Armas y Símbolos de los Templarios


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El estandarte del Temple, que portaba un abanderado en las batallas, consistía en dos franjas horizontales: negra y más estrecha la de arriba; blanca, la inferior.

Se denominaba Beaussant o «la bella enseña».

El armamento habitual portado por los Templarios en Tierra Santa, a lo largo de los siglos XII y XIII, consistía en:

Yelmo o casco cilíndrico de hierro, con visor rectangular estrecho.

Cota de malla en forma de caperuza. Se fabricaba sobre cuero, donde se insertaban anillas o placas metálicas. Recubría el cuello, los hombros, el torso y la espalda con faldeta para proteger los muslos.

Calzas , se prolongaban en las perneras de hierro.

Túnica de tela blanca. Recubría todo el conjunto para aliviar el calor. Sobre ella flotaba la capa blanca con la cruz roja al pecho.

Escudo , de forma elíptica con apunte triangular. Se construía con planchas de madera recubiertas de hierro y se acoplaba al brazo izquierdo.

Lanza larga, de hasta 4 metros, en madera con astil de hierro bien afilado.

Espada de doble filo y longitud variable.

Maza turca de plomo y bronce con aristas cortantes.

Machete ancho de un solo filo.

También se les entregaban tres tipos diferentes de cuchillos, una gualdrapa o manta para cubrir su caballo, un caldero, un cuenco para medir la cebada y seis alforjas. El conjunto superaba ampliamente los 40 kilos y requería un vigor extraordinario para soportarlo y manejarlo con soltura. El caballo también iba acorazado y protegido.


MITOS Y LEYENDAS DE LOS TEMPLARIOS

De esta historia de los Templarios surgen varios mitos y leyendas. La Orden del Temple fue una organización secreta. Para la mayoría del público, la Orden tenía una identidad misteriosa. Peter Partner escribe en su libro The Murdered Magicians; the Templars and Their Myths:

Muchas de las leyendas surgen por que los Templarios fueron una Orden secreta y por las acusaciones de practicar la magia.

EL BAFOMETO

El Bafometo es un diablo con una estrella de cinco puntas en su frente, tiene senos de mujer, un brazo es de varón y otro de hembra. Con una mano señala hacia la luna blanca, y con otra hacia la luna negra; el bajo vientre está velado, y los órganos sexuales están expresados por el Caduceo de Mercurio.

La cara del Bafometo es la de un macho cabrio. El cuadro del Bafometo encierra el secreto de la magia sexual. La estrella de cinco puntas sobre el entrecejo del Bafometo es el ojo de Brahma, es la clarividencia de los clarividentes, que es el «INTIMO».

El Bafometo es una de las más famosas leyendas de los Templarios. «Aquí nos enfrentamos con el mayor misterio del Temple; abordamos lo que hizo temblar de horror a tantas buenas gentes: el Bafometo» . En la leyenda, se cree, tiene «una figura de macho cabrío, sentado en un trono y con una antorcha encendida entre los cuernos. En la frente, el signo del Pentagrama. Con la mano hace la señal del ocultismo» . El Bafometo tiene una figura de «macho cabrío», es una figura hecha de animal (cabra), mujer, y hombre. La antorcha que lleva entre los cuernos, es la luz mágica del equilibro universal . El Bafometo es una figura monstruosa, es un demonio. La leyenda dice que los Templarios adoraban a este ídolo «como si fuese un Dios, como a su salvador» .

También hay varias leyendas sobre el Bafometo. Otros dicen que «representaba una cabeza humana» y estaba echo de plata, de cobre o de oro y llevaba una larga barba . Aunque algunos Templarios confesaron a las acusaciones sobre el Bafometo, es importante recordar que estas confesiones fueron obtenidas con el uso de la tortura. «It was not difficult to extract whatever confession was required by the use of torture» .

En 1309 las fuerzas militares de Felipe el Hermoso comenzaron «la requisa de las casas Templarias», pero no encontraron nada del ídolo (Vignati 219).

OTROS MITOS: (gran tesoro, alquimia).

Otro mito era el enterramiento del «gran tesoro». Se cree que debajo del castillo del Ponferrada «sin duda debe encontrarse algo de tanta importancia como el Arca de la Alianza»

A lo demás se piensa que los Templarios fueron Alquimistas. La alquimia es de la idea que se pueden convertir diferentes metales en oro. Los Templarios «se hicieron famosos por sus conocimientos y descubrimientos en el estudio de la Alquimia»

EN AMÉRICA

Por fin hay leyendas de que los Templarios ya tenían relaciones comerciales con las Americas. «Los Templarios iban con regularidad a América de donde traían de unas minas que hacían explotar no oro sino plata» . Es dicho que cuando Cristóbal Colón llegó a América sus compañeros «encontraron indígenas que ya conocían la cruz» . Otra evidencia es que durante la edad media la moneda de plata era muy escasa. No se podía encontrar plata en Europa ni en el Oriente. «En Oriente la plata tiene más valor que el oro» . Entonces la pregunta es ¿de dónde vino la plata que se conoció en Europa antes del descubrimiento de América por Colón? A lo mejor la plata llegó a Europa por la explotación de minas en México por los Templarios.

La Orden de los Templarios fue una orden secreta, por eso surge esta imagen misteriosa, mágica y poderosa. ¿Tenían magia? ¿Quién les dio esta magia? ¿El diablo?

Código Templario


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Mucho se ha hablado, sobre la existencia de un Código Secreto Templario. Unos dicen que se escribió sobre los extremos de la cruz flamígera. Probst-Mirabent, citado por Gerard de Sède, cree haber descubierto la existencia de un alfabeto secreto desarrollado en la cruz que llevaban los templarios bajo el escudo de armas, con puntos y reforzamiento de las líneas en los cuatro brazos y ocho puntas. Otros, con letras intercambiadas. Sin embargo unos y otros pueden estar en lo cierto desde que existe la posibilidad de la existencia conjunta de más de un código.

No es novedad decir que se compone o utiliza un código para escamotear un secreto a los profanos. ¿Para que querían los templarios un código secreto?

Alfabeto Templario

La respuesta es de perogrullo: porque debían manejar material o información secreta. El secreto en sí, a su vez, tanto puede ser profano o no. Vale decir, en su caso, transmisión de información militar, comercial o trascendental por no decir religiosa o esotérica. Ya hemos hablado suficientemente de sus campañas militares y de las funciones bancarias que desempeñaron; en ambas es necesario la discreción, el sigilo o el secreto. En lo religioso, la transmisión de ritos y principios se hace sólo a iniciados, usualmente en forma verbal y nunca por escrito.Mas en ocasiones es necesario emplear la escritura. ¿Podía quedar un mensaje de esa naturaleza expuesto a cualquier curioso? Hoy en día, ¿ conoce el público en general la fórmula para armar una bomba atómica?, por poner un mal ejemplo. Según Drosnin, por otra parte, en la Torá, es decir los cinco primero libros del Antiguo Testamento, existe al menos un Código Secreto, parcialmente develado por el matemático israelí Eliyahu Rips con la colaboración del físico ruso-israelí Doron Witztum. Según esos autores, todo lo que viene ocurriendo está escrito allí… el problema es saber encontrarlo.Otras veces la idea está naciendo y es necesario, según un viejo principio alquímico, mantenerla en la mayor oscuridad, tanto real como simbólica.

¿ No nace acaso un ser vivo en la más profunda oscuridad, no germina la semilla en ausencia absoluta de luz?

También podría haber ocurrido que el contenido de un secreto hallado, pongamos por caso, un papiro, hubiera de ser conocido por algunos pocos. Para lo cual no es necesario, posible o conveniente, trasladar el papiro, sino simplemente hacer una copia de él. Pero ¿cómo puede ser conocido y difundido – entre elegidos siempre-ese contenido si no es mediante códices?

Presiento que algún lector, con justicia, preguntará ¿y los hospitalarios o los teutones, también tuvieron códigos?. No lo sé, no he estudiado con detenimiento esas Ordenes, pero al momento, por lo poco que sé, no los tuvieron. ¿Y por qué no? Tal vez porque no lo necesitaron. Tal vez porque no tenían nada tan precioso que ocultar como los templarios.

Según parece, uno de los primitivos investigadores de los Rollos del Mar Muerto, Hugh Schonfield, descubrió en ciertos rollos un código hebreo que llamó la clave Atbash, utilizada para ocultar los nombres de las personas. Parece ser, según ese estudioso, que los templarios lo utilizaron. Una de las acusaciones contra el Temple fue la de adorar a una cabeza, un especie de ídolo, al que se lo llamó Baphomet que nunca fue encontrado y no existieron dos templarios que lo describieran igual, para algunos tenía barba y cuernos, otros atribuían pechos de mujer, otros decían tenía cuatro patas y otros dos. Pues bien, Schonfield escribió en hebreo esa palabra y aplicó el código Atbash, resultado: Sofía, sabiduría (Knight y Lomas).

Drosnin, Michael. El Código Secreto de la Biblia, Planeta, 1997, Barcelona.

Knight, Cristopher & Lomas, Robert. La clave secreta de Hiram. Faraones,
masones y el descubrimiento de los rollos de Jesús, Grijalbo, 1999, México.

Sède, Gerard de. Los Templarios están entre nosotros, Sirio, 1985, Málaga.

Cruzadas


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Fueron expediciones militares realizadas por los cristianos de Europa occidental, normalmente a petición del Papa, que comenzaron en 1095 y cuyo objetivo era recuperar Jerusalén y otros lugares de peregrinación en Palestina, en el territorio conocido por los cristianos como Tierra Santa, que estaban bajo control de los musulmanes. Los historiadores no se ponen de acuerdo respecto a su finalización, y han propuesto fechas que van desde 1270 hasta incluso 1798, cuando Napoleón I conquistó Malta a los Caballeros Hospitalarios de San Juan de Jerusalén, una orden militar establecida en esa isla durante las Cruzadas. El vocablo cruzada (de ‘cruz’, el emblema de los cruzados) se aplicó también, especialmente en el siglo XIII, a las guerras contra los pueblos paganos, contra los herejes cristianos y contra los enemigos políticos del Papado. Por extensión, el término se emplea para describir cualquier guerra religiosa o política y, en ocasiones, cualquier movimiento político o moral. Así, en España, los alzados contra el gobierno republicano en 1936 pronto denominaron a la guerra iniciada por ellos mismos (1936-1939) Cruzada, por considerar que su objetivo era vencer el ateísmo.

CONTEXTO HISTÓRICO

El origen de las Cruzadas está enraizado en el cataclismo político que resultó de la expansión de los Selyúcidas en el Próximo Oriente a mediados del siglo XI. La conquista de Siria y Palestina llevada a cabo por los Selyúcidas islámicos alarmó a los cristianos de occidente. Otros invasores turcos también penetraron profundamente en el igualmente cristiano Imperio bizantino y sometieron a griegos, sirios y armenios cristianos a su soberanía. Las Cruzadas fueron, en parte, una reacción a todos estos sucesos. También fueron el resultado de la ambición de unos papas que buscaron ampliar su poder político y religioso. Los ejércitos cruzados fueron, en cierto sentido, el brazo armado de la política papal.

En un esfuerzo por entender por qué los cruzados las llevaron a cabo, los historiadores han apuntado como razones el dramático crecimiento de la población europea y la actividad comercial entre los siglos XII y XIV. Las Cruzadas, por tanto, se explican como el medio de encontrar un amplio espacio donde acomodar parte de esa población en crecimiento; y como el medio de dar salida a las ambiciones de nobles y caballeros, ávidos de tierras. Las expediciones ofrecían, como se ha señalado, ricas oportunidades comerciales a los mercaderes de las pujantes ciudades de occidente, particularmente a las ciudades italianas de Génova, Pisa y Venecia.

Aunque estas explicaciones acerca de las Cruzadas quizá tengan alguna validez, los avances en la investigación sobre el tema indican que los cruzados no pensaron encontrarse con los peligros de enfermedades, las largas marchas terrestres y la posibilidad de morir en combate en tierras lejanas. Las familias que quedaron en Europa tuvieron que combatir en muchas ocasiones durante largos periodos de tiempo para mantener sus granjas y sus posesiones. La idea de que los cruzados obtuvieron grandes riquezas es cada vez más difícil de justificar; la Cruzada fue un asunto extremadamente caro para un caballero que tuviera el propósito de actuar en Oriente si se costeaba por sí mismo la expedición, ya que probablemente le suponía un gasto equivalente a cuatro veces sus ingresos anuales.

Sin embargo, a pesar de ser una empresa peligrosa, cara y que no daba beneficios, las Cruzadas tuvieron un amplio atractivo para la sociedad contemporánea. Su popularidad se cimentó en la comprensión de la sociedad que apoyó este fenómeno. Era una sociedad de creyentes, y muchos cruzados estaban convencidos de que su participación en la lucha contra los infieles les garantizaría su salvación espiritual. También era una sociedad militarista, en la que las esperanzas y las ambiciones estaban asociadas con hazañas militares.

LA PRIMERA CRUZADA

Las Cruzadas comenzaron formalmente el jueves 27 de noviembre de 1095, en un descampado a extramuros de la ciudad francesa de Clermont-Ferrand. Ese día, el papa Urbano II predicó a una multitud de seglares y de clérigos que asistían a un concilio de la Iglesia en esa ciudad. En su sermón, el papa esbozó un plan para una Cruzada y llamó a sus oyentes para unirse a ella. La respuesta fue positiva y abrumadora. Urbano encargó a los obispos asistentes al concilio que regresaran a sus localidades y reclutaran más fieles para la Cruzada. También diseñó una estrategia básica según la cual distintos grupos de cruzados iniciarían el viaje en agosto del año 1096. Cada grupo se autofinanciaría y sería responsable ante su propio jefe. Los grupos harían el viaje por separado hasta la capital bizantina, Constantinopla (la actual Estambul, en Turquía), donde se reagruparían. Desde allí, lanzarían un contraataque, junto con el emperador bizantino y su ejército, contra los Selyúcidas, que habían conquistado Anatolia. Una vez que esa región estuviera bajo control cristiano, los cruzados realizarían una campaña contra los musulmanes de Siria y Palestina, siendo Jerusalén su objetivo fundamental.

1 Los ejércitos cruzados

La primera Cruzada se atuvo en sus líneas generales al esquema previsto por el papa Urbano II. El reclutamiento prosiguió a pasos agigantados durante el resto de 1095 y los primeros meses de 1096. Se reunieron cinco grandes ejércitos nobiliarios a finales del verano de 1096 para iniciar la Cruzada. Gran parte de sus miembros procedían de Francia, pero un significativo número venía del sur de Italia y de las regiones de Lorena, Borgoña y Flandes.

El papa no había previsto el entusiasmo popular que su llamamiento a la Cruzada produjo entre el campesinado y las gentes de las ciudades. Al lado de la Cruzada de la nobleza se materializó otra constituida por el pueblo llano. El grupo más grande e importante de cruzados populares fue reclutado y dirigido por un predicador conocido como Pedro el Ermitaño, natural de Amiens (Francia). Aunque fueron numerosos los participantes en la Cruzada popular, solamente un mínimo porcentaje de ellos pudieron llegar al Próximo Oriente; aún fueron menos los que sobrevivieron para ver la toma de Jerusalén por los cristianos en 1099.

2 La conquista de Anatolia

Los ejércitos cruzados de la nobleza llegaron a Constantinopla entre noviembre de 1096 y mayo de 1097. El emperador bizantino Alejo I Comneno presionó a los cruzados para que le devolvieran cualquier antiguo territorio del Imperio bizantino que conquistaran. Los jefes cruzados se sintieron agraviados por esas demandas y, aunque la mayoría en última instancia accedió, comenzaron a sospechar de los bizantinos.

En mayo de 1097, los cruzados atacaron su primer gran objetivo, la capital turca de Anatolia, Nicea (la actual ciudad de Iznik en Turquía). En junio, la ciudad se rindió a los bizantinos, antes que a los cruzados. Esto confirmó las sospechas de que Alejo intentaba utilizarlos como peones para lograr sus propios objetivos.

Muy poco después de la caída de Nicea, los cruzados se encontraron con el principal ejército Selyúcida de Anatolia en Dorilea (cerca de la actual Eskisehir, en Turquía). El 1 de julio de 1097, los cruzados obtuvieron una gran victoria y casi aniquilaron al ejército turco. Como consecuencia, los cruzados encontraron escasa resistencia durante el resto de su campaña en Asia Menor. El siguiente gran objetivo fue la ciudad de Antioquía (la actual Antakya, en Turquía) en el norte de Siria. Los cruzados pusieron sitio a la ciudad el 21 de octubre de 1097, pero no cayó hasta el 3 de junio de 1098. Tan pronto como los cruzados hubieron tomado Antioquía, fueron atacados por un nuevo ejército turco, procedente de Mosul (en el actual Irak), que llegó demasiado tarde para auxiliar a los defensores turcos de Antioquía. Los cruzados repelieron esta expedición de auxilio el 2 de junio.

3 La conquista de Jerusalén

Los cruzados permanecieron descansando en Antioquía el resto del verano, y a finales del mes de noviembre de 1098 iniciaron el último tramo de su viaje. Evitaron atacar las ciudades y fortificaciones con el fin de conservar intactas sus tropas. En mayo de 1099 llegaron a las fronteras septentrionales de Palestina y al atardecer del 7 de junio acamparon a la vista de las murallas de Jerusalén.

La ciudad estaba por aquel entonces bajo control egipcio; sus defensores eran numerosos y estaban bien preparados para resistir un sitio. Los cruzados atacaron con la ayuda de refuerzos llegados de Génova y con unas recién construidas máquinas de asedio. El 15 de julio tomaron por asalto Jerusalén y masacraron a casi todos sus habitantes. Según la concepción de los cruzados, la ciudad quedó purificada con la sangre de los infieles.

Una semana más tarde el ejército eligió a uno de sus jefes, Godofredo de Bouillon, duque de la Baja Lorena, como gobernante de la ciudad. Bajo su liderazgo, los cruzados realizaron su última campaña militar y derrotaron a un ejército egipcio en Ascalón (ahora Ashqelon, Israel) el 12 de agosto. No mucho más tarde, la mayoría de los cruzados regresó a Europa, dejando a Godofredo y un pequeño retén de la fuerza original para organizar y establecer el gobierno y el control latino (o europeo occidental) sobre los territorios conquistados.

EL APOGEO DEL PODERÍO LATINO EN EL ORIENTE

Tras la conclusión de la primera Cruzada los colonos europeos en el Levante establecieron cuatro estados, el más grande y poderoso de los cuales fue el reino latino de Jerusalén. Al norte de este reino, en la costa de Siria, se encontraba el pequeño condado de Trípoli. Más allá de Trípoli estaba el principado de Antioquía, situado en el valle del Orontes. Más al este aparecía el condado de Edesa (ahora Urfa, Turquía), poblado en gran medida por cristianos armenios.

Los logros de la primera Cruzada se debieron en gran medida al aislamiento y relativa debilidad de los musulmanes. Sin embargo, la generación posterior a esta Cruzada contempló el inicio de la reunificación musulmana en el Próximo Oriente bajo el liderazgo de Imad al-Din Zangi, gobernante de Mosul y Halab (actualmente en el norte de Siria). Bajo el mando de Zangi, las tropas musulmanas obtuvieron su primera gran victoria contra los cruzados al tomar la ciudad de Edesa en 1144, tras lo cual desmantelaron sistemáticamente el Estado cruzado en la región.

La respuesta del Papado a estos sucesos fue proclamar la segunda Cruzada a finales de 1145. La nueva convocatoria atrajo a numerosos expedicionarios, entre los cuales destacaron el rey de Francia Luis VII y el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico Conrado III. El ejército germano de Conrado partió de Nuremberg (en la actual Alemania) en mayo de 1147 rumbo a Jerusalén. Las tropas francesas marcharon un mes más tarde. Cerca de Dorilea las tropas germanas fueron puestas en fuga por una emboscada turca. Desmoralizados y atemorizados, la mayor parte de los soldados y peregrinos regresó a Europa. El ejército francés permaneció más tiempo, pero su destino no fue mucho mejor y sólo una parte de la expedición original llegó a Jerusalén en 1148. Tras deliberar con el rey Balduino III de Jerusalén y sus nobles, los cruzados decidieron atacar Damasco en julio. La fuerza expedicionaria no pudo tomar la ciudad y, muy poco más tarde de este ataque infructuoso, el rey francés y lo que quedaba de su ejército regresaron a su país.

SALADINO Y LA TERCERA CRUZADA

El fracaso de la segunda Cruzada permitió la reunificación de las potencias musulmanas. Zangi había muerto en 1146, pero su sucesor, Nur al-Din, convirtió su Imperio en la gran potencia del Próximo Oriente. En 1169, sus tropas, bajo el mando de Saladino, obtuvieron el control de Egipto. Cuando Nur al-Din falleció cinco años más tarde, Saladino le sucedió como gobernante del Estado islámico que se extendía desde el desierto de Libia hasta el valle del Tigris, y que rodeaba los estados cruzados que todavía existían por tres frentes. Después de una serie de crisis en la década de 1180, Saladino finalmente invadió el reino de Jerusalén con un enorme ejército en mayo de 1187. El 4 de julio derrotó de forma definitiva al ejército cristiano en Hattin (Galilea). Aunque el rey de Jerusalén, Gui de Lusignan, junto con alguno de sus nobles, se rindió y sobrevivió, todos los Caballeros Templarios y los Caballeros Hospitalarios de San Juan de Jerusalén fueron degollados en el campo de batalla o en sus proximidades. Saladino, tras esta victoria, se apoderó de la mayor parte de las fortalezas de los cruzados en el reino de Jerusalén, incluida esta ciudad, que se rindió el 2 de octubre. En ese momento la única gran ciudad que todavía poseían los cruzados era Tiro, en el Líbano.

El 29 de octubre de 1187, el papa Gregorio VIII proclamó la tercera Cruzada. El entusiasmo de los europeos occidentales fue grande y a sus filas se apuntaron tres grandes monarcas: el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico Federico I, el rey francés Felipe II Augusto y el monarca de Inglaterra Ricardo I Corazón de León. Estos reyes y sus numerosos seguidores constituyeron la fuerza cruzada más grande que había tenido lugar desde 1095, pero el resultado de todo este esfuerzo fue pobre. Federico murió en Anatolia mientras viajaba a Tierra Santa y la mayor parte de su ejército regresó a Alemania de forma inmediata a su muerte. Aunque tanto Felipe II como Ricardo I Corazón de León llegaron a Palestina con sus ejércitos intactos, fueron incapaces de reconquistar Jerusalén o buena parte de los antiguos territorios del reino latino. Lograron, sin embargo, arrancar del control de Saladino una serie de ciudades, incluida Acre (ahora en Israel), a lo largo de la costa mediterránea. Hacia el mes de octubre de 1192, cuando Ricardo I Corazón de León partió de Palestina, el reino latino había sido restablecido. Este segundo reino, mucho más reducido que el primero y considerablemente más débil tanto en lo militar como en lo político, perduró en condiciones precarias un siglo más.

LAS ÚLTIMAS CRUZADAS

Las posteriores Cruzadas no obtuvieron los éxitos militares que había tenido la tercera Cruzada. La cuarta, que duró dos años, desde 1202 hasta 1204, estuvo plagada de dificultades financieras. En un esfuerzo para aliviarlas, los jefes cruzados acordaron atacar Constantinopla en concierto con los venecianos y aspirar al trono del Imperio bizantino. Los cruzados lograron tomar Constantinopla, que fue saqueada sin misericordia. El Imperio Latino de Constantinopla, creado así por esta Cruzada, sobrevivió hasta 1261, fecha en la que el emperador bizantino Miguel VIII Paleólogo retomó Constantinopla. Todo ello no contribuyó en nada a la defensa de Tierra Santa.

En 1208, en un contexto y en un territorio muy distintos, el papa Inocencio III proclamó una Cruzada contra los albigenses, una secta religiosa, en el sur de Francia. La consiguiente Cruzada fue la primera que tuvo lugar en Europa occidental. Duró desde 1209 hasta 1229 y causó un gran derramamiento de sangre.

La primera ofensiva de la quinta Cruzada (1217-1221) tenía como objetivo capturar el puerto egipcio de Damietta (Dumyat), lo cual consiguió en 1219. La estrategia posterior requería un ataque contra Egipto, la toma de El Cairo y otra campaña para asegurar el control de la península del Sinaí. Sin embargo, la ejecución de esta estrategia no obtuvo todos sus objetivos. El ataque contra El Cairo se abandonó cuando los refuerzos que había prometido el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, Federico II, no se materializaron. En agosto de 1221 los cruzados se vieron obligados a rendir Damietta a los egipcios y en septiembre el ejército cristiano se dispersó.

1 Federico II

La Cruzada que llevó a cabo el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico Federico II se diferenció de las anteriores en su forma de enfocar la cuestión. Federico II había prometido dirigir una Cruzada en 1215 y renovó su compromiso en 1220, pero por razones políticas internas del Imperio estuvo posponiendo su salida. Bajo la amenaza de la excomunión del papa Gregorio IX, Federico y su ejército embarcaron finalmente en Italia en agosto de 1227, pero regresaron a puerto pocos días más tarde, cuando el emperador cayó enfermo. El papa, exasperado por otro retraso más, rápidamente excomulgó al emperador. Una vez recuperada su salud, Federico marchó a Tierra Santa en junio de 1228, como un cruzado anónimo, sin la protección de la Iglesia. Federico llegó a Acre, donde encontró que la mayor parte de su ejército se había dispersado. No obstante, no tenía intención de combatir si se podía recuperar Jerusalén mediante una negociación diplomática con el sultán egipcio Al-Kamil. Esas negociaciones dieron como resultado un tratado de paz por el cual los egipcios devolvían Jerusalén a los cruzados, que garantizó una tregua durante 10 años. A pesar de este éxito, Federico era esquivado por los líderes seglares de los estados latinos y por el clero, dado que estaba excomulgado. Al mismo tiempo, el papa proclamó otra cruzada, esta vez contra Federico; reclutó un ejército y procedió a atacar las posesiones italianas del emperador. Federico regresó a Europa en mayo de 1229 para hacer frente a esta amenaza.

2 Luis IX

Transcurrieron casi 20 años entre la Cruzada de Federico y la siguiente gran expedición al Próximo Oriente, organizada y financiada por el rey Luis IX de Francia y motivada por la reconquista de Jerusalén por parte de los musulmanes en 1244. Luis pasó cuatro años haciendo cuidadosos planes y preparativos para su ambiciosa expedición. A finales de agosto de 1248, Luis y su ejército marcharon hasta la isla de Chipre, donde permanecieron todo el invierno y continuaron los preparativos. Siguiendo la misma estrategia que la quinta Cruzada, Luis y sus seguidores desembarcaron en Egipto, el 5 de junio de 1249, y al día siguiente tomaron Damietta. El siguiente paso en su campaña, el ataque a El Cairo en la primavera de 1250, acabó siendo una catástrofe. Los cruzados no pudieron mantener sus flancos, por lo que los egipcios retuvieron el control de los depósitos de agua a lo largo del Nilo. Los egipcios abrieron las esclusas, provocando inundaciones, que atraparon a todo el ejército cruzado, y Luis IX fue forzado a rendirse en abril de 1250. Tras pagar un enorme rescate y entregar Damietta, Luis marchó por mar a Palestina, donde pasó cuatro años edificando fortificaciones y consolidando las defensas del reino latino. En la primavera de 1254 regresó con su ejército a Francia.

El rey Luis IX también organizó la última gran Cruzada, en 1270. En esta ocasión la respuesta de la nobleza francesa fue poco entusiasta y la expedición se dirigió contra la ciudad de Túnez y no contra Egipto. Acabó súbitamente cuando Luis murió en Túnez en el verano de 1270.

Mientras tanto, las fortificaciones fronterizas que todavía le quedaban al Imperio Latino en Siria y Palestina se vieron sometidas a una presión incesante por parte de las fuerzas egipcias. Una a una, las ciudades y castillos de los estados cruzados cayeron en manos de los potentes ejércitos mamelucos. La última plaza fuerte, la ciudad de Acre, fue tomada el 18 de mayo de 1291 y los pobladores cruzados, junto con las órdenes militares de los Caballeros Templarios y los Caballeros Hospitalarios, buscaron refugio en Chipre. Alrededor de 1306, estos últimos se establecieron en la isla de Rodas, la cual administraron como un virtual Estado independiente y fue la última plaza fuerte en el Mediterráneo hasta su rendición a los turcos en 1522. En 1570, Chipre, por aquel entonces bajo la soberanía de Venecia, también fue conquistada por los turcos. Los otros estados latinos que se establecieron en Grecia como consecuencia de la cuarta Cruzada sobrevivieron hasta la mitad del siglo XV.

CONSECUENCIAS DE LAS CRUZADAS

La expulsión de los latinos de Tierra Santa no puso fin a los esfuerzos de los cruzados, pero la respuesta de los reyes europeos y de la nobleza a nuevas convocatorias de Cruzadas fue débil, y las posteriores expediciones se llevaron a cabo sin ningún éxito. Dos siglos de Cruzadas habían dejado poca huella en Siria y Palestina, salvo numerosas iglesias, fortificaciones y una serie de impresionantes castillos, como los de Marqab, en la costa de Siria, Montreal, en la Transjordania, el krak de los Caballeros, cerca de Trípoli y Monfort, cerca de Haifa (Israel). Los efectos de las Cruzadas se dejaron sentir principalmente en Europa, no en el Próximo Oriente. Los cruzados habían apuntalado el comercio de las ciudades italianas, habían generado un interés por la exploración del Oriente y habían establecido mercados comerciales de duradera importancia. Los experimentos del Papado y de los monarcas europeos para obtener los recursos monetarios para financiar las Cruzadas condujeron al desarrollo de sistemas de impuestos directos de tipo general, que tuvieron consecuencias a largo plazo para la estructura fiscal de los estados europeos. Aunque los estados latinos en el Oriente tuvieron una corta vida, la experiencia de los cruzados estableció unos mecanismos que generaciones posteriores de europeos usarían y mejorarían, al colonizar los territorios descubiertos por los exploradores de los siglos XV y XVI.

Regla de los Templarios


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Basada en la edición de 1886 de Henri de Curzon, La Régle du Temple como Manual Militar, o Cómo Desempeñar un Cargo Caballeresco. Representa la Regla dada a los recién originados Caballeros del Temple por el Concilio de Troyes, 1129.

La Regla Primitiva

Aquí comienza el prólogo a la Regla del Temple

1. Nos dirigimos, en primer lugar a todos aquellos quienes con discernimiento rechazan su propia voluntad y desean de todo corazón, servir a su rey soberano como caballero; llevar con supremo afán, y permanentemente, la muy noble armadura de la obediencia. Y por tanto, nosotros os invitamos, a seguir a los escogidos por Dios de entre la masa de perdición y a quienes ha dispuesto, en virtud de su sutil misericordia, defender la Santa Iglesia, y que vosotros anheláis abrazar por siempre.

2. Por sobre todas las cosas, quienquiera que ser un caballero de Cristo, escogiendo estas sagradas ordenes en su profesión de fe, debe unir sencilla diligencia y firme perseverancia, que es tan valiosa y sagrada, y se revela tan noble, que si se mantiene impoluta para siempre, merecerá acompañar a los mártires que dieron sus almas por
Cristo Jesús. En esta orden religiosa ha florecido y se revitaliza la orden caballeresca. La caballería, a pesar del amor por la justicia que constituye sus deberes, no cumplió con sus con ellos, defendiendo a los pobres, viudas, huérfanos e iglesias, sino que se aprestaron a destruir, despojar y matar. Dios que actúa conforme a nosotros y nuestro
salvador Cristo Jesús; ha enviado a sus partidarios desde la ciudad Santa de Jerusalén a los acuartelamientos de Francia y Borgoña, para nuestra salvación y muestra de la verdadera fe, pues no cesan de ofrecer sus vidas por Dios, en piadoso sacrificio.

3. Ante ello nosotros, en completo gozo y hermandad, por requerimiento del Maestro Hugues de Payen, por quien la mencionada orden caballeresca ha sido fundada con la gracia del Espíritu Santo, nos reunimos en Troyes, de entre varias provincias más allá de las montañas, en la fiesta de San Hilario, en el año de la encarnación de Cristo Jesús de 1128, en el noveno año tras la fundación de la anteriormente mencionada orden caballeresca. De la conducta e inicios de la Orden de Caballería hemos escuchado en capítulo común de labios del anteriormente citado Maestro, Hermano Hugues de Payen; y de acuerdo con las limitaciones de nuestro entendimiento, lo que nos pareció correcto y beneficioso alabamos, y lo que nos pareció erróneo rechazamos.


4. Y todo lo que aconteció en aquel Consejo no puede ser contado ni recontado; y para que no sea tomado a la ligera por nosotros, sino considerado con sabia prudencia, lo dejamos a discreción de ambos nuestro honorable padre el Señor Honorio y del noble Patriarca de Jerusalén, Esteban, quien conoce los problemas del Este y de los Pobres Caballeros de Cristo; por consejo del concilio común lo aprobamos unánimemente. Aunque un gran número de padres religiosos reunidos en capítulo aprobó la veracidad de nuestras palabras, sin embargo no debemos silenciar los verdaderos pronunciamientos y juicios que emitieron.


5. Por tanto yo, Jean Michel, a quien se ha encomendado y confiado tan divino oficio, por la gracia de Dios, he servido de humilde escriba del presente documento por orden del consejo y del venerable padre Bernardo, abad de Clairvaux.


Los nombres de los Padres que asistieron al Concilio.

6. Primero fue Mateo, obispo de Albano, por la gracia de Dios, legado de la santa Iglesia de Roma; R[enaud], arzobispo de Reims; H[enri], arzobispo de Sens; y sus clérigos: G[ocelin], obispo de Soissons; el obispo de París; el obispo de Troyes; el obispo de Orlèans; el obispo de Auxerre; el obispo de Meaux; el obispo de Chalons; el obispo de Laon; el obispo de Beauvais; el abad de Vèzelay, quien posteriormente fue arzobispo de Lyon y legado de la Iglesia de Roma; el abad de Cîteaux; el abad de Pontigny; el abad de Trois-Fontaines; el abad de St Denis de Reims; el abad de St-Etienne de Dijon; el abad de Molesmes; al anteriormente mencionado B[ernard], abad de Clairvaux: cuyas palabras el anteriormente citado alabó francamente. También estuvieron presentes el maestro Aubri de Reims; maestro Fulcher y varios otros que sería tedioso mencionar. Y de los otros que no se han mencionado, es importante asentar, en este asunto, de que son amantes de la verdad: ellos son, el conde Theobald; el conde de Nevers; Andrè de Baudemant.

Estuvieron en el concilio y actuaron de tal proceder, con perfecto y cuidadoso estudio seleccionando lo correcto y desechando lo que no les parecía justo.

7. Y también presente estaba el Hermano Hugues de Payen, Maestre de Caballería, con algunos de los hermanos que le acompañaron. Estos eran Hermano Roland, Hermano Godefroy, y Hermano Geoffroi Bisot, Hermano Payen de Montdidier, Hermano Archambaut de Saint-Amand. El propio Maestre Hugues con sus seguidores antedichos, expusieron las costumbres y observancias de sus humildes comienzos y uno de ellos dijo: Ego principium qui et loquor vobis, que significa: «Yo quien habla a vosotros soy el principio» según mi personal recuerdo.

8. Agradó al concilio común que las deliberaciones se hicieran allí, y el estudio de las Sagradas Escrituras, que se examinaron profundamente, con la sabiduría de mi señor H[onorius], papa de la Santa Iglesia de Roma y del patriarca de Jerusalén y en conformidad con el capítulo. Juntos, y de acuerdo con los Pobres Caballeros de Cristo del Templo que está en Jerusalén, se debe poner por escrito y no olvidado, celosamente guardado de tal forma, que para una vida de observancia se puedan referir a su creador; comparación más dulce que la miel en paridad con Dios; cuya piedad parece óleo, y nos permite ir hacia Él a quien deseamos servir. Per infinita seculorum secula. Amen

Aquí comienza la Regla de los Pobres caballeros del Temple.

9. Vosotros los que renunciáis a vuestra voluntad, y vosotros otros los que servís a un rey soberano con caballos y armas, para salvación de vuestras almas y por tiempo establecido, acudiréis con deseo virtuoso a oír matines y el servicio completo, según la ley canónica y las costumbres de los maestros de la Ciudad Santa de Jerusalén. Oh vosotros venerables hermanos, que Dios sea con vosotros, si prometéis despreciar el mundo por perpetuo amor a Dios, desterrar las tentaciones de vuestro cuerpo; sostenido por el alimento de Dios, beber y ser instruido en los mandamientos de Nuestro Señor; al final del oficio divino, ninguno debe temer entrar en batalla si por ende lleva tonsura.

10. Pero si cualquier hermano es enviado por el trabajo de la casa y por la Cristiandad al Este – algo que creemos ocurrirá frecuentemente- y no puede oír el divino oficio, deberá decir en lugar de matines trece padrenuestros; siete por cada hora y nueve por vísperas. Y todos juntos le ordenamos que así lo haga. Pero aquellos que han sido enviados y no puedan volver para asistir al divino oficio, si les es posible a las horas establecidas, que no deberán ser omitidas, rendir a Dios su homenaje.

La Forma en que deben ser recibidos los Hermanos.

11. Si cualquier caballero seglar o cualquier otro hombre, desea dejar la masa de perdición y abandonar la vida secular escogiendo la vuestra en comunidad, no consintais en recibirlo inmediatamente, porque según ha dicho mi Señor San Pablo: Probate spiritus si ex Deo sunt. Que quiere decir: «Prueba el alma a ver si viene de Dios» Sin embargo, si la compañía de sus hermanos le debe ser concedida, dejad que le sea leída la Regla, y si desea explícitamente obedecer los mandamientos de la Regla, y complace tanto al Maestre como a los hermanos el recibirle, dejadle revelar su deseo ante todos los hermanos reunidos en capítulo y hacer su solicitud con corazón digno.

Sobre Caballeros excomulgados.

12.Donde sepáis que se concentran caballeros excomulgados, allí os obligamos a ir; y si alguien desea unirse a la orden de caballería proveniente de regiones lejanas, no deberéis considerar tanto el valor terrenal como el de la eterna salvación de su alma. Nosotros ordenamos que sea recibido condicionalmente, que se presente ante el obispo de la provincia y le comunique su intención. Y, cuando el obispo lo haya escuchado y absuelto, lo enviará al Maestre y hermanos del Temple, y si su vida es honesta y merecedora de su compañía, si parece justo al Maestre y hermanos, dejad que sea piadosamente recibido; y si muriera durante ese tiempo, por la angustia y tormento que ha sufrido, dejad que se le otorguen todos los favores de la hermandad, dados a cada uno de los Pobres Caballeros del Temple.

13. Bajo ninguna otra circunstancia, deberá los hermanos del Temple compartir la compañía de los indiscutiblemente excomulgados, ni que se queden con sus pertenencias; y esto debe ser prohibido encarecidamente porque sería terrible que fueran asimismo repudiados. Pero si solo le ha sido prohibido escuchar el Divino Oficio, es ciertamente posible permanecer en su compañía, así como quedarse con sus pertenencias, entregándolas a la caridad con el permiso de su comandante.

Sobre no aceptar niños.

14. Aunque la regla de los santos padres permite recibir a niños en la vida religiosa, nosotros lo desaconsejamos. Porque aquel que desee entregar a su hijo eternamente en la orden caballeresca deberá educarlo hasta que sea capaz de llevar las armas con vigor, y liberar la tierra de los enemigos de Cristo Jesús. Entonces que su madre y padre lo lleven a la casa y que su petición sea conocida por los hermanos; y es mucho mejor que no tome los votos cuando niño sino al ser mayor, pues es conveniente que no se arrepienta de ello, a que lo haga. Y seguidamente que sea puesto a prueba de acuerdo con la sabiduría del Maestre y hermanos conforme a la honestidad de su vida al solicitar ser admitido en la hermandad.

Sobre los que están de pie demasiado tiempo en la Capilla.

15. Se nos ha hecho saber, y lo hemos escuchado de testigos presenciales, que de forma inmoderada y sin restricción alguna, vosotros escucháis el divino oficio de pie. Nosotros no ordenamos que os comportéis de esta forma, al contrario lo desaprobamos. Disponemos, que tanto los fuertes como los débiles, para evitar desordenes, canten el salmo llamado Venite, con la invitatoria y el himno sentados, y digan sus oraciones en silencio, en voz baja no voceando, para no perturbar las oraciones de los otros hermanos.

16. Pero al final de los salmos, cuando se canta el Gloria patri, en reverencia a la Santísima Trinidad, os pondréis de pie y os inclinareis ante el altar, mientras los débiles o enfermos solo inclinarán la cabeza. Por tanto mandamos; que cuando la explicación de los Evangelios sea leída, y se cante el Te deum laudamus, y mientras se cantan los laudes, y los maitines terminan, vosotros estéis de pie. De esta misma forma dictaminamos que permanezcáis de pie durante maitines y en todas las horas de Nuestra Señora.

Sobre la vestimenta de los Hermanos.

17. Disponemos que todos los hábitos de los hermanos sean de un solo color, bien sea blanco, negro o marrón. Y sugerimos que tanto en invierno como en verano si es posible, lleven capas blancas; y a nadie que no pertenezca la mencionada caballería de Cristo le será permitido tener una capa blanca, para que quienes hayan abandonado la vida en oscuridad se reconozcan los unos a los otros como seres reconciliados con su creador por el signo de sus hábitos blancos: que significa pureza y completa castidad. La Castidad es certeza en el corazón y salud en el cuerpo. Por lo que si un hermano no toma votos de castidad no puede acceder al eterno descanso ni ver a Dios, por la promesa del apóstol que dijo: Pacem sectamini cum omnibus et castimoniam sine qua nemo Deum videbit. Que significa: «Lucha para llevar la paz a todos, manténte casto, sin lo cual nadie puede ver a Dios».

18. Pero estas vestiduras deberán mantenerse sin riquezas y sin ningún símbolo de orgullo. Y así, nosotros exigimos que ningún hermano lleve piel en sus vestidos, ni cualquier otra cosa que no pertenezca al uso del cuerpo, ni tan siquiera una manta que no sea de lana o cordero. Concertamos en que todos tengan lo mismo, de tal forma que puedan vestirse y desvestirse, y poner y quitarse las botas con facilidad. Y el sastre, o quien haga sus funciones, deberá mostrarse minucioso y cuidar que se mantenga la aprobación de Dios en todas las cosas mencionadas, para que los ojos de los envidiosos y mal intencionados no puedan observar que las vestiduras sean demasiado largas o cortas; deberá distribuirlas de tal manera que sean de la medida de quien las ha de llevar, según la corpulencia de cada uno.

19. Y si alguno por orgullo o arrogancia desea tener para él un mejor y más fino hábito, dadle el peor. Y aquellos que reciban vestiduras nuevas deberán inmediatamente devolver las viejas, para que sean entregadas a escuderos y sargentos, y a menudo a los pobres, según lo que considere conveniente el encargado de ese menester.

Sobre las Camisas.

20. Entre otros asuntos sobre los que regulamos, debido al intenso calor existente en el Este, desde Pascua hasta todos los Santos, gracias a la compasión y de ninguna forma como derecho, una camisa de lino será entregada al hermano que así lo solicite.

Sobre la Ropa de Cama.

21. Ordenamos por unánimemente que cada hombre tenga la ropa y sábanas de acuerdo con el juicio de su Maestre. Es nuestro propósito que un colchón, un almohadón y una manta son suficientes para cada uno; y aquél a quien le falte uno de éstos puede usar una alfombra, y una manta de lino siempre que sea de pelo fino. Y dormirán siempre vestidos con camisa y pantalón, y zapatos y cinturones, y donde reposen deberá haber siempre una luz encendida hasta la mañana. Y el Sastre se asegurará que los hermanos estén tan bien tonsurados que puedan ser examinados tanto de frente como de espaldas; y nosotros ordenamos que vosotros os adhiráis a esta misma conducta en lo tocante a barbas y bigotes, para que ningún exceso se muestre en sus cuerpos.

Sobre Zapatos puntiagudos y Cordones de lazo.

22. Prohibimos los zapatos puntiagudos y los cordones de lazo y condenamos que un hermano los use; ni los permitimos a quienes sirvan en la casa por tiempo determinado; más bien, prohibimos que los utilicen en cualquier circunstancia. Porque es manifiesto y bien sabido que estas cosas abominables pertenecen a los paganos. Tampoco deberán llevar ni el pelo ni el hábito demasiado largos. Porque aquellos que sirven al soberano creador deben surgir de la necesidad dentro y fuera mediante la promesa de Dios mismo quien dijo: Estote mundi quia ego mundus sum. Que quiere decir: «Nace como yo nazco»

Cómo deben comer.

23. En el palacio, o lo que debería llamarse refectorio, deberéis comer juntos. Pero si estáis necesitados de algo, pues no estáis acostumbrados a los utilizados por los religiosos, quedamente y en privado deberéis pedir lo que necesitéis en la mesa, con toda humildad y sumisión. Porque el Apóstol dijo: Manduca panem tuum cum silentio. Que significa: «Come tu pan en silencio». Y el salmista: Posui ori meo custodiam. Que quiere decir: «Yo reprimí mi lengua» Que significa que «Yo creo que mi lengua me traicionaría» lo que es, «Callé para no hablar mal».

Sobre la Lectura de la Lección.

24. Siempre, durante la comida y cena en el convento, que se lean las Sagradas Escrituras, si ello es posible. Si amamos a Dios, sus Santas palabras y sus Santos Mandamientos, desearemos escuchar atentamente; y el lector da texto os reclamará silencio antes de comenzar a leer.

Sobre Pucheros y Vasos.

25. Debido a la escasez de pucheros, los hermanos comerán por parejas, de tal forma que uno pueda observar más de cerca al otro, y para que ni la austeridad ni la abstinencia en secreto sean introducidas, en la comida de comunidad. Y nos parece justo que cada hermano tenga la misma ración de vino en su copa.

Sobre comer Carne.

26. Deberá ser suficiente, comer carne tres veces por semana, excepto por Navidad, Todos los Santos, la Asunción y la festividad de los doce apóstoles. Porque se entiende que la costumbre de comer carne corrompe el cuerpo. Pero si un ayuno en el que se debe suprimir la carne cae en Martes, al día siguiente será dada en cantidad a los hermanos. Y los Domingos todos los hermanos del Temple, los capellanes y clérigos recibirán dos ágapes de carne en honor a la santa resurrección de Cristo Jesús. Y el resto de la casa, que incluye los escuderos y sargentos, deberán contentarse con una comida y estar agradecidos al Señor por ella.

Sobre las comidas entre Semana.

27. Sobre los otros días de la semana, que son Lunes, Miércoles e incluso Sábados, los hermanos tengan dos o tres comidas de vegetales u otros platos comidos con pan; y nosotros creemos que es suficiente y ordenamos que así sea. De tal manera que aquel que no coma en una comida, lo haga en la otra.

Sobre la comida del Viernes.

28. Los Viernes, que se ofrezca a toda la congregación, comida cuaresmal, surgida de la reverencia hacia la pasión de Cristo Jesús; y haréis abstinencia desde la festividad de Todos los Santos hasta la Pascua, excepto el día de Navidad, la Asunción y la festividad de los doce apóstoles. Pero los hermanos débiles o enfermos no deberán ser obligados a esto. Desde Pascua hasta la fiesta de Todos los Santos pueden comer dos veces, mientras no sea abstinencia general.

Sobre Dar las Gracias.

29. Siempre, después de cada comida o cena todos los hermanos deberán dar gracias a Dios en la iglesia y en silencio si ésta se encuentra del lugar dónde comen, y si no lo está en el mismo lugar en donde hayan comido. Con humildad deberán dar gracias a Cristo Jesús quien es el Señor que Provee. Dejad que los trozos de pan roto, sean dados a los pobres y los que estén en rodajas enteras, sean guardados. Aunque la recompensa de los pobres sea el reino de los cielos, se ofrecerá a los pobres sin dudarlo, y la fe Cristiana os reconocerá entre los suyos; por tanto concertamos, que una décima parte del pan sea entregado a vuestro Limosnero.

Sobre ea Merienda.

30. Cuando cae el sol y comienza la noche escuchad la señal de la campana o la llamada a oración, según las costumbres del país, y acudid todos a capítulo. Pero disponemos que primero merendéis; si bien dejamos la toma de este refrigerio al arbitrio y discreción del Maestre. Cuando queráis agua u ordenéis, por caridad, vino aguado, que se os dé con comedimiento. Ciertamente, no deberá ser en exceso, sino con moderación. Porque Salomón dijo: Quia vinum facit apostatare sapientes. Que quiere decir que el vino corrompe a los sabios.

Sobre mantenerse en Silencio.

31. Cuando los hermanos salgan del capítulo no deben hablar abiertamente excepto en una emergencia. Dejad que cada uno vaya a su cama tranquilo y en silencio, y si necesita hablar a su escudero, se lo deberá decir en voz baja. Pero si por casualidad, a la salida del capítulo, la caballeresca o la casa tiene un serio problema, que debe ser solventado antes de la mañana, entendemos que el Maestre o el grupo de hermanos mayores que gobiernan la Orden por el Maestre, puedan hablar apropiadamente. Y por esta razón obligamos que sea hecho de esta manera.

32. Porque está escrito: In multiloquio non effugies peccatum. Que quiere decir que el hablar en demasía no está libre de pecado. Y en algún otro lugar: Mors et vita in manibus lingue. Que significa: ‘La vida y la muerte están bajo el poder de la lengua.’ Y durante esa conversación nosotros conjuntamente prohibimos palabras vanas y estruendosos ataques de risa. Y si algo se dice, durante esa conversación, que no debería haberse dicho, ordenamos que al acostaros recéis un paternoster con notable humildad y sincera devoción.

Sobre los Hermanos Convalecientes.

33. Los hermanos que por el trabajo de la casa padezcan enfermedad pueden levantarse a la matinas con el consentimiento y permiso del Maestre o de aquellos que se encarguen de ese menester. Deberán decir en lugar de las matinas trece paternosters, así queda establecido, de tal forma y manera que sus palabras reflejen su corazón. Así lo dijo David: Psallite sapienter. Que significa: ‘Canta con sabiduría.’ E igualmente dijo David: In conspectu Angelorum psallam tibi. Que significa: ‘Yo cantaré para ti ante los ángeles.’ Y dejad que esto sea siempre así y a la discreción del Maestre o de aquellos encargados de tal menester.

Sobre la Vida en Comunidad.

34. Leemos en las Sagradas Escrituras: Dividebatur singulis prout cuique opus erat. Que significa que a cada uno le será dado según su necesidad. Por esta razón nosotros decimos que ninguno estará por encima de vosotros, sino que todos cuidareis de los enfermos; y aquél que esté menos enfermo dará gracias a Dios y no se preocupará; y permitiréis que aquel que esté peor se humille mediante su debilidad y no se enorgullezca por la piedad. De este modo todos los miembros vivirán en paz. Y prohibimos a todos que abracen la excesiva abstinencia; si no que firmemente mantengan la vida en comunidad.

Sobre el Maestre.

35. El Maestre puede a quien le plazca entregar el caballo y la armadura y lo que desee de otro hermano, Y el hermano cuya cosa pertenecía no se sentirá vejado ni enfadado: porque es cierto que si se enfada irá contra Dios.

Sobre dar Consejos.

36. Permitir solo a aquellos hermanos que el Maestre reconoce que darán sabios y buenos consejos sean llamados a reunión; y así lo ordenamos, y que de ninguna otra forma alguien pueda ser escogido. Porque cuando ocurra que se desee tratar de materias serias; como la entrega de tierra comunal, o hablar de los asuntos de la casa, o recibir a un hermano, entonces si el Maestre lo desea, es apropiado reunir la congregación entera para escuchar el consejo de todo el capítulo; y lo que considere el Maestre mejor y más beneficioso, dejar que así se haga.

Sobre los Hermanos enviados a Ultramar.

37. Los Hermanos que sean enviados a diversos países del mundo deberán cuidar los mandatos de la Regla según su habilidad y vivir sin desaprobación respecto a la carne y el vino, etc. para que reciban elogio de extraños y no mancillar por hecho o palabra los preceptos de la Orden, y para ser un ejemplo de buenas obras y sabiduría; por encima de todo, para que aquellos con quienes se asocien y en cuyas posadas reposen, sean recibidos con honor. Y a ser posible, la casa donde duerman y se hospeden que no quede sin luz por la noche, para que los tenebrosos enemigos no los conduzcan a la maldad, dado que Dios así lo prohibe.

Sobre Mantener la Paz.

38. Cada hermano debe asegurarse de no incitar u otro a la ira o enojo, porque la soberana piedad de Dios ve al hermano fuerte igual que al débil, en nombre de la Caridad.

Cómo deben actuar los Hermanos.

39. A efecto de llevar a cabo sus santos deberes, merecer la Gloria del Señor y escapar del temible fuego del infierno, es acorde que todos los hermanos profesos obedezcan estrictamente a su Maestre. Porque nada es más agradable a Cristo Jesús que la obediencia. Por esta razón, tan pronto algo sea ordenado por el Maestre o en quien haya delegado su autoridad, deberá ser obedecido sin dilación como si Cristo lo hubiese impuesto. Por ello Cristo Jesús por boca de David dijo y es cierto: Ob auditu auris obedivit mihi. Que quiere decir: ‘Me obedeció tan pronto me escuchó».

40. Por esta razón rezamos y firmemente dictaminamos a los hermanos caballeros que han abandonado su ambición personal y a todos aquellos que sirven por un período determinado a no salir por pueblos o ciudades sin el permiso del Maestre o de quien él haya delegado; excepto por la noche al Sepulcro y otros lugares de oración dentro de los muros de la ciudad de Jerusalén.

41. Allí, irán los hermanos por parejas, de otra forma no podrán salir ni de día ni de noche; y cuando se detienen en una posada, ningún hermano, escudero o sargento puede acudir a los aposentos de otro para verlo o hablar con él sin permiso, tal y como se ha dicho. Ordenamos por unánime consentimiento que en esta Orden regida por Dios, ningún hermano deberá luchar o descansar según su voluntad, sino siguiendo las ordenes del Maestre, a quien todos deben someterse, para que sigan las indicaciones de Cristo Jesús que dijo: Non veni facere voluntatem meam, sed ejus que misit me, patris. Que significa: ‘Yo no vine a hacer mi propia voluntad, sino la voluntad de mi padre quien me envió.

Cómo deben Poseer e Intercambiar.

42. Sin el permiso del Maestre o quien en su lugar ostente el cargo, que ningún hermano intercambie cosa alguna con otro, ni así lo pida, a menos que sea de escaso o nulo valor.

Sobre Cerrojos.

43. Sin permiso del Maestre o quien le represente, ningún hermano tendrá una bolsa o monedero que se pueda cerrar; pero los directores de casas o provincias y el Maestre no se atendrán a esto. Sin el consentimiento del Maestre o su comandante, que ningún hermano tenga cartas de sus parientes u otras personas; pero si tiene permiso, y así lo quiere el Maestre o comandante, estas cartas le pueden ser leídas.

Sobre Regalos de Seglares.

44. Si algo que no se puede conservar, como la carne, es regalado en agradecimiento, a un hermano por un seglar, lo presentará al Maestre o al Comandante de Avituallamiento. Pero si ocurre que uno de sus amigos o parientes desea regalárselo solo a él, que no lo acepte sin el permiso del Maestre o su delegado. Es más, si el hermano recibe cualquier otra cosa de sus parientes, que no lo acepte sin permiso del Maestre o de quien ostente el cargo. Especificamos, que los comandantes o mayordomos, que están a cargo de estos menesteres, que no se atengan a la citada regla.

Sobre Faltas.

45. Si algún hermano, hablando o en soldadesca, o de algún otro modo, comete una pecado venial, deberá voluntariamente decírselo al Maestre, para redimirse con el corazón limpio. Si no acostumbra a redimirse de este modo, que reciba una penitencia leve, pero si la falta es muy seria que se aleje de la compañía de sus hermanos de tal forma que no coma ni beba en la mesa con ellos, si no solo; y se someterá a la piedad y juicio del Maestre y hermanos, para que sea salvado el día del Juicio Final.

Sobre faltas Graves.

46. Por encima de todo, debemos asegurarnos que ningún hermano, poderoso o no, fuerte o débil, que desee promocionarse gradualmente devenga orgulloso, defienda su crimen y permanezca sin castigo. Pero si no quiere someterse por ello que reciba un castigo mayor. Y si misericordiosas oraciones del consejo se rezan por él a Dios, y él no quiere enmendarse, si no que se enorgullece más y más de ello, que sea erradicado del rebaño piadoso; según lo que el apóstol dice: Auferte malum ex vobis. Que quiere decir: ‘Aparta los malvados de entre los tuyos.’ Es necesario para vosotros separar las ovejas perversas de la compañía de los piadosos hermanos.

47. Es más, el Maestre, que debe llevar en su mano el báculo – y bastón de mando que sostiene las debilidades y fortalezas de los demás; deberá ocuparse de ello. Pero también, como mi señor St Maxime dijo: ‘Que la misericordia no sea mayor que la falta; ni que el excesivo castigo encamine al pecador a regresar a sus malas acciones. ‘ Sobre las Murmuraciones48. Disponemos por divino consejo, el evitar las plagas: de envidia, murmuración, despecho y calumnia. Por tanto cada uno debe guardar celosamente los que el apóstol dijo: Ne sis criminator et susurro in populo. Que significa: ‘No acuses o perjudiques al pueblo de Dios.’ Pero cuando un hermano sepa con certeza que su compañero ha pecado, en privado y con fraternal misericordia que sea él mismo quien lo amoneste secretamente, y si no quiere escuchar, otro hermano deberá ser llamado, y si los rehusa a ambos, deberán decirlo públicamente ante el capítulo. Aquellos que deprecian a sus semejantes sufren de terrible ceguera y muchos están llenos de gran tristeza ya que no desarraigan la envidia que sienten hacia otros; y por ello serán arrojados hacia la inmemorial perversidad del demonio.

Que Nadie se Enorgullezca de sus Faltas.

49. Las palabras vanas se sabe son pecaminosas, y las dicen aquellos que se enorgullecen de su propio pecado ante el justo juez Cristo Jesús; lo que queda demostrado por las palabras de David: Obmutui et silui a bonis. Que significa que uno debería incluso refrenarse de hablar bien, y observar el silencio. Asimismo prevenid hablar mal, para evitar la desgracia del pecado. Ordenamos y firmemente prohibimos a un hermano que cuente a otro hermano o a cualquiera, las valientes acciones que llevó a cabo en su vida seglar y los placeres de la carne que mantuvo con mujeres inmorales. Deberán ser consideradas faltas cometidas durante su vida anterior y si sabe que ha sido expresado por algún otro hermano, deberá inmediatamente silenciarlo; y si no puede lograrlo, abandonará el lugar sin permitir que su corazón se mancille por estas palabras.

Que Nadie Pida.

50. A esta costumbre de entre otras, ordenamos que os adhiráis firmemente: que ningún hermano explícitamente pida el caballo o la armadura de otro. Se hará de la siguiente manera: si la enfermedad de un hermano o la fragilidad de sus animales o armadura es conocida y por lo tanto no puede hacer el trabajo de la casa sin peligro, que acuda al Maestre, y exponga la situación en solícita fe y verdadera fraternidad, y se atenga a la disposición del Maestre o de quien ostente su cargo.

Sobre animales y escuderos.

51. Cada hermano caballero puede tener tres caballos y ninguno más sin el permiso del Maestre, debido a la gran pobreza que existe en la actualidad en la casa de Dios y en el Templo de Salomón. A cada hermano le permitimos tres caballos y un escudero; y si éste último sirve voluntariamente por caridad; el hermano no debería pegarle por los pecados que cometa. Que ningún Hermano pueda tener una brida ornamentada.

52. Nosotros prohibimos seriamente a cualquier hermano que luzca oro o plata en sus bridas, estribos, ni espuelas. Esto se aplica si las compra; pero si le son regalados en caridad, los arneses la plata y el oro que sean tan viejos que no reluzcan, que su belleza no pueda ser vista por otros ni ser signo de orgullo: entonces podrá quedárselos. Pero si le son regalados equipos nuevos que sea el Maestre quien disponga de ellos como crea oportuno.

Sobre fundas de Lanza.

53. Que ningún hermano tenga una funda ni para su lanza ni para su escudo, pues no es ninguna ventaja, al contrario podría ser muy perjudicial.

Sobre las bolsas de comida.

54. Este mandato que establecemos es conveniente para todos y por esta razón exigimos sea mantenido de ahora en adelante, y que ningún hermano pueda hacerse una bolsa para comida de lino o lana, o de cualquier otro material que no sea profinel.

Sobre la Caza.

55. Prohibimos colectivamente que ningún hermano cace un ave con otra. No es adecuado para un religioso sucumbir a los placeres, sino escuchar voluntariamente los mandamientos de Dios, estar frecuentemente orando y confesar diariamente implorando a Dios en sus oraciones el perdón de los pecados que haya cometido. Ningún hermano puede presumir de la compañía de un hombre que caza a un ave con otra. Al contrario es apropiado para un religioso actuar simple y humildemente sin reír ni hablar en demasía, con razonamiento y sin levantar la voz. Y por esta razón, disponemos especialmente a todos los hermanos que no se adentren en el bosque con lanzas ni arcos para cazar animales, ni que lo hagan en compañía de cazadores, excepto promovidos por el amor a salvaguardarlos de los paganos infieles. Ni deberéis ir con perros, ni gritar ni conversar, ni espolear vuestro caballo solo por el deseo de capturar una bestia salvaje.

Sobre el León.

56. Es verdad que os habéis responsabilizado a entregar vuestras almas por vuestros hermanos, tal y como lo hizo Cristo Jesús, y defender la tierra de los incrédulos paganos, enemigos del hijo de la Virgen María. Esta mentada prohibición de caza no incluye en forma alguna al león, dado que viene sigiloso y envolvente a capturar su presa, con sus zarpas contra el hombre e id con vuestras manos contra él.

Cómo pueden tener propiedades y hombres.

57. Esta bondadosa nueva orden la creemos emana de las Sagradas Escrituras y de la divina providencia en la Sagrada Tierra del Este. Lo que significa que esta compañía armada de caballeros puede matar a los enemigos de la cruz sin pecar. Por esta razón juzgamos que debéis ser llamados Caballeros del Temple, con el doble mérito y la gallardía de la honestidad; que podáis poseer tierras y mantenerlas, villanos y campos y los gobernéis con justicia, e impongáis vuestro derecho tal y como está específicamente establecido.

Sobre los Diezmos.

58. Vosotros habéis abandonado las seductoras riquezas de este mundo y os habéis sometido voluntariamente a la pobreza; y por ello hemos resuelto que los que viváis en comunidad podáis recibir diezmos. Si el obispo de la localidad, a quien el diezmo se debería entregar por derecho, desea darlo en caridad; con el consentimiento del capítulo, puede donar esos diezmos que posee su Iglesia. Es más, si un plebeyo guarda los diezmos de su patrimonio para sí, y en contra de la Iglesia, y desea cederlos a vosotros lo puede hacer con el permiso del prelado y su capítulo.

Sobre hacer Juicios.

59. Sabemos, ya que lo hemos visto, que los perseguidores y amantes de peleas y dedicados cruelmente a atormentar a los fieles de la Sagrada Iglesia y a sus amigos, son incontables. Por el claro juicio del consejo, ordenamos que si alguien en los lugares del Este o en cualquier otro sitio os solicita parecer, por creyentes y amantes de la verdad debéis juzgar el hecho, si la otra parte accede. Este mismo mandato se aplicará siempre que algo os sea robado.

Sobre los Hermanos Ancianos.

60. Disponemos por consejo compasivo que los hermanos ancianos y débiles sean honrados con diligencia y reciban la atención de acuerdo con su fragilidad; y cuidados por la autoridad de la Regla en aquellos menesteres necesarios para su bienestar físico, y que en forma alguna se sientan afligidos.

Sobre los Hermanos Enfermos.

61. Que los hermanos enfermos reciban la consideración y los cuidados y sean servidos según las enseñanzas del evangelista y de Cristo Jesús: Infirmus fui et visitastis me. Que significa: ‘ Estuve enfermo y me visitaste’; y que esto no sea olvidado. Porque aquellos hermanos que están dolientes deberán ser tratados con dulzura y cuidado, porque por tal servicio, llevado a cabo sin titubear, ganareis el reino de los cielos. Por lo tanto pedimos al Enfermero que sabia y fervientemente provea lo necesario a los diversos hermanos enfermos, como carne, viandas, aves y otros manjares que los retornen a la salud, según los medios y posibilidades de la casa.

Sobre los Hermanos Fallecidos.

62. Cuando un hermano pase de la vida a la muerte, algo de lo que nadie está excluido, digáis misa por su alma con misericordioso corazón, y que el divino oficio sea ejecutado por los curas que sirven al rey. Vosotros que servís a la caridad por un tiempo determinado y todos los hermanos que estén presentes frente al cadáver rezareis cien paternosters durante los siete siguientes días. Y todos los hermanos que están bajo la orden de la casa del hermano fallecido rezaran los cien paternosters, como se ha dicho anteriormente; después de conocerse la muerte y por la misericordia de Dios. También rogamos y ordenamos por autoridad pastoral que un mendigo sea alimentado con carne y vino durante cuarenta días en memoria del hermano finado, tal y como lo hiciera si estuviera vivo. Nosotros explícitamente prohibimos todos los anteriores ofrecimientos que solían hacer por voluntad y sin discreción los Pobres Caballeros del Templo ante la muerte de hermanos, en la celebración de Pascua u otras fiestas.

63. Es más, debéis profesar vuestra fe con pureza de corazón de día y de noche para que puedan compararos, en este aspecto, con el más sabio de los profetas, que dijo: Calicem salutaris accipiam. Que quiere decir: ‘Yo beberé de la copa de salvación.’ Lo cual significa: ‘Vengaré la muerte de Cristo con mi muerte. Porque de la misma manera en que Cristo Jesús dio su cuerpo por mí, de la misma forma estoy preparado para dar mi alma por mis hermanos.’ Esta es una ofrenda apropiada; un sacrificio viviente y del agrado de Dios.

Sobre los Sacerdotes y clérigos que sirven a la Caridad.

64. La totalidad del concilio en consejo os ordena rendir ofrendas y toda clase de limosnas sin importar el modo en que puedan ser dadas, a los capellanes y clérigos y a los que restan en la caridad por un tiempo determinado. Siguiendo los mandatos de Dios nuestro Señor, los sirvientes de la iglesia pueden solo recibir ropa y comida, y no pueden presumir de poseer nada a menos que el Maestre desee dárselo por caridad.

Sobre los Caballeros seglares.

65. Aquellos que por piedad sirven y permanecen con vosotros por un tiempo determinado son caballeros de la casa de Dios y del Templo de Salmón. Por lo tanto con piedad rezamos y así disponemos finalmente que si durante su estancia, el poder de Dios se lleva a alguno de ellos, por amor a Dios y propio de la fraternal misericordia, un mendigo sea alimentado durante siete días para la salvación de su alma, y cada hermano en esa casa deberá rezar treinta paternosters.

Sobre los Caballeros Seglares que Sirven por tiempo determinado.

66. Ordenamos que todos los caballeros seglares que deseen con pureza de corazón servir a Cristo Jesús y la casa del Templo de Salomón por un periodo determinado que adquieran, cumpliendo con la norma, un caballo y armas adecuados y todo lo necesario para la tarea. Es más, que ambas partes den un precio al caballo y que este precio quede por escrito para no ser olvidado; y dejad que todo lo que el caballero, su escudero y su caballo necesiten, provenga de la caridad fraternal según los medios de la casa. Si durante ese tiempo determinado, ocurre que el caballo muere en el servicio de la casa, si la casa lo puede costear, el Maestre lo repondrá. Si al final de su estadía, el caballero desea regresar a su país, deberá dejar en la casa por caridad, la mitad del precio del caballo, y la otra mitad puede, si lo desea, recibirla de las limosnas de la casa.

Sobre la Promesa de los Sargentos

67. Dado que los escuderos y sargentos que deseen caritativamente servir en la casa del Temple, por la salvación de su alma y por un periodo determinado, vienen de regiones muy diversas, es prudente que sus promesas sean recibidas, para que el enemigo envidioso no los haga arrepentirse y renunciar a sus buenas intenciones.

Sobre las Capas Blancas.

68. Por unánime consenso de la totalidad del capítulo, prohibimos y ordenamos la expulsión, por vicioso, a cualquiera que sin discreción haya estado en la casa de Dios y de los Caballeros del Temple. También, que los sargentos y escuderos no tengan hábitos blancos, dado que esta costumbre ha traído gran deshonra a la casa; pues en las regiones más allá de las montañas falsos hermanos, hombres casados y otros que fingían ser hermanos del Temple las usaron para jurar sobre ellas; sobre asuntos mundanos. Trajeron tanta vergüenza y perjuicio a la Orden de Caballería que hasta sus escuderos se rieron; y por esta razón surgieron muchos escándalos. Por tanto, que se les entreguen hábitos negros; pero si éstos no se pueden encontrar, se les deberá dar lo que se encuentre en esa provincia; o lo que sea más económico, que es burell.

Sobre hermanos Casados.

69. Si hombres casados piden ser admitidos en la fraternidad, favorecerse y ser devotos de la casa, permitimos que los recibáis bajo las siguientes condiciones: al morir deberán dejar una parte de sus propiedades y todo lo que hayan obtenido desde el día de su ingreso. Durante su estancia, deberán llevar una vida honesta y comprometerse a actuar en favor de sus hermanos, pero no deberán llevar hábitos blancos ni mandiles. Es más, si el señor fallece antes que su esposa, los hermanos se quedarán solo con una parte de su hacienda, dejando para la dama el resto, a efecto de que pueda vivir sola de ella durante el resto de su existencia; puesto que no es correcto ante nosotros, que ella viva como cofrade en una casa junto a hermanos que han prometido castidad a Dios.

Sobre Hermanas.

70. La compañía de las mujeres es asunto peligroso, porque por su culpa el provecto diablo ha desencaminado a muchos del recto camino hacia el Paraíso. Por tanto, que las mujeres no sean admitidas como hermanas en la casa del Temple. Es por eso, queridos hermanos, que no consideramos apropiado seguir esta costumbre, para que la flor de la castidad permanezca siempre impoluta entre vosotros.

Que no tengan intimidad con mujeres.

71. Creemos imprudente para un religioso mirar mucho la cara de una mujer. Por esta razón ninguno debe atreverse a besar a una mujer, sea viuda, niña, madre, hermana, tía u otro parentesco; y recomendamos que la caballería de Cristo Jesús evite a toda costa los abrazos de mujeres, por los cuales muchos hombres han perecido, para que se mantengan eternamente ante Dios con la conciencia pura y la vida inviolable.

No ser Padrinos.

72. Prohibimos que los hermanos, de ahora en adelante, lleven niños a la pila bautismal. Ninguno deberá avergonzarse de rehusar ser padrino o madrina; ya que esta vergüenza trae consigo más gloria que pecado.

Sobre los Mandatos.

73. Todos los mandatos que se han mencionado y escrito aquí, en esta Regla actual están sujetos a la discreción y juicio del Maestre.

Estos son los Días Festivos y de Ayuno que todos los Hermanos deben Celebrar y Observar.

74. Que sepan todos los presentes y futuros hermanos del temple que deben ayunar en las vigilias de los doce apóstoles. Que son: San Pedro, San Pablo, San Andrés, San Jaime, y San Felipe; Santo Tomás, San Bartolomé, San Simón y San Judas Tadeo, San Mateo. La vigilia de San Juan Bautista; la vigilia de la Ascensión y los dos días anteriores; los días de rogativas; la vigilia de Pentecostés; las cuatro Témporas; la vigilia de San Lorenzo, la vigilia de Nuestra Señora de la Ascensión; la vigilia de Todos los Santos; la vigilia de la Epifanía. Y deberán ayunar en todos los días citados según la disposición del Papa Inocencio en el Concilio de la ciudad de Pisa. Y si alguno de los días de ayuno cae en Lunes, deberán ayunar el Sábado anterior. Si la Natividad de Nuestro Señor cae en Viernes, los hermanos comerán carne en honor de la fiesta. Pero deberán ayunar en el día de San Marcos debido a las Letanías: porque así ha sido establecido por Roma para los hombres mortales. Sin embargo, si cae durante la octava de Pascua, no deberán ayunar.

Estos son los Días de Ayuno que deberán ser observados en la Casa del Temple.

75. La natividad de Nuestro Señor; la fiesta de San Esteban; San Juan Evangelista; los Santos Inocentes; el octavo día después de Navidad que es el día de Año Nuevo; la Epifanía; Santa María Candelaria; San Matías Apóstol; la Anunciación de Nuestra Señora en Marzo; Pascua y los tres días siguientes al día de San Jorge; los Santos Felipe y Jaime, dos apóstoles; el encuentro de la Vera Cruz; la Ascensión del Señor; Pentecostés y los dos días siguientes; San Juan Bautista; San Pedro y San Pablo, dos apóstoles; Santa María Magdalena; San Jaime Apóstol; San Lorenzo; la Ascensión de Nuestra Señora; la natividad de Nuestra Señora; la Exaltación de la Cruz; San Mateo Apóstol, San Miguel; Los Santos Simón y Judas; la fiesta de Todos los Santos; San Martín en invierno; Santa Caterina en invierno; San Andrés, San Nicolás en invierno; Santo Tomás Apóstol.

76. Ninguna de las fiestas menores se debe observar en la casa del Temple. Y deseamos y aconsejamos que se cumpla estrictamente: todos los hermanos del Temple deberán ayunar desde el Domingo anterior a San Martín hasta la Natividad de Nuestro Señor, a menos que la enfermedad lo impida. Si ocurre que la fiesta de San Martín cae en Domingo, los hermanos no tomarán carne el Domingo anterior.

El Santo Grial


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El Jueves Santo, los judíos celebran el sacrificio del cordero pascual. También Jesucristo se reunió con sus discípulos para compartir con ellos la celebración, y tuvo lugar la llamada Ultima Cena. Varias imágenes de este acontecimiento han pasado a la tradición popular, pero la que mayor relevancia ha recibido, por su importancia en el entramado teórico de la Iglesia, es la institución de la Eucaristía.

Tomando pan ácimo y un cáliz, Jesucristo lo bendijo y lo entregó a sus discípulos en señal de su entrega total, en cuerpo y sangre, como sacrificio de expiación colectiva.

Mil doscientos años después, la Europa medieval vivía quizá su momento más espiritual y de mayor fervor religioso. Miles de caballeros y plebeyos se unían a las Cruzadas que periódicamente acudían a Tierra Santa para reforzar los efectivos cristianos y defender los llamados reinos latinos.

Innumerables reliquias se atesoraban en casi todos los templos de la cristiandad. Huesos de santos, espinas de la corona de Cristo, pedazos de su cruz, el Santo Sudario y la Sábana Santa, redomas con leche de la virgen o dientes de Santa Oria. Pero de repente comenzó a surgir una nueva leyenda, un nuevo objeto de devoción… un nuevo objetivo de piedad.

El Santo Cáliz con que Cristo celebró la Ultima Cena habría sido utilizado también por José de Arimatea para recoger la sangre del Salvador en el Gólgota. Y cuando el discípulo fue encerrado con la acusación de haber robado el cuerpo de Cristo, él mismo se le apareció en la cárcel y le entregó el Grial, el cáliz de la Pasión.

Siempre según la leyenda, José de Arimatea fue uno de los trece discípulos que San Felipe envió a Inglaterra. Establecido con su familia en Glastonbury, o en Avalon según otras fuentes, fundó la primera iglesia consagrada a la Virgen donde depositó el Grial para atender a las necesidades de la Eucaristía.Llegado a este punto, es evidente que la leyenda se sitúa ya en terrenos míticos donde no puede seguirse el rastro de la reliquia de una forma objetiva. Glastonbury fue efectivamente una abadía fundada en el siglo VII sobre un antiguo emplazamiento de culto céltico. Allí se dijo que habían sido enterrados el Rey Arturo y su mujer Ginebra, cuyas tumbas serían encontradas en torno a 1190.

Tan pronto como se popularizó la leyenda del Santo Grial, aparecieron por todas partes multitud de cálices que pretendían ser el único verdadero, y todos ellos se rodearon de sus propias historias justificando su origen y su santidad. Esta pieza fue fabricada en ágata o cornalina oriental de color rojo, con un pie de concha del mismo color, y vara y dos asas de oro primorosamente labradas. Las incrustaciones de perlas y piedras preciosas fueron añadidas ya en la Edad Media. Los arqueólogos sitúan su origen en Palestina o Egipto, en una época que podría estar comprendida entre los siglos IV a.C. y I d.C.

Monumentos Templarios


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Tomar fue la ciudad de los Caballeros Templarios que después pasaron a ser los Caballeros de la Orden de Cristo en Portugal. Originalmente el rey Alfonso I cedió el castillo de Ceres en 1159 a la Orden del Temple; un año más tarde el gran maestre Gualdim Pais dio la orden de construir el castillo de Tomar. Después que la Orden del Temple fue suprimida, se fundó la Orden de Cristo en 1314. Esta nueva orden fue muy activa en las expediciones marítimas y como señal de tal presentaban la Cruz de Cristo en las velas de sus naves; la misma que adornaba las tres caravelas con que Cristóbal Colón llegó a las Américas.


Mezquita de la Roca, también llamada cúpula de la Roca, es un santuario musulmán de planta centralizada que ocupa el mismo suelo que el antiguo templo de Salomón (destruido por los romanos en el año 90) en Jerusalén, situado sobre la roca donde Abraham ofreció el sacrificio de Isaac. La fe islámica también ubica en este montículo el lugar desde el que Mahoma ascendió a los cielos para recibir los mandatos divinos. El califa Omar ordenó erigir esta mezquita después de la toma de Jerusalén en el año 635.

El primer edificio era de madera y yeso y se demolió para comenzar hacia el 690 una construcción mucho mayor, la mezquita de Aqsa. El terremoto del año 746 destruyó el segundo templo, que fue reconstruido integrado en un conjunto religioso de peregrinación. A su vez, todos estos edificios sufrieron nuevas transformaciones durante las Cruzadas (estuvieron en manos de los templarios) y fueron definitivamente restaurados por el sultán Saladino I después de su conquista de Jerusalén.


El castillo de Caravaca, está construido sobre un cerro desde el que se domina toda la ciudad. En el se distinguen dos partes claramente diferenciadas: la zona amurallada, obra del siglo XV sobre otra anterior y el Santuario propiamente dicho. La fortaleza consta de 14 torreones entre los cuales cabe destacar la torre del homenaje, restaurada en el siglo XV por D. Juan Chacón, y la ermita de Santa María del Castillo, la edificación de carácter religioso más antigua de la ciudad. En la Edad Media diversas construcciones ocupaban el patio de armas, hoy ya no existen y el recinto amurallado se puede contemplar en toda su pureza. El castillo, junto con la villa, fue de la Orden del Temple en el siglo XIII, aunque quedan pocos testimonios de ese período. No ocurre así con la Orden de Santiago, posterior poseedora de la fortaleza y cuyo escudo aparece sobre la puerta principal de la misma.


Cehegín, su castillo perteneció a los templarios y fue posteriormente destruido por los franceses en la guerra de la Independencia española.



En Hondarribia, el castillo templario de San Telmo: situado en un acantilado junto al Cabo de Higuer para defender la entrada del Bidasoa de los ataques corsarios.


Aracena

Castillo y ruinas: El Castillo de Aracena, erigido en el siglo XIII sobre una antigua fortaleza musulmana es, según algunos estudiosos, de probable vinculación templaria aunque también parece haber sido de los Caballeros de la Orden de Santiago.

Iglesia Prioral de Nuestra Señora del Mayor Dolor: Es la parroquia más antigua de Aracena construida en las ruinas del castillo entre los siglos XIII y XV, de estilo gótico.


Benavente, se encuentran las iglesias románicas templarias San Juan del Mercado, del siglo XII, y Santa María del Azogue, que conserva unas notables esculturas.


Almansa,en el siglo XIII pasó a estar bajo la orden de los caballeros templarios, y se incorpora a la Corona de Castilla a principios del siglo XIV. Sin duda sobre fortificaciones anteriores, levantó don Juan Manuel su fortaleza en el siglo XIV. Así lo indican algunos documentos publicados por Aurelio Pretel. En uno de ellos, el 1338, sobre el aprovechamiento de aguas de Alpera, se establecen varias penas que, en todo o en parte se habían de destinar para el castillo de Almansa. Después en 1346, cuando don Juan Manuel hace merced al concejo de Almansa de tierras de riego de su posesión y del agua que le correspondía.


El de Peñíscola es un castillo de origen templario, situado en la población del mismo nombre, en la comarca castellonense del Bajo Maestrazgo. Su origen se remonta a 1294, año en que la Orden del Temple incorporó a sus dominios Peñíscola y su distrito territorial. A partir de dicha fecha y hasta 1307 tuvo lugar la construcción del castillo actual sobre los restos de la alcazaba árabe. Las obras fueron promovidas por Berenguer de Cardona, Maestre de la Orden en Aragón y Cataluña, y por Arnau de Banyuls, Gobernador de Peñíscola. Con la desaparición del Temple en 1319, el castillo se incorporaría a la Orden de Santa María de Montesa, recientemente creada. En 1329, Peñíscola encabeza una petición y consigue que en su castillo se cree el Priorato de San Jaime.


El alcázar o castillo de Olivenza conserva gruesas murallas del siglo XIV, sin almenas. Las torres conservan sus matacanes. La torre del homenaje, construida por orden de Juan II de Portugal mide 36 m de longitud y 18 m de lado, y tiene tres pisos, de los que destaca la decoración del último. Se accede a ella por diecisiete rampas con cubierta de bóveda. La puerta de Alconchel y la puerta de los Ángeles, están enmarcadas por dos torreones circulares y presenta un vano de medio punto abovedado; no aparecen elementos decorativos. Está protegido por el decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español. Cierra la ciudadela medieval las puertas del Duque de Cadaval y la de San Sebastíán, reconstruída en 2006.


El hoy llamado castillo templario se emplaza en lo que en origen fue un castro celta, en una posición similar a la de otros del Bierzo, y que durante toda la Edad Media sería la «puebla» fortificada de Ponferrada.

En 1196, ante el ataque de Alfonso VIII de Castilla, el rey de León, Alfonso IX reforzó su presencia en la zona con la «puebla» de Ponferrada. En 1211 Alfonso IX, tras hacer las paces con la Orden del Temple les dona la villa de Ponferrada. En 1226 los templarios ya habían fortificado la villa. Durante el reinado de Fernando IV se produjo en Francia el juicio contra los templarios, que ocasionó la disolución de la Orden. Para evitar la consiguiente confiscación de Ponferrada, el maestre castellano del Temple, Rodrigo Yánez, entregó la villa al infante don Felipe, hermano del rey.

En 1340, Alfonso XI donó Ponferrada a Pedro Fernández de Castro, su mayordomo mayor, quien seguramente comenzó la construcción del llamado castillo viejo de Ponferrada. Ponferrada y su castillo continuaron en poder de la rama gallega de los Castro hasta 1374. A partir de ese año permaneció en poder de diversos y sucesivos miembros de la familia real.

En 1440, Ponferrada pasó a Pedro Álvarez Osorio, primer conde de Lemos, que venía reclamándolo desde hacía tiempo. Fue este importante personaje gallego del siglo XV quien realizó las grandes obras que configuran la actual fortaleza de Ponferrada, que comprende: un castillo, el llamado Castillo Viejo, un recinto amurallado con sus barreras y un palacio renacentista.

Tras diversas disputas y pleitos entre los herededos de Pedro Álvarez Osorio, Juana Osorio -la hija habida de su segundo matrimonio con María de Bazán- y Rodrigo Osorio, segundo Conde de Lemos -su nieto bastardo-, los Reyes Católicos adjudicaron Ponferrada a Juana Osorio. Rodrigo Osorio no acató la resolución y tras poner cerco a la fortaleza se apodero de ella en 1485, iniciando así una rebelión contra los reyes. La Corona reaccionó formando un importante ejército -600 lanzas y de cinco a seis mil peones- bajo la dirección del Almirante de Castilla con el fin de tomar todas las plazas y lugares del Bierzo que apoyaban al conde. Al no rendirse el éste, se emprendió un duro asedio con artillería a la fortaleza de Ponferrada, que fue tomada al asalto en el verano de 1486. Tras pasar Ponferrada a los Reyes Católicos -previamente al cerco de la fortaleza había comprado los derechos sobre la villa de Ponferrada a doña María de Bazán y sus hijos por 23 millones de maravedís-, se iniciaron obras de reparación y refuerzo de la fortaleza.


Templo de la Vera Cruz en Segovia, templo románico (de inicios del siglo XIII) con sencilla torre cuadrada y portadas austeras.

Su origen pudo ser templario, y llama la atención su enigmática estructura: forma poligonal, organizado en torno a un edículo central de dos pisos. El bajo semeja una cripta, en tanto que el alto es airoso, con un ara en el medio, decorado con arcos de inspiración árabe o visigótica.

El conjunto interior resulta sumamente misterioso.

Orden de los Caballeros de San Juan de Jerusalén


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La génesis de las órdenes militares se encuentra en estrecha relación con la puesta en marcha de las Cruzadas en la Europa cristiana, a fines del siglo XI, cuyo objetivo era rescatar los Santos Lugares, a la sazón bajo poder musulmán. Entre las primeras órdenes creadas es preciso mencionar la de los Caballeros de San Juan de Jerusalén (también llamada de los Hospitalarios) y la de los Caballeros Templarios (o del Temple), las cuales datan de los primeros años del siglo XII. Ambas estuvieron también presentes en tierras hispanas, en donde recibieron importantes donaciones.

No obstante, en el transcurso del siglo XII se constituyeron diversas órdenes militares en los territorios de la actual España. El hecho de que hubiera en la península Ibérica un conflicto militar permanente entre los cristianos y los musulmanes conocido como Reconquista constituía un caldo de cultivo apropiado para la creación de las citadas instituciones. Quizá influyó también el ejemplo de los conventos de ascetas que se encargaban de defender las fronteras del islam, denominados ribat.

Orden de los Caballeros de San Juan de Jerusalén fué una orden militar cuyo nombre completo es Soberana Orden Militar del Hospital de San Juan de Jerusalén, de Rodas y de Malta. Su función inicial fue proteger un hospital construido en Jerusalén antes de las Cruzadas; durante un corto periodo, sus miembros fueron llamados Hospitalarios o Caballeros Hospitalarios. La Orden fue fundada después de la formación del reino latino de Jerusalén, aprobado por el papa Pascual II en 1113 y confirmado por el papa Eugenio III en 1153. Los hermanos prestaban juramento de pobreza, obediencia y castidad, y se comprometían a ayudar en la defensa de Jerusalén. Su primer jefe, Gerard, era llamado rector; los siguientes, recibieron el nombre de grandes maestres. Por motivos de necesidad, en la Orden primó la actividad militar, en la que todos los caballeros armados eran de origen noble. Formaron una comunidad que se guiaba por la Regla de san Agustín. En un principio se dedicaron al cuidado de los peregrinos y de los cruzados, hasta que, debido al fracaso del reino latino, tuvieron que abandonar Tierra Santa.

Orden de los Caballeros de San Juan de Jerusalén fué una orden militar cuyo nombre completo es Soberana Orden Militar del Hospital de San Juan de Jerusalén, de Rodas y de Malta. Su función inicial fue proteger un hospital construido en Jerusalén antes de las Cruzadas; durante un corto periodo, sus miembros fueron llamados Hospitalarios o Caballeros Hospitalarios. La Orden fue fundada después de la formación del reino latino de Jerusalén, aprobado por el papa Pascual II en 1113 y confirmado por el papa Eugenio III en 1153. Los hermanos prestaban juramento de pobreza, obediencia y castidad, y se comprometían a ayudar en la defensa de Jerusalén. Su primer jefe, Gerard, era llamado rector; los siguientes, recibieron el nombre de grandes maestres. Por motivos de necesidad, en la Orden primó la actividad militar, en la que todos los caballeros armados eran de origen noble. Formaron una comunidad que se guiaba por la Regla de san Agustín. En un principio se dedicaron al cuidado de los peregrinos y de los cruzados, hasta que, debido al fracaso del reino latino, tuvieron que abandonar Tierra Santa.

LOS CABALLEROS DE RODAS

Desde 1309, la Orden tuvo su sede central en la isla de Rodas, donde formaba un auténtico Estado territorial; su marina se encargaba de mantener libre de musulmanes el este del mar Mediterráneo. La Orden recibió las propiedades de los Caballeros Templarios en el 1312. Los Caballeros de Rodas crearon agrupaciones nacionales de la Orden en distintos lugares, en cada uno de los cuales eran llamados lenguas (del francés langues). Tras ser expulsados de la isla de Rodas en 1522 por el sultán otomano Solimán I el Magnífico, los Caballeros no encontraron un lugar donde radicarse hasta 1530, año en que les fue cedida la isla de Malta.

LOS CABALLEROS DE MALTA

Caballero de Malta En la imagen, retrato de un anónimo caballero de la Orden de Malta realizado en 1609 por el pintor italiano Caravaggio (quien también fue nombrado caballero de la misma en 1607) y que se conserva en el palacio Pitti (Florencia, Italia). Fundada con el nombre de Orden de los Caballeros de San Juan de Jerusalén durante las Cruzadas, esta organización radicó más tarde en Rodas (1309) y Malta (1530), pasando a ser conocida por el nombre de sus nuevas sedes.Corbis/Arte Video Immagine Italia

Una vez convertidos en gobernantes de esa isla, los Caballeros de Malta, como comenzaron a ser llamados, dirigieron la defensa de la isla ante la invasión otomana en 1565. La Orden figuró en la historia europea hasta bastante entrado el siglo XIX. Durante la Reforma, los Caballeros de Malta perdieron sus propiedades en Inglaterra y en Alemania, y durante la Revolución Francesa, también sus bienes en Francia. A pesar de que Rusia les había prometido protección, los franceses, bajo el gobierno de Napoleón, se apoderaron de Malta. La Orden cambió su sede a Trieste en 1798 y a Roma en 1834. En aquel entonces, los rusos ya habían confiscado todas las propiedades que la Orden tenía en sus territorios.

De acuerdo con el decreto de aprobación del papa Juan XXIII en 1961, los Caballeros de Malta forman una comunidad religiosa y una orden de caballería. Están organizados en cinco grandes organizaciones de priores que, a su vez, se subdividen en un gran número de asociaciones nacionales. Mantienen relaciones diplomáticas con el Vaticano y con algunos otros estados. Mantienen hospitales, centros de primeros auxilios y otros donde atienden a las víctimas y refugiados de las guerras. Su vestimenta consta de una capa negra en la que llevan bordada una cruz de Malta de ocho puntas. El gran maestre tiene título de príncipe, y su rango eclesiástico es equivalente al de los cardenales.

Leyendas del Priorato de Sión


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DE TODAS LAS ORGANIZACIONES QUE REIVINDICAN UN PASADO»TEMPLARIO», UNA DE LAS MÁS INTRIGANTES ES LA QUE SE DENOMINA PRIORATO DE SIÓN. A DECIR VERDAD, HABRÍA QUE CONSIDERARLA MÁS BIEN UNA ORDEN LIGADA AL TEMPLE Y AUTÓNOMA AL MISMO TIEMPO.

Entre la realidad y la leyenda

Fue a partir de 1960 cuando la opinión pública francesa se hizo eco de la existencia de una sociedad semi-secreta autodenominada Priorato de Sión. Desde esa fecha se han publicado sus estatutos y material procedente de las más diversas fuentes, no siempre contrastables, lo que implica andar con pies de plomo alrededor de todo lo que rodea a dicha organización. Entre sus presuntos afiliados nos encontramos con nombres como Leonardo da Vinci, Victor Hugo o Isaac Newton, entre otros más o menos conocidos. Es decir, que de ser ciertas las pretensiones del priorato, habría albergado en sus filas como grandes maestres a algunas de las mayores luminarias de la historia occidental, así como a miembros de las principales familias reales y aristocráticas de Europa. Aunque parece indudable la existencia actual de la organización, así como la de una antigua Orden de Sión en la época de las Cruzadas, el caso de una continuidad entre ambas a través de los siglos no está tan claro.

Cuentan las crónicas que en el año 1099, tras la conquista de Jerusalén, el gobernante de la ciudad Godofredo de Bouillon fundó una misteriosa Orden sobre la abadía de Notre Dame du Mont Sión, de la que poco se sabe. Sería más tarde dicha sociedad la que impulsaría la creación de la Orden de los Pobres Caballeros de Cristo, más conocidos como Templarios.

Si hacemos caso a los textos procedentes del Priorato, la Orden de Sión tendría en la época de su fundación un poder considerable, eso sí, siempre entre bastidores, llegando incluso a afirmar que los reyes de la ciudad santa debían su trono a esta enigmática sociedad. Así pues, ellos serían los verdaderos artífices de la extraordinaria progresión que experimentaron los Templarios en los años siguientes, obedeciendo todo ello a un plan previamente establecido.

De acuerdo con estas fuentes, al menos cinco de los nueve fundadores del Temple pertenecían a su vez a la Orden de Sión, y se podría decir que en principio el Temple era el brazo armado de la anterior o incluso que ambas órdenes eran una sola, puesto que según parece compartían el mismo Maestre. Sería el caso de André de Montbard, uno de los caballeros originarios de la orden templaria y que llegaría a ser el máximo dirigente de la misma. Pero el tío de San Bernardo consta asimismo como miembro de Sión, con lo que podemos hacernos una idea del hermanamiento entre ambas. Esta situación de confraternidad se prolongaría durante aproximadamente unos sesenta años, hasta que en 1188, un año después de la caída de Jerusalén en manos musulmanas, se produjo un cisma entre las dos órdenes que produjo su separación definitiva. Según el Priorato de Sión, de la pérdida de Tierra Santa sería en gran parte culpable la Orden del Temple, y más concretamente su Maestre Gérard de Ridefort, a los que los documentos «prioré» acusan de traición. Éste arrastró a los Templarios a combatir en la batalla de los Cuernos de Hattin, que significó un autentico desastre para los cruzados y propició la caída de Jerusalén. La situación derivaría en que la Orden de Sión se trasladaría a Francia, abandonando a los Templarios a su suerte, sus pupilos y protegidos hasta la fecha. La ruptura de relaciones se simbolizó mediante la tala de un olmo de ochocientos años, en la ciudad de Gisors. A partir de ese momento, la Orden de Sión cambió su nombre por el de Priorato y se dedicó a sus propios objetivos. Pero… ¿de que objetivos se trataba?

Supuestamente, la misión del Priorato consistiría en proteger un gran secreto relacionado con los descendientes de la dinastía de los reyes merovingios y restaurar en la monarquía de Francia a uno de sus miembros. Su legítima descendencia, que se cree extinguida, habría sido demostrada por unos pergaminos descubiertos en el pueblecito francés de Rennes-le-Château. Este descubrimiento, que constituye en si mismo un complejo enigma, lo trataremos ampliamente en una leyenda posterior. Para seguir conociendo al Temple, debemos profundizar ahora en la intrigante misión que se ha impuesto el Priorato de Sión.

La sangre real: la custodia de un gran secreto

El comportamiento del Priorato de Sión, por lo deja entrever en sus publicaciones, parece obedecer a un calendario cuidadosamente preciso y planificado desde hace largo tiempo. Dan a entender de que son los custodios de un secreto de importancia capital, del que tendrían pruebas irrefutables. Se trataría de algo que los hace sumamente especiales y que reviste su misión de un halo de atrayente misticismo. Hay tradiciones que dan gran importancia a María Magdalena, de quien se nos dice que tras la crucifixión de Jesús llega a las Galias escoltada por José de Arimatea y portando el Santo Grial. Según lo que podemos extraer de la concepción del Priorato, María Magdalena sería la esposa de Jesús, y cuando viajó lo hizo embarazada o acompañada de su progenie. Naturalmente aquí el término «Santo Grial» debe comprenderse en el sentido de Santa Sangre, es decir, como la descendencia física de Jesús, que se trasladó a las Galias y se continuó allí. La Iglesia omite toda mención en su propia tradición del Santo Grial pues, lógicamente, no le conviene. Es la lucha que hasta hoy subsistiría entre los herederos de Pedro y los de María Magdalena, los herederos de la fe y los herederos de la Sangre.

U na vez en la actual Francia, este linaje judío se unió matrimonialmente con el de los reyes francos, dando lugar a los merovingios. Alrededor del año 500 d.c., con el bautismo y conversión del rey Clodoveo, la Iglesia Romana se instauró como suprema autoridad espiritual de Occidente. Se podría decir que fue un pacto entre Roma y los merovingios, originando una alianza que debería engendrar un nuevo sacro imperio romano. Pero parece que la lealtad de los francos a la Iglesia no era muy intensa, ya que los merovingios seguían manteniendo simpatías por la religión arriana que practicaban antes de su conversión al cristianismo. Doscientos años después, el rey merovingio Dagoberto II fue asesinado junto con su familia por encargo de su propio mayordomo de palacio, Pipino de Heristal. La Iglesia, viendo peligrar su hegemonía, habría apoyado la conspiración. Con la muerte de Dagoberto y sus descendientes la dinastía merovingia llegó a su fin, y comenzó la de los mayordomos de palacio: los carolingios, que contaban con el apoyo eclesiástico. Éstos, que eran a fin de cuentas unos usurpadores, trataron de legitimarse casándose con princesas merovingias y continuaron con su reinado. Con Carlomagno llegaron a abarcar un imperio que se extendía por la totalidad de la Europa occidental y lo gobernaban al servicio de Roma.

Pero podría ser que la dinastía merovingia no se extinguiese con Dagoberto II. Según afirma el Priorato de Sión, los merovingios, la estirpe de Jesús, sobrevivieron a través de un hijo de Dagoberto que se habría salvado del asesinato de su familia. Se llamaba Sigisberto IV, y entre sus descendientes estaría más tarde Godofredo de Bouillon. Sabemos por los Evangelios que Jesús era de sangre real y de la estirpe de David. Es decir, Jesús era el heredero legítimo del trono de Jerusalén. Sus más incondicionales seguidores eran los nacionalistas zelotes, unos fanáticos integristas que aspiraban a expulsar al gobierno títere prorromano e reinstaurar el verdadero linaje real. En las Cruzadas, con la conquista de Jerusalén y la coronación de Godofredo de Bouillon, un heredero de Jesús recuperó su patrimonio legítimo volviendo a ser rey de la Santa Ciudad. Cráneo de Dagoberto II.

Es posible que dada la hegemonía de la Iglesia en la época, Godofredo nunca pudiera reivindicar como quisiera su linaje y su derecho. A fin de cuentas, Roma estaría detrás de la traición a su familia y aunque no sabemos si la Iglesia estaba al tanto o no del linaje del nuevo rey, una revelación pública podría haber sido muy peligrosa. Godofredo habría entonces, para proteger el secreto de ese linaje sagrado, creado la Orden de Sión y su brazo armado, la Orden del Temple. Curiosamente, las leyendas griálicas que surgieron en la Edad Media, presentan a los Templarios como los custodios del Santo Grial.

Así pues, el Santo Grial sí sería el portador de la sangre de Cristo, pero no en el sentido simbólico de un recipiente, sino de su descendencia: los portadores de su sangre. Y este sería el gran secreto del Priorato de Sión. Secreto compartido también por los Caballeros del Temple. Ahora se entiende porque los Templarios asociaron el culto de la Diosa Madre a la Magdalena (ver leyenda «El culto a las vírgenes negras»), pues ésta representaba la base de su existencia al identificarse con la madre del linaje perdido, la portadora del Grial.

El propio Priorato, los Templarios, o puede que ambos, desarrollando una estrategia a largo plazo, habrían protegido a los herederos del Rey de Israel con el objetivo de conseguir la dominación mundial bajo la égida de la dinastía davídica. No hace falta decir que las circunstancias históricas no permitieron que el objetivo se cumpliera. Tras la caída de Jerusalén y la pérdida de Tierra Santa el proyecto se fue a pique. Los herederos de David se vieron una vez más sin corona y la existencia de la Orden del Temple se hizo innecesaria. Algunos tratan de ver en esto una explicación de porque los Templarios no se resistieron cuando fueron apresados por las tropas de Felipe IV. Sin posesiones en Ultramar, separados de la Orden de Sión y con los descendientes de los merovingios nuevamente en la sombra, ya no tenían razón de ser.

El Priorato de Sión, que tras la desaparición del Temple se dedicó a manejar los hilos que rigen Europa desde la clandestinidad en pos de sus objetivos, asegura que pronto se producirá un vuelco en la situación política francesa que preparará el camino para la restauración de una monarquía. ¿Se cumplirán los objetivos de Sión y del Temple ocho siglos después? ¿Seremos testigos de cómo un descendiente merovingio recupera el trono de Francia? El tiempo lo dirá.

Caballeros Templarios


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Fueron miembros de una orden medieval de carácter religioso y militar, cuya denominación oficial era Orden de los Pobres Caballeros de Cristo (también Orden del Temple). Fueron conocidos popularmente como los Caballeros del Templo de Salomón, o Caballeros Templarios, porque su primer palacio en Jerusalén era adyacente a un edificio conocido en esa época como el Templo de Salomón. La Orden se constituyó a partir de un pequeño grupo militar formado en Jerusalén en el año 1119 por dos caballeros franceses, Hughes de Payns y Godofredo de Saint Omer. Su objetivo era proteger a los peregrinos que visitaban Palestina tras la primera Cruzada. Desde su nacimiento tuvo un fin militar, por lo que la Orden se diferenciaba a este respecto de las otras dos grandes órdenes religiosas del siglo XII: los Caballeros de San Juan de Jerusalén y los Caballeros Teutónicos, fundadas como instituciones de caridad.

La Orden obtuvo la aprobación papal y en 1128, en el Concilio eclesiástico de Troyes, recibió unos preceptos austeros que seguían estrechamente las pautas de la orden monástica de los cistercienses. La Orden Templaria estaba encabezada por un gran maestre (con rango de príncipe), por debajo del cual existían tres rangos: caballeros, capellanes y sargentos. Los primeros eran los miembros preponderantes y los únicos a los que se les permitía llevar la característica vestimenta de la Orden, formada por un manto blanco con una gran cruz latina de color rojo en su espalda. El cuartel general de los Caballeros Templarios permaneció en Jerusalén hasta la caída de la ciudad en manos de los musulmanes en el año 1187; más tarde se localizó, sucesivamente, en Antioquía, Acre, Cesarea y por último en Chipre.

Como los Caballeros Templarios enviaban regularmente dinero y suministros desde Europa a Palestina, desarrollaron un eficiente sistema bancario en el que los gobernantes y la nobleza de Europa acabaron por confiar. Se convirtieron gradualmente en los banqueros de gran parte de Europa y lograron amasar una considerable fortuna. Después de que las últimas Cruzadas fracasaran y menguara el interés en una política agresiva contra los musulmanes, no fue preciso que los Caballeros Templarios defendieran Palestina. Su inmensa riqueza y su inmenso poder habían levantado la envidia tanto del poder secular como del eclesiástico y en el año 1307 el arruinado Felipe IV el Hermoso de Francia, con la colaboración del papa Clemente V, ordenó el arresto del gran maestre francés, Jacques de Molay, acusado de sacrilegio y de prácticas satánicas. Molay y los principales responsables de la Orden confesaron bajo tortura y todos ellos fueron posteriormente quemados en la hoguera. La Orden fue suprimida en 1312 por el papa, y sus propiedades asignadas a sus rivales, los Caballeros Hospitalarios, aunque la mayor parte de aquéllas se las apropiaron Felipe IV y el rey Eduardo II de Inglaterra, el cual desmanteló la Orden en este país.

La Orden se estableció en el primer tercio del siglo XII en Aragón, Cataluña y Navarra, y posteriormente se extendió a Castilla y León. Su actividad en la península Ibérica se centró en la defensa fronteriza frente a los musulmanes, participando en destacadas acciones bélicas, como las empresas de Valencia y Mallorca junto a Jaime I de Aragón, la conquista de Cuenca, la batalla de las Navas de Tolosa (1212) o la toma de Sevilla. Al igual que en Francia, acabaron por caer en desgracia y ser perseguidos. En el reino de Valencia, sus bienes sirvieron para fundar la Orden de Montesa (1317); en Aragón y Cataluña pasaron a los Hospitalarios, y en Castilla a la corona.

Maestres de la Orden

Jacques de Molay, el último gran Maestre de la orden Artículo principal: Grandes Maestres del Temple

Hugo de Payens (1118-1136)

Robert de Craon (1136-1146)

Evrard des Barrès (1147-1151)

Bernard de Tremelay (1151-1153)

André de Montbard (1154-1156)

Bertrand de Blanchefort (1156-1169)

Philippe de Milly (1169-1171)

Eudes de Saint-Amand (1171-1179)

Arnaud de Torroja (1180-1184)

Gérard de Ridefort (1185-1189)

Robert de Sablé (1191-1193)

Gilbert Hérail (1193-1200)

Phillipe de Plaissis (1201-1208)

Guillaume de Chartres (1209-1219)

Pedro de Montaigú (1219-1230)

Armand de Périgord (1232-1244)

Richard de Bures (1245-1247)

Guillaume de Sonnac (1247-1250)

Renaud de Vichiers (1250-1256)

Thomas Bérard (1256-1273)

Guillaume de Beaujeu (1273-1291)

Thibaud Gaudin (1291-1292)

Jacques de Molay (1292-1314)

Los Nueve Fundadores

Hugo de Payens

Godofredo de Saint-Omer

Godofredo de Bisol

Payen de Montdidier

André de Montbard

Arcimbaldo de Saint-Amand

Hugo Rigaud

Gondemaro


Jueves 25/10/07 22:50 EFE- ADN

El Vaticano redime a la Orden del Temple

El volumen ‘Processus contra Templarios’ reúne los documentos sobre el fin de esta Orden, que fue perseguida por Felipe el Hermoso y absuelta por el papa Clemente V

En un elegante estuche de piel y al precio de 5.900 euros, los Archivos Secretos Vaticanos han puesto a disposición de los pocos privilegiados que lo podrán adquirir la verdadera historia del proceso que supuso el fin de la Orden de los Templarios. Se trata de Processus contra Templarios , un volumen que recoge todos los documentos sobre el juicio a esta Orden a comienzos del siglo XIV.

El Folio de Chinon , uno de los documentos más relevantes, corrige las leyendas sobre los Templarios y sobre la actuación del papa Clemente V, tal y como asegura la historiadora que descubrió el pergamino, Barbara Frale. Durante siglos, añadiós, «se aseguró que el Papa estuvo de acuerdo y consintió la destrucción de la Orden, y este documento prueba que no fue así».

Campaña de Felipe el Hermoso

La persecución a esta Orden no fue más que una maniobra del rey de Francia, Felipe el Hermoso , que avariciaba los bienes que poseían los templarios. Realizó una campaña en su contra, acusándolos de herejes y sodomitas, y una redada la noche del viernes 13 de 1307. Obligados por la torturas, los templarios confesaron las mentiras de las que se le acusaban.

El Folio de Chinon explica que «el Gran Maestre del Temple, Jacques de Molay, y el resto de templarios arrestados fueron absueltos por el Papa», dijo Frale. Y que, además, el Pontífice les permitió «recibir los sacramentos cristianos y ser acompañados de un capellán» hasta los últimos momentos de su vida, cuando fueron quemados en la hoguera.

Frale explicó que cuando tuvo en sus manos por primera vez el pergamino le invadió la emoción pero también «el miedo a poder estar equivocada sobre la importancia del descubrimiento». «Siempre se ha hablado de este documento, unos decían que se había perdido y otros que nunca existió, que era un mito, y sin embargo aquí está. Es un pergamino bien conservado y que se lee muy bien», comentó.

La historiadora explicó la gran importancia, además del Folio de Chinon , de todo el volumen del Processus contra Templarios . Va más allá ya segura que esta publicación no es un «punto final» en la historia de la Orden «sino que abre un sin fin de nuevas investigaciones sobre su historia».

Ejemplares

Por su parte, el prefecto del Archivo Secreto Vaticano, Sergio Pagano , dejó claro que esta publicación «no revela nada», ya que todos estos documentos eran ya conocidos, «no es una exclusiva», y tampoco se pretende «rehabilitar» a los templarios.

La principal novedad de este volumen es su «tipología, su carácter artístico y la originalidad», además de que por primera vez se publican agrupados todos los documentos que los Archivos Vaticanos tienen sobre los templarios, añadió Pagano.

Jeques árabes, diseñadores de moda y las principales bibliotecas del mundo ya han reservado una de las 799 copias del Processus que saldrán a la venta. El ejemplar número 800 será regalado al Papa Benedicto XVI, como se informó hoy durante la presentación.

Francmasonería


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Es el concepto que agrupa a las distintas organizaciones y asociaciones que a lo largo de la historia se han caracterizado por adoptar el principio de fraternidad mutua entre sus miembros, por la profusión de símbolos identificadores de contenido sólo reconocible para los iniciados, por principios racionalistas y promotores de la paz, la justicia y la caridad, y por su estructuración en pequeños grupos denominados logias que determinaron su condición de sociedades secretas.

El gremio de masones medievales había estado al principio limitado a los albañiles (gremio de la construcción) pero en Inglaterra, durante la Reforma, empezaron a admitir como miembros a hombres ricos o con cierto nivel social. Estos gremios se convirtieron gradualmente en sociedades fieles a unos ideales generales, tales como la fraternidad, la igualdad y la paz, y sus reuniones se volvieron más acontecimientos sociales que reuniones de negocios. Cuatro o más de estos gremios, llamados logias, se unieron en Londres el 24 de junio de 1717, para formar una logia general para Londres y Westminster, que, en menos de seis años, llegó a ser la Gran Logia de Inglaterra. Este órgano es la logia general ‘madre’ de los masones en el mundo, y de ella han derivado todas las logias importantes y reconocidas. La Gran Logia de Toda Inglaterra se formó en York en 1725, la de Irlanda en junio del mismo año, y la de Escocia en 1736. La sección de York se puso bajo la jurisdicción de la Gran Logia de Londres a finales del siglo XVIII.

Como resultado del mecenazgo de la orden por miembros de la nobleza, la ascendente clase burguesa británica consideró la masonería como un medio para obtener el éxito social, y la orden se hizo popular. Los ideales masónicos de tolerancia religiosa y la igualdad fundamental de todas las personas estaban en armonía con el creciente espíritu de liberalismo durante el siglo XVIII. Uno de los principios básicos de las órdenes masónicas en todo el mundo de habla inglesa ha sido que la religión es un asunto exclusivo del individuo. La oposición por parte de la Iglesia católica romana ha existido básicamente porque la masonería, con sus principios obligatorios y su esencia religiosa, ha usurpado las prerrogativas de la Iglesia. El número de miembros en el mundo excede los 6 millones.

FUNCIONES

En la mayoría de los países de habla inglesa el rasgo caritativo y protector de la fraternidad ha sido responsable de la fundación de hogares masónicos para la atención de los ancianos necesitados y sus viudas, orfanatos y escuelas para los hijos de los miembros. El masón es consciente de que sus obligaciones fraternas de ayudar a los miembros deben ser subordinadas a la obligación que debe a Dios, su país y su familia, con pleno reconocimiento de sus deberes para con la humanidad.

SISTEMAS PRINCIPALES

Signos de ritos masones han aparecido desde el siglo XVII, pero solamente cinco con alguna repercusión importante perduran hoy día. Hay dos sistemas masones que se conocen como el rito de York y el rito Escocés. Ninguno tiene conexión, histórica o de otro tipo, con York, Inglaterra o Escocia. El rito de York fue establecido a finales del siglo XVIII y es llamado Capitular, y los miembros, masones de la Bóveda Real (cuatro grados); el siguiente escalón es Secreto y los miembros, masones reales y escogidos (tres grados); y el último escalón es Caballería y los miembros, caballeros templarios (tres categorías). El Rito Escocés fue establecido en Charleston, Carolina del Sur, en 1801 (treinta y tres grados incluidos los tres grados de la Logia Simbólica).

En muchos otros grupos, unidos de alguna manera al rito de York, los miembros son por lo general seleccionados pero a veces son elegidos. Están interesados en aspectos especiales de la Masonería, incluida la investigación masónica. Se podría decir que son ramificaciones del tronco principal. Entre ellas están la Orden Real de Escocia, los Grados Masones Aliados, la Cruz Roja de Constantino, la Sociedad Masónica de los Rosacruces, el Rito de la Estricta Observancia, el Colegio Principal de Ritos, Caballeros Masones, la Orden de Corcho, la Cruz de Honor de York, los Frailes Azules y los Sacerdotes Caballeros Templarios de la Sagrada Bóveda Real. La logia española más antigua de la que se conservan documentos es la Matritense o de Las Tres Flores de Lys, fundada el 15 de febrero de 1728. Entre los masones más ilustres figuraron el conde de Aranda, el conde de Campomanes, Gaspar Melchor de Jovellanos, Muñoz Torrero, Agustín de Argüelles, Rafael del Riego, Alcalá Galiano, José de Espronceda, Alberto Lista, Quintana y Baldomero Espartero. Otras importantes logias y grupos masónicos en la historia de España fueron Gran Oriente de España, Gran Logia Simbólica Española, Gran Logia Independiente, etcétera. Generalmente estos grupos tuvieron sus mayores momentos de auge durante periodos en que los ideales liberales, racionalistas y, normalmente, laicos y anticlericales, fueron predominantes, de un modo especial durante la revolución de 1868, así como durante las dos etapas republicanas de la historia española. Algo similar sucedió en Latinoamérica, donde las sociedades francmasónicas estuvieron muy ligadas al proceso de emancipación respecto de España a comienzos del siglo XIX. Así, podemos citar a la Logia Lautaro, creada en Buenos Aires en 1812 como ramificación de la Logia de los Caballeros Racionales fundada por Francisco de Miranda en 1798.

OPOSICIÓN

La oposición a las sociedades francmasónicas tuvo dos direcciones. La primera, religiosa, fue la manifestada por la Iglesia católica, aunque la masonería no excluye a los católicos y un gran número de éstos pertenece a logias en Latinoamérica y Filipinas. La segunda es política. Durante la década siguiente al secuestro en Batavia (Estados Unidos), en 1821, de William Morgan, un masón que había amenazado con publicar los secretos masones y del que se supuso que había sido víctima de los masones, surgió un movimiento general de protesta en los estados del este y del centro de Estados Unidos. En los del norte se creó el Partido Anti-masón; que fue durante algunos años prácticamente la única oposición al Partido Demócrata. En 1832 el Partido Anti-masón designó a un abogado, William Wirt, como su candidato a la presidencia, pero fue derrotado por Andrew Jackson, que apoyaba a la masonería. Después de esta época la masonería encontró poca oposición política en los Estados Unidos o en cualquier otra parte, hasta la llegada al poder del nacionalsocialismo en Alemania en 1933. En aquel año Hitler hizo recaer sobre los masones la responsabilidad de diversas actividades subversivas, incluidos todos los incidentes que llevaron a la I Guerra Mundial, y decretó la disolución de todas las asociaciones masónicas en Alemania. Entre los miembros notables de la francmasonería se encuentran el compositor Wolfgang Amadeus Mozart (cuya ópera La Flauta Mágica gira en torno el ritual masón) y el escritor Liev Tolstói, cuya novela Guerra y Paz ensalza sus ideales de fraternidad.

Todavía no concluida la Guerra Civil española (1936-1939), la Ley de Responsabilidades de 13 de febrero de 1939 (cuyos efectos se extendieron con carácter retroactivo a octubre de 1934) declaró delictiva la afiliación a una logia masónica. Posteriormente se estableció un lista de 80.000 sospechosos de ser masones (pese al hecho de que no superaban los diez millares en 1936). En febrero de 1940 se promulgó la Ley de Represión de la Masonería y el Comunismo.


Algunos célebres masones

George Washington,

Winston Churchill,

Francisco de Miranda,

Voltaire,

José de San Martín,

Simón Bolívar,

Domingo Faustino Sarmiento,

Benito Juárez,

Fichte,

Mozart,

Rudyard Kipling,

Lafayette,

Krause,

Salvador Allende,

Benjamín Franklin,

Marqués de Rodil,

Alexander Pope,

Jonathan Swift,

Miguel Grau Seminario,

Oscar Wilde,

Víctor Raúl Haya de la Torre,

Rafael de Riego,

Bernardo O’Higgins,

Henry Ford.

Manuel Azaña

Franklin D. Roosevelt

Ramón Franco

Marat

Guillotin