Tras la huella genética de Alejandro Magno en las momias egipcias


El Mundo

  • El ADN de los cuerpos embalsamados revela el parentesco de los pobladores del Nilo
  • Los antiguos egipcios están más emparentados con las poblaciones de Oriente Próximo, mientras que los actuales lo están con poblaciones subsharianas

 

Sarcófago de Tadja encontrado en Abusir el-Meleq NATURE COMMUNICATIONS

La genética supone un arma poderosa para establecer relaciones de consanguinidad. A partir de un pequeño frotis de la boca los científicos realizan sin mayores problemas el análisis de nuestro material genético mediante técnicas convencionales para proceder a su estudio. Extraer el ADN de un habitante de otra época y poder estudiarlo, requiere sin embargo de unas técnicas más sofisticadas que solo se pueden aplicar cuando ese ADN ha llegado inalterado hasta nosotros.

Encontrar estas marcas y poder observar el paso de las civilizaciones en los genes de sus habitantes es el objetivo de un equipo de investigadores del Instituto Max Plank , que ha analizado el ADN de las momias del antiguo Egipto en busca de la huella genética que dejaron a su paso otros pobladores, como los de la época de Alejandro Magno.

El estudio aporta sin embargo otro tipo de relaciones y concluye que los egipcios del pasado están más emparentados con las poblaciones de Oriente Próximo de lo que los egipcios modernos lo están ahora, una relación que ha podido diluirse con el tiempo debido a las constantes interacciones producidas en el Mediterráneo entre las culturas africanas, asiáticas y europeas desde la época anterior a Cristo. Los egipcios actuales han adquirido por otro lado un aporte genético subsahariano después del periodo romano.

Los investigadores, que han publicado sus conclusiones en la revista Nature Communications, usaron el ADN mitocondrial (el que se conserva en una parte de la célula distinta al núcleo) de 90 individuos de la antigüedad procedentes del yacimiento arqueológico de Abusir el-Meleq y el genoma completo de tres momias de la época pre-ptolemaica, ptolemaica y romana, cubriendo así un periodo de 1.300 años.

El cálido clima de Egipto, los altos niveles de humedad de muchas tumbas y los productos químicos utilizados en las técnicas de momificación contribuyen a la degradación de este ADN y a que su conservación en las momias egipcias sea poco probable. No obstante, la aplicación de técnicas modernas de secuenciación y nuevos métodos de autentificación de ADN antiguo ha contribuido al éxito de este estudio y entender el parentesco de las antiguas poblaciones egipcias a partir de unos restos que datan del año 1.400 a.C. al año 400 d.C.

A modo de investigación arqueológica a nivel molecular, el equipo liderado por el genetista Johannes Krause quería identificar si los relatos que conocemos por la historia sobre la conquista y el dominio de las civilizaciones habían dejado alguna marca en los genes de estas poblaciones. «Queríamos probar si la conquista de Alejandro Magno y otras potencias extranjeras ha dejado una huella genética en la población egipcia antigua», ha explicado en una nota de prensa Verena Schuenemann, coautora del grupo de investigación de Krause, en el que también participa la Universidad de Tubinga en Alemania.

El estudio ha revelado sin embargo que los antiguos egipcios están relacionados con las poblaciones del Levante del pasado, así como con los habitantes del neolítico de la Península de Anatolia y Europa. «La genética de la comunidad de Abusir el-Meleq no sufrió ningún cambio importante durante los 1.300 años que hemos estudiado, lo que sugiere que la población estuvo relativamente poco afectada a nivel genético por la conquista y el dominio extranjeros«, ha afirmado Wolfgang Haak, del Instituto Max Planck.

Los datos que aporta el grupo de Krause apuntan además a que los egipcios modernos comparten aproximadamente un 8% más de ancestros con las poblaciones africanas subsaharianas que con los antiguos egipcios. «Esto sugiere un aumento en el flujo de genes subsaharianos en Egipto en los últimos 1.500 años», ha añadido Stephan Schiffels, coautor del estudio.

La mejora de la movilidad a lo largo del río Nilo, el aumento del comercio a larga distancia entre el África subsahariana y Egipto y la trata de esclavos transahariana que comenzó hace aproximadamente 1.300 años pueden estar detrás de estos resultados.

¿Hablaba algo de castellano Carlos I cuando llegó a España?


ABC.es

  • Lejos de la imagen dada por la nueva serie de TVE, la auténtica llegada del Rey a la península estuvo marcada por su nulo conocimiento del idioma. Su tía Margarita, en cuyo hogar de Flandes pasó la infancia, impidió que aprendiera la lengua

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Para quienes esperaban un nivel de documentación histórica a la altura de la serie «Isabel» supuso un primer mazazo, en el estreno de «Carlos, Rey Emperador», el hecho de que el Príncipe de los reinos hispánicos -más tarde Emperador V de Alemania- hablara desde un primer momento un perfecto castellano sin el menor atisbo de acento. La realidad sobre su llegada a España fue mucho menos romántica. Carlos de Gante había recibido una educación estrictamente europea y apenas chapurreaba el castellano, lo cual causó malestar entre la nobleza española, que percibía como extranjero al nieto de los Reyes católicos.

En realidad, solo la casualidad había propiciado la llegada de los Habsburgo a España, que reinarían durante casi dos siglos sobre la unión de los dos principales reinos hispánicos. Así, cuando los Reyes Católicos decidieron casar al borgoñés Felipe de Habsburgo con su hija Juana «La Loca», ésta solo era la tercera en la línea de sucesión al trono. La muerte sin dejar descendencia de los hermanos mayores de Juana propició la llegada de Felipe «El Hermoso» al trono de Castilla. Más tarde, el hijo mayor del matrimonio, Carlos I, heredó ambas coronas, la de Castilla y la de Aragón, a consecuencia de la prematura muerte de su padre Felipe I, el fallecimiento sin herederos varones de Fernando «El Católico» -que hasta el último momento trató de engendrar un hijo con su segunda mujer– y la incapacidad para reinar de su madre. La educación que había recibido no estaba pensada para reinar en España, sino en los territorios europeos de los Habsburgo y de los Borgoña.

Una educación muy lejos de España

Felipe de Habsburgo, natural de Brujas e hijo de Maximiliano I -Sacro Emperador Romano-, quiso de esta forma que sus hijos nacieran y se criaran en los Países Bajos. A excepción del pequeño, Fernando de Habsburgo, que curiosamente acabaría gobernando fuera de España, todos los hijos de Felipe I y Juana se criaron allí. Ante la incapacidad de Juana para criar a sus propios hijos -presa de un amor obsesivo y tiránico-, en los primeros años de su vida Carlos y sus hermanas quedan confiados a la viuda de Carlos «El Temario», Margarita de York, que les enseñó a hablar francés, alemán (mal), inglés, flamenco, latín, pero no español. El resto de la educación del Príncipe continuó por la misma senda, sin que la historia o tradiciones españolas aparecieran entre las materias de sus estudios. No obstante, consciente de que Carlos podría ocupar algún día su trono, Fernando «El Católico» envió al humanista Luis Cabeza de Vaca a Flandes para que le enseñara castellano y las costumbres españolas, aunque a tenor de los resultados no debió cosechar mucho éxito. Buena culpa de ello la tuvo la tía de Carlos, Margarita, gobernadora de los Países Bajos, en cuyo hogar pasó toda la primera adolescencia, que se opuso a que aprendiera la lengua española.

Como le ocurriría a Felipe II cuando viajó a los Países Bajos a principios de su reinado sin saber apenas francés, Carlos I de España fue recibido con bastante recelo entre la nobleza castellana a causa de su incapacidad para expresarse en su idioma más allá del saludo protocolario. Carlos, que se había asegurado su posición como soberano de los reinos hispánicos gracias al reconocimiento del Papa León X, partió el 8 de septiembre de 1517 con su escuadra desde Flesinga rumbo a Santander, aunque finalmente una fuerte tormenta obligó a iniciar el desembarco ante la costa de Villaviciosa, donde los asturianos confundieron la expedición con un ataque turco o francés. Ya en Valladolid, recibió la noticia del fallecimiento del cardenal Cisneros, lo que le dejaba completamente allanado el gobierno de Castilla. Con el objetivo de ganarse a los españoles, durante cuatro meses se sucedieron fiestas, banquetes, desfiles, corridas de toros y justas, en las que el Rey se destacó como un excelente atleta.

Sin embargo, pese a sus esfuerzos, seguía mostrándose esquivo en el trato personal a causa de sus escasos conocimientos del idioma. Guillermo de Croy, señor de Chièvres, hacía las veces de interlocutor entre Carlos y la mayoría de nobles castellanos y aragoneses, que, a excepción de unos pocos como el marqués de Villena o el Obispo de Badajoz integrados en las filas flamencas, fueron apartados poco a poco de las esferas de poder. Chièvres, que apenas conocía el país, se dedicó a conceder una buena cantidad de beneficios a los nobles flamencos que le acompañaban y reservó para su sobrino, el cardenal Guillaume de Croy, que tenía 20 años, el principal de todos los cargos eclesiásticos: el arzobispado de Toledo. El asunto despertó una gran indignación entre la nobleza, que celebró por aquellas fechas unas cortes plagadas de desconfianza.

A principios de 1518, las Cortes de Castilla juraron fidelidad como Rey al extranjero Carlos, cuyo nombre incluso sonaba poco familiar a oídos locales. No en vano, entre las condiciones exigidas por las Cortes estaban la obligación de aprender a hablar castellano en el menor tiempo posible, el cese de nombramientos a extranjeros y un trato más respetuoso a su madre Juana, recluida en Tordesillas. La mayoría de estas peticiones nunca fueron satisfechas, lo que unido a la rápida salida de Carlos de Castilla con dirección a Aragón y luego a Alemania -donde acudió a reclamar el trono vacante de su abuelo Maximiliano I al frente del Sacro Imperio Romano Germánico– derivó en la conocida como Guerra de las Comunidades de Castilla, que precisamente reclamaba un mayor protagonismo castellano en el gobierno de estas tierras. Sin el apoyo de la alta nobleza, la rebelión duró poco tiempo y Carlos nunca vio peligrar realmente su corona en Castilla, aunque procuró rodearse a partir de entonces de más consejeros de esta región.

La españolización vino de manos femeninas

Con el paso de los años, las prestaciones de la infantería castellana -pronto conformada como tercios- y las grandes remesas de metales preciosos llegados de las Indias convencieron a Carlos I de España de la necesidad de dar preeminencia a este reino y a su nobleza dentro de la estructura imperial. La inclusión de castellanos entre sus hombres de confianza sucedió de forma natural y, en lo referido al idioma, su Cesárea Majestad consiguió aprender castellano en poco tiempo, pese a lo cual muchos de sus contemporáneos destacaron el marcado acento hasta sus últimos días de vida. Su esposa, Isabel de Portugal, tuvo buena parte de culpa de la españolización de Carlos; y el contacto reiterado con Garcilaso de la Vega, soldado y poeta, aceleró el aprendizaje de la lengua.

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Años después, un incidente con el Papa da cuenta de la importancia que adquirió el castellano para el Monarca. Así, el aventurero y extravagante cronista Pierre de Bourdeille se refiere en su obra «Bravuconadas de los españoles» a que «estando Carlos en Roma habló delante del Papa, de los embajadores y de los cardenales bramando un tanto por arrogancia de su victoria en Túnez y La Goleta. Estaban presentes dos embajadores franceses y reconvinieron a su Cesárea Majestad por expresarse en español y no en otro idioma más inteligible. El Emperador dio la espalda a uno de los embajadores, el del Rey galo, y se dirigió al otro, el embajador francés ante su santidad: -Señor obispo, entiéndame si quiere; y no espere de mí otras palabras que de mi lengua española, la cual es tan noble que merece ser sabida y entendida de toda la gente cristiana».

Descubren un mensaje en una botella después de 108 años


ABC.es

  • Marianne Winkler estaba de vacaciones con su marido en una isla alemana cuando vio el recipiente flotando en el mar
Asociación Biológica de la Marina de Plymouth Mensaje encontrado en Alemania

Asociación Biológica de la Marina de Plymouth
Mensaje encontrado en Alemania

Después de 108 años en el mar ha aparecido el que podría ser el mensaje en una botella más antiguo que se ha encontrado nunca. Marianne Winkler se encontraba con su marido de vacaciones en una de las playas de la isla de Amrum (Alemania) cuando divisó la botella flotando y descubrió que contenía una postal enviada por la Asociación Biológica de la Marina de Plymouth. El mensaje pedía que el receptor rellenase dónde y cómo había encontrado la botella y devolviese la postal, por lo que prometía una recompensa.

Cuando este matrimonio envió la postal de vuelta, el revuelo no se hizo esperar: la botella era una de las 1.020 que George Parker, un antiguo presidente de la entidad, había arrojado al mar entre 1904 y 1906 como parte de una investigación sobre las corrientes marinas profundas.

Muchas de las botellas habían sido encontradas por pescadores y otras habían llegado hasta la orilla en los meses posteriores a su lanzamiento. Con esos datos, Parker pudo descubrir que las corrientes profundas del Mar del Norte fluían del esta hacia el oeste.

Pero el resto de las botellas nunca fueron encontradas y en la asociación nadie esperaba que se pudieran encontrar más de un siglo después. La promesa de Parker no ha quedado en el aire: la asociación ha enviado a Marianne un antiguo chelín junto a una nota de agradecimiento.

La masacre prehistórica en la que fueron torturados una docena de niños pequeños


ABC.es

  • Una tumba de hace 7.000 años ha desvelado que, en la Edad de Piedra, una tribu raptó a 26 personas y las sometió a todo tipo de tropelías antes de asesinarlas

    Christian Meyer El cráneo (que incluye un golpe) de uno de los cuerpos hallados, Tenía ocho años al morir

    Christian Meyer
    El cráneo (que incluye un golpe) de uno de los cuerpos hallados, Tenía ocho años al morir

Hace 7.000 años, en plena prehistoria, un grupo de seres humanos atacó una aldea ubicada en Schoeneck-Kilianstaedten (cerca de Fráncfort). Aquel día su maldad no tuvo límites y, por causas que todavía se desconocen, raptaron a un grupo de 26 hombres, mujeres y niños y les sometieron a todo tipo de torturas. La docena de pequeños que fueron secuestrados tuvieron que soportar como les destrozaban la cabeza a golpes, les disparaban con flechas e, incluso, les astillaban las canillas para evitar que huyeran. Una muestra de crueldad que, hasta ahora, había permanecido oculta a los ojos humanos.

Y decimos hasta ahora porque, gracias a Christian Meyer -bioarqueólogo de la Universidad de Mainz– se ha podido desvelar este suceso. Tal y como explica un estudio publicado por la revista especializada «Proceedings» de la Academia Nacional de Ciencias, este germano ha desenterrado una fosa común en Alemania con los restos de aquellos 26 desdichados que fueron víctimas del odio ajeno. En sus palabras, el hallazgo no puede ser más estremecedor, pues desvela que los sujetos que habitaban Europa Central en la Edad de Piedra ya hacía uso de las denominadas «tácticas del terror» para combatir a sus enemigos.

La tumba fue encontrada en 2006 durante la construcción de una serie de carreteras en Schöneck-Kilianstädten (ubicado a poco más de 20 kilómetros de Fráncfort). Sin embargo, ha sido necesario esperar hasta hace poco para que se completasen las labores de extracción de los restos, su análisis y su estudio. Todo ello, a pesar de que el enterramiento apenas cuenta con una extensión de 7,5 metros de largo por 1 metro de ancho. Con todo, desde el principio se ha sabido que era una fosa común que albergaba a las víctimas de una masacre, pues no contaba con herramientas o adornos, algo típico de los enterramientos de la época.

Según Meyer, la mayor parte de los huesos encontrados cuentan con un patrón de fracturas que tiende a repetirse. Entre ellas, destacan la rotura de todo tipo de huesos (destacando las tibias) y las heridas realizadas con una punta de flecha de hueso. Por su parte, los restos se corresponden con los cuerpos de 13 niños de hasta 8 años (10 de ellos menores de 6 en el momento de la muerte), y 13 adultos (2 de ellos mujeres). Hasta ahora, al grupo le ha extrañado sumamente la ausencia de adolescentes de entre 9 y 15 años.

¿Qué sucedió?

Esta no es la primera fosa común que aparece en la zona, sino que, en los últimos años, se han encontrado otras dos en Alemania y Austria. Ambas con víctimas en condiciones parecidas y pertenecientes a la cultura Linearbandkeramik (un pueblo primordialmente dedicado a la agricultura que llegó a Europa hace más 7.000 años). Hasta ahora, los datos establecen que todos estos asesinatos se sucedieron en apenas 600 años, lo que, en palabras de los expertos, indicaría que el pueblo pudo dividirse en dos bandos que se atacaron posteriormente.

Así pues, gracias a estos hallazgos, Meyer ha llegado a la conclusión de que las matanzas en esta época de la Historia no eran algo aislado, sino relativamente habitual. Así lo denota el que, en palabras del experto, se torturara o mutilara a los 26 integrantes de este sepulcro. «Se ha repetido una pauta. Encontrar una fosa colectiva es algo espectacular, pero ahora, con estas tres, hemos establecido un patrón. Ahora sabemos que este período fue sumamente violento», destaca el experto.

Con todo, el arqueólogo ha señalado que, aunque existen muchos indicios de ello, es imposible determinar la causa por la que se sucedió esta masacre. Entre las teorías que se barajan se encuentra la de que una tribu entrara en el territorio de otra o que, debido a una sequía, hubiera una escasez de alimentos que llevó a los seres humanos a enfrentarse entre ellos. En este sentido, es posible que los atacantes secuestraran a varias personas jóvenes con algún fin y les mantuvieran presos hasta que acabaron con sus vidas.

La isla de Helgoland cumple 125 años


web

  • El 10 de agosto de 1890, los británicos la entregaron la pequeña isla de Helgoland al emperador Guillermo II. La «única isla de alta mar de Alemania» tiene solo unos metros cuadrados, pero mucha historia para contar.

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La isla alemana de Helgoland está situada en el Mar del Norte y tiene 2 km de longitud. La pequeña isla de Düne (Duna), en el este, estaba enlazada a la isla principal por una lengua de tierra, pero esta fue sumergida en el mar por una marejada, en 1721. Helgoland está en mar abierto, pero sobre el continente.

Helgoland pasa a ser alemana

El Reino Unido cedió la isla a Alemania, según el tratado de Heligoland-Zanzíbar, en 1890, al tiempo que renunciaba a sus intereses en Madagascar a favor de los franceses, a cambio de que estos abandonaran sus pretensiones sobre la isla de Zanzíbar.

Remilitarización de la isla

Tras la Primera Guerra Mundial, en 1920 florece el turismo en Helgoland, pero a partir de los años 30, los nazis remilitarizan la isla, ampliando el puerto y refaccionando búnkeres y túneles que pueden ser visitados hasta hoy.

Operación «Big Bang»

Luego de que los británicos bombardearon la isla en la Segunda Guerra Mundial, los habitantes de Helgoland fueron evacuados a tierra firme. En 1947, Gran Bretaña hizo explotar las instalaciones militares y las municiones en el operativo “Big Bang”, la mayor explosión no nuclear de la historia.

Los alemanes quieren recuperar la isla

Los temores de que Helgoland pudiera hundirse por completo debido al “Big Bang” no se cumplieron. La isla sigue en pie, a 61 metros por sobre el nivel del mar. En 1950, dos estudiantes de Heidelberg la ocuparon hasta que el gobierno británico volvió a entregarla a Alemania.

Aire puro y cigarrillos

El 1 de marzo de 1952, Helgoland volvió a ser territorio alemán, conservando los privilegios de la era británica: hasta hoy, las compras allí están exentas de impuestos y de aranceles aduaneros. Desde 1962 es un balneario oficial del Mar del Norte, y se caracteriza por el aire puro, pero muchos viajan allí a comprar cigarrillos.

Turismo de un par de horas

Muchos turistas recorren las calles con coloridas casitas cercanas al puerto, que eran depósitos de pescado, pero la mayoría solo permanece en Helgoland unas horas, las suficientes como para admirar su belleza. La mayor afluencia de visitantes se produce al mediodía.

«Anna la larga»

Una de las mayores atracciones de Helgoland es «Anna la larga», una aguja de tierra de unos 46 m de altura y más de 25 000 toneladas de peso, que emerge a 48 metros de altura desde el Mar del Norte. Está compuesta por arena roja, rica en hierro, y es hogar de más de 350 especies de aves migratorias.

Las focas grises de Helgoland

Sobre las arenas de la «Duna» se revuelcan cientos de focas grises y lobos de mar, cuya caza está prohibida desde los años 70, por lo cual constituyen una gran atracción para el turismo. Sin embargo, solo es posible acercarse a estos animales manteniendo una distancia de 30 metros.

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Energía eólica

Aunque no se ven desde la isla, Helgoland cuenta con centrales eólicas costa afuera. Una de las empresas hasta alquiló por completo el único hotel de lujo para que vivan allí sus empleados por un período de diez años.

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El hallazgo de oro nazi más importante del norte de Alemania


ABC.es

  • Un arqueólogo aficionado descubrió un tesoro valorado en 45.000 euros en dos sacos del banco del III Reich
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 ¿De dónde proviene el oro? se preguntan los medios alemanes, ¿quién lo ha escondido ahí? El martes ha sido presentado en Luneburgo (Baja Sajonia) un tesoro de 207 monedas de oro –unos 1400 gramos– que descubrió el arqueólogo aficionado Florian Bautsch por un valor de unos 45000 euros. A fines de octubre de 2014, este hombre de 31 años encontró diez monedas bajo un árbol en la localidad de Oedeme en Luneburgo dando aviso a monumentos arqueológicos. En las excavaciones, los arqueólogos oficiales encontraron otras 207 monedas a una profundidad de un metro, la más antigua es del año 1831 y la más nueva de 1910. Se trata del hallazgo de oro nazi más importante del norte de Alemania, han dicho los expertos sajones.

Más difícil para los científicos ha sido identificar la fecha en que las monedas fueron enterradas. Estaban en bolsas de aluminio oficial con sellos del banco del Reich y la esvástica nazi, razón por la cual los expertos estiman que el tesoro data de los años 40, e incluso podría ser de después del fin de la guerra: «Que las bolsas selladas fueran enterrados, sugiere que se trata de material saqueado, para recuperarlo en una fecha posterior», han comentado los expertos del Museo de Luneburgo donde se encuentran las monedas. Por un único día, el próximo domingo serán exhibidas al público general las monedas en el Museo, para luego continuar con la investigación: «Queremos saber de dónde viene el dinero, quién lo enterró ahí y porqué», ha dicho la directora del museo Heike Düselder.

El arqueólogo aficionado que recibirá 2500 euros como recompensa, se encontraba en el sitio investigando algo que parecía una tumba. Bautsch es un jóven empresario que en su tiempo libre sale a recorrer la ciudad con su detector de metales. Aquel 27 de octubre de 2014 encontró las monedas que fotografió con su teléfono móvil y envió a los arqueólogos de Luneburgo Edgar Ring y Jan Joost Assendorp.

Hitler no jugó tan mal su última carta


El Pais

  • Christer Bergström sorprende con su revisión de la batalla de las Ardenas, la última ofensiva alemana en el frente occidental, de la que se cumplen 70 años

Soldados estadounidenses entre la nieve durante la batalla de las Ardenas, en diciembre de 1944

La batalla de las Ardenas, o del saliente, librada en condiciones penosísimas en el invierno de 1944-45, durante casi siete semanas, fue uno de los grandes enfrentamientos de la II Guerra Mundial y la última gran ofensiva del ejército alemán en el frente occidental. Las imágenes de los tanques Tiger y Panther avanzando apresuradamente sobre la nieve, de los soldados estadounidenses cavando trincheras en el suelo helado y de los combates sin cuartel en los bosques, pueblos y encrucijadas forman parte de las más icónicas de la contienda, al igual que figuran entre sus nombres emblemáticos los de Malmedy, Bastogne, la operación aérea Bodenplatte, el Kampfgruppe Peiper o los comandos de Skorzeny -que causaron gran confusión infiltrándose con uniforme enemigo-. Hitler lanzó lo mejor que le quedaba, 300.000 soldados (muchos fantasmagóricamente vestidos de blanco), 1.800 tanques y cazacarros, 2.400 aviones, en un desesperado intento por cambiar el curso de la guerra. El ataque, iniciado el 16 de diciembre, cogió a los Aliados, que, medio año después del desembarco en Normandía, daban la guerra casi por acabada, completamente desprevenidos. Tras un inicio prometedor, luchas de una brutalidad tremenda y una tenaz defensa de las tropas de EE UU –es famosa la contestación del general McAuliffe de la 101ª Aerotransportada al exigirle la rendición de Bastogne: “¡Nuts!” (¡y un huevo!, en versión libre)- , los alemanes se vieron obligados a detener su avance sin conseguir el nuevo Dunkerque que ambicionaba su Führer. Numerosos libros y películas han recreado la lucha, entre estas últimas, la más conocida La batalla de las Ardenas (1965) –con su conocida escena de las jovencísimas tripulaciones de carros alemanas entonando llenas de sprit de corps el Panzerlied-, Fuego en la nieve (1949) y En la línea de ataque (1992), sin olvidar los dos capítulos correspondientes de la serie televisiva Hermanos de sangre (sin duda lo mejor).

En el 70º aniversario de la batalla, y a la espera de la inminente publicación del nuevo y esperado libro de Antony Beevor sobre ella, ha aparecido en España Ardenas, la batalla (Pasado & Presente), un monumental y pormenorizado ensayo del historiador militar sueco Christer Bergström que ofrece, además de una perspectiva insólita una sorprendente reinterpretación de aquel choque, del que subraya que ningún veterano de los que ha entrevistado cuenta ninguna anécdota amable y solo cosas terribles. “Está claro que fue una de las experiencias bélicas más espantosas de esos hombres”, dice. Algunas imágenes del libro quedan grabadas en la memoria, como el regimiento alemán avanzando a la carrera gritando “¡yanquis hijos de puta!”, los soldados estadounidenses que descubren el 13 de enero que los cadáveres congelados de los prisioneros ejecutados por las SS en la carretera de Malmedy en diciembre siguen tirados en el lugar en que los abatieron, el Panther que se confunde y se mete en una columna de carros Sherman o la lucha con granadas en una casa de Thirimont en la que cada bando ocupaba un piso.

Bergström, autor de 22 libros sobre la II Guerra Mundial, arranca su detalladísimo relato de la batalla de más de setecientas páginas desde el punto de vista de una de las unidades blindadas lanzadas hacia el Mosa con la mira puesta en el puerto de Amberes: toda una declaración de principios pues una de las cosas del libro que más sorprende al lector, acostumbrado a las versiones anglosajones, es que muy a menudo la narración de los hechos se ofrezca desde la perspectiva del bando alemán. Pero hay mucho más: Bergström considera que los alemanes estaban mejor preparados de lo que se suele considerar, que su moral era alta, su material excelente, sus comandantes muy buenos y que Hitler no andaba tan desencaminado como se cree en sus planes. La operación no estaba en absoluto condenada al fracaso y en algunos de sus aspectos era incluso “magistral”.

“La ofensiva no estaba condenada al fracaso”, sostiene el historiador sueco

Vayamos por partes, ¿la situación del ejército alemán no era entonces tan mala al final de 1944? “En noviembre-diciembre en absoluto”, explica el autor, que estuvo con veteranos en Bastogne el pasado diciembre con motivo del aniversario de la batalla. “El hecho de que los alemanes hubieran conseguido detener a los Aliados accidentales en la frontera de su país, la victoria de Arnhem, la promesa de las nuevas armas maravillosas (reactores, cohetes, submarinos eléctricos, etcétera) y -no menos importante- el plan Morgenthau de los británicos y estadounidenses que establecía más o menos la destrucción industrial de Alemania habían elevado la moral de lucha de manera que en muchos casos incluso excedía el nivel de lo acostumbrado en los primeros compases de la guerra”. En cuanto al material militar, el historiador sueco lo tiene clarísimo: “Los alemanes eran absolutamente superiores en los campos más importantes, en realidad por primera vez en la guerra. El tanque pesado Königstiger o Tiger II sobrepasaba cualquier cosa que los Aliados tenían –en enero de 1945, dos de ellos aniquilaron a una compañía entera de tanques Sherman, sin sufrir un rasguño-, y ningún tanque medio podía competir con el Panther. Tenían el primer fusil de asalto del mundo, el Sturmgewehr 44, y los aviones a reacción Me-262 y Ar 234 eran totalmente superiores en el aire”.

Prisioneros alemanes pasan junto a un Sherman y un jeep Willys durante la batalla de las Ardenas.

Prisioneros alemanes pasan junto a un Sherman y un jeep Willys durante la batalla de las Ardenas.

Del libro se desprende que la ofensiva alemana de las Ardenas no fue un intento tan desesperado sino que tenía opciones reales de éxito. “De hecho, desde la perspectiva de Hitler, era lo más inteligente que se podía hacer, mientras esperaba la siguiente ofensiva rusa en el Vístula. Fue cuidadosamente planeada y preparada y fracasó sobre todo por dos factores que podían no haberse producido: primero, porque las líneas de suministros alemanas fueron cortadas por la aviación Aliada cuando el tiempo mejoró el octavo día de la ofensiva, y segundo, porque las SS, menos competentes que el ejército regular, la Wehrmacht, recibieron en cambio la responsabilidad de conseguir los objetivos más importantes. Pero esos dos factores, como le digo, podrían haber variado. Si los alemanes hubiesen reposicionado su aviación de élite, desplegada en el frente del Este, en el Oeste, la aviación Aliada probablemente no habría sido capaz de cortar las líneas de suministros alemanas. Entonces, los alemanes habrían tenido un 50% de posibilidades de alcanzar Antwerp, cortar en dos las fuerzas Aliadas y rodear el grupo de ejércitos de Montgomery». ¿La mejor aviación alemana estaba en el Este? “Exactamente. Había una enorme diferencia entre los pilotos de uno y otro frente. Mientras la mayoría de aviadores en el Oeste eran en 1944 novatos inadecuadamente entrenados una parte importante de los pilotos alemanes en el Este eran lo que los estándares estadounidenses describen como ases. Allí tenías pilotos como Erich Hartmann y Gerhard Barkhorn con 300 victorias cada uno, o pilotos de ataque a tierra como Hans-Ulrich Rudel con experiencia en 2.000 misiones de combate. Los pilotos alemanes con experiencia en 500 o más salidas de combate no eran infrecuentes en el Este a finales de 1944. Los pilotos Aliados en el Oeste no tienían esa experiencia».

En términos claros y futbolísticos: ¿eran los alemanes mejores en el campo que los estadounidenses? “Sí, sus mandos eran mejores, sus tácticas eran mejores, muchas de sus tropas estaban más motivadas (con la excepción de las tropas aerotransportadas de EE UU), y su armamento era mejor, con la excepción también de la artillería de EE UU”. Bergström es aún más polémico cuando le pregunto si deberíamos replantearnos la (in) capacidad de Hitler como comandante militar. “Creo que deberíamos. Aunque Hitler carecía de alta educación militar había probado tener una intuición de las posibilidades en el campo de batalla. Los ataques en el Oeste en 1940 y en 1944 son buenos ejemplos. Sin embargo, esa intuición le falló en varias ocasiones al final de la guerra, la más notable quizá en Falaise en agosto del 44. Pero la idea de atacar en las Ardenas con el objetivo de atrapar luego los ejércitos de Montgomery fue brillante”.

Los alemanes disponían de mejores tanques y la moral era alta

Volviendo a lo de las SS, en el libro se recalca una y otra vez que la Wehrmacht luchó mejor en las Ardenas que las SS, en contra del tópico de que las Waffen SS eran superiores. “Sin ninguna duda fue así. Muchos testimonios, de mandos de la Wehrmacht y de los EE UU dan prueba del hecho de que las SS combatieron de manera bastante chapucera, como aficionados, durante la batalla de las Ardenas. Esa era la regla general –aunque con notables excepciones- para las tropas novatas de las SS en su primer despliegue en el campo de batalla durante toda la II Guerra Mundial”.

¿Y qué tal lucharon los estadounidenses la que fue su peor batalla de la guerra, en intensidad y bajas? “Según todos los testimonios las tropas aerotransportadas lo hicieron muy bien al igual que otras unidades como la 30ª y la 84ª divisiones de Infantería. Pero en general tengo que decir que considerando su creciente ventaja numérica uno habría esperado que el Ejército de EE UU se comportase mejor en buen número de casos durante la batalla. La contraofensiva de Patton, que en realidad fue un gran fracaso si se compara con sus objetivos, es un buen ejemplo en el que uno puede ver que de haber disfrutado los alemanes de las mismas ventajas probablemente habrían tenido mucho más éxito”.

“Las tropas de las SS combatieron de forma bastante chapucera”

Ser sueco parece aportar una visión diferente, acaso más objetiva, más neutral a la historia de la II Guerra Mundial. “Creo que simplemente es natural que estés influenciado por la perspectiva de la sociedad en la que vives, que en muchos casos es tu propio país. Más aún, cuando se trata de historia militar mucho de lo que piensas está influenciado por la propaganda de guerra de la época. Eso obligadamente tiene una gran influencia en la forma en que se aprende la historia. Así que ser de un país neutral es una gran ventaja si tu deseo es proporcionar una descripción neutral y objetiva de una batalla como esta”. Una de las conclusiones más sorprendentes de Bergström es que la batalla fue una victoria para… los soviéticos. “Absolutamente. La ofensiva de las Ardenas debilitó a los Aliados occidentales; de manera material y particularmente psicológica tuvo un impacto perjudicial en sus propios planes de ofensiva, y los volvió extremadamente cautos. Gracias a eso, la Unión Soviética consiguió el crédito de capturar Berlín”. La historia tiene, según el historiador, un corolario estremecedor: una victoria alemana en las Ardenas podría haber supuesto que fueran dos ciudades alemanas las víctimas de las bombas atómicas en lugar de Hiroshima y Nagasaki. “Si Hitler hubiera conseguido rodear y quizá aniquilar el ejército de Montgomery, puede que hubiera sido capaz de aguantar hasta el verano de 1945. En ese caso, las bombas atómicas probablemente se habrían lanzado contra Alemania, como era el plan original. Tal y como sucedió, los alemanes se rindieron antes de que las bombas atómicas estuvieran disponibles”.

Soldados estadounidenses se desplazan en el frente durante la batalla de las Ardenas

Soldados estadounidenses se desplazan en el frente durante la batalla de las Ardenas

Christer Bergström está de acuerdo en que ha llegado el momento de hacer un buen filme moderno sobre la batalla. «Así es, la batalla de las Ardenas tiene todo lo que hace falta para realizar una gran película de guerra de éxito: el drama del combate, el milagro cuando los cielos se despejan en el último minuto permirtiendo a las fuerzas aéreas de EE UU salvar a sus tropas terrestres, el inesperado regreso de los alemanes en enero de 1945, la lucha interna entre los generales Aliados (particularmente Patton y Montgomery), y los dos ángeles femeninos que trabajaron como enfermeras y salvaron tantas vidas en la asediada Bastogne». El historiador recuerda bien la escena de los carristas alemanes cantando el Panzerlied en el filme de 1965. «Esa escena fue idea del general Meinrad von Lauchert, un veterano de la batalla de las Ardenas, Cruz de Caballero con   hojas de roble, que comandó una de las puntas de lanza alemanas durante la ofensiva, y que fue asesor de la película». Del último filme sobre la II Guerra Mundial, Fury, con Brad Pitt, dice que recientemente ha hablado con varios veteranos de las fuerzas acorazadas estadouniodenses que sirvieron en la batalla de las Ardenas y todos acuerdan que Fury es una de las películas de guerra más realistas que han visto nunca. Lógicamente, yo tengo que compartir esa opinión».

La batalla que conmocionó Europa, sobre la batalla de Poltava, de Peter Englund, La belleza y el dolor de la batalla, del mismo autor, y su propio Ardenas parecen mostrar un auge de la historia militar sueca. «El primer libro de Englund que menciona allanó el camino para un nuevo interés por la historia militar en Suecia. Los libros de Historia, particularmente historia militar y en especial sobre la II Guerra Mundial son muy populares en Suecia. La edición sueca de mi libro de las Ardenas vendió 3.000 copias en seis meses y se ha hecho una segunda edición, lo que no está mal en un país de 9 millones de habitantes».

Combate editorial por una batalla

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Oficiales alemanes en una reunión durante la batalla de las Ardenas.

El libro de Bergström, de 780 páginas, ha llegado a las librerías españolas antes que el de Antony Beevor, de 570, sobre el mismo tema. Así que, de alguna manera, Gonzalo Pontón, el editor de Pasado & Presente, ha conseguido una ventaja inicial en la batalla de las Ardenas de papel en este 70º aniversario del enfrentamiento. Se da la circunstancia de que Pontón fue editor de Beevor en Crítica y luego, al salir de esa editorial y crear la nueva, le publicó al historiador británico su libro La Segunda Guerra Mundial (2012). Pero ahora Beevor, el nombre de referencia actual de la historia militar, ha regresado a Crítica donde publicará Ardenas 1944, que se pone a la venta el 19 de mayo (la traducción española aparece casi al mismo tiempo que el original inglés, que se publica estos días). ¿Ha tenido Bergström la sensación de haber ganado una batalla? “En realidad yo no sabía que Beevor planeaba escribir un libro sobre las Ardenas cuando escribí el mío, que data de 2013”, explica el historiador sueco. “Mi objetivo era acabar mi libro para el 70 º aniversario. Nunca pensé en una competición entre Beevor y yo si eso es lo que sugiere. No sé cómo analiza él la batalla, pero será interesante verlo. Estoy seguro que ambos, él y yo tenemos cosas que aprender de la batalla de las Ardenas el uno del otro”.

En una rápida comparación de urgencia, el análisis de Beevor es más clásico: el historiador británico se ciñe a la versión canónica de que la ofensiva alemana, que menospreció enormemente la capacidad de lucha de los soldados estadounidenses, no tenía futuro y Hitler se equivocó al lanzarla sacrificando hombres y material que hubieran sido de más provecho en el Este. El británico destaca de nuevo por su calidad literaria, su claridad, su amenidad, su ironía, su capacidad para la anécdota humana (el alcoholismo de Von Rundstedt, la sugerencia de que Monty padecía síndrome de Asperger, los granjeros manitas que aprovechan los restos de los blindados y demás vehículos militares para su uso agrícola y personal, incluido el instalar los sillones de un Kübelwagen en el salón de casa), y su inteligencia para captar puntos de vista poco tenidos en cuenta, como el sufrimiento de los civiles belgas o la atrocidad de las bombas de fósforo.

Sorprende ver el poco espacio que Bergström –mucho más centrado en los aspectos militares más técnicos que Beevor- dedica a la tristemente célebre matanza de 84 prisioneros estadounidenses en Malmedy (en puridad Baugnez). El sueco opina que ya se ha hablado bastante de ella; mientras que británico la explica en profundidad, incluido el detalle de la nieve en las cuencas vacías de los cadáveres: puro Beevor. En todo caso ambos subrayan que esa masacre, que rápidamente se difundió entre los combatientes, contribuyó a embrutecer la contienda y, como recalca Beevor puso la venganza “en la orden del día”, trasladando “la horrorosa brutalidad del Frente Oriental al Occidental”.

Los dos coinciden también en que los que sacaron realmente tajada de la batalla fueron los soviéticos. Beevor añade que los británicos resultaron derrotados moralmente frente a los EE UU por su poco relevante papel.

 

Emmy Noether, la mujer a la que Einstein consideró una «genio de las matemáticas»


ABC.es

  • Se cumplen 133 años del nacimiento de una profesora que consiguió dar clase cuando las mujeres no podían matricularse en la universidad
cc | Imagen de Emmy Noether

cc | Imagen de Emmy Noether

Si hay un nombre femenino que recordar en la historia de las matemáticas es el de Emmy Noether. Por lo menos para alguien que sabía del tema como Albert Einstein, quien la definió como la «genio creativa de las matemáticas más significativa desde que comenzó la educación superior para las mujeres».

De origen judío, Noether nació en la Baviera alemana hace este lunes 133 años –de ahí que Google lo celebre con un «doodle»– en una familia de matemáticos. Hasta tres generaciones se habían dedicado a los números y ella no quiso ser menos. Aprendió acudiendo a las clases que impartía su padre en la universidad, ya que era una época en la que no se admitían mujeres en las aulas. Iba de simple oyente.

Dada su persistencia, Emmy Noether consiguió que la dejasen matricularse en Erlangen, la universidad de su ciudad natal, donde se doctoró con un célebre trabajo sobre los invariantes. Tal fue su éxito, que el profesor David Hilbert la invitó a impartir una serie de conferencias en Gotinga, aunque no consiguió llevarlas a cabo por la oposición de parte del profesorado. Solo le permitieron acceder a un puesto no oficial de profesora asociada.

Consiguió revolucionar el campo de las matemáticascon teorías sobre anillos, cuerpos y álgebras. También el de la física, con el teorema que lleva su nombre y que relaciona dos ideas básicas: la invariancia de la forma que una ley física toma con respecto a cualquier tranformación y la ley de conservación de una magnitud física. Un teorema que se suele formular como «a cada simetría le corresponde una ley de conservación, y viceversa».

Exiliada en Estados Unidos

Reconocida en su mundo, no lo era por su propia nación, que le dio la espalda tras el ascenso de Hitler al poder. Aquella Alemania no estaba hecha para genios; no si eran judíos y Emmy Noether fue un caso más de los dotados que fueron ninguneados y olvidados. Le fue imposible seguir dando clase en la Universidad de Gotinga tras la aprobación de la Ley para la Restauración del Servicio Civil Profesional, que impedía mantener su puesto a los funcionarios judíos y políticamente sospechosos.

Sin poder dar clases ni conferencias bajo su nombre, Emmy Noether tuvo que exiliarse en Estados Unidos, donde continuó sus estudios y trabajos en el Instituto de Estudios Avanzados de Princeton, compaginándolos con su labor de profesora en Bryn Mawr. Allí desarrolló su labor hasta que, dos años más tarde, le descubrieron un tumor pélvico y falleció a consecuencia de la operación.

La ESA comienza el plan de reactivación de Philae


El Confidencial

  • El módulo Philae lleva en silencio desde el pasado mes de noviembre, cuando aterrizó sobre el cometa 67P. Los científicos esperan que el Sol cargue sus baterías y lo despierte, pero siguen a la espera

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La sonda Rosetta de la Agencia Espacial Europea sigue sin contacto con Philae horas después de encender este jueves el receptor con el que espera contactar con el módulo, que hizo historia hace cuatro meses al aterrizar sobre un cometa.

Según informaron a Efe fuentes del centro de control de operaciones de la ESA en Darmstadt (Alemania), el receptor fue encendido a la 01.00 GMT y todavía no se ha recibido ninguna señal del módulo Philae, que entró en hibernación por falta de energía 57 horas después de posarse sobre el cometa 67/P Churyumov-Gerasimenko.

La línea de comunicación quedará abierta hasta el próximo 20 de marzo, aunque las esperanzas de entablar comunicación con el módulo no son grandes. «Es todavía demasiado pronto. La posibilidades de recibir una señal de Philae en junio o julio son mucho mayores y entonces se volverá a intentar», explicó a Efe Gerhard Schwehm, exdirector de la misión Rosetta.

Philae se posó sobre el cometa el pasado 12 de noviembre tras tres aterrizajes y dos rebotes, lo que hizo que no cayera en el punto programado y que quedara en una zona oscura y rocosa, sin la luz necesaria para cargar las baterías y trabajar de forma autónoma.

Más de 45 grados bajo cero y 5,5 vatios

Según la información facilitada por el Centro Aeroespacial Alemán (DLR), a cargo de Philae, en estos momentos el módulo recibe el doble de energía solar que el pasado noviembre. El cometa se encuentra ahora a «solo 300 millones de kilómetros del sol» y, aunque puede ser que Philae no tenga todavía la suficiente energía, merece la pena intentar el contacto.

Philae sobre el cometa 67P (Foto: Agencia Espacial Europea)

Para que comience a funcionar sobre el cometa, el interior del módulo debe superar los 45 grados celsius bajo cero y debe ser capaz de generar al menos 5,5 vatios a partir de sus paneles solares. En cuanto Philae constate que está recibiendo más de esos 5,5 vatios y que su temperatura supera el límite se encenderá para intentar recargar sus baterías. Cuando lo logre, encenderá sus receptores cada 30 minutos a la espera de una señal de Rosetta.

En estos momentos los responsables del programa todavía no saben si Philae sigue dormido, ha despertado o incluso si ha conseguido encender sus receptores, pero Rosetta ha comenzado a enviarle señales con la esperanza de obtener una respuesta.

«La probabilidad es muy pequeña»

«Las probabilidad es muy pequeña», insistió Schwehm, quien apostó por la paciencia a pesar de comprender la expectación del mundo científico. Él tiene puestas sus esperanzas en los meses de junio y julio, cuando el cometa se encontrará más cerca del sol y cuando se prevé que el módulo, cuya localización exacta no se conoce, reciba de forma más directa los rayos solares.

Los primeros datos que se esperan de Philae estarán relacionados con su «estado de salud», cómo se encuentran sus baterías recargables, cuál es su temperatura o cuánta energía está recibiendo, explica el Centro Aeroespacial Alemán. De esos datos dependerá los trabajos científicos y los experimentos con los diez instrumentos que lleva a bordo el módulo; si las baterías no pueden acumular la suficiente energía, la luz solar que reciba durante el día determinará si es necesario limitar las mediciones previstas en el cometa.

Un día en el cometa 67/P Churyumov-Gerasimenko dura 12,4 horas y los científicos creen que en estos momentos Philae se encuentra expuesto a la luz solar durante 1,3 horas.

El pago de reparaciones de guerra abre un frente entre Alemania y Grecia


El Pais

  • La petición formal del Gobierno de Atenas a Berlín tensa la relación bilateral en plenas negociaciones con Europa

Izado de la esvástica en la Acrópolis en 1941. / BUNDESARCHIV

Deber moral, ejercicio de memoria histórica y un cierto ánimo de revancha (o de justicia poética, al menos): en la petición griega a Alemania del pago de reparaciones por la ocupación nazi (1941-44) durante la II Guerra Mundial se mezclan muchos sentimientos, sazonados por el nacionalismo que recorre todo el arco político del país, de derecha (Griegos Independientes, ANEL) a izquierda (Syriza) y viceversa. Pero, aunque suene extemporánea —Berlín lo considera un asunto zanjado—, la solicitud no se ha desempolvado de los anales; al contrario, desde 2010 era un clamor entre los sectores más nacionalistas de Nueva Democracia y Pasok, los partidos en el Gobierno hasta la victoria electoral de Syriza, el pasado 25 de enero.

En abril de 2013, un comité del Ministerio de Finanzas evaluó en 162.000 millones de euros —casi la mitad de la deuda griega, o el 80% del PIB— su cuantía, sumados el expolio y la destrucción de infraestructuras (108.000 millones) y la devolución del préstamo forzoso (54.000 millones) que el Banco de Grecia tuvo que conceder a Berlín en 1942 para financiar la ocupación. Prueba de que el asunto lleva tiempo sobre la mesa fue que en marzo de 2014 el presidente griego, Karolos Papulias —que de joven participó activamente en la resistencia—, formulara la reclamación a su homólogo alemán, Joachim Gauck, durante una visita oficial de este a Atenas.

Qué hace distinta ahora la exigencia tiene que ver con el radical cambio político y el sustrato ideológico del primer ministro, Alexis Tsipras, de orígenes comunistas (los comunistas, y la izquierda en general, fueron los grandes derrotados de la guerra civil que siguió a la ocupación). Hace una semana, el jefe del Gobierno remató su discurso programático en el Parlamento con la petición formal de compensaciones a Alemania, que figuraba en el programa electoral de Syriza. “Grecia tiene una obligación moral con su pueblo, con la historia, con todos los pueblos de Europa que han luchado y dado su sangre contra el nazismo”, dijo a pocos metros de la bancada del partido neonazi Aurora Dorada (17 escaños, tercera fuerza política del país). El mismo Tsipras, tras tomar posesión de su cargo, se dirigió al antiguo campo de tiro de Kesarianí, un barrio de Atenas, para rendir homenaje a los 200 resistentes, en su mayoría comunistas, fusilados por los alemanes el 1 de mayo de 1944 en represalia por un ataque sufrido por los suyos.

Su ofrenda floral pareció un simple acto simbólico, pero la solicitud formal de compensaciones va unos pasos más allá. “Grecia intenta usar diplomáticamente muchos medios para presionar a Alemania. Tsipras tiene motivaciones políticas y nacionales al tiempo. Su estrategia de comunicación es mostrar que protege la dignidad de los griegos, a menudo contra las políticas de Alemania. Pero a la vez muchos miembros de Syriza y el propio primer ministro creen estar en lo correcto al plantear esta reivindicación”, sostiene George Tzogopoulos, del centro de estudios Eliamep. “En las presentes circunstancias, este país necesita dinero, y las referencias a la II Guerra Mundial no ayudan. Grecia debería iniciar una disputa judicial con Alemania que llevaría mucho tiempo y cuyo resultado no está nada claro”, añade el investigador.

La memoria de la ocupación se transmite de generación en generación. Los más viejos del lugar, como Katerina Katragalos, de 85 años y vecina de Kesarianí, aún recuerdan “el chirrido de los ejes de las carretas cargadas de muertos, la mayor parte de ellos esqueletos de hambre y miseria, que eran recogidos como despojos de las calles” durante la invasión, una de las más bárbaras de Europa y que costó la vida a entre 200.000 y 300.000 griegos, según las fuentes (sólo en el invierno de 1941 a 1942 el hambre acabó con unas 100.000 personas); unas 40.000 sólo en la región de Atenas. También se recuerdan los expolios, el saqueo de cosechas, alimentos y bienes, o, en fin, la afrenta de la bandera nazi ondeando en lo alto de la Acrópolis, de donde fue arrancada por Manolis Glezos, hoy nonagenario eurodiputado de Syriza y principal promotor hace décadas de esta causa.

También ocupa un lugar destacado en los libros de texto el rosario de atrocidades perpetradas por las SS contra la población: Dístomo, donde mataron en 1944 a 218 civiles en respuesta a un ataque partisano; Kalávryta, con más de 700 víctimas mortales, o Ligiadis, con cientos de caídos. Algunos de esos crímenes de guerra, como el de Dístomo, han sido elevados a la justicia internacional, sin resultado. Ahora Atenas, con la petición a Berlín, abre un frente para restañar heridas que aún supuran, pero también para evitar males semejantes en el futuro, como apuntó hace días el ministro de Finanzas, Yanis Varoufakis, en Berlín: Alemania, felizmente, ha erradicado el nazismo; en Grecia es la tercera fuerza política en el Parlamento.