Un complejo problema matemático planteado en 1.604 ¿Eres capaz de resolverlo?


ABC.es

  • ABC te propone una serie de juegos de lógica para que pongas a prueba tu rendimiento, tu capacidad de atención y razonamiento y puedas, en definitiva, poner tu cerebro a pleno rendimiento
Un complejo problema matemático planteado en 1.604 ¿Eres capaz de resolverlo?

flickr | El problema matemático fue propuesto por el científico español Jerónimo Cortés en el libro, «Aritmética práctica»

ABC te propone una serie de juegos de lógica no solo para que puedas combatir el frío en casa con la familia y los amigos, sino también para que pongas a prueba tu rendimiento, tu capacidad de atención y razonamiento y puedas, en definitiva, poner tu cerebro a funcionar al 100 por 100.

Todos los días tendrás un nuevo desafío: acertijos, test de inteligencia, juegos de ingenio y un largo etcétera ofrecidos por fuentes especializadas y también de elaboración propia.

¿Estás listo para resolver nuestra primera propuesta? Se trata de un problema matemático de 1.604, propuesto por el científico español Jerónimo Cortés en el libro, «Aritmética práctica». Aquí lo tienes:

Si cuatro flamencos en tres días se beben diez cántaros de vino, y cinco enpañoles en seis días beben veinte cántaros, la pregunta es, bebiendo todos juntos, ¿en cuánto tiempo se beberán una bota de sesenta cántaros?

¿Has podido resolverlo? ¿No aguantas la curiosidad? Aquí tienes la solución. ¡Ánimo si no lo has conseguido, que mañana hay más!

Juego extraído de www.acertijos.net

¿Envenenó Fernando «el Católico» a su yerno Felipe «el Hermoso»?


ABC.es

  • Dos meses después de ser coronado Rey de Castilla tuvo lugar la repentina muerte del marido de Juana «la Loca». Unas fiebres causadas por beber agua fría terminaron en una semana con su breve e incómodo reinado
¿Envenenó Fernando «el Católico» a su yerno Felipe «el Hermoso»?

Wikipedia | Cuadro de Felipe I de Castilla

Como años después le ocurriría a su hijo Carlos I, la llegada al trono de Felipe I fue vista con recelo por parte de la nobleza castellana a causa de su condición de extranjero. El apodado como Felipe «el Hermoso» procedía de los lejanos Países Bajos y, desde el principio, se hizo rodear de una corte de consejeros que solo hablaban en francés, salvo alguna excepción como el enigmático señor de Belmonte. Dos meses después del nombramiento de Felipe y Juana como Reyes de Castilla, el hombre que dio dos emperados al mundo (Carlos V y Fernando I de Alemania) cayó enfermo en extrañas circunstancias tras beber agua fría mientras jugaba al juego de la pelota. En pocos días desarrolló un cuadro de neumonía y falleció súbitamente. Las investigaciones posteriores han apuntado a que pudo ser víctima de algún tipo de envenenamiento o, lo más probable, de la peste.

Los historiadores ven en los beneficios que consiguió Fernando «el Católico» de la muerte de su yerno un elemento altamente sospechoso. Cuando la nobleza castellana todavía estaba sopesando entre si era menos malo un rey extranjero o uno aragonés aconteció la repentina muerte de Felipe I. En pocos meses, el entonces Rey de Aragón aprovechó la supuesta locura de su hija Juana para recluirla en Tordesillas y proclamarse regente de Castilla con plenos poderes.

Felipe de Habsburgo, nacido en Brujas el 22 de junio de 1478, fue el primer monarca de esta dinastía en reinar en España. Con la intención de aislar políticamente a Francia, los Habsburgo cerraron una serie de alianzas con los Reyes Católicos a finales del siglo XV que incluían el matrimonio de Felipe «el Hermoso», hijo de Maximiliano I –Sacro Emperador Romano–, con la Infanta Juana. Curiosamente, el apelativo de «el Hermoso» se lo dio el Rey Luis XII de Francia cuando la pareja viajaba hacía España para ser coronados y se detuvieron en Blois. Allí el rey los recibió y al verle exclamó: «He aquí un hermoso príncipe».

La enemistad entre el suegro y el yerno

El primer episodio de fricción entre Felipe «el Hermoso» y los Reyes Católicos ocurrió tras la muerte del Príncipe Juan, el hermano mayor de Juana «la Loca», el 4 de octubre de 1498. En palabras del embajador español en la corte Imperial, Gómez de Fuensalida, Felipe barajó la posibilidad de reclamar las coronas de Castilla y Aragón con la ayuda del Rey de Francia, con el que mantenía unas relaciones sumamente cordiales. Fue a partir de entonces cuando creció la desconfianza de Fernando «el Católico», siempre hostil al Reino de Francia, hacia su yerno.

Aunque los reyes españoles trataron en varias ocasiones de desmontar la alianza de Felipe «el Hermoso» con Francia, éste no solamente se negó sino que castigó a Juana «la Loca», quien llegó a quejarse de no tener dinero para pagar a su séquito y de ser objeto de continuos desplantes. El acaso psicológico se alargó durante años hasta que la muerte de otro Príncipe de Asturias, el hijo de la hermana mayor de Juana, propició al borgoñés la ocasión de castigar directamente a Fernando «el Católico». Así, con el propósito de hacerse con el control del reino aragonés de Nápoles y entregárselo posteriormente a Francia, «el Hermoso» propuso que su hijo Carlos, que ya era el heredero de los Reyes Católicos, se casara con Claudia de Francia, una de las hijas del monarca galo. Por supuesto, la Corte española se negó en rotundo y el rechazo de la propia Juana rompió el acuerdo.

A pesar de la mala relación con los padres de ella, Felipe y Juana viajaron a España el 26 de enero de 1502 para ser presentados en las principales ciudades castellanas como Príncipes de Asturias y posteriormente hacer lo propio en Aragón. Sin embargo, una vez conseguido su propósito de asegurarse la herencia de los Reyes Católicos, el Duque de Borgoña anunció que quería regresar a sus posesiones norteñas. La propia Reina Isabel intentó convencerle de que era necesario que permaneciera más tiempo en España, ya que debía afianzar su autoridad en los que en el futuro iban a ser sus reinos. El 19 de diciembre de ese mismo año Felipe el Hermoso abandonó la corte de los Reyes Católicos, para desconsuelo de la Princesa Juana, que tuvo que quedarse junto a sus padres debido a que se encontraba embarazada del que sería su cuarto hijo.

Felipe «el Hermoso» solo volvería a España una vez fallecida Isabel de Castilla para tomar posesión del trono. En noviembre de 1504, Fernando proclamó a Juana Reina de Castilla y tomó las riendas de la gobernación del reino acogiéndose a la última voluntad de su esposa. Y aunque en la concordia de Salamanca (1505) se acordó un gobierno conjunto de Felipe, Fernando «el Católico» y la propia Juana, esta situación terminó con la llegada del borgoñés a la península, quien convenció a parte de la nobleza castellana, a base de regalos y concesiones, de que el suponía una amenaza menor que la procedente de un rey aragonés. El duque de Medina-Sidonia y el cardenal Cisneros no dudaron apoyar al extranjero. Visiblemente ofendido, Fernando se retiró a Aragón y Felipe fue proclamado Rey de Castilla el 12 de julio 1506 en las Cortes de Valladolid con el nombre de Felipe I. Un reinado que solo duraría dos meses.

El vaso de agua fría que marcó su muerte

Según apuntan los cronistas de la época, Felipe I se encontraba en la localidad burgalesa Casa del Cordón cuando empezó a sentirse enfermo el 16 de septiembre de 1506. Al beber un vaso de agua fría tras jugar un partido de pelota sintió las primeras fiebres. En los siguientes días el estado del Monarca fue agravándose hasta presentar un cuadro de neumonía. En una carta enviada por uno de los médicos que le atendió se describen algunos de los síntomas de la enfermedad: «Estábase con la calentura y con sentimiento en el costado, y escupía sangre. Y se le hinchó la campanilla, que decimos úvula, tanto que apenas podía hablar».

El 25 de septiembre de 1506, con tan solo 28 años, falleció el primer Rey de Castilla perteneciente a la familia Habsburgo. Y una vez que quedó certificada su muerte, sus servidores flamencos le vistieron bajo las instrucciones de Juana con sus mejores galas, tras lo cual se le instaló en un trono desde donde presidió simbólicamente los ritos religiosos. Por la mañana, se procedió a embalsamar su cuerpo, siendo su corazón enviado inmediatamente a Bruselas.

Con toda celeridad, Fernando «el Católico» preparó su «asalto» al trono castellano, que en los primeros meses quedó bajo la regencia del cardenal Cisneros. Cuando el aragonés regresó a Castilla, encerró a su hija, que había mostrado un comportamiento inquietante durante el cortejo fúnebre de su marido, en Tordesillas y asumió la regencia hasta 1507. Mientras tanto, por las ciudades castellanas prendió la sospecha de que la prematura muerte de Felipe I era consecuencia de un envenenamiento. El más probable asesino para muchos no podía ser sino el máximo beneficiado de su muerte: su suegro.

Frente a aquellos rumores, los historiadores e investigaciones modernoso apuntan que la causa más posible fue la peste, enfermedad que había aparecido en la corte algunos meses antes. Asimismo, Felipe I de Habsburgo era célebre por sus numerosas relaciones extramatrimoniales y sus visitas a prostíbulos, donde era frecuente la aparición de todo tipo de infecciones y el contacto con personas de higiene descuidada.

¿Por qué estaba llena de huesos la estatua ecuestre de la Plaza Mayor?


ABC.es

  • Un atentado con bomba durante la II República reveló el macabro hallazgo que ocultaba la escultura de Felipe III
¿Por qué estaba llena de huesos la estatua ecuestre de la Plaza Mayor?

ABC | Estatua de Felipe III en la Plaza Mayor

Al encontrarse en la Plaza Mayor, la estatua ecuestre de Felipe III es probablemente la más fotografiada de todo Madrid. Tiene a su derecha la casa de la Carnicería y a su izquierda la casa de la Panadería. Los entendidos aseguran que lleva en este emplazamiento desde 1848, cuando la reina Isabel II ordenó su traslado. Son, entonces, más de 150 años gobernando el principal punto de encuentro de la capital.

Todos la conocen, para casi nadie sabe la historia negra que arrastra desde los años 30. Resulta que con el estallido de la II República, la escultura fue objeto de un atentado terrorista. Un individuo decidido colocar una bomba en la boca del caballo, para que la figura real saltara –literalmente– por los aires.

La explosión no causó ninguna víctima mortal, pero los transeúntes que en ese momento paseaban por la zona pudieron comprobar cómo, por culpa de la onda expansiva, el entorno de la plaza se llenaba de pequeños huesecitos. A medida que se acercaron a la estatua pudieron comprobar el origen de tal macabro hallazgo.

Resulta que durante años los gorriones de la Plaza Mayor se posaban en el interior de la boca del caballo para descansar. Muchos de ellos se introducían en el interior de la estatua (hasta las tripas del equino) ya que la figura contaba con una apertura. Como el lugar para volver a salir era muy estrecho y pequeño, la mayoría de los pájaros se quedaban atrapados y morían hacinados en el estómago del caballo. Por eso motivo, cuando la estatua saltó por los aires con la detonación, los millares de huesecillos de los pájaros que estaban alojados desde hace tantos años se repartieron por toda la Plaza Mayor.