Hallan en Badajoz 16 caballos sacrificados en un santuario del siglo V a.C.


El Mundo

Restos de caballos hallados en el santuario tartésico de El Turuñuelo en Badajoz. IAM-CSIC

Al pie de una escalinata, en el siglo V a.C., los tartessos realizaron un sobrecogedor ritual antes de quemar y destruir uno de sus templos. Un gran banquete precedió al sacrificio de 16 caballos, dos toros y un cerdo en el santuario del actual Turuñuelo, en la provincia de Badajoz.

Un enorme caldero, una parrilla, pinchos para la carne y gran cantidad de platos, vasos y jarros dan una idea de la importancia de la celebración que tuvo lugar. En un edificio de dos plantas, las ánforas y los cestos de cereales formaron también parte de una gran ofrenda que ha quedado conservada en el tiempo.

Esto es lo que ha encontrado un grupo de investigadores del Instituto de Arqueología de Mérida en un yacimiento que forma parte del proyecto Construyendo Tarteso, dirigido por Sebastián Celestino Pérez y en el que colabora la investigadora Esther Rodríguez.

Aunque los motivos de la quema no se conocen, los científicos lo relacionan con los acontecimientos a los que se enfrentó la cultura tartessa. «Abandonaron toda la zona hacia el 400 a.C. Aún desconocemos las causas, pero coincide con la llegada de los pueblos célticos del norte peninsular», ha explicado a este diario Sebastián Celestino Pérez.

En las excavaciones, que comenzaron en 2015 y se han sucedido en tres campañas, se desenterró este año una escalinata de 10 peldaños entre las dos plantas que forman un edificio cimentado con técnicas arquitectónicas novedosas.

La escalera está formada por sillares cuadrangulares que se fabricaron con un mortero de cal, arena y arcilla, lo que constituye un elemento de construcción no conocido en la península ibérica, por el momento, hasta la llegada de los romanos.

El equipo de arqueólogos ha encontrado en una de las estancias una bañera, que también está hecha con estos mismos materiales, «relacionada con un ritual de purificación antes del banquete ritual», según ha apuntado Pérez

Los investigadores calculan que al ritmo al que van los trabajos y desenterrado ya el 10% del yacimiento, en aproximadamente una década se podrá ver el edificio completo.

A esto contribuye su buen estado de conservación debido a la solidificación de las paredes de adobe gracias al incendio que se produjo como colofón del ritual de clausura, con el sacrificio de animales y un banquete final. Los gruesos muros de la edificación, de hasta tres metros de ancho, también han ayudado a preservar el túmulo.

Otros objetos de bronce como un quemaperfumes, coladores platos pintados con bandas rojas, vasos de inspiración griega, huesos y conchas han llegado hasta nuestros días gracias al hecho de que el templo fue, además, sepultado «para no ser violado», ha añadido Pérez.

¿Un lugar de peregrinación?

A pesar de que no conocerse con exactitud la función del santuario en la cultura tartésica, se piensa que podría haber sido un lugar de peregrinación en el que los visitantes realizaban transacciones comerciales y celebraban ceremonias sociales con la veneración a los dioses.

«Hay un objeto de bronce donde se representa mediante palomas a Astarté, la diosa de tradición fenicia que adoptaron los tartesios. El altar tiene la forma de piel de toro que simboliza a Baal, el dios masculino«, ha afirmado el investigador.

La cultura de los tartessos, que se asentaron en el Bajo Guadalquivir y valle del Guadiana en el siglo VIII a.C., proviene de la interacción de los pueblos colonizadores mediterráneos, como los fenicios, con los propios habitantes indígenas. Se trata de un pueblo que estableció numerosas relaciones comerciales con otras culturas como griegos, egipcios o etruscos.

Los Reyes Magos eran andaluces, según el papa Benedicto


El Periodico

  • En su libro ‘La infancia de Jesús’ asegura que SSMM provenían de Tartessos, una región que los historiadores sitúan entre Huelva, Cádiz y Sevilla
CAMPAMENT DELS REIS MAGS. GIRONA.05/01/10.FOTO:DAVID BORRAT/CLICK ART FOTO

CAMPAMENT DELS REIS MAGS. GIRONA.05/01/10.FOTO:DAVID BORRAT/CLICK ART FOTO

El nuevo libro del papa Benedicto XVI, ‘La infancia de Jesús’, sigue dando qué hablar. Si hace poco nos enteramos, según su texto, que el portal de Belén no tenía ni buey ni mula, en las mismas páginas también da a entender que los Reyes Magos de Oriente eran más bien de occidente, o al menos del occidente conocido entonces, concretamente de Andalucía, exactamente de Tarsis o Tartessos, una región que los historiadores sitúan entre Huelva, Cádiz y Sevilla.

Según Benedicto XVI, la Iglesia ha interpretado los pasajes del nacimiento de Cristo utilizando salmos y textos anteriores, donde se nombra a Tarsis en repetidas ocasiones.

“Que le paguen tributo los reyes de Tarsis y de las costas remotas; que los reyes de Sabá y de Seba le traigan presentes. Que ante él se inclinen todos los reyes”, se puede leer en el salmo 72,10 del ‘Libro de los Salmos’.

Huelva, Cádiz y Sevilla

Los historiadores ubican la mencionada Tarsis en algún punto de Andalucía, probablemente en la provincia de Huelva, aunque no se descarta que abarcara zonas de Cádiz y Sevilla.

«Así como la tradición de la Iglesia ha leído con toda naturalidad el relato de la Navidad sobre el trasfondo de Isaías 1,3, y de este modo llegaron al pesebre el buey y el asno, así también ha leído la historia de los Magos a la luz del Salmo 72,10 e Isaías 60. Y, de esta manera, los hombres sabios de Oriente se han convertido en reyes, y con ellos han entrado en el pesebre los camellos y los dromedarios», escribe Ratzinger. «La promesa contenida en estos textos extiende la proveniencia de estos hombres hasta el extremo Occidente (Tarsis, Tartessos en España), pero la tradición ha desarrollado ulteriormente este anuncio de la universalidad de los reinos de aquellos soberanos, interpretándolos como reyes de los tres continentes entonces conocidos: África, Asia y Europa».

El Papa remite a los textos de Mateo e Isaías para fundamentar su argumentación, pues son los que hablan de los reyes y naves llegadas desde Tarsis.

En busca de la ciudad perdida


El Pais

  • Un documental recrea la búsqueda de la civilización Tartessos en Doñana

160124095720_atlantida_2_640x360_thinkstock_nocreditA comienzos del siglo XX, la Arqueología era una de las ciencias de moda, capaz de hacer soñar con reinos míticos como la Atlántida, inventar naciones o dar vida a faraones. Muchos aventureros extranjeros encontraron en Andalucía y otras zonas de España un terreno propicio para sus anhelos de gloria, iniciando excavaciones que en muchos casos contaban con el interesado apoyo de gobernantes y magnates, ávidos de ver crecer sus colecciones y su fama.

Uno de estos aventureros fue el historiador y arqueólogo alemán Adolf  Schulten, quien en los años 20 inició en el Parque Natural de Doñana la búsqueda de Tartessos, esa civilización mítica que multitud de estudiosos desde el siglo XVI habían situado en esta zona del sur europeo y que estaba emparentada en la mente de algunos con la Atlántida platónica o las naves de Tarshish citadas en la Biblia. En torno a esta ambiciosa empresa gira el documental El Tartessos de Schulten. La conquista de la ciudad perdida, cinta que, dirigida por el jerezano Antonio Lobo (MLK Producciones), se estrena el próximo día 24 en el Festival de Málaga Cine Español.

“Realizar la película ha sido un camino largo de más de 5 años investigando y siguiendo las huellas de Schulten. El documental coincide con un momento en el que la intuición de Schulten ha sido reconocida por los científicos españoles, alemanes, norteamericanos y británicos que en los últimos años han desarrollado investigaciones en la zona”, explica José Antonio Hergueta, coguionista y productor.

Entre estos últimos trabajos en Doñana figuran los llevados a cabo en 2010 por un equipo de investigadores del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que coordinados por el arqueólogo Sebastián Celestino y el historiador Juan José Villarías, rastrearon unas 200 hectáreas en las marismas de Hinojos (Huelva) en busca de asentamientos humanos pertenecientes a aquella civilización que se asentó entre los siglos IX y VII antes de Cristo.

Y es que, en 1956, unas fotos tomadas desde el aire revelaron unas extrañas formas circulares de gran tamaño y, sobre todo, una serie de figuras rectangulares que, según los investigadores, pueden ser fruto de asentamientos humanos tal vez anteriores a la colonización del Imperio Romano de la península ibérica.

“Schulten convenció a muchos de que Tartessos era el origen de Europa y estaba en Doñana. Con métodos a veces poco científicos, llevó su obsesión al límite. Este apasionado hispanista se hizo un nombre con el hallazgo de Numancia, pero sus expediciones a Doñana no tuvieron éxito. A pesar de ello, Schulten unió su nombre al de Tartessos, generando una polémica que ha durado décadas. Es un viaje emocional para entender la obsesión de un hombre siguiendo un fantasma en una época en que este tipo de sueños calaban tan hondo como para convencer a Ortega y Gasset, que incluso escribió un texto defendiendo las teorías de Schulten”, explica Hergueta.

“Siguiendo el sueño de Schulten, el documental revive la moda por las utopías y paraísos perdidos a principios del siglo XX, cuando Europa estaba sumida en una grave crisis. Schulten se aprovechó de que la Arqueología estaba en auge para convertirse en un pionero a la altura de quienes encontraron Troya o la tumba de Tutankamón. Curiosamente, todavía hoy acuden a Doñana investigadores del mundo entero buscando Tartessos bajo las marismas del Parque Nacional”, añade el productor.