Es Vedrà y el misterio del Triángulo del Silencio


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  • Al imponente islote balear hay quien le atribuye extrañas energías y lo relaciona con avistamientos ovnis
abc El islote de Es Vedrá y el menor de Es Vedranell, al suroeste de Ibiza

ABC | El islote de Es Vedrá y el menor de Es Vedranell, al suroeste de Ibiza

«He tenido el privilegio de navegar entre los dos islotes y en ese lugar cuando pasábamos nos fuimos al puente de mandos a mirar los controles de navegación y allí observamos como todas las agujas se movían de un lado a otro sin control». Rossemarie Morinelli comentaba así el 24 de septiembre de 2013 en una publicación de viajes su experiencia junto al imponente islote de Es Vedrà y el menor de Es Vedranell, en el suroeste de Ibiza.

Isleños, pescadores e investigadores de sucesos paranormales también aseguran haber sido testigos de extraños sucesos en las aguas próximas a este islote de apenas 3,8 kilómetros de perímetro y una respetable altura de 382 metros, hoy reserva natural.

Hay quien cree que Es Vedrà adquirió propiedades de acumulación de energía cuando se separó de Ibiza y que forma con el peñón de Ifach, en Alicante, y la costa suroeste de Mallorca, una suerte de «Triángulo de las Bermudas». Le llaman el Triángulo del Silencio y lo asocian con el famoso «caso Manises».

El 11 de noviembre de 1979 (a las 11 p.m. del día 11 del mes 11) un avión Super-Caravelle de la compañía TAE que se dirigía desde Palma de Mallorca a Canarias con 109 pasajeros a bordo tomaba tierra precipitadamente en el aeropuerto de Valencia «a causa de un «ovni». «Los pilotos afirman que les persiguieron «varios puntos de luz roja, que subían y bajaban de una forma no convencional»», destacaba al día siguiente ABC.

«A las 23,08 (hora local) inicié una subida, según el plan de vuelo, de 23.000 a 33.000 pies de altitud. En pleno ascenso vi dos luces rojas, situadas en paralelo, de una intensidad tan enorme que ocultaban a la vista el aparato, o lo que fuese, en el que debían ir instaladas y que seguían una trayectoria de colisión con nosotros. Se desplazaban a una velocidad endiablada, desconocida en cualquier avión convencional y se detuvieron instantáneamente a muy poca distancia del Caravelle», afirmó días después a este periódico el comandante Francisco Javier Lerdo de Tejada, con quince años de experiencia y más de 8.000 horas de vuelo. Tejada aseguraba haber realizado el aterrizaje de emergencia en el aeropuerto de Manises «ante un riesgo real de colisión».

Una vez estuvo el avión en tierra, aún varias personas dijeron haber observado las extrañas luces desde la torre de control de Manises durante más de dos horas.

La tripulación del Caravelle detectó el supuesto ovni media hora después del despegue, entre Ibiza y Alicante, la misma zona donde un año antes un barco butanero afirmaba haber visto una «lluvia» de ovnis. «Sobre las nueve de la noche del pasado martes, cuando estábamos a unas quince millas de Formentera, aparecieron ante nosotros unas luces como de bengala que no permanecían estáticas. Unas luces de un color amarillento a menos de ocho millas de nosotros», señalaba José Luis González, capitán del buque Tamames, que afirmaba que más de cincuenta ovnis les habían cercado durante seis horas.

«Los «ovnis» de escombreras eran paraidistas con linternas» que intervenían en la grabación de un programa para Radio Nacional de España, informaba al día siguiente ABC.

El huésped de Es Vedrà

El gran responsable de las leyendas que circulan sobre Es Vedrà fue sin saberlo el beato Francisco Palau y Quer (1811-1872), fundador de los Carmelitas Terciarios de España, que se retiraba temporadas a orar en una cueva del islote. «Este monte es un islote al oeste de Ibiza, separado de la isla, que se levanta desde el profundo de las aguas hasta el cielo; no hay aquí más habitantes que yo. Tengo la ermita a dos leguas al mediodía de la isla y los hermanos que tienen en ella una barca pesquera, me traen aquí, me dejan solo y se vuelven. En la cima del monte hay una fuente, y las aberturas de las peñas son mis celdas. Aquí me retiro diez años ha y hallo cuanto un solitario puede desear», contaba el padre Palau (Cta 115,2).

En este islote «que en crestas acolumnadas se levanta sobre el profundo del mar Mediterráneo», se quedaba allí solo durante días «para unirme con Dios y su Iglesia», según sus propias palabras.

El padre Palau fue la persona que más tiempo ha pasado en la isla y sus experiencias místicas, en las que describe a «damas de luz» y «seres celestiales» han sido reinterpretadas por algunos, tras el «caso Manises», como avistamientos ovnis.

El beato describía cómo en Es Vedrà «sus columnas se levantan tan a plomo sobre las aguas, que no pueden subir a él sino los peritos del país». Unos alpinistas catalanes escalaron por primera vez el islote en agosto de 1950, desafiando otra antigua leyenda según la cual «nunca podrá ser escalado, ya que quien lo intentare y lograra cononar la cumbre cambiaría al instante de sexo». Francisco Martí Ferrando y Manuel Puig fueron los primeros en hollar la cresta. «La cima Sa Pastora es una explanada de 15 metros de largo, por cinco de ancho. Crece mucha vegetación en forma de mata, pero la mayoría estaba completamente seca. Se divisa muy poco la isla de Ibiza», recogieron en sus apuntes. Estuvieron tres cuartos de hora en la cima antes de descender. Vieron lagartos «de unos 10 o 15 centímetros de largo» y a Martí Ferrando le pareció advertir a una cabra salvaje, aunque Puig dudó de que lo fuera. Ni rastro de ovnis en 1950 y, por supuesto, siguieron siendo hombres tras su hazaña.

Qué esconde Gibraltar en sus seis kilómetros de largo


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  • El Peñón tiene una Reserva Natural con cuevas, túneles y muchos monos

Qué esconde Gibraltar en sus seis kilómetros de largo

Vista aerea del peñon. ABC

Mucho estos días se está hablando de Gibraltar, un enclave de apenas seis kilómetros que guarda sus secretos en el interior de El Peñón, una enorme formación rocosa de hace millones de años y que atrae a miles de visitantes curiosos por conocer algo más de este territorio británico en el que resulta singular oír hablar a sus gentes inglés con marcado acento andaluz. Pero ¿qué hay realmente en Gibraltar?

Tras cruzar la frontera con España, a la que está conectada mediante un istmo de unos 2 km de longitud, el visitante llega, – no sin antes atravesar literalmente la pista del aeropuerto- hasta el centro de la ciudad.

El punto de partida es Casemates Square. Esta plaza donde estaban los antiguos cuarteles y se almacenada la munición es hoy en día una transitada zona con tiendas de artesanías, cafés, y restaurantes que da paso a la calle Main, el eje principal y peatonal de Gibraltar. Sus 600 metros son un paseo obligado para contemplar los edificios que parecen haberse detenido en el tiempo con sus características ventanas de maderas de estilo típicamente inglés y balconadas de hierro forjado.

Qué esconde Gibraltar en sus seis kilómetros de largo

A pie de calle, las tiendas, muchas de ellas regentadas por hindúes, son el principal reclamo turístico. El tabaco, alcohol, chocolate, informática y artículos de joyería se puede adquirir a buenos precios al estar libres de impuestos.
Para quienes gustan de visitar monumentos son de especial interés la catedral católica de Santa María Coronada y la anglicana de la Santísima Trinidad o el Palacete de los Juzgados.

Reserva Natural de la Roca

Qué esconde Gibraltar en sus seis kilómetros de largo

Pero la visita al Peñón no termina en sus calles. En la mitad superior de la roca está la Reserva Natural, un área protegida donde se encuentra algunos de los lugares más importantes como la Cueva de San Miguel, los Túneles del Gran Asedio, el Castillo Árabe y la Guarida de los Monos. El acceso a esta zona, que es de pago, se puede realizar en coche o bien en teleférico y los macacos serán sus altaneros compañeros de visita.

Cueva de San Miguel

Qué esconde Gibraltar en sus seis kilómetros de largo

La cueva de San Miguel es la más grande e impresionante de las más de 150 que tiene el Peñón. Una de las maravillas es la Sala de la Catedral, llamada así porque las formaciones minerales de sus paredes recuerdan los tubos de los órganos de una Catedral. También destaca la famosa Cueva de Leonora, que se creía que llegaba hasta África y era el enlace subterráneo por el cual los monos llegaron a Gibraltar.

Túneles del Gran Asedio

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Los túneles del Gran Asedio son galerías de hace 200 años que fueron excavadas a mano con palas, cinceles, martillos y explosiones de pólvora para defenderse de posibles ataques españoles. Hoy en día son más un «parque temático» que reproduce lo que significó la construcción de los mismos con figuras -movimiento y sonido incluido- que muestran la dureza del trabajo en las galerías que fueron terminadas a mediados de 1783. En el colofón del túnel se encuentra la Sala de San Jorge, donde la leyenda cuenta que Lord Napier ofreció un banquete al General Ulysses S. Grant, 18º Presidente de Estados Unidos.

El Castillo Árabe

Qué esconde Gibraltar en sus seis kilómetros de largo

Del castillo árabe original, construido en el siglo X, no queda mucho en pie, tan solo la «Torre del Homenaje» reedificada en el siglo XIV y que en la actualidad puede ser visitada en su interior gracias a una reciente restauración.

La Guarida de los Monos

Qué esconde Gibraltar en sus seis kilómetros de largo

La Guarida de los Monos se encuentra justo en mitad de la Cima de la Reserva Natural del Peñón. No se trata de ninguna cueva sino de un saliente en la carretera donde los animales suelen pasear y los turistas pueden contemplar a esta especial animal en su propio medio. Cuenta la leyenda que si los monos desaparecen de Gibraltar, también lo harán los británicos, razón por la que durante la Segunda Guerra Mundial, cuando el número de monos disminuyó, Wiston Churchill ordenó trasladar nuevos ejemplares desde el Norte de África.

Dónde Alojarse en el Peñón

Aunque Gibraltar puede visitarse en un solo día -recordamos que tan solo tiene seis kilómetros de largo y 1,2 de ancho- existen cinco hoteles para todos los bolsillos aunque ninguno alcanza categorías superiores si dispone de establecimientos de cuatro estrellas como el O’Callaghan Eliott Hotel, recientemente restaurado y en el centro de la localidad o el Rock Hotel que en su momento fue uno de los más grandiosos de Gibraltar. Otros son el Queen’s Hotel; Bristol Hotel; Cannon hotel o el Caleta.