Monasterio de San Jerónimo, una joya desconocida del gótico


La Razon

El Real Monasterio de San Jerónimo de Valparaíso conforma una de las estampas más reconocibles del diálogo que la ciudad de Córdoba mantiene con Sierra Morena.

El Real Monasterio de San Jerónimo de Valparaíso conforma una de las estampas más reconocibles del diálogo que la ciudad de Córdoba mantiene con Sierra Morena. Efe

El Real Monasterio de San Jerónimo de Valparaíso conforma una de las estampas más reconocibles del diálogo que la ciudad de Córdoba mantiene con Sierra Morena, a pesar de que, a lo largo de su historia, que se remonta a varios siglos, ha existido en torno a él un halo de misterio y desconocimiento.

Un misterio que, desde el pasado septiembre, lo es menos toda vez que este antiguo monasterio, fundado a principios del siglo XV y considerado la primera obra del gótico cordobés, ha sido abierto al público que podrá contemplar no sólo su espléndida conservación, sino gran parte de los tesoros que esconde en su interior.

Las visitas son fruto de la iniciativa del Conjunto Arqueológico Medina Azahara, la Universidad de Córdoba, y Victoria Elena López de Carrizosa y Patiño, marquesa del Mérito, propietaria del inmueble, y están dirigidas por estudiantes de Historia del Arte, que ayudan a desentrañar este inmueble, fundado por el emérito portugués fray Vasco, que trajo a Córdoba la primera orden Jerónima de España.

El director de Medina Azahara, José Escudero, ha acompañado a Efe en una de estas visitas guiadas y ha explicado que San Jerónimo y Medina Azahara no mantuvieron ninguna relación, puesto que para cuando comenzó a construirse, el asentamiento omeya estaba oculto, tras haber sufrido numerosos expolios.

No obstante, la auténtica relación entre San Jerónimo y Medina Azahara estriba, según señala Escudero, en que para la construcción del monasterio se utilizaron materiales de las infraestructuras que habían permitido la existencia en Medina Azahara durante el siglo X.

«Desmontaron puentes, un acueducto que abastecía de agua a Medina Azahara y a Córdoba, así como una serie de materiales que se aprovechan para levantar el templo, especialmente los sillares y las piedras», especifica el director del yacimiento que, además, cuenta una anécdota relacionada con Ambrosio de Morales, el cronista de Felipe II.

Según relata, de Morales vivió en el Monasterio de San Jerónimo en el siglo XVI y confundió Medina Azahara con los restos de la antigua Córdoba romana, lo que a su juicio evidencia que, a pesar del expolio al que fue sometido el asentamiento, aún debían quedar «estructuras emergentes o alteraciones topográficas».

Por su parte, el propio monasterio, fundado para retiro espiritual por una orden que precisamente hace del aislamiento su bandera, tampoco fue ajeno al «expolio», que en este caso llegó en forma de la desamortización de Mendizábal.

Para entonces, a mediados del siglo XIX, el monasterio contaba apenas con catorce o quince frailes antes de pasar a manos del Estado que, ante la imposibilidad de instalar allí un hospital para dementes, lo vende a finales de ese siglo a manos privadas.

Todo ello desembocó en la venta, en 1911 de este inmueble al marqués del Mérito, que adquirió su propiedad e inició una restauración que culminó en 1912 y que hizo del monasterio una residencia privada, en la que ahora pasa ciertas temporadas la marquesa del Mérito, señora de un lugar en el que, paradójicamente, estaba prohibido el acceso de las mujeres.

Hubo una excepción honrosa, la de la reina Isabel la Católica, tal y como recoge el libro de visitas del templo, donde también están estampadas las firmas de Felipe II, Felipe IV, Víctor Fleming, Ernest Hemingway o «Manolete», sólo algunas de las personalidades que pasearon por este recinto.

Un recinto que, a primera vista, ya seduce, con su gran fachada, plagada de balcones y ventanas y un medallón de mármol blanco con relieve de San Jerónimo, seguido del patio principal, preñado de columnas dóricas y bóvedas góticas, la iglesia, la sala capitular o las capillas claustrales, todos perfectamente conservados.

Tanto que este monumento fue declarado en 1980 Bien de Interés Cultural, lo que obligaba a la propiedad a establecer una serie de visitas, que, por impericia o por inaccesibilidad, han tardado en concretarse en un proyecto como el que ahora se está llevando a cabo.

Sea como sea, San Jerónimo finalmente se ha prestado a que sean los propios cordobeses los que se acerquen a desentrañar los misterios que oculta el que es uno de los tesoros más desconocidos de Córdoba.

Buscando a los templarios en los Montes de Toledo


ABC.es

  • En las localidades de San Martín de Montalbán, Navahermosa y Hontanar se puede rastrear las huellas de la Orden del Temple
Buscando a los templarios en los Montes de Toledo

JUAN GAVANCHA | Castillo de Montalbán

La constatación de la presencia templaria en la comarca de los Montes de Toledo nos viene dada por la documentación existente de la encomienda de Montalbán y las crónicas de las órdenes de Alcántara y Monfragüe, primeras en la repoblación del territorio delimitado por los ríos Cedena y Torcón durante el siglo XII.

La ruta, que la Asociación Cultural Montes de Toledo ha propuesto a ABC, puede iniciarse por el norte, desde Toledo, y por el sur, viajando desde Ciudad Real hasta el Puerto del Milagro y Las Ventas con Peña Aguilera. Si optamos por salir desde Talavera de la Reina, la referencia es el pueblo de Los Navalmorales.

Tanto si elegimos una u otra opción, el punto de partida es el municipio de San Martín de Montalbán, desde donde, por la carretera CM-4009 hacia la Puebla de Montalbán, nos desviaremos a la derecha para visitar la iglesia y complejo monacal de Melque. En este edificio, de origen visigodo, la Orden del Temple instaló un convento en 1197.

Volviendo a la CM-4009, frente a la carretera estrecha que dejamos, comienza un camino que nos lleva hacia el Castillo de Montalbán,cabeza de la encomienda templaria que comprendía un extenso territorio que, partiendo desde Cebolla, el castillo de Villalba y Ronda en el valle del Tajo, se prolongaba hasta los Montes de Toledo.

Cañón del Torcón

El Castillo de Montalbán, uno de los más grandes de España, ya existía cuando los templarios aparecen en el territorio que había sido ocupado por la Orden de Alcántara y Monfragüe. Cabe destacar sus majestuosas torres albarranas y el sistema defensivo. Impresionantes son también las vistas sobre el profundo cañón del río Torcón.

Dejamos el castillo y nos dirigimos nuevamente hacia San Martín de Montalbán, desde donde podemos practicar una ruta a pie de 3 kilómetros hasta el Puente Canasta, de origen romano, que comunicaba las posesiones de Montalbán en la cordillera y que salva profundos tajos que muestra el paisaje del entorno.

Continuamos el viaje en dirección a Navahermosa por la carretera CM-401. Llegados a esta población, deberemos salir de ella por detrás de la iglesia y recorrer 2 kilómetros por un camino compactado antes de llegar al Castillo de Dos Hermanas, enclavado en un paraje que tiene algo de mágico, tranquilo y espectacular.

Buscando a los templarios en los Montes de Toledo

ABC | Castillo de Dos Hermanas

En las cercanías de este paraje existió la aldea de Dos Hermanas, posiblemente fruto de la repoblación templaria y posteriormente, en el siglo XIII, se levantó el castillo con el fin de proteger la frontera sur de Montalbán. Desde esta población podemos optar por realizar una ruta a pie o continuar en automóvil hacia el municipio de Hontanar.

Una vez llegados a este pintoresco pueblecito rodeado de las montañas del macizo de Corral de los Cantos, podemos encaminarnos al despoblado de Malamoneda. El camino se hace a pie a partir del cruce de la carretera de Hontanar y Navas de Estena. Son aproximadamente 6 kilómetros por un camino jalonado de barrancos.

El caminante debe estar atento para tomar, a unos 4 kilómetros, un camino que se desvía a la izquierda entre algunas encinas y chaparros; dejando el principal, continuamos por ese otro, que por estos parajes, lo llaman «de la Torre», y llegaremos a un vallejo con una chopera. Al final del mismo divisaremos la Torre de Malamoneda con los restos del caserío de su antigua población. Al norte de la torre se extiende una necropólis tardorromana que continúa por el oeste y hacia el sur hallaremos las construcciones del antiguo despoblado.

Volviendo al camino principal junto a la torre, se cruzan restos de calles y casas de la primitiva Malamoneda, hasta llegar a un arroyuelo llamado Pasadero, afluente del río Cedena. Prosigue el camino entre las huertas donde estuvo el barrio de Buenamoneda, con la desaparecida iglesia y pequeño cenobio que fue templario.

Entre los campos de cultivo se levantan las ruinas de un antiguo recinto de origen impreciso, convertido en castillo durante la repoblación. El camino avanza hasta el río Cedena, que podemos vadearlo y seguir su curso hasta encontrarnos con una presa que, cruzándola, llega de nuevo a la Torre de Malamoneda. De vuelta a Hontanar, podemos dirigirnos a nuestro punto de partida por Navahermosa, dando por finalizada la ruta.

 

El Camino Español: el puñal que los Tercios clavaron en el costado de Francia


ABC.es

  • Un hito logístico que permitió a España mantener una guerra a 1.500 kilómetros de Madrid. La vía sirvió durante 55 años para trasladar las tropas de Milán a Bruselas en poco más de un mes
El Camino Español: el puñal que los Tercios clavaron en el costado de Francia

FERRER-DALMAU | «El Camino Español», cuadro del pintor catalán Augusto Ferrer-Dalmau

Retumban las pisadas de miles de hombres, vibran las ondas en los charcos de barro y chocan los palos de las picas al balanceo de los soldados. Es el paso de la vieja infantería española que camina dirección a Flandes. Parten de Italia, cruzan los Alpes, y caen con estrépito sobre el corazón de Europa. Durante 55 años la infantería usó la misma ruta para llegar a las posesiones norteñas de los Austrias españoles: el Camino Español. Su pérdida en 1633 fue premonitoria, o quizás una de las causas, del derrumbe del Imperio español.

Tras la rebelión de las provincias de Flandes en 1568, entonces bajo la soberanía de Felipe II, el III duque de Alba fue designado para restablecer el orden. A cuenta de su avanzada edad, 61 años, el Gran Duque trató de evitar por todos los medios hacerse cargo de una misión que se convertiría en la única mancha de su impresionante hoja de servicios. Una vez que fue consciente de que no tenía otra alternativa que obedecer al Monarca, el veterano general diseñó un plan de avance por etapas para un ejército que debía embarcar enBarcelona, avituallarse en Italia y marchar de Milán al corazón de Europa.

No en vano, la otra opción para trasladar a un contingente de tropas tan elevado, 10.000 hombres que debían reforzarse con mercenarios italianos y alemanes, era hacerlo por vía marítima. Algo que desaconsejaba el mal tiempo que reina con frecuencia en el norte de Europa, además de la intermitente enemistad de Inglaterra y Francia, que dominaban el Canal de la Mancha. Por esa razón, el Duque de Alba tomó la decisión de abrir un corredor militar desde Milán hasta Bruselas, pasando por territorios seguros.

Esta primera expedición, que permitió apagar la rebelión de Flandes, duró 56 días y fue seguida por otras muchas que llegaron a recorrer el camino en poco más de un mes. Durante 55 años fue la principal causa de que el Imperio español pudiera sostener una guerra, que no había hecho más que empezar, a 1.500 km de su corte y manteniendo un ejército que en algunos momentos sobrepasó los 80.000 soldados.

El Camino Español era posible gracias a dos de los pilares del Imperio: la maquinaria logística, donde algunos de los mejores ingenieros del imperio trabajaron en crear pasos de montaña, ensanchar los caminos y levantar puentes; y la preeminencia diplomática de la Monarquía Hispánica. Así, en su origen el trayecto recorría los Alpes por Saboya, transcurría por el Franco Condado, Lorena y Luxemburgo hasta llegar a Bruselas, donde los sucesivos gobernadores de Flandes esperaban ansiosos la llegada de tropas y dinero. Para este recorrido que bordeaba el Reino de Francia –frecuentemente enemistado con España– era necesaria la colaboración del Duque de Saboya, fiel aliado de Felipe II, y de los gobernantes del Ducado de Lorena, que se declaraban neutrales y permitían el paso de tropas siempre que tardaran menos de dos días.

Un puñal apuntando a Francia

Desde el principio, los monarcas de Francia vieron en el Camino Español una amenaza directa a su reino. Mientras el Imperio español pudiera trasladar tropas al norte de Europa tan rapidamente, Francia no podía sentirse segura: era susceptible de ser atacada desde tres frentes, norte, sur y este. Conforme aumentó la influencia gala en Europa ya entrado el siglo XVII, tras años de desangrarse en guerras internas por motivos religiosos, el primer objetivo fue desmantelar la vía hispana.

Así, el cardenal Richelieu atrajo para el bando francés al Duque de Saboya, Carlos Manuel I, en 1610. Un ducado que tradicionalmente estuvo en guerra con Francia, de hecho estaba en manos de un nieto de Felipe II de España, pero que vio en las debilidades españolas la ocasión perfecta para cambiar de bando. A partir de 1622, la enemistad de Saboya obligó a buscar otro corredor militar. Con tal motivo se iniciaron negociaciones diplomáticas con los cantones suizos, a fin de conseguir permiso de tránsito de tropas españolas por su territorio y el paso del Rin. Este segundo corredor partía de Milán, y por los valles de la Engadina y la Valtelina llegaba a Landeck, en el Tirol, y pasaba al Ducado de Lorena a través de Alsacia. Un trayecto que realizaron las tropas del Duque de Feria en 1633 cuando acudió en socorro del amenazado Duque de Baviera, aliado de la familia Habsburgo, y que tomaron parte al año siguiente en la batalla de Nördlingen.

No en vano, Francia estaba empeñada en amputar cualquier camino alternativo. La invasión francesa del valle de la Valtelina y la pérdida de Alsacia dificultaron todavía más las opciones de trazar un corredor militar con Flandes. Pero si hubo un golpe mortal al Camino Español fue la ocupación del Ducado de Lorena por Luis XIIItambién en 1633. Todas las rutas por tierra que servían para el aprovisionamiento de las tropas del Imperio español en los Países Bajos dependían del derecho de paso por Lorena. Francia se había salido con la suya.

El mismísimo Miguel de Cervantes, soldado de los Tercios de Flandes, se hace eco en el «Quijote» de este célebre camino que vivió su final 55 años después de la primera expedición: «Viaje a Génova, fui desde allí a Milán, donde me acomodé de armas y de algunas galas de soldado, de donde quise ir a asentar mi plaza al Piamonte; y estando ya de camino para Alejandría de la Palla, tuve nuevas que el Gran Duque de Alba pasaba a Flandes…».

Así iluminarán 8.000 globos el trazado del muro de Berlín


ABC.es

  • Lucirán desde el 7 al 9 de noviembre, para celebrar el 25 aniversario de la caída del muro (fotos, vídeo)
Así iluminarán 8.000 globos el trazado del muro de Berlín

Air Berlín ofrecerá en la noche del 8 de noviembre tres vuelos panorámicos por Berlín, sobre el trazado del antiguo muro, con motivo del 25 aniversario de su caída.

Los vuelos se realizarán en un avión Bombardier Dash Q400 de 76 plazas que despegarán entre las 17.30 y las 20.30 horas del aeropuerto Berlín-Tegel. Estos vuelos llevarán los números AB1989, AB1990 y AB1991 recordando así el año de la caída del muro, el de la reunificación alemana y el año de la constitución de Air Berlín como compañía aérea después del cambio de régimen.

Así iluminarán 8.000 globos el trazado del muro de Berlín

Los pasajeros de estos vuelos especiales podrán contemplar desde el aire, a una altura de unos 1.000 metros, los 15 kilómetros de la«frontera de luz» compuesta de 8.000 globos luminosos situados entre la calle Bornholmer Strasse y Oberbaubrücke, que iluminará desde el 7 al 9 de noviembre una parte del antiguo trazado del muro.

Así iluminarán 8.000 globos el trazado del muro de Berlín

Otro momento destacado de la tarde del 9 de noviembre será la presencia del famoso pintor francés Thierry Noir, que pintará dos trozos de muro original. Éste ya había contribuido en 1990 en la conformación de la East Side Gallery, declarado hoy Monumento Nacional. Thierry Noir concluirá en vivo su obra de arte en los trozos en forma de T con una altura de 3,60 metros. Posteriormente se expondrán las piezas del muro durante seis meses en el aeropuerto Berlín-Tegel.

Lichtgrenze es una obra de los artistas Christopher y Marc Bauder, junto al estudio de diseño Whitevoid, e incluye calles y avenidas principales de la capital alemana.

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