en Estados Unidos que confirman la llegada a la zona de esta civilización

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Los libros de Historia explican, desde siempre, que el primero en llegar hasta América fue Cristóbal Colón. Con todo, son varios los estudios que han afirmado en los últimos años que hubo otras civilizaciones que pudieron arribar antes que el hasta el Nuevo Mundo.

Uno de ellos es John Ruskamp, un investigador de Illinois doctorado en Educación que, en 2012, afirmó haber encontrado una serie de inscripciones con carácter asiático en Estados Unidos que podrían desvelar que los chinos pisaron aquella región antes que los marinos que venían en las conocidas carabelas. Su tesis le permitió escribir un libro y ganar un buen dinero Ahora, el autor afirma haber descifrado nuevas inscripciones que corroboran su teoría.

Así lo explica en su versión digital el diario «Epoch Times», donde se señala que Ruskamp ha encontrado marcas en el Monumento Nacional de la ciudad de Albuquerque, en Nuevo México. Tras realizar una investigación previa de los petroglifos, el estadounidense afirma que fueron realizados 2.800 años antes de que Colón pisase aquella región (aproximadamente, en el año 1.300 A.C.) por exploradores chinos.

«Los resultados son claros e indican que los antiguos chinos estaban explorando e interactuando con los pueblos nativos de América hace más de 2.500 años. Los hallazgos indican además que hicieron más de una expedición», ha determinado el experto.

Ruskamp no es el primero que se ha atrevido a afirmar que los chinos llegaron a América durante aquella época. De hecho, anteriormente la teoría ya había sido expuesta por Gavin Menzies, quien mantenía que una flota de buques de ese país viajó hasta el Nuevo Mundo en 1421, 70 años antes de la expedición de la Pinta, la Niña y la Santa María.

No obstante, Ruskamp es partidario (desde que escribió su libro) de que ambas civilizaciones se conocieron hace muchísimo más tiempo. Para ello, se basa en el hallazgo de hasta 84 pictogramas que ha encontrado en Estados Unidos (en Nuevo México, California, Oklahoma, Utah, Arizona y Nevada, concretamente). Todos ellos, símbolos asiáticos milenarios, según afirma.

Según ha explicado a lo largo de estos años, todos ellos han sido analizados por expertos en escritura china y se han tratado de traducir. En este último caso, de hecho, Ruskamp dice haber hallado un tipo de letra que fue utilizado por los chinos al final de la dinastía Shang (S.XVIII-S.XI A.C.).

«Aunque solo la mitad de los símbolos que se encuentran en la gran roca de Albuquerque, Nuevo México, se han identificado como escritura china, el mensaje hace referencia a que un hombre rindió honores a un ser superior con un sacrificio de un perro», completa el estadounidense. En este sentido, el investigador afirma que tanto la sintaxis como la forma de las letras es similar a la que fue utilizada para documentar antiguos rituales de las dinastías Shang y Zhou. «Los sacrificios de perros eran muy habituales en la segunda parte del segundo milenio antes de Cristo», determina.

Desde que desveló sus teorías hace varios años, Ruskamp ha sido criticado por no pocos científicos que acusan su trabajo de superficial y falto de evidencias. No obstante, sus hallazgos han sido apoyos por expertos como Dennis Stanford (del Smithsonian Institution) y David Keightley, un experto en la civilización china del Neolítico de la Universidad de California.

Una nueva investigación afirma que los chinos llegaron a América antes que Colón


ABC.es

  • El hallazgo de varios artefactos con características asiátacas en Alaska ha abierto de nuevo el debate
 Archivo ABC Esta investigación se suma a la que afirmaba que los vikingos habían llegado a América antes que Colón

Archivo ABC | Esta investigación se suma a la que afirmaba que los vikingos habían llegado a América antes que Colón

Un grupo de arqueólogos de la Universidad de Colorado (Estados Unidos) ha hallado nuevos indicios de que hubo una civilización que llegó antes a América que Cristóbal Colón: la china. Así lo afirma la versión digital de la revista «Live Science», donde Owen Mason -uno de los investigadores- ha señalado que sus conclusiones se basan en dos objetos de origen asiático con miles de años de antigüedad que han sido encontrados en Espenberg, un cabo ubicado en Alaska.

Esta teoría se suma a la que fue desvelada el pasado diciembre por la Universidad de Michigan, la cual afirmaba que los primeros en llegar a América fueron los vikingos durante el SVIII. Para afirmar esto, los investigadores se basaban en varios artefactos que habían descubierto al sur de la isla de Buffin (en la parte ártica de Canadá) y que se podían asociar a estos «asesinos del norte». Los hallazgos de Mason, por el contrario, situarían el descubrimiento de esta región en el año 600 D.C.

Un silbato y una hebilla

El equipo ha hallado los artefactos en una vivienda con más de 1.000 años de antigüedad. De las decenas de elementos descubiertos, destacan principalmente una hebilla –la cual cuenta con un trozo de cuero fechado hace más de 1.400 años- y un objeto que, según se cree, podría haber sido utilizado como silbato. Ambos elementos, en palabras del arqueólogo, cuentan con determinadas características que desvelan su origen asiático. Una de ellas sería que están elaborados en bronce, una aleación que no se había descubierto en Alaska por entonces.

Así pues, los investigadores mantienen la teoría de que los pueblos ubicados en esta región comerciaron con alguna civilización asiática que atravesó las aguas para llegar hasta ellos. «Creemos que hubo interacciones, directas o indirectas, con las llamadas “grandes civilizaciones” de China, Corea o Yakutia [en Rusia], determina el arqueólogo. La historia sustenta sus afirmaciones, pues todas ellas eran regiones en las que sí se había desarrollado el bronce.

A su vez, dentro de la vivienda los investigadores han encontrado multitud de artefactos elaborados con obsidiana, un material cuya firma química les ha dirigido hasta le valle del rio Anadyr, en Rusia.

Todos estos descubrimientos ponen punto y final a más de un siglo de excavaciones realizadas en la zona y que, finalmente, han determinado que los asiáticos viajaron a Alaska a través del estrecho de Bering antes de la llegada de la Pinta, la Niña y la Santa María.

Las investigaciones comenzaron en 1913 cuando el antropólogo Berthold Laufer afirmó que los chinos habían viajado hasta esa región con el objetivo de obtener marfil y otros elementos de las morsas. En este sentido, no son pocos los expertos que han relacionado las armaduras utilizadas por los guerreros de Alaska con aquellas que se pueden ver en China, Corea, Japón y el este de Mongolia.

Emmy Noether, la mujer a la que Einstein consideró una «genio de las matemáticas»


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  • Se cumplen 133 años del nacimiento de una profesora que consiguió dar clase cuando las mujeres no podían matricularse en la universidad
cc | Imagen de Emmy Noether

cc | Imagen de Emmy Noether

Si hay un nombre femenino que recordar en la historia de las matemáticas es el de Emmy Noether. Por lo menos para alguien que sabía del tema como Albert Einstein, quien la definió como la «genio creativa de las matemáticas más significativa desde que comenzó la educación superior para las mujeres».

De origen judío, Noether nació en la Baviera alemana hace este lunes 133 años –de ahí que Google lo celebre con un «doodle»– en una familia de matemáticos. Hasta tres generaciones se habían dedicado a los números y ella no quiso ser menos. Aprendió acudiendo a las clases que impartía su padre en la universidad, ya que era una época en la que no se admitían mujeres en las aulas. Iba de simple oyente.

Dada su persistencia, Emmy Noether consiguió que la dejasen matricularse en Erlangen, la universidad de su ciudad natal, donde se doctoró con un célebre trabajo sobre los invariantes. Tal fue su éxito, que el profesor David Hilbert la invitó a impartir una serie de conferencias en Gotinga, aunque no consiguió llevarlas a cabo por la oposición de parte del profesorado. Solo le permitieron acceder a un puesto no oficial de profesora asociada.

Consiguió revolucionar el campo de las matemáticascon teorías sobre anillos, cuerpos y álgebras. También el de la física, con el teorema que lleva su nombre y que relaciona dos ideas básicas: la invariancia de la forma que una ley física toma con respecto a cualquier tranformación y la ley de conservación de una magnitud física. Un teorema que se suele formular como «a cada simetría le corresponde una ley de conservación, y viceversa».

Exiliada en Estados Unidos

Reconocida en su mundo, no lo era por su propia nación, que le dio la espalda tras el ascenso de Hitler al poder. Aquella Alemania no estaba hecha para genios; no si eran judíos y Emmy Noether fue un caso más de los dotados que fueron ninguneados y olvidados. Le fue imposible seguir dando clase en la Universidad de Gotinga tras la aprobación de la Ley para la Restauración del Servicio Civil Profesional, que impedía mantener su puesto a los funcionarios judíos y políticamente sospechosos.

Sin poder dar clases ni conferencias bajo su nombre, Emmy Noether tuvo que exiliarse en Estados Unidos, donde continuó sus estudios y trabajos en el Instituto de Estudios Avanzados de Princeton, compaginándolos con su labor de profesora en Bryn Mawr. Allí desarrolló su labor hasta que, dos años más tarde, le descubrieron un tumor pélvico y falleció a consecuencia de la operación.