El Fin de la Guerra Fría [Mapa Conceptual]


Tras la Segunda Guerra Mundial, apareció un nuevo orden internacional en el que destacaba una Europa en declive y unos enfrentamientos y alianzas que sobrepasaban nacionalidades y soberanías. Los tratados de paz y los avances técnicos, por otra parte, se configuraron como factores fundamentales de la nueva situación, por su enorme proyección en la sociedad. Si la Revolución Industrial había dividido el mundo entre países industrializados y los que no introdujeron estas innovaciones, tras la contienda unos países decidieron confiar en la propiedad privada, mientras otros apoyaron el papel primordial del estado en las relaciones económicas.

Los países pretendieron encontrar el equilibrio basado en la coexistencia de dos bloques: el occidental, liderado por los Estados Unidos de América, y el comunista, dirigido por la Unión Soviética. Pero este equilibrio fue siempre difícil, más aún cuando los imparables procesos de descolonización de los Imperios crearon tensiones: cada bloque presionaba sobre los nuevos países para que formaran parte de sus respectivas alianzas políticas y económicas.

 

Las tensiones entre los bloques no fueron una novedad, evidentemente, ya que existieron durante la guerra contra el III Reich (de hecho, se puede afirmar que la cordialidad sólo existió en la Conferencia de Teherán de 1943, puesto que en Yalta y en Potsdam los problemas entre Gran Bretaña, la Unión Soviética y los Estados Unidos, por sus diferentes criterios, ya se apuntaban), pero éstas se hicieron definitivamente patentes a partir de 1947, con la definición de la Doctrina Truman y con la Conferencia de París, donde se aprobó el plan de ayuda americana a Europa que hoy conocemos como Plan Marshall. A partir de entonces se inició una carrera abierta hacia la consecución de enclaves estratégicos, de establecimiento de alianzas, por el control de materias primas y, también, por lograr prestigio. A partir de entonces todos los rincones del planeta adquirían importancia para las grandes potencias, por lo que surgieron en muchos nuevos y viejos países la disyuntiva entre aceptar la ayuda de los grandes colosos (la Unión Soviética y los Estados Unidos), o considerar ésta como un peligro para su independencia.

La nueva guerra, la que a partir de entonces se denominó como Guerra Fría, utilizó como armas nuevas la disuasión, la persuasión y la subversión.

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