Breve descripción del Imperio Romano


LOS ORÍGENES DE ROMA. GRECIA EN ROMA

Roma, un minúsculo asentamiento en el siglo VIII a.C., fue expandiéndose progresivamente y acabó imponiéndose al mosaico de pueblos, lenguas y culturas que constituía la península Itálica.

Las dos mayores civilizaciones que coexistían en ella, la etrusca entre los ríos Arno y Tiber y la griega en la mitad sur de Italia (Magna Grecia), acabaron fundiéndose en el complejo fenómeno que conocemos como romanización.

En el periodo de la monarquía (hasta el 509 a.C.), y paulatinamente bajo la República, la influencia griega fue penetrando en Roma, que fue absorbiendo tradiciones foráneas que incidían, se sobreponían y se fundían con la autóctonas.

Roma bebió de las fuentes de la cultura griega y supo crear su propio lenguaje, sin perder de vista su objetivo principal: incorporar a su propia cultura todo aquello digno de ser mantenido y dedicarse al gobierno de su imperio.

LOS SIMBOLOS DEL IMPERIO. LOS EMPERADORES

Para regir semejante Imperio se necesitaba un potente aparato de Estado, con estructuras de gobierno estables y un sólido programa político.

Augusto, el primer emperador, reinó con el nombre de Imperator Caesar Divi filius Augustus . Con el tiempo, Imperator y Caesar estaban destinados a ser sinónimos del cargo y Caesar ha dado lugar a títulos de dirigentes absolutos como káiser; zar o shah. Su estructura política perduró a lo largo del Alto imperio a pesar del mal gobierno de algunos emperadores como Calígula y Nerón y al enfrentamiento con el Senado que practicó Domiciano.

En el 235 d.C. con el asesinato de Alejandro Severo finalizan las cuatro grandes dinastías y da inicio el Bajo Imperio o Antigüedad tardía.

Muchas veces se ha hecho referencia a las invasiones bárbaras para explicar el fin del imperio. Craso error: estas «invasiones» no son una causa sino una consecuencia, una muestra más del debilitamiento del poder imperial.

RELIGION

Con el culto al emperador, eficaz instrumento de propaganda, entronca la política con la religión, pilar básico del aparato estatal. Naturalmente, Roma tenía sus dioses, fruto de los numerosos cruces culturales. Bien es verdad que hay una tabla de equiparación entre los doce dioses olímpicos griegos y los romanos y que la tríada capitolina (Júpiter, Juno y Minerva) es una transposición de Zeus, Hera y Atenea.

Con el devenir del tiempo se sumaron, integraron y asimilaron todos aquellos dioses propios de las zonas por las que Roma iba extendiendo su Imperio, en un proceso sincrético de encomiable amplitud de miras y tolerancia.

En el terreno privado, el culto doméstico de los Lares, dioses protectores de la casa, y de los Manes, dioses de la tumba, fueron referentes constantes para los romanos.

SOCIEDAD

Para conseguir poner todo este universo en movimiento no bastaba sólo un aparato de Estado con su cúpula de poder; tenía que asentarse sobre una amplia base social. La estrategia de los romanos consiguió ver e ir más allá de la conquista, ya que sentía la necesidad de organizar, dar nuevas estructuras e integrar a las diversas poblaciones de los territorios anexionados. De esta manera, una vía que ensayó con ahínco fue la de aproximarse y atraer a su causa a las élites urbanas.

Los ciudadanos romanos eran habitantes de pleno derecho y llevaban una prenda distintiva, la toga; las dos clases sociales superiores las constituían los senadores y los caballeros. Por debajo estaban los magistrados municipales. Después venían los hombres libres, los extranjeros, los libertos (que podían llegar a ser hombres de gran fortuna e influencia, sobre todos si eran libertos del propio emperador), y los esclavos.

ECONOMIA

Augusto tenía muy clara la meta de crear un nuevo orden y extender la pax romana ; para ello tenía que reestructurar las bases económicas, empezando por establecer un nuevo sistema monetario en el que la moneda reina era el áureo (aureus).

Una preocupación básica era asegurar el abastecimiento de Roma y la correcta intendencia del ejército. Se recurrió para ello a la praefectura annonae y los productos básicos eran el trigo y el aceite. El trigo provenía mayoritariamente de Egipto y el aceite de la Bética. También el vino tenía su papel protagonista.

La península Ibérica era rica en todo tipo de metales: oro, plata, plomo,. y mítica su riqueza desde la más remota Antigüedad.

Para dar salida a todos estos tipos de productos era evidentemente necesario contar con un buen sistema de distribución y una eficaz red de comunicaciones, tanto terrestres como marítimas y fluviales.

ARQUITECTURA, PAISAJE Y URBANISMO

La Roma republicana continuaba siendo una ciudad modesta con algunas zonas monumentales como el Capitolio.

Realmente las primeras construcciones en las que Roma volcó su ingenio y capacidad técnica fueron las utilitarias, al servicio de las grandes infraestructuras. Cabe destacar la importancia del hacedor de puentes, el pontifex . Los emperadores ejercerían el cargo de pontifex maximus , calificativo que continúa ostentando el papa hoy en día.

Augusto recibió una Roma de barro y devolvió una Roma de mármol. Se potenciaron las infraestructuras y no sólo Roma, sino todos los territorios del Imperio, vieron surgir nuevas ciudades y las antiguas fueron ennoblecidas y monumentalizadas.

A veces los edificios podían viajar desmontados y prácticamente acabados. No es, pues, nuestra civilización la inventora de la arquitectura prefabricada. como no lo es tampoco del hormigón ( opus caementicium ), el auténtico secreto de la resistencia, solidez, economía del tiempo y dinero y nuevas posibilidades constructivas.

JUEGOS, FIESTAS Y ESPECTÁCULOS

Bien conocida es la consigna panen et circenses como medio de tener contenta y apaciguada a la plebe romana.

El mayor de los circos fue el Máximo de Roma, con capacidad para 150000 espectadores. Después del pavoroso incendio del año 64 a.C., Nerón lo reconstruyó para albergar 250000 personas.

Los juegos escénicos tenían lugar en los teatros, ligados siempre a unas raíces religiosas. Eran edificios polivalentes en los que podía haber grandes asambleas de orientación política, y también escenarios idóneos para la exaltación del poder imperial.

En el anfiteatro, un doble teatro, ocurrían los espectáculos más sangrientos. Pero los ludi que gozaron de la mayor popularidad fueron los gladiadores .

Los juegos circenses podían durar varios días, con un coste altísimo y una amplia publicidad a base de carteles pintados sobre las paredes de espacios públicos.

LA CASA Y LA VIDA COTIDIA

Cuando hablamos de una casa romana nos imaginamos la casa urbana, unifamiliar (domus), con atrio y peristilo, del tipo de las excavadas en Pompeya, pero hemos de tener en cuenta que se trata de un modelo de casa muy confortable a la que no todos tenían acceso. Las residencias urbanas para el común de los mortales eran mucho más sencillas, como los pisos de alquiler en bloques de varias plantas (insulae).

Los romanos de la época imperial amaban el lujo y no tardaron en caer en un esnobismo que tiene sus puntos en común con nuestro mundo occidental. Tanto las domus como las villae de un cierto nivel tenían sus propias instalaciones de termas, suelos de mosaico, pinturas murales, piezas de mobiliario, en especial mesas con soportes que podían ser figurados, relojes de sol y objetos diversos.

EL MUNDO FUNERARIO

La visión del mundo del más allá para los romanos no era demasiado atractiva ni halagüeña: un oscuro y neblinoso infierno acogía las sombras de los que una vez habían sido. Se imaginaba la entrada a este mundo infraterreno a través del lago Averno, sinónimo por ello de infierno, situado en la Campania, en un territorio volcánico. Sus aguas oscuras y las emanaciones sulfurosas contribuían al enrarecimiento del ambiente y a crear un trasfondo de leyendas y misterios.

El recuerdo de los difuntos era un elemento básico y fundamental. La idea era perpetuar la propia imagen y que, mediante el recuerdo de las generaciones futuras, el difunto continuara vivo de alguna manera. El castigo o la relegación al olvido eran temidos porque significaban cortar el hilo de la continuidad en el mundo de los vivos. Y ello al más alto nivel.

EJÉRCITO

El ejército deriva del de la época republicana gracias a las reformas de Mario, fundador del ejército profesional y permanente y a las de Julio César a raiz de la guerra de las Galias.

La legión, su estructura básica, contaba con entre cinco y seis mil hombres, divididos en diez cohortes; cada cohorte comprendía tres manípulos y cada uno de ellos dos centurias, que por lo general se conocían por el nombre del centurión que las mandaba.

La marina tenia dos flotas con base en Miseno y en Ravena.

La creación de las tropas auxiliares de infantería (auxilia) fue un enorme acierto ya que se abrió una vía para la promoción personal de los indígenas, y el ejercito se convirtió en eficaz instrumento para lograr la integración.

Sin duda el soldado romano fue el mejor pertrechado de toda la Antigüedad, tanto en lo que se refiere a armas ofensivas como defensivas.

HISPANIA

La primera gran experiencia extraitálica emprendida por Roma se desarrolló en la península Ibérica, hasta el punto de que casi podríamos afirmar que Roma aprendió a serlo en Hispania.

En sus inicios no fue una conquista premeditada, tan sólo se pretendía cortar las retaguardia del ejército cartaginés de Aníbal que, rompiendo el tratado. Había tomado Sagunto y cruzado el Ebro, dirigiéndose hacia Italia.

Augusto dividió el territorio en tres grandes provincias Hispania Citerior, Hispania Baetica e Hispania Lusitania. Asimismo se abrió un amplio proceso de urbanización, de creación de infraestructuras, de adecuación de las vías de comunicación y de intensificación de las explotaciones de los recursos naturales.

En el año 98 d.C. accede al gobierno del Imperio el primer emperador nacido en una provincia: Trajano, originario de Itálica, destinado a ser considerado el optimus princeps y con el que el Imperio alcanzaría su máxima extensión.