Descubren dos nuevas especies de dinosaurio en el desierto del Sáhara


CET – El Mundo

  • VIVIERON HACE 100 MILLONES DE AÑOS
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Dos paleontógos examinan el hueso de saurópodo hhalado en el Sáhara. (Foto:AP)

Un equipo de científicos ha descubierto dos posibles especies nuevas de dinosaurio durante una expedición al desierto del Sahara. Según ha informado la Universidad de Portsmouth (Reino Unido) en un comunicado, el hallazgo constituye uno de los hallazgos «más apasionantes que ha dado la paleontología en África en los últimos 50 años».

Se trata de un hasta ahora desconocido saurópodo, un dinosaurio vegetariano de enormes proporciones, y de una nueva especie de pterosaurio, el primer reptil que desarrolló la habilidad de volar, que se considera que vivieron hace casi 100 millones de años.

Los fósiles de ambas especies prehistóricas fueron encontrados por un equipo conjunto de investigadores de la Universidad de Portsmouth (Reino Unido), el University College de Dublin y la Universidad Hassan II de Casablanca (Marruecos).

El hallazgo se produjo en el sureste de Marruecos, cerca de la frontera con Argelia, y los investigadores subrayaron que es «extremadamente raro» descubrir restos de estas características.

Los fósiles encontrados corresponden a un gran fragmento del pico del pterosaurio y a un hueso de un metro de longitud del saurópodo, que indica que perteneció a un animal de 20 metros de longitud.

El trabajo en el desierto del Sahara estuvo dirigido por el profesor Nizar Ibrahim, del University College de Dublin, quien destacó que «encontrar dos especímenes en una expedición es sorprendente, sobre todo teniendo en cuenta que pueden representar especies completamente nuevas».

David Martill, paleobiólogo de la Universidad de Portsmouth, destacó que «los animales vegetarianos son poco comunes en esa región, por lo que encontrar uno de este tamaño es muy emocionante».

«Se trata de un gran descubrimiento», añadió Martill, quien subrayó que el hallazgo es la culminación de una búsqueda que comenzó en 1984, cuando una tormenta de arena le impidió poder excavar en el lugar donde ahora se han encontrado los restos.

El profesor Ibrahim será a partir de ahora el encargado de analizar en detalle los fósiles y determinar de manera fehaciente lo que ahora mismo es una certeza casi absoluta.

«Tras nuestro primer examen sobre el terreno, estamos casi seguros de que tenemos dos nuevas especies en nuestras manos«, dijo Ibrahim, quien estudiará los restos durante los próximos seis meses y elaborará una tesis con los resultados de la investigación.

Los paleontólogos estuvieron un mes en el desierto y recorrieron en un todoterreno más de 8.000 kilómetros, atravesando las montañas del Atlas y luchando contra tormentas de arena e inundaciones, en lo que describen como una aventura «al estilo Indiana Jones».

Tras descubrir el hueso del saurópodo tuvieron que ir al pueblo más cercano para conseguir yeso con el que protegerlo de las fuertes lluvias que caían, lo que implicó cruzar varios ríos inundados de noche con el agua entrando por las puertas del todoterreno.

Las lluvias también les tuvieron aislados durante 4 días en la cordillera del Atlas por la crecida del río Ziz y tuvieron que bajar el hueso del saurópodo de una montaña, encima de una carretilla de madera, tras retirar miles de piedras del camino.

«Hubo un momento en el que nos cuestionamos si podríamos salir del desierto con el hueso, pero habíamos trabajado tan duro para encontrarlo que nos resistimos a dejarlo atrás. Nos costó cinco días desenterrarlo y bajarlo de la montaña», relató Ibrahim.

Pero los problemas no terminaron ahí, añadió el profesor, porque el peso del hueso hundía constantemente las ruedas del todoterreno en las dunas, lo que convirtió el regreso en un via crucis.

Todo por la ciencia y por tener nuevas evidencias, afirmó el profesor Ibrahim, de que «hace millones de años el Sahara era un vergel tropical, en el que vivían dinosaurios gigantes, un lugar totalmente distinto al desierto de polvo que podemos ver hoy».

Tras su estudio en Dublin, los huesos viajarán a Marruecos para ser expuestos en un museo de ciencias naturales por determinar.

La NASA halla indicios de un océano de agua líquida en la luna Encelado de Saturno


CET – El Mundo

  • HALLAZGO DE LA SONDA ‘CASSINI’
Imagen captada por la sonda 'Cassini' de las grietas en Encelado que sugieren la presencia de un océano subterráneo de agua líquida. (Foto: NASA)

Imagen captada por la sonda ‘Cassini’ de las grietas en Encelado que sugieren la presencia de un océano subterráneo de agua líquida. (Foto: NASA)

«Éste es el nuevo objeto de deseo de los astrónomos». Así define Manuel Vázquez, científico del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), a Encelado, una luna de Saturno que parece ocultar bajo su superficie un inmenso océano de agua líquida. Al menos esto es lo que se deduce de las últimas imágenes enviadas por la sonda Cassini de la NASA, y presentadas el martes en el congreso de la Unión Geofísica Americana que se está celebando en San Francisco.

Estas espectaculares ‘postales’ desde Encelado muestran una serie de fracturas y grietas en su superficie que se parecen mucho al suelo de los océanos terrestres. Para los investigadores de la agencia espacial estadounidense, este hallazgo sugiere que bajo la superficie de la luna hay un mar de agua líquida que provoca rupturas en su corteza, de una forma similar al sistema de placas tectónicas de la Tierra.

«Poco a poco, estamos acumulando evidencias que demuestran la existencia de agua líquida en Encelado», asegura Carolyn Porco, la investigadora principal que dirige el análisis de imágenes enviadas por la sonda Cassini, en órbita alrededor de Saturno desde 2004.

Hace ya más de dos años, en marzo de 2006, la misma nave de la agencia espacial estadounidense ya encontró los primeros indicios de agua en esta luna, al detectar en los alrededores de su polo sur géiseres que expulsan chorros de partículas desde el interior del satélite.

Los investigadores de la NASA propusieron entonces que estos surtidores podrían tener su origen en pequeñas bolsas de agua líquida que se encontrarían enterradas a poca distancia de la superficie. De acuerdo con esta hipótesis, el agua se mantendría por encima de su punto de congelación gracias al calor producido por procesos radiactivos y a las actividades geológicas que tienen lugar en este área de Encelado.

Ahora, el nuevo hallazgo de Cassini refuerza esta teoría, ya que el origen de las grietas y las fracturas detectadas precisamente en el polo sur de Encelado parece ser el océano de agua líquida que, según todos los indicios, se encuentra bajo su superficie. Según esta interpretación de las imágenes, el proceso es casi idéntico al que se produce en el sistema de placas tectónicas de la Tierra. En este caso, sin embargo, las rupturas en la corteza no se deben a los movimientos de roca fundida, como en el manto terrestre, sino al mar de agua que se halla bajo la superficie de Encelado.

«Cuando algo se mueve, hay que buscar una fuente de energía», explica Manuel Vázquez desde el IAC. «Lo que han revelado las últimas imágenes de la Cassini es que la superficie de Encelado se está reestructurando, y esto se debe a un proceso de disipación que proviene de su interior, cuya fuente parece ser un océano de agua líquida».

Una futura misión para buscar vida

No obstante, este investigador recalca que, de momento, se trata tan sólo de una hipótesis que sólo podría confirmarse con una exploración ‘in situ’ de esta luna de Saturno: «La teoría que propone la NASA es perfectamente posible, pero como científicos tenemos que ser cautos. Para confirmar la existencia de este supuesto océano, necesitaríamos una comprobación ‘de pico y pala’, con un vehículo robótico que perforara su suelo, o mejor todavía, una misión tripulada con astronautas de carne y hueso».

De momento, no hay ningún proyecto previsto de futuras misiones a Encelado, pero no cabe duda de que estos hallazgos están aumentando el interés científico en esta luna, y con el tiempo esto podría impulsar el desarrollo de vehículos exploradores que excavaran bajo su superficie.

De hecho, la propia Carolyn Porco, investigadora principal de las imágenes transmitidas por la sonda Cassini, ya ha manifestado su interés en una misión de estas características: «Algunos de nosotros ya estamos muy interesados en volver a Encelado con una nave que pueda explorar su polo sur para investigar si es un lugar donde puede producirse algún tipo de proceso biológico».

En definitiva, los nuevos hallazgos en Encelado han convertido inesperadamente a esta luna de Saturno en uno de los lugares con más probabilidades de albergar vida fuera de la Tierra.

Durante muchos años, el foco de atención de la agencia espacial estadounidense y de todos los científicos interesados en la búsqueda de vida extraterrestre se centró en nuestros planetas vecinos, y sobre todo en Marte. Sin embargo, los descubrimientos en Europa, una de las lunas de Júpiter, donde también se han detectado indicios de un océano líquido, y ahora en Encelado, han obligado a los astrónomos a replantear su visión de los posibles rincones del Sistema Solar donde puede haber surgido la vida.

«Es evidente que Marte sigue siendo el gran candidato para hallar algún tipo de organismo fuera de la Tierra, y los esfuerzos para buscar vida seguirán centrándose en el planeta rojo», señala Vázquez. «Sin embargo, lunas como Europa y Encelado nos están dando sorpresas que también debemos tomarnos en serio, y en el futuro no podemos descartar que sea bajo su superficie donde al final encontremos el primer rastro de vida fuera de nuestro propio planeta».

Los fogones del Paleolítico


EFE – El Mundo

HALLAZGO ANTROPOLÓGICO

  • Descubren en una cueva de Cantabria restos de animales cocinados hace 18.500 años
  • El hallazgo prueba que los cazadores de la época dominaban las técnicas de cocción

actu081219fos.jpgLa cocina del Paleolítico no era patrimonio exclusivo del asado, como sugiere la imagen difundida por muchos museos y obras divulgativas, sino que los cazadores de la época ya dominaban diferentes técnicas de cocción. Esto es lo que acaba de revelar un estudio realizado por investigadores las Universidades de Cantabria y Nuevo México.

El hallazgo se ha logrado gracias a la excavaciones realizadas en la cueva del Mirón, en Ramales de la Victoria, un yacimiento de 18.500 años de antigüedad en el que trabaja desde hace años un equipo multidisciplinar dirigido por los profesores Manuel González Morales y Lawrence Straus.

Este descubrimiento sobre las técnicas de cocción en la prehistoria forma de la tesis doctoral del investigador japonés Yuichi Nakazawa y acaba de ser publicado en la edición electrónica de la revista estadounidense Journal of Archaeological Science, según ha informado la Universidad de Cantabria en un comunicado de prensa.

La investigación se basa en el estudio de uno de los hogares de cocina identificados en la cueva, en el que se han encontrado numerosos restos cocinados de animales (sobre todo cabras y ciervos), junto a instrumentos de sílex y cantos rodados de arenisca enrojecidos y rotos por su repetida exposición al fuego.

Un programa experimental desarrollado por el equipo de la Universidad de Nuevo México (EEUU) que trabaja en El Mirón ha permitido verificar que la rotura de esas piedras era el resultado de sucesivos ciclos de calentamiento a altas temperaturas en el hogar, seguido de enfriamientos bruscos por inmersión.

Los científicos que trabajan en esa cueva aseguran que tienen pruebas de que, entre sus moradores en el Magdaleniense, era una práctica generalizada hervir agua para cocer huesos y extraer la grasa, que se podía consumir directamente o bien separarla para que se solidificara y se pudiera utilizar más adelante.

«Así, frente a la imagen tradicional del asado como única forma de preparar los alimentos por parte de los cazadores paleolíticos, que vemos en muchos museos y obras de divulgación, ahora sabemos de manera contrastada que controlaban las técnicas de cocción ya en una fecha muy temprana«, explica el catedrático González Morales, director del equipo del Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de Cantabria (IIIPC).

Para este trabajo, se recogieron casi 5.000 restos de talla de piedra, huesos de animales y cantos rodados en una excavación de cinco metros cuadrados de superficie y 20 centímetros de espesor en torno al hogar. Otros dos miembros del equipo de investigación, David Cuenca y Jorge Caro, han tratado todos los datos obtenidos de esos restos para analizar su distribución.

A partir del análisis de esos restos, explica la Universidad de Cantabria, se han podido reconstruir los procesos de utilización de los cantos empleados para hervir agua y su posterior abandono en torno a la hoguera una vez rotos.