El Tesoro de la calle del Alcázar.Cuenca


Informes sobre Patrimonio Castilla la Mancha

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Un nuevo hallazgo arqueológico a veces puede cambiar la visión, la cronología o las características que venimos aplicando a los periodos o episodios históricos de nuestras ciudades o nuestros territorios. Cuando estos hallazgos son en metal precioso, tienen además ese atractivo popular, que a veces les valora en demasía frente a su valor documental o de objeto arqueológico propio de una etapa histórica. Sea una u otra la visión que apliquemos, el hallazgo producido durante la última campaña de excavaciones en la Plaza de Mangana de Cuenca, donde se asentaba la alcazaba islámica de la ciudad, ha supuesto la entrada en el museo de una buena colección de piezas de numismática pertenecientes al periodo comprendido entre los reinados de Fernando VI e Isabel II.

Se trata de un conjunto de monedas formado por 247 piezas de oro y una de bronce escondidas en una jarra de cerámica cuyo peso asciende a casi 6 kilogramos. La cantidad ocultada suponía 56.740 reales de vellón con 4 maravedíes, una suma considerable de dinero.

El hallazgo ocurrió en concreto en la Calle del Alcázar, en diciembre de 2009, bajo el suelo de yeso compactado de una estancia del siglo XVI que perduró hasta principios del siglo XX apoyada en la pared interior de la muralla.

Con motivo del Día Internacional de los Museos de 2010, el Museo de Cuenca quiso mostrar este tesoro instalado en una vitrina que reúne las mejores condiciones expositivas, asegurando su seguridad y unas condiciones medioambientales óptimas. Para ello recuperó una pequeña sala en la segunda planta del edificio del Museo de Cuenca de tal modo que queda inserta en la línea argumental de la exposición permanente.

Datación y Valor

La moneda más antigua del tesoro se emitió en 1758, durante el reinado de Fernando VI (1746-1759). Se trata de una moneda de 8 escudos, acuñada en la ceca de Lima (Perú); por otro lado las piezas más modernas son las emitidas durante el reinado de Isabel II (1833-1868). Corresponde a un grupo de 17 monedas de 80 y 100 reales emitidas entre los años 1837 y 1861, acuñadas en las cecas de Barcelona y Madrid.

El resto de monedas se emiten entre estos dos reinados. Las podemos agrupar de la siguiente manera:

  • 90 monedas emitidas entre los años 1769 y 1789 durante el reinado de Carlos III (1759-1788). Su valor es de 8, 4, 2 y 1 escudo de oro y 4 maravedíes de bronce, acuñadas en las cecas de Madrid, Sevilla, Popayán (Colombia), Potosí (Bolivia), Méjico, Santiago (Chile), Lima (Perú) y Nuevo Reino de Granada (Santa Fe de Bogotá, Colombia).
  • 99 monedas emitidas entre los años 1789 y 1808 durante la monarquía de Carlos IV (1788-1808) con un valor de 8, 4, 2 y 1 escudo, acuñadas en las cecas de Madrid, Popayán (Colombia), Santiago (Chile), Nuevo Reino de Granada (Santa Fe de Bogotá, Colombia), Lima (Perú) y Méjico.
  • 1 moneda de 80 reales emitida en el año 1809 y acuñada en la ceca de Madrid reinando José Napoleón (1808-1813).
  • 40 monedas de 8, 4, y 2 escudos y 80 reales, emitidas entre los años 1808 y 1826 Fernando VII (1808-1813-1823), acuñadas en las cecas de Sevilla, Madrid, Nuevo Reino de Granada (Santa Fe de Bogotá, Colombia), Santiago (Chile), Méjico, Lima (Perú) y Popayán (Colombia).

Como hemos anotado con anterioridad el tesoro pesaba 6 kilogramos y su valor ascendía a 56.740 reales de vellón con 4 maravedíes. Para poder valorar qué suponía esta cantidad en la vida real podemos echar un vistazo a lo que podíamos hacer entonces con ese dinero.

En 1780 el Corregidor de la ciudad cobraba 4.400 reales anuales, el archivero 794 reales y 24 maravedíes, el Guarda de la Sierra 1.430, una matrona 720 o un médico podía ganar 3.525 reales al año. El jornal diario era de 9 o 10 reales. La cesta de la compra de una familia de 4 personas ascendería a 2.000 reales anuales. Por un buen caballo se podían pagar hasta 1.200 reales. El salario de un brigadier del ejército era de 30.000 reales anuales, la pensión anual de una viuda de militar era de 1.800 reales. Una familia acomodada, tendría una renta de 10.000 reales anuales y un aristócrata rico podía tener una renta anual de 50.000 reales. Por documentos conservados de la época sabemos que en 1831 se podía comprar una casa en Cuenca por 22.000 reales. Con todos estos datos, podemos afirmar que el tesoro era de gran valor y que o bien pertenecía a una familia pudiente o a algún funcionario del gobierno.

Ocultación del Tesoro

Una vez datadas las monedas por su emisión, hemos de interpretar el por qué nos encontramos este tesoro oculto en una pared de la muralla escondido en una jarra de cerámica.

Entre mediados del siglo XVIII la primera mitad del siglo XIX la situación económica y social de Cuenca sufrió diferentes reveses. Por un lado, durante el siglo XVIII la ciudad contó con cierta actividad económica, destacando las fábricas de papel y paños que ayudó a su crecimiento; su población ascendía en 1789 a 7.815 habitantes. A comienzos del Siglo XIX, la invasión de los franceses entre 1808 y 1812 sometió a Cuenca a numerosos saqueos, pillajes y destrucciones. Para 1850, funcionaban varias fábricas de madera pero dos fuertes epidemias de cólera asolaron la ciudad en 1853 y en 1855, provocando un nuevo descenso demográfico. Asimismo en la primera mitad del Siglo XIX se inicia el proceso desamortizador que, desde 1836 hasta finales del Siglo, va a contribuir a la reforma jurídica de la propiedad de la tierra. Cuenca sufrió también las consecuencias de las desamortizaciones que crearon nuevos ricos entre burócratas, labradores y comerciantes que adquirieron los bienes desamortizados.

En el último tercio del siglo XIX, la ciudad contaba con alumbrado público, correo semanal, telégrafo, Instituto de Enseñanza Media y Escuela de Magisterio. Estas instituciones estaban dentro del actual casco histórico donde también se ubicaron la Diputación Provincial, la Hacienda Pública y el Gobierno Militar. En 1868, se produjo la revolución y el derrocamiento de Isabel II. En 1873 se proclamó la 1ª República, provocando un periodo de fuertes turbulencias y conflictos en la ciudad, con destructivas consecuencias. Entre los efectos devastadores para Cuenca se encuentra el comienzo de la Tercera Guerra Carlista. Así las tropas carlistas al mando del Coronel Santés, con 4.600 hombres aterrorizaron la provincia saqueando las poblaciones de Enguídanos y Cañete. Posteriormente durante los días 14, 15 y 16 de julio de 1874 se produjo el asedio, la ocupación y el saqueo de la ciudad. La ocupación fue terrible, registrándose las casas una a una y robando todas las cosas de valor, además del asesinato de treinta y cinco vecinos. En este ambiente de inseguridad y ante la exigencia de fuertes recaudaciones, alguien ocultó y enterró la jarra de vino con las monedas de oro. Es probable que el tesoro pudiera ser ocultado para evitar su confiscación, en el caso de que fuesen los ahorros de un particular, o en el caso de que fuera dinero público, pudo ser un funcionario quien puso a salvo estos caudales enterrándolos en el suelo de una vivienda.

¿POR QUÉ ES TAN IMPORTANTE EL HALLAZGO?

Este hallazgo permite conocer las políticas monetarias de la época en España y en las colonias americanas donde se acuñaba moneda de oro de ley y hacer un recorrido histórico de nuestra numismática desde la segunda mitad del siglo XVIII, hasta la segunda mitad del siglo XIX. Así permite conocer las reformas introducidas con el Rey Carlos III. En su reinado se retiraron acuñaciones de monedas antiguas y se emitieron nuevas con el busto real unificándose las monedas peninsulares con las americanas. En el siglo XIX se realizaron varias reformas monetarias. José Bonaparte intentó acercar los patrones monetarios a los franceses. Con Fernando VII se adoptó el sistema decimal y el real de vellón como unidad monetaria. Las leyendas en latín dieron paso al castellano. En 1823, se declaró de nuevo la moneda francesa de curso legal. En medio de esa gran deflación llegó al trono Isabel II, dejándose de acuñar las grandes monedas de oro, siendo la de dos escudos (80 reales de vellón) la de mayor valor en circulación. La reforma de 1848 hizo que la moneda de oro de 100 reales que sustituyese a la de 80 reales. En 1851 y 1861 se produjeron nuevos ajustes y se crearon monedas de oro de 40 y 20 reales. En 1864, se tomó como unidad de referencia el escudo de plata. La revolución de 1868 y la formación del Gobierno Provisional provocaron la retirada de las monedas con el busto y la leyenda de la reina, adoptándose un nuevo sistema monetario que tendrá a la peseta como unidad básica desde 1870 hasta el año 2001 en que se sustituyó por el euro.

Siete años en Saturno


El Pais

La misión Cassini-Huygens, de la ESA y la NASA, desvela un mundo mucho más extraordinario de lo esperado – Se ha desatado en el planeta una tormenta gigante

La misión Cassini-Huygens, de la NASA y la Agencia Espacial Europea (ESA), lleva desde 2004 explorando el planeta Saturno y su entorno, revelando un mundo mucho más extraordinario de lo esperado. Esta región remota y fría del Sistema Solar, visitada por las naves Voyager 1 y 2 a principios de los años ochenta, nunca había sido explorada con este grado de detalle. La nave Cassini es una de las más sofisticadas jamás construidas por el hombre. Está equipada con 12 instrumentos científicos que pueden equipararse a los sentidos humanos: Cassini ve y escucha a través de sus cámaras ópticas y dispositivos radio, que cubren muchas más longitudes de onda que el ojo humano, desde las ondas de radio al ultravioleta. También puede tocar y saborear, con instrumentos que perciben las partículas y moléculas presentes en su entorno.

Huygens, construida por la ESA, aterrizó en la mayor luna de Saturno, Titán, en 2005: el primer aterrizaje jamás logrado en un cuerpo exterior del Sistema Solar. Los instrumentos de Cassini son operados por institutos de investigación en EE UU y Europa con el apoyo de la NASA y la ESA, incluyendo el Centro Europeo de Astronomía Espacial (ESAC), en Villanueva de la Cañada (Madrid).

Los descubrimientos de Cassini-Huygens desde su llegada a Saturno ponen de relieve la diversidad con la que la naturaleza da forma a los planetas. Saturno está rodeado por numerosas lunas, más de 60, de tamaños que van desde los pequeños satélites de menos de un kilómetro de diámetro, hasta la gigante Titán, mayor incluso que el planeta Mercurio.

En Encélado, una pequeña luna helada de menos de 500 kilómetros de diámetro, se han observado erupciones continuas de vapor y hielo comparables a los géiseres terrestres. Al atravesar estas partículas heladas Cassini ha detectado que contienen sales, indicio de que existe un océano bajo la cubierta helada de Encélado.

Otra luna, llamada Iapetus, tiene un hemisferio oscuro como el asfalto, mientras que el otro brilla como la nieve fresca. La luna Mimas, cubierta de cráteres de impacto, debió de sufrir un choque tan colosal que un tercio de su superficie es hoy un impresionante cráter, llamado Herschel.

La magnificencia de Saturno tiene que ver sin duda con la apariencia de sus anillos, hechos de fragmentos de hielo que orbitan el planeta a la altura de su ecuador y cuyo tamaño va de los pocos centímetros al de una casa. En estos inmensos discos helados se observan además ondulaciones, grumos y huecos, esculpidos por la atracción gravitatoria de las lunas. Lo que los científicos siguen sin resolver es el misterio del origen de los anillos, aunque cada vez más evidencias apuntan a que se formaron después del planeta, posiblemente con los restos de la cubierta helada de una luna destruida.

El propio Saturno, uno de los cuatro gigantes gaseosos de nuestro Sistema Solar, ha sido observado a fondo. Desde el pasado diciembre está en marcha en su atmósfera una tormenta gigante, de extensión superior a ocho veces la superficie terrestre. Su violencia sigue sorprendiendo a los investigadores: ha crecido tanto que rodea ya gran parte del hemisferio norte, y puede ser vista incluso por los telescopios basados en tierra. El instrumento de detección de ondas de radio y de plasma a bordo de la Cassini escucha sus potentes rayos, mientras las cámaras observan complejos vórtices de nubes. Este tipo de tormentas se asocia a los cambios estacionales en el sistema saturniano, que se producen a medida que varía la radiación solar que recibe el planeta según se desplaza en su órbita -la misma causa de las estaciones terrestres-.

Saturno tarda mucho más que la Tierra en completar una órbita; sus cambios estacionales son por tanto más lentos, y hace falta observaciones más prolongadas para registrarlos. La Cassini permanecerá en el sistema saturniano hasta 2017, cuando se produzca el solsticio de verano en el hemisferio Norte del planeta. Sus observaciones habrán cubierto para entonces medio año de Saturno.

Gran parte del tiempo restante de la misión se dedicará a observar Titán, la única luna del Sistema Solar capaz de retener una atmósfera densa y permanente. La sonda de la ESA Huygens, que la atravesó durante su descenso a la superficie de Titán en enero de 2005, detectó vientos y lluvias de hidrocarburos, así como una densa capa de niebla formada por aerosoles. Titán es un mundo gélido, con una temperatura de alrededor de menos 180 grados en su superficie. La Huygens determinó que su suelo es una mezcla de agua helada e hidrocarburos, probablemente resultado de la lluvia de componentes atmosféricos.

Las observaciones con el radar de la Cassini han mostrado lagos de metano y etano sobre la superficie de Titán, y canales secos excavados por la lluvia. Desde su órbita, la nave también ha observado cambios estacionales en el clima de Titán, con nubosidad y tormentas locales de lluvia.

Titán es, además, un lugar único en el Sistema Solar para estudiar los mecanismos que pueden haber hecho emerger la química prebiótica en la Tierra, hace miles de millones de años. La principal diferencia con la Tierra reside en las bajas temperaturas -Titán recibe cien veces menos radiación solar que la Tierra-. El frío ralentiza las reacciones químicas y nos permite, en cierto modo, retroceder en el tiempo y ser testigos de lo que, tal vez, fueron las condiciones químicas de la Tierra en su infancia. De alguna forma, la exploración de Saturno y Titán con la nave Cassini-Huygens es un viaje a nuestros propios orígenes.

Nicolas Altobelli es el jefe científico de la ESA para la misión Cassini-Huygens, ESAC (Centro Europeo de Astronomía Espacial), en Madrid.