El gélido disco planetario con forma de platillo volante


El Mundo

  • Los granos de polvo están a -266 grados centígrados
La región Rho Ophiuchi e, insertada, una ampliación del Platillo Volante. DIGITIZED SKY SURVEY 2 /NASA/ESA

La región Rho Ophiuchi e, insertada, una ampliación del Platillo Volante. DIGITIZED SKY SURVEY 2 /NASA/ESA

La región de formación estelar Rho Ophiuchi tiene unos colores espectaculares resultado de los procesos que tienen lugar allí. Las zonas azuladas brillan por la luz reflejada, y en las regiones rojizas y amarillas el brillo se debe principalmente a las emisiones del gas atómico y molecular que desprende la nebulosa. Las regiones oscuras son causadas por partículas de polvo formadas alrededor de estrellas jóvenes, y bloquean la luz que se emite detrás de ellas.

Ahora un equipo de astrónomos ha podido medir, por primera vez de forma directa, la temperatura de estas partículas de polvo situadas en el disco protoplanetario de una estrella joven conocido como «Platillo Volante» por verse casi de canto. Estos discos protoplanetarios, formados de gas y polvo, son la primera etapa de creación de los sistemas planetarios, como nuestro Sistema Solar. Gracias a una técnica innovadora, en la que los investigadores han sacado provecho de la localización del disco, se ha descubierto que los granos de polvo tienen una temperatura muy inferior a lo esperado. -266 grados centígrados.

«El disco absorbe la emisión de moléculas de la nube. Al comparar la intensidad de esta absorción con la de la emisión termal del disco de polvo, podemos medir de manera simple la temperatura real del polvo», indica Stéphane Guilloteau, del Laboratorio de Astrofísica de Burdeos, en Francia, el principal investigador del equipo, al hablar de este novedoso método.

La joven estrella, que recibe el largo nombre de 2MASS J1681370-2431391, está situada a unos 400 años luz de la Tierra. Los astrónomos utilizaron el mayor radiotelescopio, el ALMA, en el llano de Chajnantor, en la Cordillera de los Andes de Chile, para observar el resplandor proveniente de moléculas de monóxido de carbono en el disco y descubrieron que en algunos casos había una señal negativa, algo muy sorprendente para ellos, ya que Guilloteau afirma que todo resplandor tiene que ser positivo. «Hacia el disco de polvo, el resplandor es menor. El resplandor constante alrededor del disco da una señal nula para el interferómetro, y en el disco de polvo la señal es más baja, por lo tanto es negativa».

Dado que ALMA no es sensible a la extensa señal de fondo, el equipo también tuvo que combinar las mediciones con las observaciones de fondo del telescopio de 30 metros IRAM, localizado en el Pico Veleta, en Granada. Gracias a los datos de ambas herramientas pudieron determinar que la temperatura es de -266 grados centígrados a una distancia de unos 15.000 millones de kilómetros de la estrella central (esto es cien veces la distancia de la Tierra al Sol).

Los últimos modelos estudiados no predijeron unas temperaturas tan bajas, ya que en general se estimaban entre los -258 grados y los -253 grados centígrados. «Algo debe de estar equivocado, por lo que es necesario revisar estos modelos», sostiene Guilloteau. Las características de estos granos de polvo deben de ser diferentes a lo que se creía hasta ahora.

Según los estándares astronómicos, estos granos son ‘grandes’. El tamaño de las partículas estudiadas varía entre los 0,1 milímetros y un centímetro. «Estas pequeñas piedras están constituidas de silicatos y grafito, cubiertos de hielo de agua, pero también monóxido de carbono, dióxido de carbono y metano», informa Guilloteau. Seguramente sean muy heterogéneos y esponjosos.

Emmanuel di Folco, coautor del estudio, indica que hay que encontrar cuáles son las propiedades del polvo que aceptan estas temperaturas tan bajas. Aunque es necesario llevar a cabo más observaciones, si se confirma que estas temperaturas tan bajas son algo habitual en los discos de formación de planetas podría traer muchas consecuencias para la comprensión de cómo se forman y evolucionan.